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Textos escogidos de John Jairo Junieles

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“Leer el Caribe” es un proyecto del Banco de la República y la Red de Educadores de Lengua Castellana de Bolívar que se propone fomentar y promover en los niños y jóvenes caribeños la lectura de los autores de la región, como una estrategia de promoción de la literatura y de conocimiento y reconocimiento de la literatura del territorio, orientada a la apropiación y consolidación de las letras identitarias del Caribe. En el marco de esta iniciativa, cada año, desde 2003, es escogido un autor que realiza una serie de actividades con estudiantes y docentes, estableciendo con ellos un diálogo sobre su vida y su obra. 


Por: Juan Camilo Rincón*

En 2019 el turno es para el periodista y escritor John Jairo Junieles, nacido en Sucre e hijo adoptivo de Cartagena. Ganador del Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá (poesía), la beca de Residencia Artística Banff Centre for the Arts de Canadá, el X Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén (México y Cuba), y escogido por el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá para el proyecto “Bogotá 39”, el sinceano nos revela su versatilidad y una interesante capacidad para moverse cómodamente entre la poesía, el cuento, la novela y la 
crónica.

Las páginas del libro Textos escogidos son la desfragmentación de un escritor y nos van mostrando, en cada capítulo, sus diferentes almas. Poemas conmovedores y nostálgicos, cuentos que son una cachetada, novelas intimistas, crónicas que muestran otra cara de la historia y las historias, son todos fragmentos que revelan la contundencia de la literatura de Junieles. Cada uno de los géneros destila un elemento clave, que aparece, a veces sugerido, en otras poderoso, que es el Caribe. Pero al escritor no lo aprisiona el excesivo color local de su tierra natal. Las calles bogotanas, el cine estadounidense y la filosofía italiana también emergen en párrafos tejidos de manera exquisita que le dan un tono más rico y profundo, encantando al lector. 
 
Resulta particularmente llamativa la crónica sobre nuestro nobel cataquero, titulada “Gabriel García Márquez: apuntes de memoria sobre el palabrero mayor”, un texto que, sin las reverencias innecesarias de todos aquellos que han venido después de él, pone en escena el vigor crítico y algunos destellos de humor de la escritura de Junieles

En su poesía y sus cuentos se advierten la añoranza de un tiempo pretérito y, a la vez, el golpe de la realidad presente: el olor de los árboles de mango, la guayaba y las naranjas dulces, la cocinera con falda estampada de cayenas que es un dios de los manjares, los almendros, el celador y su radio compañero, las canciones en la oscuridad, el blues y José Alfredo Jiménez, la evocación del padre fallecido, los sueños, las ruinas, los peces, las oficinas y la borra del café, el fútbol y las calles, el diablo y el cine, la madre, las tías y las abuelas, los juegos en las tardes de pueblo, Marlon Brando, Nicole Kidman y Al Pacino, una francesa y una florecita rockera, la cotidianidad hecha magia a través del verso acertado, y los prodigios que se tornan asuntos del día a día, hechos palabra y prosa oportuna.

Junieles no maquilla la realidad; no le pone velos ni artificios ni le inventa nombres. La ofrece al lector descrita con los adjetivos precisos y la relata con una narrativa que envuelve, pero no empalaga; que seduce sin ser complaciente. Su vida es su insumo, su niñez jugando fútbol con Alejandro Obregón no aparece porque no es necesario el efectismo. Sus letras se bastan a sí mismas para conquistar al lector. 

***

El libro, de acceso público, puede ser leído y descargado de manera gratuita en el siguiente enlace de la Red Cultural del Banco de la República: http://babel.banrepcultural.org/cdm/ref/collection/p17054coll15/id/9

Libro digital
Editores: Banco de la República de Colombia, Observatorio del Caribe Colombiano, Secretaría de Educación Distrital de Cartagena de Indias y Universidad del Norte



* Periodista cultural, escritor e investigador. Autor de Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia Viaje al corazón de Cortázar.

Gustavo Álvarez Gardeazábal: “Yo siempre he ido contra la corriente”

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Gustavo Álvarez Gardeázabal. Foto: Cortesía

 

 Un café en Buenos Aires con  Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

Por: Pablo Di Marco* 

La noche del 13 de noviembre de 1985 la ciudad de Armero quedó sepultada bajo una avalancha de barro, cenizas, azufre y cadáveres. La herida duele aún más cuando es sabido que la tragedia fue anunciada en repetidas ocasiones, y ninguna autoridad se preocupó por impedirla. Una de las voces que advirtió con mayor énfasis que el Nevado del Ruiz se hallaba al borde del estallido fue Gustavo Álvarez Gardeazábal,sin embargo jamás fue escuchado. Cinco años después del drama, Gardeazábal, que por ese tiempo era alcalde de Tuluá, le robó horas al sueño para escribir durante las madrugadas lo que sería su testimonio de la catástrofe.

Hoy el Fondo Editorial Unaula nos acerca una cuidada reedición de Los sordos ya no hablan, la novela  que describe con maestría hasta qué punto la ceguera y la desidia pueden dar por resultado  la mayor tragedia natural de toda una nación.

—Reencontrarse con un libro escrito años atrás se parece a reabrir un viejo álbum de fotos, uno no sabe si las imágenes que estamos a punto de ver nos provocarán felicidad o tristeza. ¿Qué sentimientos le despertó reencontrarse con Los sordos ya no hablan treinta años después de su publicación?

GA: Lo escrito, escrito está, y solo forzado por las circunstancias, por  los traductores o, como en este caso, por  una nueva edición, vuelvo a leer mis textos. Con Los sordosya no hablan fue descubrir que mi intuición no se ha averiado con el paso de los años. Tenía la impresión de que era una novela capaz de ser perenne con los años, como lo ha sido Cóndores,y al releerla lo confirmé. Las palabras elogiosas y las reseñas amables que se han escrito sobre esta nueva edición me dan la razón.

—¿Sabe qué creo, Gardeazábal? Que la Colombia de 1990 no estaba preparada para leer esta novela, ya que aquel país no quería remover el drama de Armero. Y tal vez ahora, los treinta años transcurridos le permitan a muchos lectores descubrir (y redescubrir) este libro bajo otra perspectiva.

GA: Es así. Pablo. El país no juzgó a tiempo el descuido del gobierno de Belisario Betancur, que manejo muy mal tanto la masacre de la Corte Suprema como la tragedia de Armero, que sucedieron en la misma semana. Y cuando cinco años después se publicó esta novela, primó el olvido sobre el debate revivido.

—Y a eso se suma otra cuestión: al momento de la publicación de esta novela, usted era alcalde de Tuluá y recibía críticas por traicionar la escritura por la política.

GA: Exacto. Estaba de por medio el malestar de mis lectores de que yo los traicioné por meterme a la política,  me querían solo como escritor. Y yo leí aquello al revés. Creí tontamente que escribiendo una novela siendo alcalde, les iba a confirmar que seguía siendo escritor. Fue una equivocación rotunda que ahora, con el éxito de Los sordos ya no hablan, me hace mirarme otra vez ante el espejo y entender en mi incapacidad de cuan poco valoro mi obra literaria. También es posible que, como son muy poquitos los colombianos menores de cuarenta y cinco años que tienen una idea de lo que fue Armero, este libro sacie esa curiosidad.

—¿Cuál fue la primera vez que tuvo la sospecha de que el destino de Armero no era otro más que la tragedia? 

GA: Mis estudios sobre la tragedia griega cuando estaba en la Universidad del Valle no me dejaban clasificar como tragedia lo que no había sucedido. Me limitaba al oficio de Delfos  modelo 1983 advirtiendo la magnitud de lo que podía pasar pero no intuyendo la torpeza múltiple. Pero fui tan insistente  que, con el paso de los años y sucediendo situaciones iguales en donde advertía lo que se veía venir en muchos otros campos de la vida nacional, y se repetía que no me acataban y después sucedía, tuve que admitirme a mí mismo que poseía unas antenas especiales de esas que ahora llaman algoritmos.


Si los políticos fuesen más intelectuales y cultos tendríamos otra manera mucho más eficiente de manejar los estados


—En un pasaje de la novela usted señala que en Colombia “jamás le preguntan a los intelectuales lo que deben hacer, y pocas veces les aceptan sus análisis o críticas”. ¿Usted entró a la política para seguir escribiendo por otros medios? ¿O usted escribe como un modo de seguir haciendo política?

GA: Si los políticos fuesen más intelectuales y cultos tendríamos otra manera mucho más eficiente de manejar los estados. Y si los intelectuales no se adhirieran con tanto frenesí a las ideas políticas, tendríamos una evolución de la ideas como fruto de la compaginación de intelectualidad y política, y unos gobiernos cargados de imaginación e incluso de humor.

Los sordos ya no hablan es una obra trágica e histórica, pero hay un punto que se suele pasar por alto: Los sordos ya no hablan es también una novela de amor. ¿Por qué decidió acentuar esa faceta? ¿Para ahondar el drama, o para volverlo algo más soportable?

GA: Por la misma razón de mis estudios sobre la tragedia griega que me llevaron a sacar conclusiones de lo que no tenían las clásicas. La instrumentalización del amor y del humor estaba prohibida para griegos y romanos dentro de los estrechos moldes que exigían para desarrollar las tragedias. En Los sordos el humor no es abundante, pero es negro (como con la perra pastor alemán en reemplazo del sismógrafo, o en el peluquero gay que se va a hacer el amor a Mariquita la noche en que cae la bombada). En Los sordos el amor se vislumbra en unas cartitas de enamorados que, leyéndolas ahora, cuando ese vicio se olvidó con la edad, me hacen vibrar como cuando me enamoré tantas veces en la 

—¿Por qué no cayó en la casi inevitable tentación de convertir a Omayra en protagonista de su libro?

GA: Porque yo siempre he ido contra la corriente. Lo de Omayra fue doloroso al extremo, pero borró la tragedia de los miles de muertos, de los miles de hogares desbaratados, de los niños extraviados, de los  gobernantes idiotizados... En esa trampa cayeron casi todos. Quizás yo sea el único que la evadí, por ello esta novela sobrevive con tanta fuerza.

—Y ya que estamos hablando de Omayra. ¿Es posible que el mito que se formó alrededor de aquella niña haya lavado las culpas estatales de la tragedia de Amero?

GA: El mito, habilísimamente montado por ese cronista sin igual que ha sido Germán Santamaría, fue de crecimiento exponencial, como bola de nieve bajando desde lo alto de la loma, hasta el punto que el Consejo de Estado finalmente declaró no responsable al gobierno de lo que allí ocurrió.

—El de Armero fue el mayor pero no el único drama que usted le advirtió al pueblo colombiano. ¿Por qué nos empeñamos en ignorar (e incluso ridiculizar) a quien nos advierte lo que vendrá?

GA: Las Casandras siempre han existido. Quienes hacemos previsiones fruto de la observación minuciosa, del conocimiento profundo de los temperamentos, y de la habilidad para construir perfiles sobre pueblos y personas, solemos quedar cubiertos por un manto de descrédito y de ciencia ficción. Afortunadamente ahora le dan mucha importancia a los algoritmos, y eso es en el fondo lo que he sido yo: un algoritmo natural de Tuluá, no más.

—Quien lea Los sordos no olvidará al padre Osorio, quien apenas comienza “la bombada” huye en su carro antes que asumir su papel de guía y salvar al pueblo. Usted se reencontró con el padre Osorio, ¿no es así?

GA: Hace unos años, en una visita mía muy publicitada en Ibagué acudió al Hotel Ambalá, donde yo me encontraba alojado, un cura que no se identificó en la recepción. Cuando lo atendí me topé con un sacerdote envejecido a quien se le veían las arrugas dolorosas de la vida y, con los ojos a punto de estallar en lágrimas, me dio la mano y me dijo con firmeza ecuménica: “Señor Gardeazábal, yo soy el padre Osorio de su novela. Yo no huí. En Armero murió mi madre.”

—¿Y qué sucedió?

GA: Reventó a llorar mientras daba media vuelta y se alejaba.

—¿Volvió a saber de él?

GA: Nunca más el padre Osorio se volvió a dejar ver por la prensa o por la opinión pública.

—¿Qué imagina que sucedió con él?

GA: Bien podría estar vivo, todavía rumiando su vergüenza.

—Armero despareció, pero el Nevado del Ruiz sigue siendo una amenaza para los cientos de miles de habitantes que viven en pueblos cercanos. ¿Qué aprendió Colombia de aquella catástrofe?

GA: Un año después de la tragedia el gobierno nacional instaló los sismógrafos que con tanto desespero piden en mi novela, y desde entonces hacen un monitoreo con cámaras y sensores de todo tipo tanto en ese volcán como en los más  activos de Colombia. La que no ha aprendido es la gente. En Chinchiná volvieron a construir al lado del rio, y me dicen que donde quedaba Armero han vuelto a dejar construir viviendas.

—Quisiera apartarme de la reedición de Los sordos ya no hablan para hacerle dos preguntas finales. Hace cuestión de días comenzó a recomendar libros en el noticiero de Telepacífico de los domingos a la noche. Me parece destacable que, aunque sea por una vez, lo importante se imponga a lo urgente. ¿Qué tal está resultando la experiencia?

GA: No es la primera vez que lo hago. Por muchos años mantuve la crítica de libros en el suplemento dominical de El Colombiano. Ahora lo hago en televisión, que es más masivo y tal vez lo vean más, pero eso no significa que haya recuperado la esperanza en que por la pandemia la gente quiera leer más. El libro, como lo hemos conocido por milenios, parecería condenado a desaparecer.

—Hace más de cinco meses que, debido a la cuarentena, no abandona su finca. ¿Qué perdió durante este prolongado confinamiento?

GA: No pude volver a  Cartagena, que es mi segundo hogar y que gracias a hallarse al nivel del mar le permite respirar mejor a mi corazón. Perdí seis kilos, modifiqué mis costumbres, no pude visitar la tumba de mi madre como lo he hecho secularmente  desde cuando murió hace seis años. Y, sobre todo, perdí esa opción sin igual de recibir a manteles aquí en mi casa a tantos personajes de la vida nacional que por alguna razón me visitaban para pedirme mi opinión sobre temas álgidos. El zoom reemplazó mis almuerzos, y…

—Lo escucho, Gustavo.

GA: Ya no creo que los vuelva a hacer. Voy a dejarle ese placer tan solo a los amigos que sobrevivan de esta peste china.

—¿Y qué ganó con la cuarentena?

GA: Aprendí muchas cosas, a fin de cuentas me he pasado la vida aprendiendo y aspiro hacerlo hasta minutos antes de morirme. Aprendí a distinguir bien que del afán no queda ni el cansancio. A pensar y a actuar con tranquilidad, y a comprender mucho mejor a los animales que me rodean. Ellos enseñan a veces mucho más que los humanos.

 


Los sordos ya no hablan.

Fondo Editorial Unaula.

296 páginas.

 

*Pablo Hernán Di Marco.  Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor, entre otras novelas Las horas derramadasTríptico del desamparo. Colaborador literario de la revista Libros & Letras 

Kintsugi o la ruptura y reconstrucción de la familia

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Kintsugi(Himpar editores, 2020) es una obra difícil de definir o de situar en alguna categoría. Tiene su origen en dos cuentos del anterior libro de la autora, Lugar (Ediciones de la Lumbre, 2017), y está a su vez formado por pequeños capítulos o relatos protagonizados por los mismos personajes durante varias décadas. 


Por: Pablo Concha*

No podríamos decir que es un libro de cuentos per se, ya que, si no se lee en el orden que tiene, es probable que no se comprenda, pero tampoco se trata de una novela en el sentido tradicional, pues, entre otras cosas, la voz del narrador va mutando y cambiando –a veces incluso saltando en el tiempo– con cada capítulo/cuento. Aunque esa voz narrativa posee una cualidad de consonancia, hay variaciones en su tono dependiendo de quién sea el protagonista y, sobra decirlo, en las novelas tradicionales esto no suele suceder. El tono mesurado, la progresión emocional y psicológica de los personajes, y el rumbo que toman sus vidas, es lo que hace que el lector devore Kintsugi en muy poco tiempo. El tema central del libro es la inmensa complejidad de una familia y lo incapaces que somos de comprenderla o alterar el devenir de su historia. Aquí, el inexplicable abandono de un padre a su familia y el somero contacto que aun así intenta mantener con su hijo mayor –tan solo un niño en el momento de la partida del progenitor– es el detonante de estas historias que en ocasiones intersectan sus rumbos y, en otras, se alejan irremediablemente. El nivel de artesanía de la autora, quizás muy similar a la de los maestros japonenses encargados de recomponer las piezas de cerámica rotas con resina de oro (arte conocido como Kintsugi), es admirable.

Hemos invitado a María José Navia, autora también de la novela Sant (Incubarte Editores, 2010) y de los libros de cuentos Instrucciones para ser feliz (Sudaquia Editores, 2015) y el ya mencionado Lugar,a este espacio dedicado a los libros y las letras a responder unas preguntas sobre su obra:

─¿Qué existió primero para usted: el término japonés referente a reparar piezas de cerámica rotas, o la idea de la novela-de-relatos?

La idea de la novela en relatos. Me encantan las colecciones de cuentos conectados, y, en mi cabeza, esta “novela” es un poco eso. Yo empecé a escribir cuentos a partir de los personajes de Rebajas(una de las historias de mi libro anterior, Lugar), un poco por curiosidad, y de ahí se fue armando esta pequeña galaxia. Mientras escribía, tenía muy presentes dos colecciones de cuentos conectados muy importantes para mí: Olive Kitteridge  de Elizabeth Strout y A visit from the goon squad (El tiempo es un canalla, Editorial Minúscula, 2011) de Jennifer Egan. Luego, ya en la etapa de edición, leí un libro de ese estilo, más reciente, Fight no more de Lydia Millet, y fue valiosísimo para hacer los últimos ajustes. El término llegó un poco de casualidad. Mi marido me comentó un día lo que significaba y me dijo: “Creo que podría ser el título de algo tuyo”. Y ahí quedó la sugerencia por un buen tiempo. Hasta que llegó el momento de ponerle el título a este libro y fue perfecto cómo calzó todo el puzzle.

Kintsugi tiene su génesis en el cuento “Rebajas”, incluido en su libro Lugar; ¿hay algún otro de sus relatos que quisiera o piense expandir en el futuro?

El libro de cuentos que estoy escribiendo ahora (Una música futura, publicado por editorial Kindberg a principios de este año), retoma a uno de los personajes de Instrucciones para ser feliz, y que luego fue incluido en Lugar: Marlon, un niño que aparece en el cuento “Afuera”. En ese relato lo vemos del otro lado de la pantalla, haciendo tareas, mientras su madre trabaja de empleada doméstica/niñera en Nueva York. En lo que estoy escribiendo ahora hay un relato que toma a ese niño cuando es un poquito más grande. También hay otro cuento que vuelve sobre Ema, uno de los personajes de Kintsugi.

─La versión de “Rebajas”incluida en Kintsugi tiene unas sutiles variaciones respecto a la versión de Lugar (el cambio de algún adjetivo, la modificación del trabajo que hacía Marce, en la primera versión Sofi veía en la tele Peppa y ahora ve Bob Esponja, la unión de párrafos que antes estaban separados, etc.). ¿A qué obedecen esos cambios? ¿Es usted de esos escritores que modifican y cambian cosas en cada nueva edición de sus libros?

Los cambios fueron revisiones de algunas cosas que ya no me gustaban o que tuve que ajustar ahora que iba a seguir a estos personajes unos años más allá. Pasaba que, si los niños estaban viendo Peppa, el último cuento iba a ocurrir muy adelante en el futuro y se me escapaba un poco de lo que quería contar. Creo que es un poco temprano para determinar qué tipo de escritora soy. Por lo pronto, creo que mis juegos serán hacia adelante: incluir personajes, que ya habían aparecido antes, en mis libros por venir. Por lo menos por ahora me estoy divirtiendo mucho con eso.

─Hay otro cuento de Lugar que hace una aparición en Kintsugi, y es “En caso de emergencia”. ¿Cuándo lo escribió para Lugar sabía ya que Sofía, la protagonista, era la misma Sofi de “Rebajas” ya adulta y viviendo en Washington, o fue algo que “surgió” al armar Kintsugi?

Ya sabía. Pasó que Kintsugi, o los cuentos que luego conformaron Kintsugi, los empecé a escribir casi al mismo tiempo que los de Lugar. Entonces luego quise probar cómo quedaba si usaba uno de esos cuentos allí: si los lectores se daban cuenta, si gustaba la coincidencia, si ese cuento por sí solo funcionaba. Fue, además, el primer cuento que escribí sobre el futuro de los personajes de Rebajas. Así que lo saqué a dar una vuelta de prueba (como los autos, ja) en Lugar.

─¿Cómo se dio esa evolución o “maduración” de los personajes, cómo decidió qué contar de sus vidas y qué dejar a la imaginación del lector?

Va a sonar horrible esto, pero seguí mi propia curiosidad. Fui escribiendo lo que yo quería saber y tal vez por eso hay más cuentos o capítulos dedicados a los personajes femeninos (que eran los que yo quería conocer en más detalle). Luego fui mostrándole el manuscrito con todos los cuentos a mis lectores de siempre (tres o cuatro personas que tienen la paciencia de leerme, y en múltiples versiones, cada vez que escribo algo), luego a mi editora, y ahí fui ajustando algunas cosas tomando en cuenta sus opiniones y sus curiosidades.


 ─Kintsugi fue publicado originalmente en Chile por editorial Kindberg en 2019. ¿Cómo fue el proceso de esta versión de la mano de Himpar editores?

La verdad, la versión es la misma. Como se trata de un libro ya publicado en Chile, y no de un manuscrito inédito, no hubo mayor trabajo de edición o cambios a la historia. Sí hay un trabajo de diseño distinto, ya que Himpar hace un juego muy hermoso y muy interesante con sus portadas y las imágenes que incluye dentro de los libros. Incluso el colofón tiene un guiño al momento que estamos viviendo. Estoy muy feliz de publicar con ellos y de tener la posibilidad de que mis libros lleguen a lectores colombianos.

−Debido a la pandemia por la COVID–19, se han cancelado la mayoría de ferias del libro y eventos literarios. ¿Cómo ve usted esta convivencia virtual? ¿Puede sobrevivir la literatura en estos espacios virtuales?

Creo que la virtualidad ha abierto nuevos espacios para el libro y nuevas formas de conectar a autores y lectores. Por supuesto que no reemplaza la interacción en vivo entre autores y lectores (poder conversar, firmar libros, etc.), pero quiero quedarme con el lado positivo. Si bien no puedo viajar a Colombia (y, de hecho, este libro iba a presentarse en la Feria del Libro de Bogotá, algo que me ilusionaba mucho), sí voy a poder presentar la novela virtualmente, en un evento que será anunciado pronto, e incluso participaré en unas clases en la universidad. Agradezco esas posibilidades.

─¿Veremos algún otro de sus libros en una nueva versión?

Hasta el momento, lo único que tengo claro es la publicación de mi libro más reciente, Una música futura, en España a comienzos del próximo año. También se está traduciendo Kintsugi al inglés. Fuera de eso,  están los sueños, claro: me encantaría ver alguno de mis libros publicado en editoriales independientes de otros países (como Bolivia, Argentina, México, etc.) o que los tradujeran a otros idiomas. Pero, de nuevo, están pasando cosas muy lindas con mis libros y quiero concentrarme en eso. Es una felicidad muy grande para mí.

 ─¿Cuáles podrías decir que son los escritores que más han influenciado tu narrativa?

Tal vez mi respuesta a tu pregunta va a sonar un poco rara. Mi escritor favorito es Rodrigo Fresán, son sus libros a los que vuelvo siempre, como lectora/fan y como académica, y son libros que nunca agotan ni se agotan. Lo que está haciendo él ahora con su trilogía me parece un monumento a todo lo que hay de maravilloso en la literatura, y estoy esperando esa tercera parte (La Parte Recordada), con ansias. Es además, probablemente, el mejor lector que conozco: admiro enormemente su erudición, su generosidad para reseñar y escribir sobre los libros de otros. Dicho esto, él no ha sido muy influyente en mi narrativa (o tal vez en mis reseñas, sí, por cierto), pero ha sido fundamental para mí como escritora y lectora. Son sus libros los que me dan las ganas para seguir escribiendo. Pero mis influencias vienen dadas más bien por grandes cuentistas y novelistas en inglés como Grace Paley, Shirley Jackson, Mavis Gallant, Alice Munro, Joy Williams, Edith Pearlman, Jennifer Egan, Lydia Davis, Lydia Millet, Megan Mayhew Bergman, Karen y Aimee Bender, y Claire Vaye Watkins.

─Por favor, recomiéndanos algunos libros.
Todo Fresán (o, bueno, empiecen por Historia Argentina y ahí siguen el camino amarillo), le tengo también un gran amor a la literatura boliviana contemporánea (y de ahí les recomiendo Los Afectos de Rodrigo Hasbún, La desaparición del paisaje de Maximiliano Barrientos, Nuestro mundo muertode Liliana Colanzi, Para comerte mejor de Giovanna Rivero, Nortede Edmundo Paz Soldán), El buen soldado de Ford Madox Ford (hay una traducción reciente en Sexto Piso), Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, La Señora Dalloway de Virginia Woolf, Visión Binocular de Edith Pearlman o los Collected Stories de Mavis Gallant, Umami de Laia Jufresa, Años Luz de James Salter, El cielo de los animales de David James Poissant, y creo que podría seguir la lista por siempre...

 

*Pablo Concha es un escritor colombiano, autor del libro de cuentos Otra Luzy colaborador literario en Libros & Letras y otros medios culturales.

Breves amores eternos de Pedro Mairal

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Breves amores eternos (Ediciones Destino, 2019) es un libro cuyo título hace justicia y es adecuado a las historias que narra, permitiéndonos vislumbrar amoríos, aventuras y encuentros fugaces que, aunque ocupan una porción mínima de tiempo, quizás su recuerdo perdure mucho más que la experiencia misma. 


Por: Pablo Concha*


Estos breves amores pueden cambiar vidas, alterar el destino de una persona o arruinar irremediablemente la existencia de alguien. Un padre de familia que en plenas vacaciones en Maldonado, Uruguay, molesto porque su esposa no quiere acostarse con él y caliente por estar viendo jóvenes en bikini todos los días, decide buscar una prostituta, hecho que termina volviéndose una situación habitual y más que solo sexo. Un marido infiel que pierde el anillo de bodas en el desagüe de la ducha de un motel y, al no poder recuperarlo, debe idear una excusa para que su esposa no sepa lo que hizo. Una esposa que decide no sentir culpa por engañar a su marido y empezar a enamorarse de su amante. Un hombre que va al apartamento de una prostituta y lo relajante de la experiencia termina torciéndose cuando el hombre se da cuenta de que la mujer tiene un guardián.

Casi todas estas historias son cortas, narradas sin mayor complejidad, con diálogos fluidos y reales, lo que las hace cercanas y amenas de leer. Mairal (Buenos Aires, 1970), autor de Una noche con Sabrina Love, El año del desierto y La uruguaya, logra retratar una realidad de la vida moderna sin entrar en sentimentalismos o alguna psicología barata. Los personajes son hombres y mujeres agobiados por el matrimonio, que asumen que la fidelidad no siempre funciona como lo exigen la sociedad y las religiones. Para estos personajes no es ninguna camisa de fuerza, y  actúan y toman decisiones siguiendo el devenir de cosas que acontecen por azar, sin entrar en muchos análisis. Responden a sus impulsos y a lo que quizás podría denominarse un pragmatismo a la hora de afrontar la vida. En ocasiones, esa manera de encarar las cosas les trae problemas y complicaciones, aunque la situación en sí sea algo que necesitaba pasar y que, tal vez, era inevitable.


Mairal logra retratar una realidad de la vida moderna sin entrar en sentimentalismos o alguna psicología barata.


El libro está dividido en dos partes, “Breves amores eternos” y “Hoy temprano” y es ahí donde, a mi parecer, está el inconveniente de esta colección. Hoy temprano es un libro que había sido publicado en 2001 por Clarín Aguilar, compuesto por 12 cuentos. El problema es que esta “segunda parte”, o segundo libro mejor, cambia radicalmente la temática o unidad argumental que veníamos leyendo, incluyendo quizás solo tres cuentos que versan sobre el amor, las relaciones o el sexo; los demás son una mezcla de temas e historias que a veces logran que el lector se pregunte, en caso de desconocer el hecho de que se trata de otro libro encajado en la colección, ¿por qué este cuento está aquí? Dan la sensación de no pertenecer, de ser muy diferentes a lo que se ha venido leyendo y, aunque no son malos relatos per se, sí causan algún desconcierto porque dan la impresión de sobrar. Al margen de este tipo de decisiones editoriales quizá no tan acertadas (las cuales no se explican en ninguna parte, ni en un prólogo o nota en la contratapa o solapa, además del hecho de que Mairal todavía es muy joven para una edición de cuentos completos), el libro podría haber sido más corto, y estos cuentos que a veces dejan el sabor de estar fuera de lugar, podrían haberse quedado aparte, en ese otro libro del que proceden. No hay nada malo con un libro de cuentos corto pero contundente y, repito, Breves amores eternos está bien, pero en esa segunda sección el libro pierde algo de la fuerza y la frescura con la que arranca. Como los cuentos de la segunda parte parecen no tener una unidad –aparte que algunos son muy extensos–, eso hace que a veces se pierda la atención del lector y que el libro parezca demasiado largo.

Los mejores cuentos: “Un verano feliz”, “Cero culpa”, “Sudor”, “El guardián de la giganta”, “Hoy temprano”, “Amor en colonia” y “Suplencia”.

Para los lectores que aún no conocen a Pedro Mairal y no han oído sobre el inmenso éxito de su novela La uruguaya, estos Breves amores eternos, distribuido por editorial Planeta en Colombia, es un buen punto de partida en la obra de un autor muy interesante en nuestro panorama literario actual.
 


*Pablo Concha es escritor colombiano, autor del libro de cuentos Otra Luzy colaborador literario en Libros & Letras y otros medios culturales.

Recital de poetas por la vida y por la paz

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El recital de poesía que se realizaba desde 2011 en las instalaciones del Jardín Botánico de Bogotá, en esta ocasión se hará virtualmente con la participación de cinco poetas latinoamericanos: Juany Rojas (Chile), María Clara González y Juan Carlos Acevedo Ramos (Colombia) y Joan Viva (Perú), Astrid Lander (Venezuela).

Organiza: Poesía Sin Fronteras.

Coordinación y moderación: Lilia Gutiérrez Riveros

Fecha: viernes 25 de septiembre.

Hora: 11:00 a.m. Hora de Colombia

Facebook Live del Jardín Botánico

Juany Rojas (Chile).

Poeta, terapeuta ocupacional y directora en la Fundación educacional Amanda.Ha publicado los libros de poesía Las magias perdidas, Quehaceres (mención en el concurso literario nacional Stella Corvalán), Espejismos en la Pampa, Ofidios, Esta pobrecita tierra. Poemas suyos han sido incluidos en diversas antologías y revistas nacionales e  internacionales y parcialmente traducidos al catalán y al portugués.


María Clara González De Urbina (Colombia).

Poeta, cuentista, traductora, ensayista y crítica con siete libros de poesía publicados y un análisis literario sobre el papel de las poetas de la Generación del 27. Es profesional en Estudios Literarios de la Universidad Javeriana y adelantó estudios de Filosofía y Letras. Ha sido nominada al Premio Internacional de poesía en el Festival International «Curtea de Argeş Poetry Nights», Rumania 2017. Finalista del Undécimo Certamen Internacional de Poesía Buenos Aires, 2012. Mención de Honor Categoría Poetas Reconocidos concurso Oxford Center / Unión Nacional de Escritores en Bogotá, 1997.


Joan Viva (Perú)

Egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos escribió Poemas FaunosPandemia, Carpe Diem. Ha participado en encuentros y festivals literarios. Actualmente es directivo del Congreso Universal de Escritores sede Lima-Perú. Sus textos aparecen en el colectivo Despojados (1998), El carnaval cordial de las distancias, junto a 138 poetas del mundo (2002).

 

Astrid Lander (Venezuela)

Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela.

Premio Ramón Palomares (1994) por su poemario La Distancia por Dentro, Premio Lucila Palacios (1997), por AzuLejos. También tiene los poemarios: Se Es. Poemas Novelados. Buen CaminoHacia el Camino de Santiago. Antóloga de la Antología de Versos de Poetisas Venezolanas, Editorial Diosa Blanca, Caracas, 2006.En el 2013, leyó sus poemas en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (Library of Congress) en Washington, DC. Es Coordinadora Académica de los Diplomados de Extensión Universitaria de la Universidad Metropolitana, Caracas.

 

Juan Carlos Acevedo Ramos (Colombia)

Poeta y divulgador cultural. Sus poemas hacen parte de Uruguay, México, RumaniaEspaña, Estados Unidos, Grecia y Colombia. Ha publicado los libros de poesía: Palabras de la Tribu (2001). Los Amigos Arden en las Manos (2010). Noticias del tercer Mundo (2010). Los huéspedes secretos. (2014) y Correo de la noche (2018). Ha obtenido los Premios Nacionales de Poesía “Descanse en Paz la Guerra” Casa de Poesía Silva y el VI Premio de Poesía Carlos Héctor Trejos. En 2015 fue finalista el Premio Nacional de Poesía que convoca el Ministerio de Cultura de Colombia con su libro Los Huéspedes secretos.


Sobre la experiencia de adaptar una obra literaria al cómic en Colombia

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A propósito de Morir juntos la novela homónima de Luis Fernando Macías recientemente adaptada a novela gráfica (Panamericana Editorial)

Por: Luis Silva

A la hora de adaptar una obra literaria al cómic, hay que tener claro que son dos lenguajes diferentes, con algunos puntos en común, pero que en general, tienen elementos narrativos propios, que no se pueden reproducir en otros. La literatura suele ser más “ambigua”. ¿Qué quiero decir con eso? Por ejemplo: que, aunque el escritor describe a un personaje de forma precisa, la imagen que te formas como lector de dicho personaje, va a ser única en ti.

Otra persona imaginará al mismo personaje de manera distinta. Se podría decir que cada personaje tiene una versión diferente en la cabeza de cada lector.

Entonces, cuando lo adaptas a un medio visual como el cómic, ya los personajes tendrán un rostro, un cuerpo, y hasta un lenguaje corporal concretos. Es importante ser conscientes de la responsabilidad que es darle rostro a un personaje que solo existía en el mundo etéreo de la imaginación. Lo mismo con los espacios: las casas, los cuartos, las ciudades, etc. Luis Fernando Macías, su autor, fue clave en nuestro desarrollo. Como autor de la obra original, nos facilitó fotos de referencia para los personajes, pero al mismo tiempo nos otorgó libertad. Fuimos muy suertudos de trabajar con un autor abierto a los cambios.

En las conversaciones con él fue elemental encontrar códigos visuales o símbolos que manejaríamos para la novela gráfica. Era importante traducir la prosa en imágenes. Por ejemplo: la paleta de colores. Una de las primeras decisiones fue usar el azul para los días, y el amarillo para las noches. El azul, por ser un color frio, melancólico, lo usamos por el sentimiento de nostalgia que trasmite la obra.

En la obra original, llueve mucho, y se siente un ambiente de “tristeza”, de fatalidad que rodea a los personajes. Por otra parte, decidimos usar mucho los planos cenitales. Esta decisión vino porque durante la lectura de la obra original sentí que los personajes eran observados por una presencia sobrenatural más allá de su comprensión. Podemos llamarla Dios, destino, universo, energía, karma, suerte, etc. Así que el plano cenital, desde arriba, sería un código estético que representaría la visión de esta presencia omnipresente que observa a los personajes desde arriba. Vigilante, omnisciente, sin que los personajes sean conscientes de él.

Ese código visual se puede encontrar muchas veces en el cómic: cuando Aurelio encuentra los cuerpos, cuando los ancianos salen a caminar, cuando Aurelio va camino a la funeraria, etc. Otro código fue el escarabajo dorado, el cual se menciona una vez en la obra original, cuando Aurelio explica el concepto de sincronicidad, pero que nosotros propusimos usarlo como un símbolo de dicho concepto. Cada vez que el escarabajo apareciera en plano, sería una advertencia, o un guiño de la vida, de Dios, del destino, del universo, si quiere, de que los personajes están a punto de vivir (o ya han vivido) un episodio sobrenatural.

Eso frente a lo visual, en cuanto a lo narrativo, le propusimos a Macías ligar los tres cuentos que, en la obra original, aunque ocurren en el mismo universo, y son protagonizados por el mismo personaje, son independientes. ¿Por qué no buscar la forma de “fusionarlos” en una sola narración?

Los tres cuentos fueron integrados en una sola historia de forma orgánica en un solo guion. Pero, además, fueron conectados de manera visual, por ejemplo: asiendo un símil visual, entre la caída de un personaje con la caída de un pez. Espero que los lectores encuentren este símil visual, y que juzguen ellos mismos si funciona o no.


El autor y el editor

Creo que tuvimos la fortuna de trabajar con un autor que tenía un equilibrio entre defender la esencia de su obra y sus personajes y al mismo tiempo estar abierto a cambios. Luis F.Macías es uno de esos autores, que comparten mi misma filosofía, que cuando una obra es adaptada por otra persona, ya no es solo tuya, ya te toca compartirla con otros, y esos otros,

tendrán sus propias propuestas que pueden o no, cambiar tu idea original. De esa forma, puede surgir algo nuevo, que no es ni mejor, ni peor, es solo diferente.

Los retos editoriales

Según lo que yo he observado, el mayor reto es que nosotros como autores, amemos, entendamos y contemos nuestras propias historias. Hay historias que solo nosotros como colombianos sabemos contar. Eso no quiere decir que todas las historias tengan que ser sobre vallenatos, guerrilla, narcotráfico o campesinos. No. Pueden ser fantasías, ciencia ficción, zombis, aventuras, lo que sea. Pero los temas que contemos, deben ser nuestros. Un pueblo que se cuenta así mismo a otros, es un pueblo que construye su identidad. Creo que la cultura es una de los formadores de dicha identidad. Y el cómic, como la literatura, como la danza, como la música, como el teatro, es cultura. Nosotros hemos sabido contarlo con canciones y con el baile. Gabo lo hizo magistralmente a lo largo de su obra. El cine colombiano está en busca de hacerlo, y creo que el cómic debe hacer lo mismo.

Creo que los nuevos autores de novela gráfica deben encontrar su propia voz. Que sus historias no sean vacías. Que tengan algo importante que decir. Preguntarse: “¿Qué es lo que quiero que el lector se lleve de mi libro? ¿Qué nuevo les estoy contando?”. Debemos trabajar duro para que nuestras obras no sean lo que yo llamo “obras que se pueden leer con los ojos cerrados”. Que tú abres el libro, lo cierras, y no te has perdido de nada.

Esos son los mayores retos.


*Morir juntos es el primer proyecto gráfico colombiano que realiza Panamericana Editorial. La adaptación a cómic estuvo a cargo de Aluna Studios. Luis Enrique Silva es su director creativo y de contenidos.

Jazmín Nogaró: “Lo que yo busco es generar hábitos de lectura”

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Un café en Buenos Aires con Jazmín Nogaró, creadora de la comunidad lectora Viajar en palabras

Por: Pablo Di Marco* / Argentina

A la hora de respondernos quiénes integran el mundo del libro es inevitable pensar en escritores, editores, libreros y bibliotecarios. Sin embargo, a esa enumeración le hace falta un actor nuevo: los bookstagrammers. Pese a ser (aún) incomprendidos por muchos integrantes de la vieja guardia, no solo son una referencia ineludible para los lectores jóvenes, sino que también son buscados por infinidad de editoriales a la hora de difundir sus lanzamientos. Para conversar sobre estos nuevos tiempos (que inevitablemente están cambiando) decidí conversar con Jazmín Nogaró, una de las bookstagrammers más activas de Argentina.
 
—Años atrás padeciste una enfermedad que ni siquiera te permitía levantarte de la cama. ¿Fue en ese tiempo de reposo obligado que la literatura se volvió tu refugio y nació "Viajar en palabras"?
 
JN: Me diagnosticaron artritis en el 2017 por un dolor muy fuerte de manos que apareció de un día para el otro. Los libros me acompañaron en las miles e interminables salas de espera de los médicos. Y también hicieron de alas para conocer el mundo y para transportarme de la cama de la que no podía levantarme sin ayuda. No podía pasar las páginas de libro con comodidad, pero apoyaba el libro en un atril y así me pasaba horas. Llegué a leerme dos libros por día y las reseñas salían con toda naturalidad, las grababa en el celular y después alguien en casa me las transcribía. Viajar en palaras nació un año antes de que aparezca la artritis en mi vida, pero fue a partir de estos meses de quietud e introspección en los que las reseñas tomaron un tinte más personal y emotivo. En mis escritos se notaba la metamorfosis que estaba haciendo yo como persona.
 
—¿Cuál fue la primera reseña que escribiste tras la llegada de la enfermedad?

JN: El psicoanalista de Katzenbach, y tuve mucho miedo de publicarla porque para mí significaba el renacer de la cuenta. Me ponía no solo como lectora, sino como intérprete y coautora de la obra, re-escribiendo su trama con mis comentarios. Probablemente si hoy la releo no me guste y le encuentre mil errores, pero ese libro fue la lectura bisagra que llevó a Viajar en palabras a otro nivel y me hizo ver la lectura con ojos más humanos, cálidos y amorosos. Entendí que mi valor agregado está en la emoción.
 
—¿Por qué creés que las cuentas que recomiendan libros hallaron su espacio en una red social orientada a la imagen como Instagram y no a una orientada a la palabra como Facebook?
 
JN: En parte creo que se debe a que toda la audiencia migró de Facebook a Instagram, creo que hoy Facebook tiene otra audiencia. De hecho, "Viajar en palabras" tiene una página en Facebook pero le doy poca bola… solo replico el contenido de Instagram, pero no leo los comentarios. Tampoco hay mucha interacción.
 
—Lo que es innegable es que la dualidad imagen/texto de Instagram rindió sus frutos.
 
JN: Tal cual, Pablo. Creo que la inmediatez y lo audiovisual nos bombardean cada vez más, y los consumidores necesitamos algo que nos frene, ya sea una imagen diferente, un texto, una cita. Algo que nos invite a pensar qué es lo que estamos consumiendo, algo que nos haga dejar de scrollear. Lo que yo busco en Instagram es generar hábitos de lectura, o por lo menos las ganas de retomar nuestra vida analógica, dándole una pausa a tanta información y conectándonos con nosotros. Creo que es una invitación a descansar, a cortar con la rutina, algo así como una meditación literaria donde nos encontremos con nosotros mismos a través de una ficción.
 
—Es llamativo la gran cantidad de cuentas literarias que existen. Parecieran multiplicarse día a día.
 
JN: El que tantas cuentas literarias tengan éxito es un llamado de atención. Lo interpreto como una clara búsqueda de la esencia, de darnos una pausa y regalarnos un rato de lectura. También creo que la gente dejó de tener vergüenza de mostrar sus gustos. Quizás cuando éramos más chicos la lectura era una actividad solitaria, incluso escondida, yo solo leía en casa y negaba haber leído muchos libros en clase para no sentirme una “nerd”. Celebro la apertura de que los gustos pueden y deben ser variados.
 

Es que son muchas las personas que no tienen con quién conversar sobre libros, e Instagram abrió el juego al diálogo, diálogo que antes se encontraba en un blog o un foro, pero además ahora es más atractivo porque hay una imagen de por medio.


—Y en relación a lo que decís de dejar de pensar a la lectura como un acto solitario, hay muchas cuentas actúan como una mesa de bar en la que se debate en torno a libros y autores.
 
JN: Es que son muchas las personas que no tienen con quién conversar sobre libros, e Instagram abrió el juego al diálogo, diálogo que antes se encontraba en un blog o un foro, pero además ahora es más atractivo porque hay una imagen de por medio (y ese es un desafío extra a la hora de generar el contenido). Personalmente, mi comunidad es MUY respetuosa y son pocas las veces que recibí comentarios fuera de lugar. Yo fomento el diálogo, aprendo de mis “seguidores”, o amigos lectores como me gusta llamarlos, y me nutro de cada intercambio. Me hice muchos amigos en la red, personas que se acercaron diciéndome “no tengo con quién comentar este libro, nadie de mi entorno lee” y encontró en Viajar en palabras una amiga, alguien que comparte esa pasión.
 
—Tiempo atrás eras “tan solo” una apasionada de la lectura que le recomendaba libros a tus amigos. Hoy estás al frente de una cuenta con decenas de miles de seguidores. ¿Qué ganaste y qué perdiste de esos primeros tiempos a hoy?
 
JN: Huy, Pablo, qué pregunta difícil. Es mucho más lo que gané que lo que perdí, sin dudas. En primer lugar, gané seguridad y confianza en mí misma. Al principio pensaba “¿quién me va a leer?” y después entendí que no era tan importante quién me leía o si gustaba o no, sino que había encontrado el lugar para canalizar mis pasiones. En segundo lugar, gané amigos. Si hay algo que esta comunidad me dio es gente que disfruta de la literatura, y con ellos generamos espacios de intercambio alucinantes. Muchas veces no coincidimos, pero ahí es donde está la riqueza, en el saberse diferentes pero a su vez abiertos para aprender del otro. Va mucho más allá de si luego pienso como el otro, sino en tener la apertura de escucharlo. "Viajaren palabras" me enseñó a dialogar, tanto con los autores y sus obras, como con las personas que me siguen. También gané un trabajo, supe cómo monetizar, de a poco y con muuuucha perseverancia, este espacio sin fallarle a mi comunidad, que es a quien respondo. En resumen, gané confianza, diálogo, amistades y trabajo. ¡Casi que un sueño hecho realidad! Ah, y seguramente gané varios puntos de aumento en mi miopía de estar tantas horas al día leyendo.
 
—¿Y qué perdiste?
 
JN: Ojeras, esfuerzo y estrés (que todo trabajo conlleva, pero son los gajes del oficio). Creo que decir que perdí privacidad es caer en la respuesta fácil. Y aunque no creo que perdí privacidad, sí creo que soy más consciente de lo que subo. Sé que me están leyendo, entonces tengo que cuidarme con las formas porque se pueden tomar a mal lo que digo, y a la gente le gusta marcar el error. Desde tener un error ortográfico a decir lo que pienso. Igual, creo que eso no lo perdí, porque desde el primer momento decidí dejar mis opiniones en ciertos ambientes de lado, desde mis relaciones a mis opiniones políticas o sociales. Viajar en palabras es un escape de todo eso, sería una hipócrita si me pongo a militar en las redes cuando busco generar un espacio de conexión con el interior y no con el afuera.
 
—Las grandes editoriales suelen enviarte presentes y versiones lujosas de sus mejores publicaciones. ¿En algún momento sentiste que esas atenciones te quitaban independencia a la hora de opinar con libertad sobre esos libros?
 
JN: En ningún momento sentí eso. Al entrar en relación con editoriales, autores y demás siempre fui muy clara con lo que me comprometía a compartir o no. Cuando me regalan un libro, sé el esfuerzo que hay detrás, entonces trato de salir del me gustó/no me gustó para compartir esa lectura y resaltar lo bueno. Creo que más allá del me gustó/no me gustó se nota cuando una novela me rompe la cabeza y no hace ni falta que lo diga. Pero como sé que no me gusta lo mismo que al resto, cuando me regalan un libro que no hubiese comprado, le doy una oportunidad y busco su riqueza.

 
No quiero que se descontextualicen mis palabras, a lo que voy es que jamás voy a promocionar un libro como una gran obra si no me conmovió.


—Son demasiados los libros mediocres que jamás debieran haberse publicado. ¿Qué hacés cuando te envían ejemplares así?
 
JN: Muy pocas veces me pasó de que un libro era impublicable, y en ese caso no subí reseñas. Soy muy cuidadosa a la hora de aceptar colaboraciones, y también dejo en claro que yo me comprometo en modo de agradecimiento a subir una historia, pero no a subir un post con ciertas fechas límites o a halagar un libro. Mi lealtad es hacia mi comunidad más que a la industria, por decirlo de alguna manera. No quiero que se descontextualicen mis palabras, a lo que voy es que jamás voy a promocionar un libro como una gran obra si no me conmovió.
 
—¿Te ofrecieron plata a cambio de una reseña positiva?
 
JN: Me lo ofrecen seguido, pero jamás lo acepté. No es mi estilo. Ante todo busco ser genuina y transparente, y no podría mentirme.
 
—¿Por qué creés que hay tan pocos bookstagrammers hombres?
 
JN: La verdad que no lo había pensado. Conozco bookstagrammers hombres, pero es verdad que somos más las mujeres. Creo que estamos más acostumbrados como sociedad a ver a una mujer da un comentario “sensible” de una obra, como si un hombre fuese menos hombre por sensibilizarse… Sé que esto está cambiando (por suerte), pero algunos dirían “old habbits never die”, y me parece que puede ser que un hombre esté menos dispuesto a estar frente al qué dirán. La verdad que no sé. No sé si esta es una buena respuesta o si es cierto. De todos modos creo que la conversación no pasa por si el recomendador es hombre o mujer. Celebro que hablemos de libros, que fomentemos la lectura, cualquiera sea el género que sea.



—Intuyo que el Club de lectura de "Viajar en palabras" es uno de tus mayores orgullos. Hablame de eso.
 
JN: El Club de lectura nace como un espacio de diálogo y debate, a partir de la necesidad de salir de la virtualidad. Tenía que humanizar la cuenta, sentir y ver en persona a quien estaba del otro lado, leyéndome, respondiéndome. Al principio me dio muchos nervios, pero desde el vamos planteé que yo era una estudiante de comunicación, y que no iba a dar una clase de literatura sino que quería compartir un espacio de lectura y análisis. Yo siento que convivo con los personajes del libro de turno, me cuesta dejarlos, y necesitaba compartir esa necesidad de hacer un mundo de la literatura. Se puede decir que el Club de lectura nació como un experimento para ver si alguien se sumaba, y tres años después doy más de diez clubes mensuales.
 
—Entonces todos invitados a sumarse al Club de lectura de Viajar en palabras. Vamos terminando, Jazmín. Te regalo la posibilidad de invitar a tomar algo al escritor que quieras. ¿A quién elegís y a qué bar lo llevás?
 
JN: Me gustaría… me gustaría tomar un café con Cortázaro con Benedetti. Y me gustaría conocerlos en su hábitat natural, con lo que iría a los bares que ellos frecuentaron en su momento (asumiendo que en este encuentro puedo viajar en el tiempo...jajajaj), para verlos en su cotidianidad y no como una entrevista en sí.
 
—¿Y qué le preguntarías a Cortázar y a Benedetti?
 
JN: ¿Qué le preguntaría? Reformularía la pregunta por ¿Qué no le preguntarías? Pero en primer lugar me encantaría escucharlos leer algún fragmento de sus libros. Ahora, si tengo que ser más realista y pensar en la actualidad... me encantaría tomar un té (soy de esas pocas que quedan en la Tierra que no toman café, no logra gustarme) con Haruki Murakami. Hay algo de la literatura oriental que me atrapa: sus ritmos, sus formas de ver y concebir la vida, y conocerlo a través de la literatura me parece un regalo. Creo que le preguntaría sobre su cotidianidad. Incluso cada detalle mínimo, como Mr. Weasley cuando le pregunta a Harry por el mundo de los muggles y llega a preguntarle por los patos de hule. Me interesaría saber cómo encuentra las palabras tan profundas para los sentimientos, cómo logra verbalizarlos. 
 
—Ahora sí vamos con la última, Jazmín.
 
JN: Todas las que quieras.
 
—Empezamos esta charla hablando sobre aquella artritis que terminó resignificando a "Viajar en palabras". Contame cómo estás hoy de salud.
 
JN: Estoy impecable, Pablo. La artritis, al ser una enfermedad autoinmune, no se cura sino que se trata, y estoy en tratamiento. Hace más de un año que estoy inmunorregulada porque me inyecto todas las semanas un remedio biológico y me siento bárbaro. Sí me pasa que estoy más atenta a mi cuerpo, no espero a que me duela sino que me escucho más. Desde que tengo artritis me doy más espacio a escucharme tanto física como emocionalmente y decido realmente ESTAR. Y de esa manera prevengo los dolores fuertes. Sí me pasa que a veces se me inflaman las articulaciones porque hice un mal movimiento o por algo emocional, y eso me indica que debo frenar y darme un respiro. En fin, tengo la enfermedad controlada y llevo una vida normal solo que estoy más atenta a mi cuerpo y a mis emociones.  


Quienes quieran ser parte de la comunidad lectora de Jazmín Nogaró pueden sumarse en instagram a @viajarenpalabras

*Fotos: Cortesía. Archivo Jamín Nogaro


*Pablo Hernán Di Marco.  Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor, entre otras novelas Las horas derramadasTríptico del desamparo. Colaborador literario de la revista Libros & Letras 

La V Feria del Libro de Montería rendirá homenaje a Manuel Zapata Olivella

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Manuel Zapata Olivella. Foto: Libros & Letras


Hasta el 30 de octubre en Montería, Córdoba, se realizará la quinta edición de su Feria del Libro, “Un Río de Libros”, contará con más de 40 invitados y será virtual.

 
Homenaje

El 2020 es el Año Manuel Zapata Olivella declarado por el Ministerio de Cultura al cumplirse 100 años de su nacimiento y la Feria del Libro de Montería ofrecerá un homenaje al escritor de Lorica fallecido en 2004. Carlos Marín, director de la Feria, dijo que “el propósito es resaltar la vida, la contribución, el aporte antropológico, histórico, literario, cultural y folclórico que hizo Zapata Olivella a la cultura de Colombia.”
 
En este homenaje, se dedicarán seis charlas que profundizarán en su labor como escritor, antropólogo e investigador cultural; también como el folclorista que luchó por destacar la música de su región; el aventurero y hasta el boxeador. Participarán la escritora uruguaya Cristina Cabral, los escritores  e investigadores colombianos José Luis Garcés GonzálezAdelaida Fernández Ochoa, Rodolfo Lara, Yessica Montes, William Minay Luis Fernando López.
 
Manuel Zapata Olivella fue un gran promotor y defensor de las raíces afro. Algunas de sus obras son: Tierra mojada (1947), Calle 10 (1960), Chambacú, corral de negros (1963), Changó, el gran putas (1983), Pasión vagabunda (1948), Detrás del rostro (1962), El retorno de Caín(1962).
 
Entre sus reconocimientos se encuentran el Premio Esso, Premio Casa de las Américas, Premio Nacional de Literatura Libros & Letras (por votación popular), el Primer y Segundo Premio Nacional de Novela de la Academia Colombiana de la Lengua.
 
Una Feria virtual y más democrática

Más de cuarenta invitados entre nacionales y extranjeros asistirán de manera virtual a la Feria del Libro que este año llega con enormes retos y aprendizajes al no ser presencial.
 
Su director, Carlos Marín, destaca que el alcance y la participación del público es mayor y  que lectores de muchos países podrán acceder a través de sus pantallas. Agregó que otra de las ventajas es contar con la presencia de importantes escritores y conferencistas que en otras ediciones no habían podido estar. “Es mucho más económico para todos y más democrático”, puntualizó.
 
Aunque son bastantes las ventajas de la virtualidad, Marínconsidera que se dejarán de vender más libros y se perderá ese ambiente festivo de compartir con los autores y lectores como la posibilidad de que los escritores conozcan una ciudad. “A futuro, si bien puede seguir haciéndose presencial, la virtualidad llegó para quedarse. Ya miraremos en qué porcentaje, pero es importante contar con este recurso”, aclara el director de “Un río de libros”.
 
Invitados y actividades
 
Las charlas y conferencias en torno a la palabra, el libro y hasta la actualidad, están pensadas para niños, jóvenes y adultos. Entre los invitados se encuentran:
 
Nacionales

Íngrid Betancourt, Piedad Bonnett, Daniel Samper Pizano, Norberto Vallejo, Juan Gossaín, Santiago Rivas, Carlos Marín, Fernando Araújo Vélez, Vanessa De La Torre, José Luis Garcés González, Willian Mina, Mauricio Burgos, Darío Henao, Angélica Sierra, Julio César Pérez, Ariel Castillo, Emiro Santos, Mario Jursich, Víctor Alfonso Moreno, Yésica Montes, Alejandra García Mogollón, René Cueto, Luis Roberto Mercado, Juan David Correa, María Andrea Solano, Rodolfo Lara Mendoza, Erick C. Duncan , John Jairo Junieles, Fabio Gallo, Vanessa Araújo, Alberto Salcedo Ramos, Laura Puello, Juan Cárdenas, José Palomo Zurique, Nelson Castillo, Irina Henríquez, Rubén Darío Otálvaro, Miguel Mendoza, Celso Román, Albeiro Echavarría
 
Internacionales

·         Pilar Del Río (Portugal)
·         Rosa Montero (España)
·         Alma Guillermoprieto (México)
·         Leila Guerriero (Argentina)
·         Santiago Roncagliolo (Perú)
·         Jon Lee Anderson (Estados Unidos)
·         Cristina Cabral (Afrouruguaya)
·         Martín Kohan (Argentina) 


Trasmisión

Las charlas podrán seguirse a través de la página de Facebook y Youtube de “Un Río de Libros”



Anatomía sensible, un libro difícil de insertar en una categoría

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Por: Pablo Concha*

 Anatomía sensible del escritor argentino Andrés Neuman (Páginas de Espuma, 2019) es una obra que descubre aspectos del cuerpo en los que quizá muchos lectores no se habían detenido a reflexionar, una examinación morfológica exhaustiva, a la vez que social, política, poética y literaria.

Este análisis tan comprehensivo del cuerpo no es nada engorroso o difícil de leer, ni se trata de un libro pensado para un público exclusivo y erudito; todo lo contrario, es ameno y sus definiciones son algo con lo que la mayoría se sentirá identificada y, probablemente, aprobará.

Anatomía sensible no es fácil de insertar en categorías; no es un libro de cuentos ni una novela y tampoco se podría decir que es exactamente una serie de ensayos. Tampoco es poesía –aunque deleita con una prosa propensa a arrebatos líricos y poéticos aderezados con mucho ingenio– y menos un texto de no ficción. Anatomía sensible vendría siendo un híbrido extraño, algo muy raro en el mercado literario actual, una anomalía que toma elementos de varios campos y los fusiona de una manera pocas veces leída, creando algo de verdad original y divertido de leer. Se tratade piezas inclasificables que posiblemente podríamos encajar en la categoría de aforismos, y que utilizan una curiosa mezcla entre un tono enciclopédico, científico a la vez que poético, evocador de sensaciones con un toque paródico, ingenioso, que pinta una sonrisa en el rostro del lector a medida que avanza por este tratado sobre el cuerpo y las partes de la anatomía. Capítulos/secciones/apéndices cortos, algunos de una sola página, que invitan a la relectura y al subrayado.

Gracias a estos atributos, Anatomía sensible posee la esencia fragmentaria de los libros de cuentos, pues podría leerse cualquiera de sus apartados al azar y sin respetar el orden impuesto en el índice, y su sentido no se perdería. El tono –irónico, juguetón– es constante en todas las piezas y análisis efectuados.


Lo impecable de su prosa y la brevedad solo denotan el esfuerzo y los recursos literarios empleados por su autor, utilizados para que todo encaje perfectamente y con una sincronía precisa: nada falta ni sobra.

Leamos algunos apartes de esta obra. Al referirse a la cabeza: “Para bien o para mal, aquí empieza y concluye la persona”. El cabello: “A semejanza de la salud o el dinero, solo comprenden su valor quienes disponen de muy poco”. La barriga: “Ninguna aduana evita sus voraces contrabandos”. Las piernas: “A diferencia de otros miembros menos cooperativos, la pierna nunca ignora los pasos de su pareja”. Los pies: “En cada bípedo se sostiene una quimera; los pies aciertan a compensarla con dos toques de empirismo”. El cuello: “Periscopio del yo, emerge y espía. Nuestras conclusiones no son culpa suya”. Otro más: “El cuello duele como el orgullo o la patria”. Y “un amor podrá empezar por la boca o terminar en la ingle, pero todos pasan por el cuello”. El pecho femenino: “Se abruma por exceso o escasez, incapaz de no tenerse en cuenta”. La axila: “Su vocación de escondrijo contribuye muy poco a divulgarla”. El ano: “Sabiamente a salvo de nuestra vista, solo en confianza se abre a lo desconocido, igual que una escotilla en altamar”. La oreja: “Por forma y contenido, la oreja pide música”. La nariz: “Es el primer centímetro de nuestro futuro”. La sien: “Es el pozo donde abreva el pensamiento”. El alma: “No se puede abarcar por razones invisibles”. Y “El alma no es femenina ni masculina, o es ambas cosas, o una tercera, cuarta y enésima”.

Anatomía sensible es un libro de menos de 120 páginas, pero que su brevedad no engañe a nadie; no por lo reducido significa que haya sido fácil de concebir o escribir. Según el escritor argentino, autor también de obras como Bariloche (1999), El viajero del siglo (2009), Hablar solos(2013) y Fractura (2018), Anatomía sensible fue un proyecto que tomó más de ocho años en completarse y su forma final es producto de un arduo trabajo y una fina artesanía. Lo impecable de su prosa y la brevedad solo denotan el esfuerzo y los recursos literarios empleados por su autor, utilizados para que todo encaje perfectamente y con una sincronía precisa: nada falta ni sobra.

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Anatomía sensible es distribuida en Colombia por Plaza & Janes Editores.

 

*Pablo Concha es escritor colombiano, autor de los libros de cuentos OtraLuz y La piel de las pesadillas y colaborador literario en Libros & Letras y otros medios culturales.

Paul Brito habla de su novela “Restos orgánicos de un mundo anterior”

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Paul Brito nos muestra de qué manera el dolor, la memoria y la literatura pueden recuperar y edificar historias maravillosas.


Por: Juan Camilo Rincón*

Cada capítulo de Restos orgánicos de un mundo anterior (Seix Barral), el trabajo más reciente de Paul Brito, nos da la bienvenida con la imagen de un fósil. Aunque a esta pieza se la suele relacionar con algo arcaico, congelado en el tiempo y ya caduco, en el libro del escritor barranquillero el fósil recupera su sentido como fragmento que nos habla a través de y pese al tiempo, para darle un sentido a la historia, a una historia. Es el remanente que nos da cuenta de la actividad de quienes existieron, se seres pretéritos.

Las líneas de Brito nos llevan afectuosamente por las memorias de su niñez, un canario y una lagartija, el fútbol, la radio y las canciones, los crucigramas, el padre venido de otros mares y la madre que va desvaneciéndose en la enfermedad. Y entonces sus páginas, sus palabras y sus recuerdos traen de regreso, como «una sola corriente», la vida de una madre fallecida pero que aún habita en «ese movimiento fluctuante», en la energía y el espíritu que trascienden y se encumbran para hablar de nuevo.

Libros & Letrashabló con el autor para conocer un poco más sobre su nuevo libro.

 

-¿Por qué son tan importantes para el libro esos vestigios o restos del pasado?


James Parkinson bautizó originalmente la enfermedad como Parálisis agitante, un oxímoron, una contradicción orgánica. Yo advertí que quizá los recuerdos, las fotos, son también eso, pequeñas muertes orgánicas, igual que lo es cada instante que se vuelve pasado, pero que por un momento vibra con la fuerza y la vivacidad del presente. Fotos y fósiles representan el paso del movimiento al reposo y viceversa, pues el libro precisamente trata de revertir la fosilización del recuerdo y del cadáver. Yo perseguí desde un comienzo una intuición: que la muerte no es el lugar común de reposo que se nos ha vendido siempre: “el descanso eterno”, “la última morada”. No, en esa oscilación entre parálisis y agitación el punto final debía ser el otro polo: el movimiento máximo, la total energía. En el libro tomé de ejemplo a los mismos fósiles: “Paralizados en el mármol y la piedra caliza, son como instantáneas que siguen agitándose en otro tiempo, de la misma forma que cada momento transmite al siguiente la sustancia continua del presente” y también aludo a los combustibles fósiles y su gran contenido energético, pues “siendo una acumulación inerte de sedimentos orgánicos del pasado geológico, vuelven a mover el mundo después de tanto tiempo dormido”.

 

-¿Este libro fue escrito para hacer una catarsis sobre la muerte de su madre?


Esto puede parecer raro, porque el libro es corto, pero pasé ocho años escribiéndolo, no de forma continua, claro. A los tres años de haber comenzado se murió mi mamá y el libro tuvo que recomenzar, renacer. Mi mamá era la fuente principal de las historias (ella las iba documentando y complementando) y de pronto se convirtió en el tema central, en su núcleo, pero también en un agujero negro que se lo quería tragar todo. El dolor comenzó a distorsionar la imagen. Tuve que desdibujarlo en el libro para que no se sintiera invasivo, como un fin en sí mismo. Mi relato no podía ser un ejercicio terapéutico o de cicatrización, o no ser solo eso. La herida debía ser una ventana para rescatar la imagen de mi madre intacta y no despedazada por la misma pena. No quería que los sentimientos del libro se volvieran un espectáculo lastimero o pornográfico, por decirlo de algún modo.

 

-En varios de los relatos percibo una gran fuerza de la oralidad. ¿Cómo logra sostener este espíritu en un texto escrito?


Creo que es algo que no busqué, que hace parte de la constitución del ser Caribe y más tratándose de una familia como la mía que proviene de pueblos con mucha tradición oral, mi madre de Sabanalarga (Atlántico) y mi padre de Tazacorte en la isla canaria de La Palma. Además, mis padres se ganaron la vida con la palabra oral. Mi madre fue profesora de primaria durante 46 años, desde que tenía 16. Y, al igual que mi abuela y mis tías, traían en la sangre cierta sabiduría oral: hablaban en forma de aforismos o sentencias intuitivas, que parecían proverbios inéditos. Eso siempre me impresionó. Lo mismo mi abuela canaria, que cuando murió el abuelo, nos escribió en una carta una frase que nunca he olvidado: “Contra Dios no hay venganza”. Mi padre, por su parte, fue locutor y comentarista radial, de modo que también vivió en función de la palabra. Aún hoy me sorprendo cuando hablo con alguien mayor de 70 años y al mencionarle que soy hijo del Canario Brito, exclama enseguida que eran amigos; me ha pasado muchas veces, no sé cómo pudo cultivar tantas amistades de todo tipo. Hablaba en forma de piropos, era un don. Ahora pienso que, de alguna forma, las Islas Canarias son la extensión o el comienzo mismo del Caribe.


La literatura es el reino de la intuición, de la vida interior (...). Desde que nacemos estamos rodeados de literatura, de narraciones, lenguajes y rituales. Los relatos nos entran hasta por los poros, es ineludible.


-Ante la posibilidad de contar tantos momentos de la vida, ¿con qué criterio escogió los fragmentos que narra en el libro?


Hubo mucha decantación, deseché mucho más de lo que recopilé, sobre todo a partir de la muerte de mi madre, pues necesitaba volver a escribir el mismo libro pero con el dolor adentro y no a flor de piel. Debía neutralizar el tono plañidero y quejumbroso con que la muerte de mi madre me dejó. Pero cuando sentía que la historia quedaba muy contenida, buscaba entre los textos desechados nuevas capas de emoción para revestirla. Con la esencia o visión del conjunto, pude restituir algunas piezas desechadas y saber dónde ajustarlas para que volvieran a encajar.

 

-¿Qué busca cuando reconstruye su infancia como elemento narrativo para crear esta novela?


Para mí, la infancia fue el país de los afectos, donde no existía la muerte y todo parecía futuro. Era un espacio infinito, donde el pasado y el legado milenario de padres y abuelos se volvía maleable, mantenía su estado de gracia y de potencia inagotables, y estaba presto a reinventarse, a renacer y encarnarse en uno mismo.

 

-Usted habla en una entrevista sobre su osadía a los 19 años al enviar su primer cuento “¿6 o 9?” a un concurso literario y ganarlo, en un momento de su vida en la que “no había terminado de leer un libro completo”. ¿Cómo construyó ese primer texto sin estar familiarizado con la literatura?


La literatura es el reino de la intuición, de la vida interior. Desde que nacemos estamos rodeados de literatura, de narraciones, lenguajes y rituales. Los relatos nos entran hasta por los poros, es ineludible. Yo no leía los libros que me encargaban en el colegio, pero mi madre lo hacía por mí y me los contaba. Sin su voz, sin ese filtro materno y sin esa red de intuiciones que vamos creando con los otros, yo sentía que no entendía ningún libro. Aquel cuento lo escribí de un tirón, como si siempre hubiera estado dentro de mí o se hubiera contado solo, nada más había tenido que escuchar toda la vida los cuentos de los demás.

 

-Aunque, en apariencia, son áreas muy diferentes, casi opuestas, ¿hay algo de su formación en Ingeniería que haya aportado a su ejercicio de creación literaria?


Claro. Me enseñó a optimizar recursos, a comprender la noción de eficiencia y eficacia, a entender la resistencia de los materiales que empleaba para escribir, a ver todo como un sistema abierto cuyo único equilibrio podía encontrarse en el dinamismo. Métodos y Tiempos se llamaba una materia; creo que deberían recibirla todos los aspirantes a escritores.


La muerte no es el lugar común de reposo que se nos ha vendido siempre (...). En esa oscilación entre parálisis y agitación el punto final debía ser el otro polo: el movimiento máximo, la total energía.

 

***

 Foto Paul Brito. Cortesía autor.



*Periodista, escritor e investigador cultural. Autor de Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia y Viaje al corazón de Cortázar.


Pablo Concha publica su nuevo libro: “La piel de las pesadillas”

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Es el segundo libro de cuentos del escritor colombiano Pablo Concha que, con gran estilo, muestra la majestuosidad del género del terror.

 
La piel de las pesadillas resultó ganador de la convocatoria de Estímulos en el área de literatura de la Secretaría de Cultura de Cali 2020 y es publicado bajo la coordinación editorial de Syc Semper Tyrannis.
 
La obra, que se compone de cinco cuentos, aborda sucesos inexplicables en la vigilia que se trasladan al mundo de los sueños y lo vuelven aterrador, episodios de misterio y terror.
 
Miguel Tejada, editor Syc Semper, afirma que “Aquí tenemos algo más insoportable que el terror: llevarlo adentro y ser incapaz de percibirlo. Esto es lo que nos aterra cuando vemos a una persona con la mirada imantada por el vacío. La facultad de mirar desde afuera al obnubilado es la experiencia del terror. A esta experiencia asistimos en los relatos de Pablo Concha. Se trata de hombres y mujeres fascinados por el terror inefable que les posee. Nos queda a los lectores la aventura del discernimiento. A por eso”.
 
A Pablo Concha, autor también del libro de cuentos de misterio/terror Otra Luz (Ganador de la convocatoria de Estímulos de la Secretaría de Cultura de Cali 2017), este género literario le brindó la posibilidad de conocer el mundo de los libros y siempre le gustó el ingenio que se requería para crear una historia de ese tipo además del elemento sorpresa que tiene implícito. Afirma que “Es posible que el terror me haya elegido a mí y no al revés”.
 
Sus relatos han aparecido en las antologías Relatos del Sur (2015) y en Écheme el cuento (2017). La piel de las pesadillas(octubre, 2020) es su segundo libro.Además de escribir narrativa, colabora frecuentemente con reseñas de literatura latinoamericana actual y entrevistas a escritores, editores y traductores en la revista Libros & Letras de Colombia y en otros medios culturales como El Paísde Cali y el periódicoEl Tiempo.

La facultad de mirar desde afuera al obnubilado es la experiencia del terror. A esta experiencia asistimos en los relatos de Pablo Concha.

 

Foto de Pablo Concha por Jorge Idárraga   

 ***

En librerías “El Delfín” de Mark Haddon. Publicamos un adelanto del libro

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La nueva novela del autor de El curioso incidente del perro a medianoche, en librerías de España. 

En El Delfín (Editorial Salamandra), Mark Haddon ha elaborado una recreación contemporánea de una de las tragedias menos conocidas de Shakespeare, Pericles, príncipe de Tiro, versión a su vez de la leyenda de Apolonio de Tiro. El relato clásico narra la huida del héroe, perseguido por el rey Antíoco, tras haber revelado la relación incestuosa del rey y su hija.

Con una prosa elegante y descriptiva, Haddon traslada esta historia mitológica al presente para reflexionar sobre las relaciones paternofiliales y el papel de la mujer en la sociedad actual. Un libro fascinante, de lectura deliciosa, que nos sumerge en un mundo de leyendas y mitología, con historias que se abren dentro de otras historias, engarzadas por una maraña de referencias perfectamente tejidas por la pluma del autor.

Compartimos el siguiente fragmento de El Delfín, cecido por Salamandra.

 

 El Delfín
Mark Haddon
Salamandra Narrativa

EL VUELO

Maia está embarazada de treinta y siete semanas. No le permitirían subir a bordo de un vuelo comercial, pero se alojan en casa de unos amigos, propietarios de viñedos en Bellevue Champillon, y otro invitado, Viktor, tiene una Piper pa-28 Warrior que lo llevará de regreso al aeródromo de Popham a la mañana siguiente. Su Land Rover lo espera allí y dejar a Maia en Winchester de camino a la costa del sur será lo más sencillo del mundo. A Philippe, el marido de Maia, no le gusta ponerla al cuidado de otro hombre, y mucho menos de uno a quien conoce desde hace sólo dos días, pero las piezas del rompecabezas parecen encajar de un modo tan feliz e imprevisto que le es prácticamente imposible negarse. Él conducirá hasta París, dejará el coche en el garaje de su apartamento, cogerá el Eurostar a Londres y llegará a la casa de Winchester un día después.

A Maia, por otro lado, le encantan los aviones pequeños. Viajar se ha vuelto demasiado fácil: te quedas dormido en Estambul y te despiertas en Pekín. A ella le gusta ver cómo van deslizándose los kilómetros: deltas, círculos de regadío, nubes que aparecen devanándose bajo las cumbres. Conserva el vívido recuerdo de sobrevolar el fiordo de Oslo siendo niña: una isla tras otra, cabañas de veraneo, muelles, barcos, los destellos del sol cabrilleando sobre el agua y una revelación difícil de expresar con palabras sobre el vínculo entre la escala, la huida y la superficie de la Tierra. Además, las náuseas matutinas, que persistieron hasta una etapa anormalmente tardía del embarazo, han remitido por fin; ahora siente la famosa dicha de las preñadas y ansía disfrutar de la libertad que ese bienestar conlleva antes de consagrar su vida a un ser humano muy pequeño y exigente.

La aprensión de Philippe está justificada. Viktor tiene la licencia de piloto privado, pero no la habilitación para vuelo instrumental. Eso no tendría importancia si viajase sólo con Rudy, su hijo de nueve años: saldrían temprano, y si el tiempo u otras circunstancias sufrían cambios, siempre podían posponer el vuelo hasta el día siguiente o bien, si estaban ya en el aire, tomar un rumbo alternativo. Pero Maia nunca madruga, se demora en los desayunos, tarda mucho en hacer las maletas y ha perdido un collar de coral que, según reitera, podrán mandarle a Inglaterra cuando lo encuentren, si eso ocurre. Aun así, ese collar es el objeto de una búsqueda tan concienzuda como infructuosa en una casa ciertamente grande. Cuando ella está a punto, el almuerzo ha llegado y ha concluido. Si fuera una mujer menos atractiva, Viktor no tendría ningún reparo en reprochárselo, pero, aunque no lo impresionan demasiado sus actuaciones en la pantalla, sí lo sorprende estar en compañía de una mujer que parece devolverlo a los quince años: espesa melena rubia, ojos azulísimos, una belleza de revista, una simpatía algo alocada y un cuerpo torneado hasta los límites de la exuberancia. Luce una cicatriz en la mejilla, cortesía de un grajo que entró volando por la ventana de su alcoba cuando tenía diez años. La fascinación que siente por ella le resulta muy grata, aunque también algo alarmante, más aún tratándose de un hombre habituado a tener la sala de un tribunal, y de hecho cualquier sala, en la palma de la mano.

Seis meses más tarde, el jardinero, Bruno, encontrará el collar, ya sucio y sin brillo, en una alameda situada junto a la linde de la finca, un lugar donde los Beaufour rara vez se aventuran, y menos aún sus invitados. La única explicación razonable será que un animal, atraído por su vivo color, se lo llevó de los alrededores de la piscina y atravesó el prado hasta los árboles antes de reparar en la inutilidad de su esfuerzo. Considerarán enviarlo a Winchester, pero no darán con las palabras apropiadas para la carta adjunta, de modo que lo abandonarán discretamente en el fondo de un cajón, donde permanecerá durante muchos años.

Antes de emprender el viaje, Viktor llama una última vez al aeródromo para verificar el estado del tiempo. El informe no es tranquilizador, pero él decide que van a volar igualmente. Para su sorpresa, el retraso de Maia, lejos de irritarlo, parece volverla incluso más encantadora. No piensa permitir que ella lo vea nervioso o mal preparado para un vuelo como ése, de modo que se pone esa toga metafórica que le confiere una radiante confianza en la exactitud de sus juicios y decide seguir adelante con el plan: al fin y al cabo, el cielo despejado sugiere que la atmósfera es tan sensible como cualquier jurado a la fuerza de su personalidad.

Salen a la pista y Rudy se encarama a la avioneta de inmediato. Mientras Viktor lleva a cabo las comprobaciones externas, Maia lo observa con evidente interés y eso hace renacer en él parte de la emoción que sentía antes de cada vuelo. Entra en la cabina a través de la única portezuela y se instala en el asiento del piloto; luego ayuda a subir a Maia, se inclina sobre su regazo para comprobar que la puerta está bien cerrada, le enseña cómo funciona el cinturón y le da unos auriculares. Repostan y, a continuación, llevan la avioneta a la pista colocándola contra el viento. Viktor echa los frenos, advierte que la toma de combustible está en el depósito más vacío, la cambia al más lleno y comprueba los componentes eléctricos y los mecanismos internos: magnetos de encendido, carburador, estrangulador, palanca del acelerador, timones, alerones, cierres de cabina y cinturones. Ruedan por la pista y esperan a que un Hawker 600 despegue, gire hacia la derecha y se desvanezca en el cielo azul.

Todavía no han levantado el vuelo y Rudy ya se ha dormido en el asiento de atrás acunado por el ruido y el bamboleo. El chico se siente incómodo con casi todos los niños, pero es por entero autosuficiente, de manera que estas vacaciones han sido para él un pequeño paraíso en el que ha tenido acceso ilimitado a una piscina, una nevera de doble puerta bien abastecida y una caja con treinta y dos lápices de colores Caran d’Ache que le ha permitido continuar escribiendo y dibujando su epopeya en viñetas Los caballeros de Kandor. El recuerdo más preciado de esos días es nadar bajo la lluvia con el área de la piscina sólo para él, el efervescente repiqueteo de las gotas en la superficie y el silencio azul dentro del agua. Estudia en un internado donde los demás niños lo acosan de un modo demasiado indefinido y nebuloso para quejarse al respecto, aunque es algo que lo mortifica por dentro y sólo le quedan tres días de vacaciones, así que les ha sacado todo el partido posible a los días pasados en Bellevue (se acostaba tarde y se levantaba temprano) y ahora está agotado. Pero nunca regresará a la escuela: estará muerto en poco más de dos horas.

—Torre de Prunay, Golf Alpha Sierra en el punto de espera y listo para despegar.

—Golf Alpha Sierra, vía libre para el despegue, pista cero uno. Dirección del viento: cero dos cero grados. Velocidad: cinco nudos.

Viktor anda más descuidado últimamente, pero como lleva a Maia sentada al lado sigue todas las normas de emergencia y recita para sí el mantra de seguridad mientras aceleran por la pista: «Si falla el motor en tierra, cierro el estrangulador y aborto el despegue. Si falla el motor una vez en el aire, pero aún dispongo de espacio, cierro el estrangulador y vuelvo a aterrizar en la pista. Si no puedo aterrizar en la pista, elijo la zona más segura treinta grados a la derecha o la izquierda de la línea central y aterrizo en ella.»

Treinta millas por hora, cuarenta, cincuenta..., despegan. Viktor ladea la avioneta para situarla en su trayectoria mientras asciende. Se dirigirán hacia el noroeste hasta Le Touquet y luego hacia el norte siguiendo la costa hasta el cabo Gris-Nez antes de cruzar el Canal de la Mancha hasta el faro de Dover. Viktor nivela el aparato a mil ochocientos metros de altura y Maia empieza a hablar de un caballo llamado Bombardier y lo mucho que le gusta cabalgar con él por el Parque Nacional de South Downs siguiendo la ruta de Clarendon, Ashley Down, Beacon Hill... Sólo es cháchara superficial, pero, de vez en cuando, recibe un bien emplazado murmullo de asentimiento por parte de Viktor, que disfruta con el agradable sonido de su voz. Maia deja finalmente de luchar contra el rugido del motor y se dedica a contemplar el paisaje, de manera que Viktor goza de libertad para mirarla de vez en cuando e imaginar qué aspecto tendrá desnuda.

Mil quinientos metros por debajo hay una abigarrada alfombra de campos, la mitad arados, la mitad verdes, con retazos de bosque sobre Saint-Gobain y Noyon y la gruesa serpiente del Somme curvándose en dirección a Amiens.


***



Mark Haddon (Northampton, 1963) es novelista, poeta, pintor, ilustrador y profesor de escritura creativa. Licenciado en Literatura Inglesa por la Universidad de Oxford, trabajó durante un tiempo con personas con discapacidad física y psíquica. Ha ejercido como guionista de televisión, medio en el que ha ganado dos BAFTA. Considerado hoy un clásico, El curioso incidente del perro a medianoche (Salamandra, 2004) alcanzó un éxito fulgurante: obtuvo diecisiete premios (entre ellos el prestigioso Whitbread), se publicó en cuarenta y tres idiomas y se vendieron más de cinco millones de ejemplares.

Steve Jones: Un cleptómano por amor

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En este cover de "Mercy" de Steve Jones me acompañan Fernando Revelo en el bajo Fender "Precision" y Germán Herrera en la batería


Escuche aquí el Podcast de esta columna, narrado por Julián Franco Ocampo


 

Precoz, alcohólico, irreverente, solitario, callejero, ladrón de carros, analfabeta, saqueador, criminal, víctima de abuso, desechado por su madre, drogadicto, Sex Pistol, guitarrista, cantante y en esencia músico; le gustaba robarse las guitarras y los instrumentos de sus ídolos, y decía que lo hacía por amor; un hombre lleno de contradicciones. Esta es la historia de Steve Jones, el hombre, el artísta  y su relevancia en la música.


Cada hombre puede contar una historia diferente de vida, pero realmente pocos pueden afirmar haber vivido tantas cosas tan malas en tan poco tiempo, y llegando a los 60 años de vida, poder contarlas de manera anecdótica. Stephen Phillip Jones, llegó a la música, no en la búsqueda de un modo diferente de expresarse. Llegó en busca de un medio para escapar.


Una infancia solitaria, difícil, víctima del abuso de su padrastro y llena de atajos rumbo al camino fácil. Desde muy joven, dedicado a cometer delitos menores; robar se convirtió en la razón para vivir un día más, hasta que llegó Rod Stewart y los Small Faces, que cautivaron toda su atención, y decidió que su actitud, su estilo, y el modo en que lucían él y sus amigos, era todo lo necesario para convertirse en músico y tener su propia banda de Rock.


En 1975 Steve Jones, quien había continuado con todos esos malos hábitos, y había añadido otras más, era el guitarrista de los Sex Pistols; la banda que había introducido en Inglaterra el movimiento Punk. Aquel nuevo concepto de “vive rápido y muere joven” que, dadas sus propias condiciones, estaba destinado a desaparecer rápidamente, tal y como lo hizo el propio grupo. Muchas historias trágicas se cuentan acerca de su miembro más popular, el desaparecido Sid Vicious, que vivió lo suficiente para ver cómo su grupo Punk, y su vida propia terminaban incluso antes de empezar.


De todos modos, y más allá de las desgracias de los Sex Pistols, un poco antes, ocurrieron cosas insólitas y hasta graciosas, más allá de solo recordar las batallas campales que ocurrían tanto al interior del grupo, como entre sus fans en cada presentación en vivo.


Cuenta la leyenda que, al comienzo, como generalmente suele ocurrir, el dinero escaseaba. Por fortuna y para el bien de todos, el “buen” Jones, sabía cómo solucionarlo: Desde muy joven había desarrollado una gran habilidad para robar. Robaba desde autos, pasando por el abrigo de Keith Richards, hasta guitarras eléctricas y no propiamente las baratas; era todo un cleptómano. En cierto punto, había conseguido una camioneta que según decía, era útil para cargar cosas robadas. Leía que, así como al “terrorista” Baader, le gustaba robarse Porsche, BMW y en general, carros alemanes deportivos, Jones por su parte, prefería las caras guitarras Gibson Les Paul. Se dice incluso que el representante de los Sex Pistols, Malcom McLaren, aceptó ese “dificil” trabajo, de representar a estos “patanes”, por miedo a ser robado por el propio Jones...


Dice Jones en su autobiografía, “Lonely Boy”, que robar significaba para él dos cosas: Por un lado, mantenerse con una ilusión, en medio de un mundo lleno de desesperanza, y por otro lado, un acto de amor, para estar más cerca de sus ídolosl.

Según parece, Jones “mataba tres pájaros con un solo tiro” ya que, además de lo anterior, robar era el vehículo más cómodo para tener buenos instrumentos en la banda, y hablando de buenos instrumentos, el mejor golpe, lo asestaron contra el más “inocente” de todos: Resulta que David Bowie, en su papel de Ziggy Stardust, ofrecía un par de conciertos de despedida en el Hammersmith-Odeon, justo en el mismo vecindario de los “buenos muchachos” - Los futuros Pistols... 


Corría el año de 1973 y eran las dos últimas noches de Ziggy Stardust, puesto que Bowie suponía que su alter-ego, ya había alcanzado la máxima cúspide, y aprovecharía estas presentaciones, para comunicarlo a todos los asistentes. Teniendo en cuenta que serían dos noches de presentación, Bowie, y su equipo técnico, deciden dejar todos los instrumentos y equipos en el mismo lugar, para irse a descansar y volver al día siguiente; Jones y los “buenos muchachos”, que se habían hecho pasar por parte del grupo logístico del evento, se encuentran al final de la primera noche, con todo un catálogo de costosos equipos que podían ir tomando con calma uno a uno, mientras el encargado de seguridad, dormía plácidamente en uno de los cuartos…


La camioneta de Jones era perfecta para ir apilando en su interior, todo lo que iban tomando del “pobre” Ziggy Stardust… El amplificador de bajo Sun, del bajista, Trevor Bolder, constituyó uno de sus mejores trofeos de aquel golpe, junto con algunos platillos de batería. No era muy grande la camioneta, de modo que fue necesario salir del lugar, y llevar la primera parte del cargamento a la casa de Wally Nightingale, el guitarrista inglés que luego sería parte del grupo que más adelante se conocería como los Sex Pistols.


Una vez hecha la descarga, que incluía el microfóno Electro Voice, que todavía tenía las marcas del labial que había usado en esa presentación Bowie, regresaron al teatro por un juego de carísimos micrófonos Newman, que serían utilizados para la grabación completa del show.


Muchos años después, Jones declararía que a raíz de esto, fue culpado también de haber robado una guitarras Gibson Les Pau,l de la casa de Rod Stewart, pero esta acusación es falsa puesto que según Jones, el cantante vivía muy lejos, de modo que para el Sex Pistol, ir en una misión de robo, no era posible… Dice también que de haber vivido más cerca, habría sido justo ir y darle una visita…


A raíz de todo esto, Jones tuvo tantos problemas sumados a los que ya traía de su pasado. De todos modos, resulta ser un milagro que un hombre con tantos impedimentos, y sin las oportunidades que otros habían tenido, lograra moldearse, combatir sus adicciones, y perfeccionara tanto su técnica de canto, como su nivel en la guitarra.


Después de varios años, y habiéndose trasladado a Los Angeles, en 1987, por intermedio del que fue en los años 70 mánager de Led Zeppelin, y luego Nirvana, Danny Goldberg, Jones obtiene una oportunidad para grabar unas canciones para el sello disquero MCA, que da como resultado su primer álbum solista, Mercy: Un grupo de canciones de gran calidad, que se mueven entre el Rock suave, el pop, con grandes toques baladísticos, en donde la primera canción del album, que le da el nombre completo al disco, puede interpretarse como un cuestionamiento del propio Jones, posiblemente reflexionando sobre algunos aspectos de su vida. Oyendo esta canción, que llegó a mis manos por primera vez, a través de un Cassette de la banda sonora de Miami Vice, en 1996, y que no paraba de oir en mi Walkman rumbo al colegio, es difícil creer que era el mismo Jones de 10 años atrás en los Sex Pistols. Con ese evocador video, viendo a Steve Jones sobre una Harley Davidson recorriendo las solitarias carreteras de Estados Unidos, es muy posible que esto haya también influido en mi pasión por las motos...

 

 



Para el cover de Mercy de Steve Jones, elegí grabar un ensayo en vivo con dos de mis mejores amigos: Fernando Revelo en el bajo, y Germán Herrera en la batería. Escogí mi Gibson Les Paul Goldtop Joe Bonamassa rindiendo un gran homenaje a todos los guitarristas que las han utilizado y me han influenciado y literalmente, en una sola toma, sin ensayar y con todas las deficiencias en el sonido, logramos esta versión de Mercy, que suena muy cálida en este especial de Leyendas del Pop.

 

Leyendas del Pop, es un programa en donde contamos las historias de la música. Mi nombre es Julián Franco. Acompañeme en cada entrega, y recordemos esas historias, mientras oimos las canciones más importantes de todos los tiempos. Hasta entonces.

 

Julián Franco Ocampo

 

 

Julián Franco Ocampo

Síguelo en

 

Website: www.leyendasdelpop.com / www.julianfrancoo.com

Correo-e: julian@julianfrancoo.com

Twitter: @julianfranco_o

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Soundcloud: julianfrancoocampo

(Bogotá, Colombia.) Comunicador Social y Periodista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.  Amante de la música y músico por adopción. Hizo sus primeros programas radiales en la emisora del Gimnasio Campestre, Briketa, en 1996.

En 2010, se unió al equipo de la emisora tadeísta, Utadeo, con su programa “Conteo Zero”. Ha trabajado como corrector de estilo, programador, editor de video, locutor, compositor de música corporativa, y como profesor. Paralelamente a la educación se desempeña actualmente como consultor en estrategias de comunicación.

En 2015 publica su primer álbum de Rock instrumental, “This Sort Of Things”, (distribuido a nivel global por CD Baby, a través de iTunes). Coleccionista empedernido de vinilos, Cds, guitarras, amplificadores a tubos, amante de las motos y los automóviles clásicos, emplea su tiempo alternando entre, la afición del mundo a motor,  su devoción por la música, y su amor a la enseñanza.
 
Notas de Julián
 

TOTO: Te parezca “cool” o no, a que si lo has oído…

 

Fleetwood Mac Episodio 1: Haz lo que te dé la gana


Las lecciones aprendidas de guitarras Gibson. Leyendas del pop Ep. 28


La literatura como memoria de la música. Leyendas del pop Ep. 27


La “División” alegría. Leyendas del pop Ep. 26


La New Wave y los supuestos no-músicos. Leyendas del pop Ep. 25


La Causa Nacional: El libro del rock en Colombia por Jacobo Celnik


Soultrain. Leyendas del pop Ep. 24


La navidad de Brian Setzer. Leyendas del pop Ep. 23


“How Soon Is Now” de The Smiths. Un Riff tan potente como “Layla”. Leyendas del pop Ep. 22


"Nevermind" de Nirvana y los inicios del Grunge o el sonido de Seattle. Leyendas del pop Ep. 21


Estar en el momento, y el instante justo. El resto, es Nevermind… Leyendas del pop Ep. 20


Las aventuras de “Where the Streets Have no Name" de U2. Leyendas del pop Ep. 18


La disección de “In The Air Tonight” de Phil Collins. Leyendas del pop Ep. 17


Leyendas del pop. Ep. 16. Lo que significó para Yes “Owner of a lonely heart”


Entrevista con Francisco José Ocampo Palacios, autor de El viejo querido de la avenida Jiménez y como decía mi mamá


Leyendas del pop. Ep. 15. La reinvención de Miles Davis


Leyendas del pop. Ep. 14. La reivindicación ex-Beatle


Leyendas del pop. Ep. 13. Duran Duran y sus actividades extracurriculares


Leyendas del pop. Ep. 12. La noche de “Moonwalk”


Leyendas del pop. Ep. 11. Y... ¿qué nos trae de nuevo el Sargento Pimienta?


Leyendas del pop 10. Una colección de versos


Leyendas del pop #9. Santo & Johnny "Sleepwalk"


Leyendas del pop #8


Leyendas del pop #7


Leyendas del pop #6


Leyendas del pop #5


Leyendas del pop #4


Leyendas del pop #3


Leyendas del pop #2. Riviera paradise de Stevie Ray Vaughan


Leyendas del pop #1. The Devil Went Down to Georgia

 

 


 



 



La consagración del terror con "Nuestra parte de noche"

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Por Pablo Concha*

La escritora argentina Mariana Enríquez, autora de Los peligros de fumar en la cama (2009), Las cosas que perdimos en el fuego (2016) y Este es el mar (2017), no solo logró la consagración cuando a finales de 2019 recibió el prestigioso premio Herralde de novela por su libro Nuestra parte de noche, sino que, igual o incluso más importante que este hecho, es que se le concedió semejante galardón a una novela de terror, algo que hasta la fecha no había sucedido.

Aunque existen algunas excepciones en el mundo literario (el Pullitzer de ficción a La carretera de Cormac McCarthy en 2007), las obras de género suelen estar excluidas de los galardones más importantes de la literatura. Basta revisar las listas de ganadores de los últimos diez o veinte años para confirmar este dato.

Nuestra parte de nochees una novela épica de terror que, contra todo pronóstico, salió vencedora unánime de este reconocimiento que en años anteriores ha premiado a escritores de la talla de Roberto Bolaño con Los detectives salvajes (1998), Antonio Ungar (Tres ataúdes blancos, 2010) y Guadalupe Nettel (Después del invierno, 2014), por nombrar algunos.

En Nuestra parte de noche, una sociedad secreta, La Orden, contacta con un ser que llaman La Oscuridad, en busca de la vida eterna mediante atroces rituales. El médium que hace posible este contacto está enfermo, agonizante, y no quiere que su hijo pequeño siga sus pasos y sea consumido por La Orden para conseguir sus objetivos.

 A raíz de la publicación en Colombia de esta obra, invitamos a la autora argentina a este espacio dedicado a los libros y las letras a responder unas preguntas sobre la creación de Nuestra parte de noche y lo que pueden esperar los lectores sobre futuros proyectos.


−  Hace algunos años, cuando escribió el cuento “La casa de Adela” (incluido en el libro Las cosas que perdimos en el fuego), ¿supo o tuvo la intuición de que este formaba, o formaría parte, de una historia más grande?

-Mariana Enríquez: No, en absoluto. La historia era independiente, un cuento inspirado en las leyendas urbanas de casas embrujadas y niñas desaparecidas; un cuento también sobre el efecto traumático de las desapariciones en una sociedad como la argentina, representando en el cuerpo de Adela que también es misterioso, porque se ignora el origen de su mutilación. Pero no tenía pensado continuarlo, ni retomarlo ni volver a usarlo.

− “La casa de Adela” cambia mucho al ingresar en Nuestra parte de noche. La narradora desaparece, se incluye a Gaspar, etcétera. ¿Cómo debería leerse ese cuento hoy en día?

ME: Sí, es otro cuento y la niña también es otra. Respeté los nombres y la casa porque me pareció interesante y evidente la continuidad. Lo que realmente necesitaba era la casa, esa casa que es diferente por dentro y por fuera y se come a la gente. En la novela, las casas son importantes como espacios de representación. En la segunda parte, necesitaba esa casa misteriosa. Y la trasladé. Pero con la casa vino la niña y de repente ella ingresó en la trama y tenía toda la lógica del mundo: su mutilación, por ejemplo, se explicaba en la lógica de la novela, cuyos protagonistas “sectarios” adoran a un dios informe que, justamente, mutila, ésa es su marca. Para mí también fue extraño; esas cosas pasan en la literatura, hay vasos comunicantes que el propio actor desconoce, en su ficción. Hoy ese cuento… Es difícil para mí decir cómo debe ser leído. Para mí siguen siendo independientes, pero los lectores pueden tener una opinión distinta e igual de válida.

− Hay algunos elementos del libro en los que no se profundiza, pero que sin embargo son importantes dentro de la historia, como por ejemplo las veces que se llevó a cabo El Rito, lo que hacía Juan en la casa de la calle Villarreal, lo que sucedía después de El Ceremonial con los Iniciados, o quiénes o de dónde salían esos Iniciados. ¿Cómo hizo para elegir qué mostrar y qué dejar por fuera? ¿En algún momento podremos conocer de alguna manera más detalles sobre estos elementos que no se incluyeron?

ME: No, lo que quedó afuera, que es bastante a pesar de ser una novela tan larga, está contado en elipsis para que permanezca en el misterio. Hay zonas que no ilumino: creo que ya hay muchas iluminadas y que esos segmentos ausentes son fáciles de reconstruir con la imaginación. Me gusta la participación de los lectores, la especulación e incluso el desconcierto. No sé si lo elegí tanto como que la propia historia me llevaba a dejarlos en las sombras: ciertos episodios, cuando los contaba, sonaban recargados e innecesarios. Un poco es mi incapacidad, sin duda, pero decidí no forzar aquello que no fluía cuando era contado.

− Una pregunta curiosa: antes de que Juan entre al primer Ceremonial mostrado en el libro, se dice: “Estaba listo para la corona de sombras”. ¿Es ese un guiño a la novela gráfica Locke & Key?

ME: No, aunque me encanta Locke & Key, soy muy fan del cómic. Es más bien un guiño a la corona de flores de la reina de Mayo en la tradición pagana europea, que luego retoma como título de su novela Javier Calvo, en Corona de Flores. Reemplacé flores por sombras.

− Stephen King dijo una vez, refiriéndose a El gran dios Pande Arthur Machen: “Tarde o temprano todo escritor que quiera constituirse seriamente debe intentar abordar su temática: esa realidad es delgada, y la realidad verdadera que hay más allá es un abismo infinito lleno de monstruos”. ¿Cree que Nuestra parte de noche pueda incluirse en esta tradición?

ME: Los escritores de lo liminal, Machen, Aickman, Harrison, son de mis favoritos. El pasaje a la otra realidad, la idea del umbral, es algo muy presente en la novela y esos autores fueron mi influencia. Además, sobre todo Aickman y Machen, son escritores que parten en general del realismo y luego desordenan la realidad, los sentidos. A eso apuntaba, pero con largo aliento.


Me gusta la participación de los lectores, la especulación e incluso el desconcierto.


− Usted ha mencionado la influencia de Casas sin Puertas y Perdidos de Peter Straub en Nuestra parte de noche. Straub, a pesar de ser uno de los autores más impresionantes de la narrativa contemporánea de terror, no es muy conocido ni leído en Latinoamérica. ¿A qué cree que se debe esto? ¿Por qué le gusta tanto?

ME: Creo que no fue bien difundido y además es un autor de género demasiado “culto” para algunos, pero no lo suficientemente literario para otros. Me gusta porque es un escritor elegante que no renuncia a desbaratar tópicos y aun así mantenerse dentro del género, además de que es un estilista magnífico. Su idea sobre lo fantasmal como trauma es central para mí, como trauma y regreso inexorable, más allá de la cuestión sobrenatural.

− “El Otro Lugar” me trajo reminiscencias del mundo de Roland en La Torre Oscura de Stephen King. ¿Podría ser este un espacio al que usted vuelva en otras historias, quizá con otros personajes o formas?

ME: ¿Podés creer que nunca leí La Torre Oscura? El lugar está armado “visualmente” con imágenes del pintor Alfred Kubin–es un homenaje obvio, también fue escritor y tiene una novela que se llama así, es todo bastante poco conocido, pero está traducido– y algo de Böcklin. La idea de pasaje, sin embargo, de puertas que se abren a otro lugar, es una mezcla de Harrison, CliveBarker en The Hellbound Heart y hasta Cortázar, que en algunos cuentos suele escribir sobre mundos que se encuentran en este mundo, pero no pertenecen a este mundo.

Nuestra parte de noche termina con lo que quizás podría tomarse o considerarse como una promesa de continuar. ¿Qué tan real es la posibilidad de saber más sobre este mundo en futuros relatos o novelas?

ME: No, termina ahí donde termina. La idea era que Gaspar se reencontrara con su identidad, la novela siempre fue su viaje. Y se reencuentra. Qué haga de aquí en más con eso ya es un problema de él, no mío. Nunca digas nunca: quizá alguna vez reaparezca, así como pasó con la incursión de Adela, no planeada, pero no está entre lo que quiero hacer.

− Sé que quizás sea muy pronto para preguntar esto pero, ¿qué puede contarnos sobre sus próximos proyectos?

ME: No estoy escribiendo actualmente, solo no ficción. Estoy escribiendo un libro sobre Suede y ampliando Alguien camina sobre tu tumba, mis crónicas de viajes a cementerios. Pero la pandemia creo que anuló mi imaginación por un tiempo. Demasiado estrés y demasiada realidad.

− Por favor, recomiéndenos novelas de terror en español que los amantes de este género (y lectores en general) deberían leer.

ME: Voy a recomendar novelas y cuentos. Nefando de Mónica Ojeda. Los cuentos de EmilioBueso (especialmente Ahora intenta dormir) y PilarPedraza. La piel fría de AlbertSánchezPiñol. La maestra rural de LucianoLamberti. Distancia de rescatede SamanthaSchweblin. El mal menor de CharlieFeiling. Los cuentos de BernardoEsquinca


Foto Mariana Enríquez por Anagrama.


*Pablo Concha es un escritor colombiano, autor de los libros de cuentos de terrorOtra Luzy La piel de las pesadillasy colaborador literario en Libros & Letras y otros medios culturales.

La última vez que estuve en El Pandora

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Por: Álvaro Mata Guillé*

Fue un mes de octubre, casi en noviembre, cuando el frío invadía Madrid y caía un poco de lluvia, que junto a las sombras que parpadeaban entre las luces, oscurecían aceras y calles. Fue antes de la llegada de la nieve, antes que apareciera la incertidumbre con un poco más de hielo, que nos envolviera el miedo recluyéndonos en las casas e intentáramos escapar de la peste, del peligro, del rostro del otro, como ha sucedido tantas veces en el transcurso de la historia, ante la presencia de la muerte –de lo ausente que vislumbra en el horizonte–  escondiéndonos en mazmorras, en sótanos, en cuevas, en el algo detrás de la espesura que murmura entre los ríos, más allá de las murallas. 

Fue un viernes temprano, vísperas de mi regreso a México el sábado, cuando decidimos ir al Pandora, siguiendo nuestros pasos casi sin pensar, en busca de Luismi, sin saber tampoco (quién iba imaginar o quién lo adivinaría) que al reunirnos esa noche –con la sorpresa de encontrarnos y conversar, con un abrazo largo, unas copas de vino, una charla sólo interrumpida por las risas prolongadas hasta la madrugada– sería la última vez que nos veríamos, quedando las bromas –los abrazos, los carcajeos, el hasta pronto– escondidas entre los libros, junto a los recuerdos de otras ocasiones, de otras visitas, que yacían pegados a los recovecos y a los retratos, los que susurraban junto a los fantasmas, que ese día también se sentaron a beber una copa de vino, a conversar con nosotros, a mirarnos.

Quizá, como en Pedro Páramolas voces roncas que emergían de la penumbra, sospechaban alguna cosa de lo que vendría, pues me insistieron una y otra vez, junto a Luismihaciendo coro, que me quedara, que siguiéramos con las risas y el vino hasta ir a desayunar a alguna parte, pues no importaba –qué importancia tienen las cosas a veces– tomar un avión casi cuando parte o dejarlo ir, que no importaba tampoco saber qué era esto o aquello, qué hacíamos aquí o para dónde nos vamos.

Admito que titubeé un poco, que a veces la noche se alarga y el tiempo se detiene, como en la fiesta, el teatro, la poesía o el carnaval, cuando somos otros: yo mismo, vos, él-ella, nosotros en el otro lugar, como un espejismo. Yo negaba con la cabeza, hasta salir corriendo hacia la Puerta del Sol por mi equipaje, para correr otra vez hasta la parada de la micro que me llevaría al aeropuerto, con la noche afuera y dentro mío, con los fantasmas todavía sonriéndome, sentados a mí lado, yo medio dormido. Al llegar a la terminal busqué mi vuelo sin que apareciera, descubriendo con sorpresa, que la salida prevista no era en la mañana, sino más tarde, casi al día siguiente.

Dejé el equipaje con la aerolínea, regresé a la Puerta del sol, con la madrugada a cuestas y el frío, quedándome solo, sin las voces, recordando:

 

"Nos nutre lo efímero: cada momento es el último,

cada instante brota por última vez"

 

Hasta pronto Luismi,

hasta la próxima noche en El Pandora,

con los fantasmas.

 

 Foto de Luis Miguel Madrid tomada del Facebook del autor.


Durante seis días, San Andrés Islas realiza su Feria del Libro, FILSAi 2020

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Bajo el lema de Resistencia, la FILSAi se lleva a cabo del 27 de octubre al 1 de noviembre con la asistencia de invitados nacionales e internacionales.

 

La Feria Insular del Libro de San Andrés Islas, FILSAi 2020, que este año se realiza virtualmente, es organizada por la Asociación Mamaroja Company que dirige la poeta, defensora de derechos humanos y gestora cultural Maríamatilde Rodríguez con el apoyo del  Ministerio de Cultura, la Cámara Colombiana del Libro, el Centro Cultural del Banco de la República sede San Andrés, la Red Nacional de Ferias, la Casa Editorial Welcome, la Radio Nacional de Colombia y la Universidad Nacional sede Caribe.

 

Además, gracias a una alianza entre la Editorial Domingo Atrasado, la Asociación Cecrea y la Fundación Luneta 50, la FILSAi optimizará su conectividad y transmisiones virtuales.

En la presente edición, la FILSAi cuenta con la participación de sesenta invitados  nacionales e internacionales entre escritores, narradores orales escénicos, dramaturgos, músicos y gestores culturales.

Son seis días en los que los cibernautas disfrutarán de una gran diversidad de actividades en las siguientes franjas dedicadas a niños, jóvenes y adultos:

Waata Words, Palabras de agua

Una  franja pensada en las niñas, niños y jóvenes en la que participan Adel Cristopher, Lolia Pomares, Mayerlis Beltrán,  Aldo Méndez (Cuba), Anna Griott (España), Bonifacio Ofogo ( Camerún), Ignacio Barrera Kelly, Manuel Sánchez.

Concervezatorios

Conversaciones con autores nacionales e internacionales: Quinny Martínez, Edna Rueda, Cristina Bendek , Carlos Polo, Uriel Cassiani, Shirley Campbell (Costa Rica) Ashanti Dinah Luz,  Pedro Blas Julio Romero, Emiliana Bernard Juliana Enciso, Farides Lugo y Tawny Moreno, Kirvin Larios, Fabian Buelvas, Wilder Guerra Curvelo  De La Nación Wayuu, Fernando Cadavid, Ana Cristina Herreros Ferreira. (España), Carlos Barraza (San Andrés) Wilter Cortés (Colombia), Juan Duchesne (Puerto Rico), Bonifacio Ofogo de Camerún.

Laka Laka Nights

Encuentros nocturnos, debates, recitales de poesía y música con invitados muy especiales: Hazel Robinson, Alberto Salcedo Ramos, Efraim Medina , Adolfo Maissel Roca, Alonso Sánchez Baute, Claudia Aguilera Neira, Beatriz Vanegas Athias, Álvaro Archbold, Yohir Akerman, Fair Delgado, Johana Barraza, Camila Charry, Sara Harb, Tallula Flores, Yirama Castaño, Luz Helena Cordero, Manuel Romero, Jaime Londoño, María Clemencia Sánchez, Mónica Triana, Juan Manuel Roca, Santiago Mutis, Álvaro Marín, Nelson Romero Guzmán, Celedonio Orjuela, Manuel Pachón, Víctor López Rache. María Tabares.

Será una semana literaria de resistencia desde la palabra y el pensamiento, de encuentros interoceánicos, de conferencias y conversatorios en vivo; encuentros interétnicos, actividades para niños y jóvenes, talleres de fomento de lectura, adaptaciones de cuentos, oralitura, voces insulares, presentaciones de libros y una gran apuesta por el reconocimiento de nuevas voces y propuestas literarias.

 

Con la realización de la Feria Insular del Libro de San Andrés Islas,FILSAi 2020, se continúa edificando el universo literario, sonoro y cultural del archipiélago y este año se transforma en una marejada de literatura antivirus en tiempos de pandemia que viene arrastrando en su lágrima salina, una justa y necesaria poética de la resistencia. 

Toda la programación está disponible en las redes sociales de la FILSAi y a través de la Radio Nacional de Colombia en la frecuencia 99.5 F.M.


Transmisiones Facebook Live y canal de Youtube:

https://www.youtube.com/watch?v=5IV5HoZF65M&feature=push-lbrm&attr_tag=aWElasuDbmJ7NkOE%3A6

https://www.facebook.com/larayaenelojo

El FCE presenta Cuentos y relatos de la literatura colombiana, tomo III

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El próximo 4 de noviembre se realizará el lanzamiento virtual del tercer tomo de Cuentos y relatos de la literatura colombiana que acaba de publicar el Fondo de Cultura Económica, filial Colombia.

 

La edición, además del prólogo, que estuvo a cargo de la escritora Luz Mary Giraldo, reúne a 47 narradores nacionales entre quienes se encuentran Esther Fleisacher, Margarita García Robayo, Catalina Holguín Jaramillo, Humberto Ballesteros, Juan Cárdenas, María Mercedes Andrade, Camilo Ortega, Jorge Aristizábal Gáfaro, Ramón Cote Baraibar, Óscar Godoy, Miguel Mendoza Luna, Guillermo Bustamante Zamudio, Consuelo Triviño, Andrés Felipe Solano, Sergio Ocampo Madrid, Paul Brito y Andrés Arias.

 

Esta antología brinda una gran variedad de voces literarias a través de cuentos estructurados por estaciones, que desde cambios temáticos y formales ofrecen diversidad de rutas frente a la complejidad de la urbe, destacando variantes de vidas cotidianas en coexistencia con nuevas focalizaciones de violencia, personajes y bestias tenebrosas o extravagantes, fantasmagorías, aventuras de ciencia ficción, policial o intergaláctica, viajes inesperados o absurdos, retorno a fabulaciones animales, intimismo existencial, conflictos familiares y amores sin idilio, erotismo tejido a la muerte, escepticismo y perplejidad, pero también risa e ironía, y alternancia de escrituras intelectualizadas con oralidades urbanas. Un verdadero caleidoscopio ofrece la cuentística actual de los autores colombianos.

 

Toda antología es una travesía por el territorio de las letras. En este caso, orientado en múltiples direcciones, el recorrido establece un diálogo literario y conceptual con la cultura polivalente de hoy, que incluye nuestra realidad particular y acontecimientos del mundo global.

 

Cuentos y relatos de la literatura colombiana se divide entre los siguientes temas:

“El oficio de escribir”, “Viajeros”, “La vida te da sopresas”, “Para reír en serio”, “Solo de amor”, “Tantas veces horror”, “Extrañas criaturas”, “Todo en suspenso”, “Pequeño bestiario”, “Retratos familiares”.


Lanzamiento:

Luz Mary Giraldo conversará con los escritores Pablo Hernán Di Marco, Guido Tamayo y Alejandra Jaramillo.

Fecha: 4 de noviembre, 2020

Hora: 6:00 p.m.

Dónde: Vía Facebook Live @FCEColombia


Vuelve Nero Giallo, el encuentro literario dedicado a la novela negra

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Pedro Badrán, Rosa Ribas y Leonardo Padura

En su cuarta edición, Nero Giallo contará con la participación de autores de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, España, Italia, Uruguay y Venezuela.

 

El 11 y el 12 de noviembre, el Instituto Cervantes desarrollará su cuarta edición del encuentro Nero Giallo, un evento dedicado a fomentar el diálogo entre los autores de novela negra de lengua española e italiana.

 

En esta oportunidad, el encuentro se llevará a cabo de manera virtual en las redes sociales de los Cervantes de Roma, Nápoles, Palermo y Milán, bajo la etiqueta #NeroGiallo2020

 

Cabe destacar que este festival contará con la presencia del autor colombiano Pedro Badrán Padauí (1960). Narrador, guionista, periodista y catedrático en la Pontificia universidad Javeriana. Autor de títulos como Un cadáver en la mesa es mala educación; Margarita entre los cerdos; El día de la mudanza y El hombre de la cámara mágica, entre otros. Badrán Padauí obtuvo en 2000 el premio Nacional de novela breve. Fue jefe de redacción de la revista Cromos, reportero y editor del diario La Prensa y colaborador de la revista Credencial y el Diario El Espectador

 

También participan en Nero Giallo Leonardo Padura (que será tema central del club de lectura de la institución cervantina); Blanca Riestray Justo Navarro, escritores de amplio registro que han incursionado en el mundo de la ficción criminal. Además contará con Modesto García, narrador que utiliza redes sociales como el Twitter para divulgar sus muy exitosas historias negras; Alfredo Noriega, en cuya narrativa aparecen alternados el mundo ecuatoriano y el francés; Pedro Peña, autor que cuenta con legión de lectores fascinados por sus historias oscuras; Marcelo Figueras, novelista con miles de ejemplares vendidos en Italia por sus mezclas de fantasía y ficción criminal.

 

Del mismo modo, formarán parte de esta nueva convocatoria brillantes autoras como Gizella Meneses, Teresa Dovalpage, y las muy populares Rosa Ribas y Empar Fernández, que han sabido darle un carácter muy personal al desarrollo de esta literatura, la más divulgada del mundo actual.

 

Por la parte italiana, asistirán algunos de los más destacados creadores de ese país como FrancescoCosta, BarbaraBaraldi(autora de cómic), FaustoVitaliano y RosaTeruzzi.

 

Como invitado especial por Brasil, llegará el autor Rodrigo Santos, con la intención de que Nero Giallo también mire hacia otras realidades lingüísticas.

 

Pero las sorpresas no se detienen, y en el encuentro habrá una sección dedicada a Benito Pérez Galdós, autor que ya en el XIX esbozó algunos antecedentes de lo que sería la literatura negra del futuro.



Nero Giallo2020 también tendrá a los expertos en literatura negra y profesores de la Universidad de Salamanca: Álex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero, y las venezolanas María Alejandro Bello y Melissa Nahmens, exitosas divulgadoras del mundo literario actual a través de las redes y de su  popular cuenta de Twitter @QueLeer.

 

De este modo, Nero Giallo se expande por el mundo y este año cuenta con autores de Argentina, Colombia, Cuba, Ecuador, España, Italia, Uruguay y Brasil.

 

Participan en esta actividad como invitados especiales en 2020 los Cervantes de Río de Janeiro y Nueva York.

 

Temas como la novela negra y los lugares periféricos; la adaptación de la ficción criminal a las pantallas; la combinación de la literatura fantástica y el relato negro, formarán parte de la programación que han preparado los organizadores del encuentro en línea bajo la etiqueta #NeroGiallo2020

Noviembre Independiente: el festival de la edición independiente en Colombia

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Con más de más de 120 eventos virtuales, un homenaje al sociólogo César Hurtado y la Ruta Iberoamericana del Libro, comienza el festival literario Noviembre Independiente.

Desde hace tres años, este festival se ha consolidado como un espacio de divulgación y promoción de la producción editorial independiente en Colombia, así como de quienes forman parte de este circuito cultural.

Este año, Noviembre Independiente tendrá una variada programación que incluirá actividades para niños, jóvenes y adultos.


Catálogo Leo Independiente

Es una de las novedades que trae la tercera edición del festival y consiste en una plataforma online en donde lectores e instituciones podrán acceder a 3.500 títulos disponibles de más de sesenta editoriales independientes colombianas. A través de esta página se podrá comprar libros en formato impreso y digital por medio de los comercios electrónicos de las librerías independientes colombianas. Organizados en colecciones temáticas, se accederá a libros de arte e ilustrados, autores colombianos, Colombia diversa, libros para niños y jóvenes, novedades editoriales, rescates y traducciones, que a su vez serán los temas transversales en la programación del festival. 

Leo Independiente es un trabajo colaborativo, que surge como una iniciativa del Comité de editoriales independientes de la Cámara Colombiana del Libro, desarrollado por Mákina Editorial con el apoyo del Insitituto Distrital de las Artes, Idartes, y la colaboración del Observatorio Editorial Colombiano del Instituto Caro y Cuervo, la agencia ISBN y Toquica Estudio de diseño.


Inauguración Noviembre independiente

Se realizará este 3 de noviembre a las 9 de la mañana con la participación de  los editores Pilar Gutiérrez (Tragaluz editores), Edgar Blanco (Animal Extinto Editorial), Catalina González (Luna Libros), Felipe González (Laguna Libros) y Gustavo Mauricio García (Ícono Editorial), pioneros de la edición independiente colombiana, quienes hablarán acerca de los orígenes de su labor y el panorama actual del sector, acompañados por Paula Marín, investigadora del Instituto Caro y Cuervo.


Homenaje

En el marco del festival, se le rendirá un homenaje a uno de los protagonistas de la escena editorial colombiana, el sociólogo César Hurtado, quien es uno de los fundadores de La Carreta Editores, editorial independiente pionera en Colombia y especializada en ciencias sociales.


Actividades y mucho más

Serán más de 120 eventos virtuales que buscan mostrar qué se está haciendo en Colombia en materia de edición independiente, con Jornadas Profesionales, en las que editores y libreros se dan cita para hablar de la reinvención, de los proyectos editoriales sostenibles, del trabajo colectivo, así como de la relación del libro con las nuevas tecnologías y formas de distribución. La programación también incluye clubes de lectura, presentaciones de novedades, lecturas en voz alta (todos los días de noviembre a las 8 de la mañana), talleres, podcast y encuentros con autores que serán transmitidos por los canales digitales de la Cámara Colombiana del Libro.


La Ruta Iberoamericana del Libro

Hace tres años, con el objetivo de facilitar la circulación de libros, autores y editores independientes en librerías de otros países, se inició La Ruta Iberoamericana del Libro entre Colombia y países como Perú, México, Argentina, Brasil, Chile y Ecuador. Este año, el intercambio se realizará entre Bogotá y Madrid, a propósito de la planeada participación de Colombia como invitado de honor en la Feria del Libro de Madrid.

 

Foto: Libros & Letras


Gracias a este intercambio, La Ruta Iberoamericana del Libro pondrá en circulación en siete librerías de la capital española cerca de quinientos libros de las editoriales independientes colombianas. Además, se dedicarán tres días de programación profesional entre los editores y libreros independientes colombianos y sus pares en Iberoamérica. En esta ocasión se abordarán temas coyunturales para el futuro de la edición independiente en el idioma español, con invitados de México, Argentina, Uruguay, Chile y España, quienes desde sus orillas también están trabajando por la edición independiente en sus países.

Todas las actividades pueden ser consultadas en: https://camlibro.com.co/noviembreindependiente/ 

 

Noviembre Independiente es un evento organizado por la Cámara Colombiana del Libro y el Instituto Distrital de las Artes, Idartes, en alianza con la Asociación Colombiana de Libreros Independientes -ACLI- y que tiene como principal objetivo visibilizar el trabajo y la oferta de los editores y libreros independientes en el país.


Jairo Andrade y su terror digital

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El autor caleño Jairo Andrade, con su más reciente obra titulada Enemigos imaginarios, le da otra vuelta de tuercas a los temores contemporáneos asociados a los avances tecnológicos.


Por: Jesús Ovallos

Alguna vez durante su lúcida existencia, Jorge Luis Borges planteó que absolutamente todo estaba escrito ya, y que cada nueva obra constituía una revisita a los conflictos clásicos. Pues bien, la era digital nos ha acercado a temores que a principios de siglo parecían muy lejanos aún, y se han expandido las posibilidades narrativas de nuestra época. El autor caleño Jairo Andrade, con su más reciente obra titulada Enemigos imaginarios, le da otra vuelta de tuercas a los temores contemporáneos asociados a los avances tecnológicos.

Publicado por la joven e interesante Editorial Resplandor, Enemigos imaginarios consiste en nueve relatos cercanos al Cyberpunk en los que la tecnología y el lenguaje rompen las barreras de la realidad. La ciencia ficción y el terror se amalgaman para acercarse al terreno fantástico de la mano de una prosa ágil y arriesgada. Entre sus páginas hallaremos un orangután que funge como investigador privado, un psiquiatra a quien le obsequian la cabeza encogida de un escritor tutelar, la lucha de un hombre contra una infestación de cucarachas, un sádico cineasta frustrado que planea una venganza espectacular, dos amigas que conversan virtualmente y se enfrentan a una extraña amenaza cibernética, una empleada enamorada de su excéntrico jefe y dispuesta a secundarlo en sus pretensiones, un niño que se prepara para representar a caperucita roja y un lector asiduo de Hemingwayque conoce a un extraño semejante. Estos personajes y temáticas, atravesados por tecnologías que hacen posible casi cualquier cosa, se enmarañan e interactúan para formar un entretenido sistema literario que da pocas treguas al lector.

En su primer relato, El comisionado naranja, hallamos más interrogantes que respuestas. Se trata de una historia cercana al género negro que siembra las raíces del libro presentando elementos de su universo, como animales que han adquirido la capacidad de comunicarse con los humanos, que además han roto las barreras del espacio-tiempo y se mueven a su antojo entre el laberinto cósmico. También conoceremos El Instituto, una entidad casi omnipotente que busca desentrañar el universo a través del lenguaje y la tecnología, y que ha hecho posibles muchos de los elementos fantásticos del libro. Al adentrarnos en sus páginas, nos encontraremos al doctor Mora, una de las cabezas del dichoso organismo, y cuya búsqueda por revelar los misterios de la existencia lo involucran en situaciones oscuras e intrigantes. El doctor Mora, por supuesto, es una clara referencia al Doctor Moreau de H.G. Wells, pues entre los experimentos y logros del instituto se cuenta el dotar a los animales de capacidades humanas y hasta meta-humanas. En el doctor Mora vemos a un Ubermensch, capaz de lograr todo y sin más limitantes éticos o morales que los autoimpuestos, pero que a pesar de ello debe enfrentarse a las consecuencias de sus actos.


 A Jairo Andrade lo secunda su mirada acuciosa, desde la que fabula una cotidianidad asediada por anomalías digitales, así como su extraordinario talento narrativo.


Más allá de los elementos tecnológicos que la componen, delimitar Enemigos imaginariosentre la ciencia ficción sería recortar el verdadero alcance de la exploración literaria y humana de Jairo Andrade, y para ahondar un poco me serviré del campo audiovisual para establecer puntos comparativos. Aunque la ambientación de la obra tenga elementos en común con producciones como Black Mirror, como la presencia de algún elemento tecnológico excepcional en un contexto espacial contemporáneo, la ágil y arriesgada tendencia al terror de Enemigos imaginarios la hace más cercana a otra serie: Love, death and robots. Incluso, creo no equivocarme al afirmar que la propuesta de Andrade puede enmarcarse entre algo que bien podría llamarse Terror Digital. Sobre el estilo del autor, afirma Andrés Mauricio Muñoz: «A Jairo Andrade lo secunda su mirada acuciosa, desde la que fabula una cotidianidad asediada por anomalías digitales, así como su extraordinario talento narrativo».

En el libro predomina la narración en primera persona, con la notable excepción del cuento El instituto del instinto, que nos hace testigos de una conversación por vía de mensajes de chat. Esto es un elemento interesante si se tiene en cuenta que refuerza en el lector la noción de ser un intruso en historias en las que la privacidad es un concepto muy ajeno a las vivencias de los personajes, esto debido a la capacidad de algunos de ellos de aparecer en cualquier parte, ir y venir entre el pasado, el futuro, e incluso entre las otras historias que componen el libro.

Hace poco, en franca charla con un escritor amigo, hablamos de cómo los buenos libros parecen inagotables. No me atreveré a decir que Enemigos imaginarios sea uno de estos libros, pero sí es posible decir que cada repaso a sus historias devela algún misterio agazapado en los entresijos del espacio-tiempo, y volver a sus líneas permitirá comprender mejor ese universo terrorífico digital que Jairo Andrade ha venido construyendo desde sus trabajos anteriores y que encuentran un punto culmen en este libro. Puedo decir que Enemigos imaginarios es un recordatorio de que, aunque ya todo está escrito, aún queda todo por escribir.

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