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El rincón del poeta. La poesía de Valeria Florez

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Exterminio


Por: Valeria Florez
Cali / Colombia


Me quiebro,
como voz sin melodía.
Desaparezco,
como el recuerdo borroso de un sueño.
Las heridas están abiertas,
mi venganza será el olvido.
Mi cuerpo/sangre/aliento/espíritu,
refutarán por siempre,
el exterminio de una esperanza.
Todo aquel que quiera callarme,
deberá alcanzarme,
entre las sombras del cielo,
donde las migajas de pan son frutos
y la guerra tan solo un mito.
Si me encuentran,
no me llamen por mi nombre,
déjenme ser delirio,
perdónenme siquiera,
mis intentos fallidos de existir.

Biografía


Valeria Florez

Su primer llanto brotó en 1999 en la ciudad de Medellín, descubrió los quiebres de la vida frente al mar de Buenaventura; actualmente reside en Cali, estudia Licenciatura en Literatura en la Universidad del Valle. Gestora cultural y mujer en movimiento en contra del femicidio. Creyente de la sensibilidad artística que habita en cada ser vivo. Trabaja con la Red Poética, Revista Liberoamérica y DeColores Univalle. En el 2016 fue ganadora del segundo lugar en la categoría juvenil del XI Concurso Nacional de Poesía de Cali. Publicó en la Antología de Jóvenes Poetas Aforamientos (2018), Editorial Fallidos Editores.


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“Adherí inmediatamente a la dificultad de la escritura de Samuel Beckett”: Dolores Etchecopar, escritora argentina

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Por:Rolando Revagliatti */ Argentina

Dolores Etchecopar nació el 4 de julio de 1956 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Cursó estudios de filosofía en la Universidad de Ginebra (Suiza). Fundó y coordinó los Ciclos “El Pez Que Habla” y “Santo Cielo”. Dirige “Hilos Editora”.  Obtuvo la Faja de Honor de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) en 1989. En 1998 apareció el volumen ensayístico El pensamiento mágico-sagrado de Dolores Etchecopar de Ruth Fernández(Editorial Nueva Generación). Fue incluida, entre otras antologías, en Se miran, se presienten, se desean. El erotismo en la poesía argentina  (con selección y prólogo de Rodolfo Alonso, Ameghino Editora, 1997), “70 poetas argentinos” ((1970-1994) con selección de Antonio Aliberti), Poesía argentina de fin de siglo  (Tomo IV, Editorial Vinciguerra), Unidad variable, Bolivia-Argentina. Poesía actual (con selección de Laura Raquel Martínez, en Bolivia, 2011) y 200 años de poesía argentina  (con selección de Jorge Monteleone, Editorial Alfaguara, 2010). Poemas suyos fueron traducidos al francés, inglés y portugués. Entre 1982 y 2010 publicó los poemarios Su voz en la mía, La tañedora, El atavío, Notas salvajes, Canción del precipicio (1989-1993) y El comienzo. La Editorial Ruinas Circulares dio a conocer en 2012 una antología de su poesía: Oscuro alfabeto (con selección y prólogo de Enrique Solinas).

— La condición de diplomático de tu padre produjo, por así decir, que tu infancia y adolescencia transcurrieran en países de Latinoamérica y Europa.
 No quisiera armar una cronología estática porque rehúyo vivir en un tiempo fechado. Pero sí puedo decir que a los dos años viajé a Estocolmo (Suecia) y los aproximadamente dos años vividos allí fueron de los más decisivos de mi vida. Guardo imágenes muy vívidas de la casa, la escalera, del crujido de sus pisos de madera, de Emma Brisa, una yugoslava que me cuidaba, de mi madre que escribía cuentos ilustrados por ella  —yo corría cada mañana a preguntarle cómo seguían—, de la nieve por la que me deslizaba con un trineo y del bosque que se veía desde la ventana. Cuando escribo procuro que las cosas lleguen a mis sentidos como lo hacían en esos días en que eran presencias que maravillaban, libres aún de los significados que opacan la percepción del mundo. Después vinieron años más oscuros. Pasábamos un tiempo en Buenos Aires y volvíamos a partir. Viví el desarraigo, las despedidas, la impronta de lo extraño. Poco recuerdo de mi estadía en Lima. El impacto de México sigue obrando en mí, Bogotá en mi pre-adolescencia también dejó rastros entrañables. Fue importante para mí vivir en otros países latinoamericanos, respiré sus atmósferas, otros colores y otra cadencia del idioma compartido, que también se trasladaron a mi poesía. A los quince años estuve de nuevo en Europa, en Berna (Suiza) y de allí volví a la Argentina donde terminé la escuela secundaria. Luego volví a Suiza, pero esta vez sin mi familia: fui a estudiar filosofía en la Universidad de Ginebra. Me faltaba un año para terminar la carrera cuando volví a Buenos Aires, donde algunos poemas míos comenzaron a salir aquí y allá, en suplementos, revistas, etc.,  y publiqué mi primer libro.

— Tu madre ilustraba sus cuentos y de vos se han reproducido en la Red dibujos a la tinta siendo presentada como artista visual. ¿Expusiste en muestras individuales o colectivas?
Sí, mi madre dibujaba y tejía tapices. Creo que ella me transmitió la poesía sin darse cuenta. Durante mucho tiempo pensé que la poesía me había llegado a través de la gran biblioteca de mi padre que era un lector hedonista y empedernido, pero actualmente intuyo que su transmisión vino por cauces más invisibles que tenían que ver con esa secreta concentración que mi madre dedicaba al dibujo y a los tapices. Y lo advertí al conectarme yo con el dibujo y la pintura, aunque en mi caso es una actividad marginal, puramente lúdica, no ocupa el lugar central que doy a la escritura. No sería serio de mi parte hacer muestras ni ningún gran movimiento hacia el mundo con mis dibujos y pinturas, dado que es algo a lo que no me dedico sino que lo practico esporádicamente por puro gusto, quizá una manera de continuar el secreto materno, mínimas puntadas en las tapas negras de los libros de hilos editora, como figuritas de un pequeño teatro de cartón.   

— Tu padre, Máximo Etchecopar, además de haber publicado el poemario Breve y varia lección, entre otros volúmenes ensayísticos dio a conocer Lugones o la veracidad, Esquema de la Argentina, Con mi generación, El fin del Nuevo Mundo: sobre la independencia de los pueblos americanose Historia de una afición a leer (en la edición de Editorial Universitaria de Buenos Aires, se añade en la tapa: Ortega, nuestro amigo). Y el amigo mentado es el filósofo español José Ortega y Gasset, fallecido un año antes de que vos nacieras. Establezco así mi invitación, Dolores, a que nos hables de tu padre escritor y de lo que a vos te haya llegado de la amistad entre él y Ortega.
Breve y varia lección es un libro de aforismos. Mi padre era un lector fervoroso de poesía pero de su autoría solo editó prosa. Su amistad con Ortega y Gasset representó para él, creo yo, el encuentro más decisivo de su vida. Ortega distinguió la mirada de mi padre en medio de una multitud de personas que habían ido a escuchar una de sus conferencias, y a partir de allí empezó una amistad entrañable. Mi padre era muy joven por entonces, estaba más cerca de los veinte que de los treinta años; salir a caminar con Ortega todos los días que duró su estadía en Buenos Aires, fue una iniciación al pensamiento, a la manera de los discípulos de Sócrates que también pensaban conversando y caminando. En reiteradas oportunidades me volvía a contar la diferencia abismal que él había experimentado entre el acceso fulgurante, instantáneo, al fluir del pensamiento de Ortega, y el de otros intelectuales que tuvo ocasión de frecuentar. Fue un deslumbramiento para él que se prolongó  a lo largo de toda su vida, hizo que  su propio pensamiento diera un giro radical hacia un pensamiento historicista. También Ortega, que era un filósofo que escribía con la elegancia de un literato, reunió en mi padre su afición por la literatura y por la filosofía.


— Algún indicio en Internet me dio a entender que conociste personalmente a la escritora uruguaya Marosa di Giorgio (1932-2004).
Cuando conocí a Marosa, en una lectura que hizo en Buenos Aires, la primera vez que vino, fue un antes y un después. Escucharla fue sentir que se abrían todas juntas las puertas de la poesía, era asistir al sueño despierto de una voz intemporal que se colaba por los poros de la lengua, sin barreras, sin censuras, pura eclosión de la inagotable infancia del lenguaje traída al centro de la escucha por la delicada fiereza hipnótica de Marosa, con quien me crucé pocas veces; me hubiera gustado ir a sus tertulias en la mítica confitería de Montevideo, pero no pudo ser. Apenas la frecuenté, después de los recitales, en algún bar donde ella se mantenía hierática y tersa. Me llegaron sus palabras en una postal cuando leyó un libro que le envié; era sumamente gentil e inasible fuera del círculo encantado de su voz. 

 Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido logrando, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación?
Sí, eso creo. Pasión y entusiasmo me depara la poesía, que también está en cierto cine, en cierto teatro, en algunos cuadros y esculturas, en cierta danza, en cierta música y también en dominios que no son del arte, como en los encuentros que nos dan alegría y nos rescatan de la inmovilidad de nuestras costumbres sentimentales y de pensamiento. Momentos de contemplación de ciertos instantes de un paisaje también son de la poesía. La lectura es una de mis pasiones. Me entusiasman algunos espacios habitados de  las ciudades antiguas, de algunas casas, las librerías de librero, los bares antiguos, algunas calles. Hay objetos que me entusiasman también, por lo que sugieren, marionetas, cajas, fotos, estampas, juguetes antiguos, relojes de arena, lupas, los libros, los lápices y los cuadernos, los diccionarios, los cuentos infantiles ilustrados, etc.

— En la novela El hombre duplicado de José Saramago, me detengo acá: “Eso que cierta literatura perezosa ha llamado durante mucho tiempo silencio elocuente no existe, los silencios elocuentes son sólo palabras que se quedan atravesadas en la garganta, palabras engastadas que no han podido escapar de la angostura de la glotis.” ¿Comentarías, vincularías…?
Dicho así, despectivamente, como lo hace Saramago(no leí El hombre duplicado), “silencios elocuentes” suena a retórico, a falso, y… sí, las palabras se prestan para todo tipo de usos. Pero hay otro silencio, el que habita la poesía, que no es “elocuente”, sino todo lo contrario, un silencio vacío de significado que permite que el poema irradie muchos sentidos, uno o varios en cada lector. Es el silencio que salva al poema del poeta, de los saberes que lo llevan a querer utilizar el poema para informar sobre algo que él ya tiene cocinado de antemano en su mente. Cuando es así el poema resulta un mal poema, uno que nace muerto, porque dice únicamente lo que dice, no abre un espacio radiante, necesario para la comunión entre un poema y su lector. El silencio es tan intrínseco y necesario al poema como las palabras. El silencio del poema nos garantiza que estamos siendo invitados al misterio del mundo, a contactar con aquello que abisma el lenguaje y nos deja sin habla pero en comunión con el misterio en el que estamos inmersos.

— ¿Con qué autores —de renombre— “no te pasa nada”? Y por extensión, ¿con qué directores cinematográficos, con qué artistas plásticos?
Es aventurado proclamar de una vez por todas con qué autores de renombre “no me pasa nada”. Me ha sucedido que en ciertas etapas no me decían nada determinados autores que más tarde sí me hablaron, porque yo estaba preparada para escucharlos. Hay otros autores que ni siquiera llegué a leer porque imaginé que no me pasaría nada con ellos. Puedo decir que en términos generales no me pasa nada con los autores en los que predomina una intención didáctica, una militancia exterior a la escritura, con los moralistas, con los que hacen de la trivialidad auto-referencial una cruzada anti-lírica, con muchos narradores que no ocasionan una experiencia de la escritura misma, que solo apuestan a lo argumental. Resulta más fácil nombrar a artistas destacados de otros campos: no me pasa casi nada con pintores como Fernando Botero, Dalí, cierto Picasso, Marinetti y otros pintores futuristas; los directores de cine Greenaway y Chabroltampoco me han interesado, para nombrar dos representantes del cine de autor que es el que prefiero.


— ¿Qué opinás del pasado?
¡Qué enorme pregunta! ¿Cómo contestar a eso? No tengo una vivencia estática del pasado, como si fuera un lugar de escenas cristalizadas en el tiempo, sino como algo que se mueve conmigo, que cambia y se actualiza según lo que voy pudiendo destilar. No me llama volver al pasado si éste no modifica mi presente y se modifica en él. Creo que todos los tiempos confluyen en el presente que es donde operamos, vivimos, escribimos…; lo que no sigue sucediendo con nosotros son interpretaciones que inmovilizan nuestras almas.

¿Rol que cumple la literatura en la actualidad?
Yo diferencio literatura de poesía, y prefiero hablar de esta última. El rol de la poesía en el mundo actual sigue siendo despertar al lenguaje que nos atraviesa día a día, lastrado y opacado por los discursos de los poderes dominantes que capturan nuestro espíritu, nuestras emociones y nuestro pensamiento, esterilizando la soledad de cada ser humano. La poesía nos recuerda que nada nos pertenece, que somos vulnerables a lo inconmensurable, que pretender apoderarnos de los significados nos empobrece y nos aísla, que hay un hambre que es del alma, que somos creadores de mundos, que cada uno de nosotros es impar, único, por eso la voz para llegar a otro tiene que volverse singular, para no quedar presa en la jaula del ego. La poesía requiere de lectores dispuestos a una entrega activa, a salirse de las velocidades alienantes del sistema para experimentar otra duración, otra percepción del mundo.

— Jorge Luis Borges en su prólogo a la Antología Poética de Leopoldo Lugones afirma: “La presencia de Hugo es evidente en ‘Las Montañas del Oro’; la de Albert Samain, poeta menor, en ‘Los crepúsculos del jardín’; la de Laforgue, en el ‘Lunario sentimental’”. Y más adelante sigue: “Dos altos poetas americanos, Ramón López Velarde y Ezequiel Martínez Estrada, heredaron y trabajaron su estilo [el de Lugones], más afín a ellos que a él.”¿Qué presencias o herencias dirías que pudieran advertirse en tu poética?
Tuve muchas influenciasa lo largo de mi vida. Rimbaud, Federico García Lorca, César Vallejo, Jacobo Fijman, Héctor Viel Temperley, Paul Celan, Ungaretti, Michaux, Francisco Madariaga, Mark Strand, para nombrar solo a algunos de ellos (a los que sumaría influencias de otros lenguajes, como el cine de Andréi Tarkovski y el teatro de Tadeuz Kantor). No sé si la presencia de estos poetas puede registrarse en mis poemas en un sentido tan taxativo como lo plantea Borges para los autores que destaca, pero en ellos ciertamente encontré revelaciones fulgurantes y propiciatorias para escribir.

“Obras narrativas”, “Ejercicios estilísticos”, “Modelos de orquestación literaria”, “Literatura sincopada y ‘pura’”, son expresiones con las que a veces se definen o presentan ciertos textos de, por ejemplo, Peter Weiss y Samuel Beckett. ¿Algún comentario?...
No leo mucho este tipo de crítica literaria, en la que pululan términos y conceptos de la índole de los mencionados en la pregunta. De Peter Weiss solo vi la magnífica versión cinematográfica que hizo Peter Brook de su obra sobre la representación de la muerte de Marat. La lectura de Beckett, su escritura críptica, siempre me resultó profundamente atractiva y movilizadora, adherí inmediatamente a la dificultad de su escritura, me resisto a encerrar en categorías académicas la experiencia única y renovada que me deparan sus textos. 


Rolando Revagliatti *. Escritor argentino. 


Reseña del libro Metástasis

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Tamarit teje una verdad indiscutible, su verdad: el poema en sí mismo

Luis Tamarit. Foto: Cortesía

Por: José Antonio Santano*

Los libros se amontonan sobre la mesa por días. A veces desearía reseñar cada uno de esos libros con tan solo la mirada, pero eso, como es lógico, no es posible. El libro necesita un cuidado especial, hay que sentir su piel acartonada sobre las manos, leer atentamente cada una de sus páginas, de sus versos y abstraerse en su mundo de signos y palabras, en su lenguaje hasta casi desfallecer.

Solo la pasión por la lectura es la clave para luego analizar todos y cada uno de los aspectos que contienen ese objeto extraordinario que es el libro. En él todo es importante: prólogo, epílogo, encuadernación, portada y contraportada, color, tipo de letra, etc, etc.

Entre esos libros de culto, o al menos así me lo parece, habría que considerar Metástasis I, del poeta Luis Tamarit (Puçol, Valencia, 1961). Ya desde las primeras páginas del libro, su prologuista, la también poeta argentina Mercedes Roffé nos advierte de la posible reserva que su título pueda producir en el lector.

La palabra en sí misma es un llamamiento al acabamiento, lo terminal, el miedo que deriva de su pronunciamiento, a la agria realidad que vaticina: la muerte. Sin embargo, esta Metástasis I, propuesta poética de Tamarit, es mucho más que todo eso, porque se adentra en el proceso de culminación de la obra literaria, basada en un lenguaje preciso, de filigrana, tal que uno parece ascender a un territorio cielo tan apasionadamente desconocido y misterioso que no dejará de crecer aun después de su lectura pausada, incluso discontinua, capaz de producir un ensimismamiento del pensamiento, de la idea poética que dejará una huella imborrable.

Es la poesía de Tamarit un oasis entre tanta vacua versificación y tanto pseudopoeta que campa por doquier. La palabra como remanso de profunda reflexión, como si el poeta ejerciera de imán del tiempo y el espacio necesarios para construir un discurso tan novedoso como inteligente, un corpus único que trasciende la propia existencia del poeta.

Tamarit teje una verdad indiscutible, su verdad: el poema en sí mismo. Abre las puertas de la razón y el conocimiento, se abisma en el alma de las cosas hasta atrapar la esencial palabra, el verbo que defina su poética incorruptible. Motivo de su expresión poética es la observación del mundo que le rodea, de las palabras que nacen y crecen y se precipitan a no se sabe dónde; es todo su bagaje puesto a disposición de la comunicación y consumación del lenguaje para crear otras formas de expresión, otro universo capaz de alterar, de alterarnos, propiciando una nueva concepción de la vida a partir de la palabra, las palabras. 

Metástasis I es la primera entrega de un proyecto que contendrá diez volúmenes (Metástasis II, en breve verá la luz); cada libro contiene 100 poemas y el primero del libro siguiente y todos formando un único ser. La estructura poemática es muy parecida en estas 101 composiciones, de tal manera que dos de los cinco versos que constituyen el poema se repiten en su enunciado inicial pero concluyen con resultado reflexivo desigual. Sirva como ejemplo este poema que aúna soledad y silencio, la luz y las sombras de lo humano:

«A pesar de todos los pesares cavar y seguir  
cavando una tumba sin manos
Escuchar el sonido de la ebriedad retumbando dentro
 Escuchar el sonido del silencio soledad adentro
Permanecer andando permanecer humano».

Luis Tamarit halla el verdadero camino de su yo poético y lo sitúa atemporal sobre la esencialidad del lenguaje, trabaja su interconexión con otros universos hasta conseguir que la luz de la palabra escrita refulja diamantina y libre. Es como si el poeta se dejara llevar por la corriente de un caudaloso río, aun a sabiendas que el peligro acecha en su trayecto hasta desembocar en las azules aguas marinas.

Metástasis I es un libro complejo, donde el pensamiento puebla cada uno de los versos que lo componen, y en su propia independencia lo aforístico también.La razón no es otra que la transfiguración de lo cotidiano hasta convertirlo en parte indisoluble de la creación propia del poema, el poema en sí mismo como única raíz, el origen del ser todo:

«El verdadero poema camina por la muerte en volver la vista
atrás sin tregua ni descanso
 Tarde o temprano convierte todo acontecer en un ahora
Entre el carbón y la ceniza permanece cantando
Entre el carbón y la ceniza pertenece andando».

Obsérvese cómo provoca la ruptura del verso, como si en su orfandad creciera otro ser distinto. «En esa composición estrófica…cobra una significación extrema el intervalo, es decir, lo que no vemos, lo que no se ha escrito…”, escribe en el epílogo Alejandro Céspedes. Es lo que yo llamo “los silencios” tan extraordinariamente necesarios en todo poeta que se precie, porque en ellos toma fuerza la esencialidad del discurso, en lo que no se dice, sino que se silencia, sea con rupturas, espacios u otros signos de puntuación. La palabra en su esencia más pura vive y muere en el poema, y el silencio se hace música:

«Cada dolor disperso en el devenir es lo único que de verdad
nos pertenece
Lo visible llama a lo invisible la luz a la oscuridad
Lo audible a lo no audible el silencio a la música
Tal vez no puedas aceptar la visión sin la muerte».

Así es la poesía de Luis Tamarit: silencio al límite.

Metástasis I es un libro complejo, donde el pensamiento puebla cada uno de los versos que lo componen, y en su propia independencia lo aforístico también.

 Título:Metástasis I              
 Autor: Luis Tamarit
 Editorial: Olifante (Tarazona, 2017)   

*José antonio Santano. Poeta y crítico español.


Una aproximación a la novela "Doble travesía" de la escritora colombiana Lilia Gutiérrez Riveros

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La escritora colombiana Lilia Gutiérrez Riveros es una de las invitadas al XIII Encuentro Internacional de Escritoras de Marruecos 2018, donde presentará su novela Doble travesíaEl evento se realizará el 26 de octubre en el Instituto Cervantes de Tetuán entre las 17h y las 19h  en un acto en el que participarán autoras que representan a Iberoamérica y Medio Oriente.


Foto: Cortesía.
Por: Alonso Quintín Gutiérrez

Entre Melandra y el Valle de Uxmal

¡Cómo no arriesgar una palabra en las penumbras de un país que de tanto pensarlo se volvió humo y ceniza! ¡Alucinación de una quemante desmesura! Doble Travesía, es una incursión de “siete días, siete noches, siete instantes de eternidad pasos agigantados, repetidos y sensaciones que se desgranan, igual que los dilemas cuando la vida se pone a prueba…” (Capítulo 1. Hallar el camino). Es el asedio de un caminante a sus propias convicciones. A sus cavilaciones sobre la Cordillera Oriental, donde, los ejércitos de Bolívar blandieron la palabra libertad y el heroísmo de Custodio García Rovira, envolvió su cuerpo bajo un manto de gloria y sacrificio. Allí el preludio de una nueva emancipación parece precipitarse entre la contradicción, el desastre y los escombros de lo que pudo ser una gran sublevación continental. Mas, en la miseria se pulen lo ideales y lo que una vez fue certeza y bravura, se convirtió en linaje de escorpiones.

Doble travesía, es un encuentro con la intangible soledad de una patria asolada por el miedo, en un territorio que evoca las cumbres del “Alto de los rayos” y los riscos por donde viajan las borrascas y los sufrimientos, al río nevado en “Macharé”, pueblo inventado por los vientos y las risas del Mohán.

Samuel, el ponderado caminante, que persiste en hallar a sus padres, a pesar de la presencia de grupos armados y los campos minados. “A lo lejos, palpando la montaña, las nubes retocaban esculturas con distintas tonalidades” (P.25) y tras esa insistencia, florecen los recuerdos, su Aisha, la joven de las cercanías de Xian, que le enseñó los valles eternos más allá de la gran muralla, la figura  del gran maestro, el  Lama Niu y claro, el doctor Chez. Su mente enfebrecida por el viaje se desdobla mitigando la soledad. Algo que la ciencia no explica y la intuición interpreta como nudos de verdad. Así podrá visualizar escenas inauditas, de secuestrados, mosalvetes y malvados a punto de claudicar. Al final no sabemos si, la narración quiere ser fiel a una realidad nacional o exaltar la belleza del paisaje ebrio de azulejos, comadrejas, guiches y guirnaldas. “-Te llamaré el Valle de Uxmal, en memoria de la ciudad de la abundancia”, se dirá en sus pensamientos.    

Y del roble rosado, brotó la joven Melandra, de increíble belleza, quien al caminar no tocaba el suelo. “Y vio Samuel el viento atravesar los espacios, las nubes blancas, rojas, amarillas y las tonalidades grises. Saltó el odio sacando los colmillos, las garras; salpicó los montes y las quebradas. Muchos seres fueron pisoteados: humanos, vegetales, animales, mortales e inmortales, sacudidos e impregnados. La furia subía con sus alas de metal, rodaba por montes y ciudades, se metía en el espíritu del aire, invadía los lugares, los pulmones, las arterias, las piedras. Empinaba el dolor hasta alcanzar  el alma de los pequeños y los grandes (P-125) Melandra, entretanto tejía y destejía el manto de la realidad en el pensamiento de Samuel, poblándolo de delicias y encantos, en esa instancia parecida a la mansión de los sueños.


¿De dónde surge esta mezcla de realidad y de ficción que parece jugar con el lector en una eterna adivinanza de pesares y azahares? Dice Michel Faucault que “lo dioses envían las desdichas a los mortales para que las cuenten; pero los mortales las cuentas para que las desdichas nunca lleguen a su fin y que su cumplimiento se sustraiga en la lejanía de las palabras, allí donde estas no quieren callarse, cesarán al fin” (Del lenguaje  y la literatura P. 144). Aquí las palabras parecen sustraerse a su real significado, como si no quisieran pertenecer al relato. Como si de por si significaran otras cosas. Algo que el lector debe adivinar en su inocencia  o su perversidad. ¿Busca en realidad, Samuel a sus padres en los desfiladeros de las altas montañas de García Rovira, o en forma deliberada se adentra en la lozanía del paisaje,  para ver la muerte en los rostros de los torturados como una forma de prolongar las desdichas que jamás se contarán, porque no alcanzan las palabras? La autora nos precipita al abismo del pensar. Solo que no podemos pensar sin palabras y sin embargo el aniquilamiento del relato, parece mecerse en la prosodia de la imaginación, donde la narración vuelve a comenzar con inusitada insistencia. Así el lector no podrá librarse de una historia que no termina de empezar, tal vez porque surgió del inconsciente colectivo o porque de nada sirve intentar desprenderse de ella.

Doble travesía es una aventura hacia la intensidad de la palabra, tan intensa es que se vuelve reflejo de la cotidianidad, espejo de un espejismo: “Doña Blanca de Quintero, famosa por el mejor amasijo, experta en plumeros, rosquetes y almojábanas, repartió parte del amasijo entre los asistentes. Una de las señoras Figueroa pidió permiso para repartir el masato” (p. 99). Aquí repartir el masato y el amasijo, no es solo el alimento: está ligado a un modo de pensar a una práctica colectiva que en su accionar descifra una comunidad, unas formas vitales y unas formas de construir sociedad. Esas prácticas de vida transformaron una colectividad. Nos dieron una identidad. Y es a través de esa encrucijada con la realidad como Lilia va de la erudición al simple discurrir de la vida. Por eso “No metáis en la cabeza lo que cabe en el bolsillo” nos dice Unamuno. Aquí el pensamiento es “danza, salto, deviación extrema, tensa oscuridad” (Deleuze). Aquí las palabras gesticulan silencios aprendidos en los meandros de múltiples significados.

Lo inefable de la literatura estriba en su audacia para significar y resignificar eso que trazan las palabras en el ostracismo de la realidad. “La literatura es una distancia socavada en el interior del lenguaje… una especie de vibración sin moverse del sitio” (Faucault P. 66)

En Doble travesía, el lenguaje atraviesa el vendaval de la miseria y la grandeza humana: “Samuel sintió el dolor de la tierra abandonada. Los frutos caídos sin boca para alimentar. La tierra estaba herida y sus entrañas violentadas. Una sacudida de la sangre se sincronizaba con algo muy dentro de la tierra, la avalancha de temperaturas cruzaba espacios buscando la salida de un volcán” (p. 152). Es la tarea de escribir para no morir o hablar para no morir, como decía Blanchot. La ardua tarea de decir para asumir después del silencio lo que queda: rumor y queja de la intangible soledad desde la que el escritor debe asumir su rol de intérprete de los dioses. “Dios ha creado las noches que se arman / de sueños y las forma del espejo / para que el hombre sienta que es reflejo / y vanidad…” (Borges Los espejos). En Doble travesía, es la prolongación del lenguaje que se hace humo y ceniza de los acontecimientos, como si estos estuvieran por encima del relato. “Escribo para repetirme hasta el olvido y recordarlo en cada verso/ y porque así el principio y el fin se tornan inagotables” (Luis Alberto Ambrogio, El altar de los dioses). Algo similar ocurre cuando Samuel en su inconciencia, escucha, o le parece escuchar una voz que le dice al oído: “Verás más allá de lo inmediato. Más allá de tu propio espejo. Si decides avanzar en tu evolución has de tener fortaleza” (p. 145). La desaparición del lenguaje a cambio del hombre. La irrupción de lo inesperado, como un aluvión de espejos repetidos. Samuel es aquí el personaje que se inventó así mismo y sin remedio vaga por las laderas de la montaña en busca de su origen,   en el eterno retorno.

La autora incursiona en forma hábil sobre las grandes inquietudes del hombre y tal vez sin quererlo le arrebata la voz al narrador para decir “Cuando un ser humano deja de soñar debe pasar al siguiente plano” (p.152) y en el acento de Anfión: “Pasarán generaciones de aprendizaje antes que la inteligencia humana retire sus servicios al egoísmo”. No es costumbre que los novelistas le arrebaten la voz a los filósofos. Aquí, en la tersa línea del relato, la sabiduría de quien se mueve entre la ciencia y el arte, deja escapar esas pinceladas de humanismo por donde se va todo el planteamiento de la obra, tal vez recordando aquella frase: “Cuando miro el mundo soy pesimista, pero cuando miro la gente soy optimista” (Karl Rogers). La autora en definitiva, nos plantea no un dilema. No. La certeza de un mundo mejor construido desde el interior de cada individuo. De este modo el propio lenguaje es un simulacro. Una aparente visión de eso que el arte determina como inverosímil.

Doble travesía, es el principio y el fin de lo efímero. Lo intangible. Lo intocado, como la niebla de Unamuno. La sugerencia de seres humanos tocados por el despotismo de la verdad. La artera impaciencia de seres inmortales surgidos al azar, por la inconciencia de Samuel o de las plenitudes del valle de Uxal, convertido ahora en declive sobre la cordillera oriental: “Ante al asombro del caminante, Melandra se desdibujaba. Se iba la sonrisa plena y el rostro amado. Las frondas de los árboles envolvían el gesto de Melandra. Se iba, se perdía el amor, la iluminación de Melandra, la vida, la claridad y la verdad”. (P.182)

Es el ritual de la vida y de la muerte. La alucinación entre la realidad y la ficción, como consecuencia de una persistencia en los fuegos de la vida.


En fin Doble travesía, es el resultado de una reflexión profunda sobre el enigma del hombre pugnando por descifrar la oculta realidad que viaja en todo ser bajo la tutela de los dioses. La intrépida faena del escritor dará a luz un nuevo camino.  Algo así como escribir con las tintas de la noche, cuanto debe relatarse al relente de la luz. La escritora sabe inducirnos al mundo de las dudas para dejar el alma en suspenso y volver a comenzar así la Doble travesía, por la que viajará el lector a eso que Reymund Ruselobsesiona en la cima de sus reflexiones: “El azar no es sino una manera de transformar en discurso el improbable encuentro de las palabras” (“Pourquoi réédite-t-on l´oeuvre”? p. 423). Las mismas palabras que en sus rutinas de meditación alcanzaba a tocar las rutilantes escalas del espíritu, Samuel en su obsesión por alcanzar el final de un camino, convertido a la larga en el comienzo de otro, hasta volverse casi en forma indefinida en la Doble travesía.

Título: Doble travesía
Autora: Lilia Gutiérrez Riveros
Editorial. Educar Editores
Páginas: 2017
ISBN: 9789580517207



"La mujer moderna y sus derechos", un sorprendente ensayo feminista, de Carmen de Burgos

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El sello Huso Editorial lanza un acontecimiento de la literatura feminista, se trata del ensayo de Carmen de Burgos considerado antecedente de El segundo sexo de Simone de Beauvoir.

La obra será presentada en Madrid, España.


La mujer moderna y sus derechos, escrito por Carmen de Burgos en 1927, es un ensayo feminista sorprendente por su actualidad y la documentación bibliográfica que aporta para analizar los diferentes tipos de feminismo en el primer tercio del siglo XX. Una obra que arremete contra las teorías científicas, biológicas y psicológicas que afirmaban  la inferioridad de la mujer.

Bajo la edición y presentación de la filósofa Mercedes Gómez Blesa, Huso Editorial continúa con este ensayo el rescate de la obra de Carmen de Burgos(Colombine), de quien en 2016 publicó Ellas o ellos o ellos y ellas, un conjunto de novelas breves de quien es considerada la primera corresponsal española de guerra. En la introducción de La mujer moderna y sus derechos, Gómez Blesa afirma que Carmen de Burgos (1867-1932) fue "Una de las mujeres de la generación del 98 que encarnó, como pocas, el modelo de mujer moderna que luchó por la mejora de la condición femenina. Esta profesora, traductora, narradora, ensayista, periodista y corresponsal de guerra fue una mujer transgresora que rompió con los convencionalismos propios de una joven burguesa, al poner fin a su desgraciado matrimonio, y atreverse a vivir de su propio trabajo y de su pluma".

La mujer moderna y sus derechos es la Biblia del feminismo español y, según palabras de Mercedes Gómez Blesa, "también del europeo y americano, atendiendo a su gran fundamentación teórica y a la diversidad de aspectos sobre los que versa en torno a la historia de las mujeres y a la evolución del movimiento feminista". Es, por tanto, un libro fundacional de la teoría feminista y una obra de referencia. Varios de sus estudiosos han visto en este ensayo de Burgos un anticipo de El segundo sexo (1949) de Simone de Beauvoir, no solo por la coincidencia de puntos de vista desde los que ambas autoras abordan la identidad de las mujeres, sino porque incluso Burgos se adelanta a Beauvoir en la teoría del género como un constructo social y cultural. Si la filósofa francesa apuntaba que «no se nace mujer: llega una a serlo», la escritora española declaraba veinte años antes que:

La mujer es algo más que la hembra, como el hombre es algo más que el macho, desde el momento en que la inteligencia les permite no quedar reducidos al papel de simples reproductores de la especie.

Ambas obras coinciden también en el análisis de las diferentes instancias del saber (filosofía, ciencia y religión) y los distintos mecanismos del sistema para hacer fundamentar y legitimar la supuesta «inferioridad intelectual de la mujer» que discrimina espacios y limita el acceso a la educación y al trabajo del género femenino. La inferioridad no está determinada por la genética, dirán ambas autoras, sino por la falta de formación de las féminas. Muchas mujeres, sin embargo, han interiorizado esta inferioridad y han configurado su identidad como seres dependientes de sus padres, maridos, hermanos o hijos, sin plantearse un proyecto propio de vida. Han desempeñado habitualmente un papel subalterno de esposas, madres e hijas. Burgosy Beauvoir combaten con ahínco esta discriminación, afirmando que la diferenciación biológica de los sexos no legitima la falta de derechos civiles, políticos y laborales de las mujeres. Es hora ya, animarán ambas autoras, de que la mujer inicie su emancipación, reconquiste su identidad y su independencia, y alcance su definitiva «mayoría de edad», en sentido kantiano.

La gran diferencia que existe entre estas dos obras es la difusión que tuvieron. Mientras que El segundo sexo alcanzó fama mundial y consagró a su autora como la gran teórica del feminismo, La mujer moderna y sus derechos fue censurada por Franco, después de la Guerra Civil, e incluida por el nacionalcatolicismo entre las primeras nueve obras de la lista de libros prohibidos. Un siglo de tierra cayó sobre el ensayo libertador de la mujer, sepultándola en el olvido. Esperemos que esta nueva edición crítica vuelva a poner en circulación la aportación de Burgos al feminismo.            

La mujer moderna y sus derechos apareció en 1927, en la editorial Sempere de Valencia y está dedicada a la feminista mexicana Teresa Arizmendi, fundadora de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, que presidió Burgosdesde 1923. La obra se articula en catorce capítulos, de desigual desarrollo y extensión, en los cuales se trata sucesivamente cada uno de los aspectos o perspectivas de la condición femenina.

El diseño de colección es de Roberto Carril Bustamante. La ilustración es una foto retocada digitalmente, que refleja la imagen de los años 20.

Presentación de La mujer moderna y sus derechos en Madrid

Fecha: 6 de octubre
Lugar: Librería La fábrica de Madrid
Hora: 19:00h 
Intervienen: Mercedes Gómez Blesa y la magistrada del Tribunal Constitucional, María Luisa Balaguer.

También se preparan los siguientes conversatorios: en Sevilla con Amparo Rubiales; en la Cátedra Leonor de Guzmán de la Universidad de Córdoba a Cargo de Octavio Salazar y otros en León, Segovia, Salamanca y Astorga.

Carmen de Burgos, Colombine


Periodista, narradora, pedagoga, traductora, ensayista y biógrafa, Carmen de Burgos, conocida como Colombine, nació el 10 de diciembre de 1867 en Almería. Se casó a los 16 años con el periodista Arturo Álvarez Bustosy tras la muerte de tres de sus cuatro hijos y un matrimonio infeliz, se separó de su marido en 1900, año en el que editó su libro Ensayos literarios en su ciudad natal.

En 1901 se trasladó a Madrid y a la par de su trabajo como pedagoga, desarrolló una intensa labor periodística. Escribió para El Globo, El Heraldo de Madrid, La correspondencia de Madrid, El Diario Universal y ABC, siendo en estos dos últimos la primera mujer redactora. Fue asidua escritora de la revista Prometeo, de Ramón Gómez de la Serna. Fundó y dirigió su propia revista Crítica (1908), y desde sus páginas defendió las reivindicaciones judías.

 El 23 de agosto de1909 viajó a Melilla, escribiendo allí las noticias de la guerra entre España y Marruecos, las cuales estaban destinadas al Heraldode Madrid, lo que la destacó como la primera periodista española corresponsal de guerra. En 1906 inauguró en su casa la tertulia «Los miércoles de Colombine», donde conoció a Gómez de la Serna con quien, a partir de 1908, inició una profunda relación amorosa que duró 21 años. En 1907 comenzó a escribir novelas cortas para la publicación del Cuento Semanal y para varias revistas que se dedicaron a la edición de este género, por lo que suma más de un centenar entre novelas cortas y largas. Viajó por Francia, Italia y Suiza, Alemania, así como por los países escandinavos. También visitó Argentina, Cuba y Chile, en 1927.

Junto a su numerosa e importante obra en los diferentes géneros que cultivó, Carmen de Burgos fue una de las intelectuales más respetadas y reconocidas de los primeros años del siglo XX, destacándose por su lucha cotidiana por una sociedad con igualdad de participación para mujeres y hombres; por la promulgación de la Ley del divorcio; por el sufragio universal y en contra de la pena de muerte. Para exigir la inclusión del voto de la mujer, participó en la Cruzada de Mujeres Españolas en 1920. También presidió la Liga Internacional de Mujeres Iberoamericanas e Hispanoamericanas.

Fue militante del PSOE y más tarde del Partido Radical Socialista. Precisamente después de su intervención en una reunión del Círculo Radical Socialista, falleció de un ataque al corazón el 9 de octubre de 1932. Dicen que antes de morir expresó: «Muero contenta porque muero republicana. ¡Viva la República!» Porque para Carmen de Burgos, Colombine, este era el camino para una España moderna.

Mercedes Gómez Blesa

Doctora en Filosofía por la Universidad Complutense, ha centrado sus investigaciones en el ámbito del pensamiento español contemporáneo, dedicando especial atención a la obra de las intelectuales de la II República y, muy especialmente, a la de María Zambrano, autora a la que ha consagrado varios ensayos y de la que ha editado numerosas obras. En 2007 publicó Las intelectuales republicanas: la conquista de la ciudadanía y en 2009, Modernas y vanguardistas. Su último libro, en colaboración con M. Santiago Bolaños, Debes conocerlas (2016), aborda la obra de las filósofas y artistas españolas y europeas más destacadas del siglo XX.  Es patrono de la Fundación María Zambrano y forma parte del grupo de investigadores que están haciendo la edición crítica de las Obras completas de María Zambrano



El rincón del poeta. La poesía de Luis Fernando García Núñez

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Ilustración: Jorge Consuegra (Q.E.P.D.)

Por: Luis Fernando García Núñez
Socorro, Santander, Colombia

Otra vez


Otra vez oyéndolos gritar
sus curiosos nombres,
otra vez pidiendo
y clamando nuestra presencia,
otra vez engaños y condenas.

Tantas veces en el mismo infierno,
tantas en los mismos odios,
en las venganzas y los susurros,
tantas veces en las mismas trampas
y en los mismos lugares.

Otra vez soñando con infinitos,
pidiendo paz y patria,
otra vez, como tantas otras,
estos dueños de la palabra
se hacen inexorables jueces
del esplendor y la justicia.

Señores de la vida y las ganancias
quieren también, ahora,
ser dueños del mañana
y patrones de la libertad.

¡Otra vez nos mienten
y mañana no tendremos pan
ni sueños con el alma!

                          

Biografía            


Luis Fernando García Núñez. Trabajó en el Instituto Caro y Cuervo. Periodista. Profesor de las universidadesNacional, Andes, Externado, Javeriana y del Rosario. Autor de Guía para la elaboración de documentos escritos y Escribir es pensar. Manual de redacción, Memoria, palabra y vida. Coautor de los libros TV Cultura, Competencias comunicativas: escenarios de la comunicación. Editor de Repertorio crítico sobre Gabriel García Márquez; Una visión de América. La obra de Germán Arciniegas desde la perspectiva de sus contemporáneos y Leyendo a Silva. Jefe de redacción de Interacción. Colabora en Le Monde Diplomatique, Libros & Letras, palmiguia.com, El Periódico de Chía.

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Cae sobre mí una sombra, el nuevo libro de la colección “Un libro por centavos”

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Cae sobre mí una sombra de Diana Carolina Sánchez Pinzón es la edición número 149 de la colección “Un libro por centavos” que publica hace 15 años la Decanatura Cultural de la Universidad Externado de Colombia.



En esta antología, que estuvo a cargo de la misma autora, los lectores encontrarán en sus primeras páginas los poemas galardonados en el Concurso del Externado y una selección de versos de su libro: El Escritorio de El Bestiario (2009-2010).

Diana Carolina Sánchez es la ganadora del II Concurso Latinoamericano y XVI Universitario Nacional de Poesía Universidad Externado de Colombia 2003, con su poemario Versículos.

Aquí una muestra de su trabajo:
                     

Rituales del huérfano

(fragmento)

Con gusto sería el niño abandonado en el embarcadero que partió hacia alta mar, el pequeño paje que sigue la alameda cuya frente toca el cielo.
Arthur Rimbaud

…III

Cae sobre mí una sombra. Vacilo entre saludarla y huir. El reloj anuncia la hora del juego.
En mí, repito:
“La sombra no puede jugar a las escondidas.
La sombra no puede jugar a esconderse.”
Me olvido…



Un café en Buenos Aires con el escritor Evelio Rosero

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Nunca quise molestar a nadie con preguntas. El escritor está en sus libros, y basta”


Evelio Rosero. Foto: cortesía

Por: Pablo di Marco */ Argentina/ Especial para Libros & Letras.

En 2015 me invitaron a viajar a Bogotá para hablar de literatura con estudiantes secundarios. Recuerdo que apenas tuve un rato libre huí a la librería Luvina, mi refugio bogotano. Y allí, mientras tomaba una cerveza rodeado de buenos amigos, le pedí al dueño de la librería, el querido Carlos Torres, que me recomendara un libro, que se lo compraría con gusto. Y entonces Carlos, con esa facha tan suya, mitad pirata mitad tipo culto, me dijo: “Tú no comprarás nada. El libro te lo regalaré yo”. Y segundos después tiró encima de mi mesa un ejemplar de Los ejércitos de Evelio Rosero. Esa fue mi lectura durante mi vuelo de regreso. No es necesario que les cuente qué me pareció el libro. Mi deseo de compartir Un café en Buenos Aires con su autor lo dice todo.

Rosero recibió –por votación popular- el IX Premio Nacional de Literatura 2012, que entrega la Fundación Cultural Libros y Letras y su revista literaria

—Intuyo que no es sencillo escribir sobre la violencia colombiana, así como no es sencillo escribir sobre la dictadura argentina, no porque no sean temas ricos sino porque ya se han escrito infinidad de libros sobre ese tema. Sin embargo, su novela Los ejércitos tiene un acercamiento original a esa problemática. ¿Cómo surgió la primera chispa que le permitió desarrollar esa historia?

-La primera “chispa” es puro dolor. El secuestro. Su realidad. Que de un momento a otro salgas a la tienda y no regresas a tu casa. Te secuestraron, sean paras, sea guerrilla, sean los narcos, sea el hampa, te encadenan por el cuello, y eso es pan de cada día. Yo no me había percatado, quiero decir, solo sabía, como todo colombiano. Pero una vez oí el testimonio de una madre porque le secuestraron al hijo. Y me resquebrajé.

—Le haré una confesión: desconfío de los escritores que han publicado más de treinta libros (en realidad desconfío de los que han publicado más de quince, pero no quiero que usted se moleste conmigo y me deje tomando el café solo). ¿Por qué digo esto? Porque una decena de libros debieran sobrar para que un escritor exprima sus obsesiones y brinde su idea del mundo. Sin embargo, usted ronda los treinta libros publicados. Entonces, dígame, Evelio: ¿por qué seguimos escribiendo? ¿Por amor, por costumbre, para escapar de algo?

-Soy autor de doce novelas, en cuarenta años. Y publiqué dos libros de cuento. Si usted incluye como “libros” cada cuento para niños, cada fábula de un párrafo, entonces sí soy autor de treinta libros. Pero le digo, en realidad, soy autor de catorce libros. Los escribí desde que tengo veinte años hasta ahora. Usted desconfíe de los autores que han publicado más de treinta libros. Yo prefiero leerlos primero.

—Buena lección me ha dado con eso de “yo prefiero leerlos primero”. Está en lo cierto. Y a fin de cuentas Victor Hugo escribió más de medio centenar de libros, y ¿cómo negar su grandeza? Cuénteme, Evelio: durante su juventud ha vivido tanto en Paris como en Barcelona. ¿Qué le ha aportado Europa a su vida?

-Mucho. Las calles, los rostros, los olores. Pero si no hubiera ido a Europa estoy seguro que escribía lo mismo, sin variaciones. Ya todo estaba determinado, desde la infancia.

—A más de un escritor (pienso en Vargas Llosa, por ejemplo) esos viajes a Europa les han servido para reconocerse por primera vez como latinoamericanos. ¿Le ha sucedido? ¿O esas ridiculeces nos pasan solo a los que vivimos en Buenos Aires?
Yo no sé si reconocerse como latinoamericano es extrañar el sabor de una sopa, las lentejas de la madre, la voz de los pájaros. Si es así, me reconocí a diario. De resto, ciudadano del mundo. Todos orinamos y nos morimos.

—¿Qué le ha robado la popularidad? ¿Cómo convive con ella?

-No me siento popular. En mi país son populares los ciclistas, los futbolistas, los actores de telenovelas, incluso los políticos, y entre más ladrones más populares, más queridos. El único escritor popular fue García Márquez, ¿quién lo mandó a escribir sus Cien años? Nadie. Y, además, siendo tan débil, tan permeable, tengo fama de huraño, y nadie se me acerca. Mis amigos decidieron no volver a llamarme. A Dios gracias tengo una mujer de mi tierra, y una gata. Con eso me basta para asomarme al papel y seguir con la novela, cada madrugada.


—Conversemos sobre un tema del que no se habla demasiado: la relación entre los escritores y el dinero, de los extraños modos que encuentran los escritores para ganarse la vida. ¿De qué vivía hasta antes de poder ganar algún dinero con los libros? 
-De mis hermanas mayores.

—Tanta sinceridad no es usual. Los escritores adoran inventar historias al estilo Jack Kerouac antes de reconocer que su madre o hermanas les prestó dinero. ¿Qué extraña de aquellos años?

Yo pensaba que yo era el mejor de los mejores.

—La adorable impunidad de la juventud. Después comenzó a trabajar como periodista. ¿Solía entrevistar a escritores?

-Sí.

—¿Quién lo impactó para bien? ¿Quién lo impactó para mal? ¿Qué aprendió de esas entrevistas?

-Entrevisté a Pedro Gómez Valderrama, a Germán Espinosa, buenos escritores. Pero debo admitir que tan pronto los entrevisté me preocupaba solamente “la paga” de las revistas que me encomendaron entrevistarlos. Por “la paga” hice algunos artículos, crónicas, reseñas. Pero no fui periodista a carta cabal. Ganaba concursos, becas, sobrevivía. Mi mujer se esforzaba, mis hermanas protestaban. Cuando era autor de la Agencia Carmen Balcells nunca se me ocurrió pedir a Carmenque me ayudara a buscar una entrevista con Gabo, con Vargas Llosa. Nunca quise molestar a nadie con preguntas. El escritor está en sus libros, y basta.

—No se imagina lo que me gustaría entrevistarlo solo para poder conversar sobre ese personaje fascinante que fue Carmen Balcells. Ya tendremos oportunidad. Ahora vamos con las dos últimas preguntas: alguna vez Vargas Llosa dijo que el día más triste de su vida fue cuando Jean Valjean murió en Los miserables. ¿Cuál fue el día más feliz de su vida, Evelio?

-Cuando Sandra, la niña de la esquina, me dio un beso en la boca, a nuestros seis años.

—Bien podríamos dedicarle esta conversación a Sandra, ¿no cree? Le regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Cuénteme quién sería, a qué bar lo llevaría, y qué pregunta le haría.

-En este momento sería Quevedo, que estoy leyendo sobre su vida. Lo llevaría a la tienda de la esquina, lo llenaría de aguardiente verde. Le pediría que me ayudara a manejar la espada, para posibles duelos. No se me ocurre qué le preguntaría, del puro miedo. Acaso: ¿me sueñas?



*Pablo Hernán Di Marco.

Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor de las novelas Las horas derramadasTríptico del desamparo y Espiral. Colaborador de la editorial Ojo de Poeta y columnista de la revista cultural Libros & Letras.

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Facebook: pablohernan.dimarco
  


El rincón del poeta. La poesía de Alejandra Loreto González

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Por: Alejandra Loreto González Hermosilla
Temuco, Chile


Construyo puentes

Construyo puentes, porque del otro lado parece hermoso. Así como de mí lado también es hermoso.

Construyo puentes, porque quiero, de vez en cuando, saber que puedo volver.


Construyo puentes y cuando los veo y te veo venir, sé sabiendo que vienes por mí. Y cuando nos vemos en la mitad del encuentro comprendo, qué lindo es cruzar el puente todo, todito todo.


Construyo puentes para no caer al río sin fin. Para que no caigas al río sin mí.


Construyo puentes, sí los construí; los construí para ti, también para mí. 



Biografía            


Alejandra González (Chile, 1987). Es investigadora en líneas de comunicación y cultura. Ha creado proyectos educativos de innovación y creatividad utilizando tecnologías. Ha escrito La discapacidad que no incapacitay Macondo y Pelotillehue. Un viaje desde la ciudad imaginaria a la ciudad real.

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Una ambigüedad que aterra. Reseña del libro Una cabeza llena de fantasmas

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La novela del escritor Paul Tremblay se centra en la desintegración de la familia y en cómo reacciona la sociedad al ocurrir dicho fenómeno (el bullying, el morbo, la falta de fraternidad, el fanatismo religioso).



Por: Pablo Concha*

En algún momento de su carrera, el escritor norteamericano Kurt Vonnegut elaboró una serie de diagramas que partían de la premisa de que todas las historias alguna vez contadas podían graficarse a partir de dos ejes, esto para ejemplificar que en la literatura solo había un puñado de temas sobre los que era posible escribir y, en términos generales, todas las obras alguna vez escritas eran únicamente variaciones de esos mismos. Al escritor argentino Jorge Luis Borgestambién le atribuyen haber dicho algo muy parecido. Si aplicamos el postulado de estos grandes de las letras a un género en apariencia tan limitado como el terror, nos damos cuenta de que cualquiera que se embarque en la tarea de escribir una historia de este tipo tiene por delante un gran reto: la tan anhelada “originalidad”, acaso imposible de lograr. El escritor Paul Tremblay lo consigue, saliendo victorioso con su novela Una cabeza llena de fantasmas (A head full of ghosts) de Nocturna Ediciones, ganadora en su natal USA del premio Bram Stoker de Novela en el 2016.

La tarea de Tremblay era difícil, su libro trataba un tema complicado que, por su repetición y falta de originalidad e ingenio a la hora de abordarse, se había vuelto ridículo, manido y absurdo. Algo que producía risa en lugar de miedo (lo peor que puede ocurrir cuando se trata del género de terror). Hablo del tema del exorcismo. Sí, leyeron bien. El libro de Tremblay trata de eso pero, más que centrarse en los aspectos típicos de este tipo de narración (por qué fue poseída la persona, cuándo, quién y cómo, etc.), Una cabeza llena de fantasmas se centra en la desintegración de la familia y en cómo reacciona la sociedad al ocurrir dicho fenómeno (el bullying, el morbo, la falta de fraternidad, el fanatismo religioso).

La historia es la siguiente: una adolescente de 14 años empieza a manifestar un comportamiento anormal y errático que lleva a su familia a sospechar que puede estar poseída. Debido a sus problemas económicos, la familia acepta la oferta de una productora de realityshows para grabarlo todo. Quince años después, una escritora de best sellersentrevista a la hermana pequeña de la chica poseída porque planea escribir un libro sobre lo que de verdad aconteció. A medida que ella rememora los hechos, va desgranándose una impactante historia que plantea interrogantes sobre la memoria y la realidad.

Ahora, lo interesante y donde Tremblay se juega parte de su apuesta por la originalidad es en la elección del narrador de su historia: la hermana menor de la chica poseída, que tenía ocho años en el momento de los sucesos. Y cuando digo que el autor “se la juega” es porque usa una de las figuras más difusas y difíciles de utilizar en la literatura, y es nada menos que el narrador poco confiable o unreliable narrator en inglés (donde suena mejor).

La hermanita, Meredith Barret, a sus tiernos ocho años, entendía muy poco del mundo y de lo que le estaba sucediendo a su hermana mayor y a su familia; sus padres, de más está decir, no le explicaban gran cosa por temor a perturbarla. Por ende, lo que ella recuerda de lo que en realidad pasó se encuentra “alterado” y distorsionado no solo por el transcurrir del tiempo sino también por la carencia de una arqueología psicológica básica en el momento de desarrollarse los acontecimientos. La Meredith Barret adulta (23 años), admite ante la escritora de best sellers que: “Mis recuerdos se confunden con mis pesadillas, con las extrapolaciones, con las sesgadas crónicas orales de abuelos, abuelas, tías y tíos, además de con todas las leyendas urbanas y las mentiras propagadas a través de los medios de comunicación, la cultura popular, y el poco menos que incesante aluvión de páginas web/blogs/canales de You Tube dedicados al programa. Todo eso, en definitiva, contribuye a embrollar irremediablemente lo que sabía entonces y lo que sé ahora.” Para colmo, su psique ha tenido que interiorizar el reality La Posesión (poco menos que un circo mediático), en donde muchas cosas fueron ligeramente “cambiadas” o no del todo ajustadas a la realidad de lo que estaban viviendo.


La narración en primera persona de Meredith Barret aparece intercalada con las entradas de un blog dedicado al género del terror donde se disecciona episodio por episodio el reality La Posesión y se deja de manifiesto las influencias de todos los libros, películas y series que han tratado el tema con anterioridad. Estas entradas al blog son bastantes divertidas, eruditas y dejan ver como el tema del exorcismo es algo trillado y estrafalario en la cultura popular actual. Tremblayconoce bien las expectativas de sus lectores y juega con eso (aparte de rendir homenaje a sus maestros); otro punto a su favor.

Con estos elementos, Paul Tremblay narra Una cabeza llena de fantasmas (un título idóneo y perfecto), una novela sobre un exorcismo donde lo que menos importa e impacta es el exorcismo en sí, sino lo que ocurre alrededor y las consecuencias emocionales que acarrea para los miembros de la familia. El libro logra producir auténtico miedo en algunos pasajes, literalmente dejando los pelos de punta por las implicaciones de lo que narra. La pérdida de la inocencia de un niño en circunstancias tan macabras nunca es fácil. Con todo esto en marcha, Tremblay nos conduce a un final donde el texto casi que explota en nuestras manos, reservando un golpe y sorpresa final que deja a más de un lector mareado, tragando saliva y sosteniéndose la cabeza. El giro que nadie se espera, el puñetazo imprevisto en el estómago que nos deja doblados por la mitad, luchando por respirar.

Una cabeza llena de fantasmas triunfa al presentarnos una variación original y muy interesante de una historia que ya conocemos (el que no se haya leído El Exorcista de William Peter Blattyseguramente habrá visto la película de William Friedkin) y que la cultura popular había dejado marchitar con narraciones tontas y pobremente escritas. Paul Tremblay, ya con un importante premio Bram Stoker en la mano, se va afianzando en ese nicho tan reducido (pero codiciado y envidiado) de los buenos escritores de ese género no siempre enaltecido del terror. Le auguramos muchas buenas historias por venir. Cheers.


*Pablo Concha

es un escritor colombiano, autor del libro de cuentos de terror Otra Luz (El Bando Creativo, 2017).

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Twitter: @scarypablo 
AGRAMAS: LA TESIS 

Ediciones El Silencio publica antología que reúne a 30 escritores vallecaucanos

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En el marco de la próxima Feria Internacional del Libro de Cali, que se realizará del 18 al 28 de Octubre, la editorial presentará Voces: antología de cuentos contemporáneos del Valle del Cauca.



Las historias de dos generaciones de escritores se dan cita en esta Antología, en ella se recogen los cuentos de autores de larga trayectoria y reconocimiento como Julio Cesar Londoño o Fabio Martínez; junto a otros como Santiago Quinta, autor contemporáneo a Andrés Caicedo y William Ospina, quien cuenta con una nutrida obra sin publicar; o como Daniel Collazos, un joven escritor y estudiante universitario.

En palabras de su compilador, el escritor caleño Gustavo Bueno Rojas, “en esta Antología se reúnen las voces de quienes han hecho de este oficio parte de su vida y otras que pretenden hacerlo, las voces de quienes abrieron un camino y las de otros que lo empiezan a recorrer. Son miradas diversas, formas narrativas distintas, que convergen en una exploración íntima en los sentimientos y sensaciones de los personajes.”

Los cuentos seleccionados en Voces proponen una nueva mirada que va más allá de Cali y sus alrededores y se centra en narrar la condición humana, una forma de universalizar la ciudad e ir más allá de las típicas calles, el río o las montañas. El lector se encontrará con dramas humanos, casi reales, personajes diversos con historias descarnadas y descantadas del mundo en el que debieron vivir.

Esta Antología, que se presentará el próximo 19 de octubre en la Feria Internacional del Libro de Cali con los escritoresIsabel Salasy Daniel Collazos, es una muestra de la gran cantidad de voces potentes del Valle del Cauca, escritores con historias muy íntimas que ahondan en los dilemas del mundo actual.

Compartimos un fragamneto de dos de los cuentos que hacen parte de la Antología:

La lámpara

Julio César Londoño

Este era un pintor que tenía la Lámpara de Aladino pero no lo sabía. La había comprado en un mercado de artesanías por una bicoca. Era una jarra de cobre amarillo de cuyo cuello colgaba un sello roto. El hombre amaba los cachivaches, los compraba por docenas y los amontonaba en los bordes de los anaqueles de la biblioteca, pero los maldecía cuando le estorbaban para sacar algún libro. Y fue sacando uno que tumbó la Lámpara y al
instante salió de ella el gaseoso Genio.

—Ordena, amo –dijo con lacónica pereza el Genio, calculando que la retórica persa habría ya pasado de moda y que esas palabras bastaban tratándose de un hombre que poseía una biblioteca.
El pintor se sobresaltó, claro, pero más por lo sorpresivo del hecho que por el hecho en sí. A los artistas no los sorprenden los sucesos extraordinarios; es la realidad la que siempre los toma desprevenidos.

—¿Eres el famoso Genio de Aladino? preguntó. ¿Es verdad que te creó Galland, el francés, y no el brahmán leproso, ni los confabulatores nocturni de Mesopotamia, ni la meretriz árabe, ni los compiladores alejandrinos, ni un almoacín del Islam?

—Aladino fue sólo uno de los tantos hombres a quienes les he realizado sus más caros sueños. En cuanto a lo otro, hombrecito el Genio estaba visiblemente fastidiado, debo recordarte que somos las deidades quienes creamos a los franceses, a los brahmanes, a los fabuladores, a las meretrices, a los almoacines ¡y a los pintores!

El pintor comprendió que había metido la pata con tan magnífico gas.



Zumbido

Isabel Cristina Salas

I
De un golpe abrió la puerta. Hacía días había dañado la cerradura. Se tendió sobre la cama intentando abarcarla toda. Un ligero pero perturbador zumbido le perforaba el cerebro.

―¿Ya va comer? ―preguntó su madre desde el piso de abajo.

Silencio.

―Vea, ¿que si va a comer? ―repitió.

―No quiero ―respondió mientras arrojaba sus zapatos bajo la cama.

Se dirigía hacia el baño cuando notó que alguien lo miraba. Se detuvo en seco, por un momento creyó estar en peligro. Devolvió su mirada a aquel que lo amenazaba y se encontró consigo mismo. Un espejo reflejaba su propio rostro. Detalló sus facciones, notó que estaba más viejo, que sus poros estaban más abiertos, su boca más cuarteada, sus ojeras más oscuras…

―Por eso esta tan flaco, no, no, coma, ahí le dejo servido ― gruñó la madre de nuevo.

Diego continuó su camino dejando a su paso la camisa y el jean que traía puesto. Bajo el agua fría el zumbido se hizo más intenso. El chorro, duro y constante, se aliaba con aquel sonido penetrante. Era un zumbido agudo y repetitivo, lo sentía salir por cada uno de sus poros, sentía cómo se instalaba en su cabeza, cómo dilataba sus pupilas, tensionaba su mandíbula… Deshacía sus oídos.







El rincón del poeta. La poesía de Salvador Alcántar

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Por: Salvador Alcántar
México

La chica y la lluvia

Está la chica a la que se lleva la lluvia.
Sus pasos van por acera lavada
por la orina de las nubes.
Es el relámpago quien le llama a la huida.
Camina rápidamente. Su ritmo es chipi chip;
ya no sé si son las gotas o sus zapatos.
El viento prepara lo que la lluvia moja,
tal como el roce prepara el sexo.
También el viento le abre camino a ella
con hojas voladas y basura de remolino.
La calle es tan lago como lo fue hace ochocientos años
y ella es ondina capitalina deslizándose.
Hay un toque en la lluvia que estremece a todos
es la sorpresa de la piel húmeda,
de un lúbrico baño a la vista del mundo.
Tal vez, por eso, la chica se va con la lluvia
para sentirse húmeda y observada,
líquida y fluyente.

Biografía

Salvador Alcántar. Guadalajara, Jalisco, México. 1983. Abogado. Amante de los libros y la Internet. Wikipedista.


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Homenaje al escritor Roberto Burgos Cantor (1948-2018)

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“Observo que las narraciones de estos días, como la vida, pierden con prontitud el centro”


Foto: Ministerio de Cultura

Por: Libros y Letras/ Bogotá.

Fueron muchos los encuentros que Libros & Letras sostuvo con el escritor Roberto Burgos Cantor. Algunas páginas de nuestra revista estuvieron dedicadas al autor cartagenero que partió este 16 de octubre a los 70 años de edad.

Burgos Cantor deja un enorme legado en la literatura colombiana, a la que dedicó gran parte su vida. Su primer libro de cuentos publicado fue Lo amador (1980), al que le siguieron De gozos y desvelos (1987, Quiero es cantar (1998), Una siempre es la misma (2009), El secreto de Alicia(2013).

Recientemente había publicado Ver lo que veo (2017), obra con la que se hizo merecedor del Premio Nacional de Novela.  También fue autor de El patio de los vientos perdidos, La ceiba de la memoria y El médico del emperador y su hermano, Ese silencio, entre otras novelas.

Asimismo obtuvo el Premio Jorge Gaitán Durán y el Premio de Narrativa José María Arguedas de Casa de las Américas.

Aunque hoy, con una enorme tristeza debemos decirle adiós a Roberto Burgos, también le agradecemos por habernos permitido imaginar el mundo a través de cada página de sus libros. Y queremos recordarlo con algunas conversaciones que sostuvimos sobre su pasión por el cuento, sus inicios en la literatura, su manera de crear historias, los autores que lo inspiraron, los personajes de los que se enamoró, su mirada sobre la literatura latinoamericana, la nostalgia por su cálida Cartagena, entre muchos otros temas de los que opinó.

Una rosa roja en su tumba.

- ¿Le gusta más vivir en el silencio o a veces es buena la bulla? 
Yo combino bulla y silencio como en el documental de Pablo Burgos. Hay ruidos que conducen al silencio. 

- ¿Cómo surgió la primera imagen de su libro Ese silencio
- Alguien me contaba la última vez que vio al hombre con quien se había amado hacía muchos años. Fue un ver sin verse. 

- ¿Cuál es el tema central del libro? 
- Observo que las narraciones de estos días, como la vida, pierden con prontitud el centro. Son más como un laberinto de opciones, en todos los senderos te sientes perdido pero se camina. En Ese silencio están el infierno y el amor, la redención y la conciencia. Y narrar para saberse. 

-¿En dónde o en qué radica la fascinación del cuento?
El cuento es un pariente muy cercano de la poesía. Su orden cerrado, sus hallazgos repentinos, las revelaciones de una intuición capaz de dar cuenta de lo innombrable, son elementos que se conjugan para potenciar su capacidad de seducir, encantar, fascinar. Es probable que en esa manera delicada y poco deliberada de acercarse a lo invisible esté el secreto de su talismán secreto, como si cada palabra ahondara en el orbe del misterio, de aquello que brota sin requerir desarrollos progresivos.

- ¿En dónde radica la dificultad para escribir un cuento?
La verdad es que en todas las artes subyace un elogio a la dificultad, No hay arte fácil. Siempre se está proponiendo un riesgo, una revelación, muchas veces incomprendida en su momento. Así en el cuento al construir su orden cerrado, exacto, misterioso, sin ripios, se enfrenta el escritor al arte del joyero de miniaturas: mostrar un mundo en eso minúsculo que en lugar de disminuir agigante la percepción, profundiza la inquietud, torna incomodo a lo real.

- ¿Qué cuentistas le han robado el alma?
Para responder con verdad hay que volver otra vez a la edad del asombro: ese momento en el cual el escritor o quien pretende serlo (siempre, cada vez, se pretende serlo) está en la incertidumbre de afinar su radar, de buscar lo que quiere y lee como loco. Ese asombro de esa edad es inolvidable e irrepetible. Después uno se convierte en un lector utilitario, se la pasa dasarmando mecanismos narrativos, para nada, porque perdió la inocencia. Se lee entonces por afinidades. Nada vuelve a ser igual. De esa edad del asombro: “Dublineses” del que sabemos. “Al final del juego” y “Las armas secretas” de Julio Cortázar. “El Hacedor” de Jorge Luis Borges (Serán cuentos ¿?), “El llano en llamas” de Juan Rulfo, “Los funerales de la mama grande” de Gabriel García Márquez. Varios de Hemingway. Álvaro Cepeda Samudio. Somerset Maugham. “La muralla china” de Franz Kafka. Estos trece de William Faulkner. Todos los de Juan Carlos Onetti (se aprende mucho de los fracasos). Así en la paz como en la guerra de Guillermo Cabrera Infante. JoaoGuimaraesRosa, RubemFonseca.

- Sus obras siempre tienen un dejo de nostalgia ¿Ésta siempre lo acompaña?
Sí. La nostalgia de lo inasible, de lo que te lleva a buscar.

- ¿A veces es complicado para el escritor encontrar los títulos acertados para sus novelas?
Con los años uno comprende que los títulos son arbitrarios, pero tiene su complicación encontrarlos.

- ¿A qué edad le picó el zancudo de la escritura? ¿Apareció una musa? ¿Qué escribió? ¿A qué edad?
Es probable que eso que llamas escritura, el arte de la escritura, esconda una ambición noble: enriquecer la vida, ampliarla, postularle sentidos más allá de su precariedad. Por eso tal vez ocurre que no es suficiente amar sino que hay que escribir un amor; no basta con ser cobarde y expiarlo u ocultarlo sino que hay que escribir un cuento, una novela y establecer esa vergüenza y su salvación. O su extravío. Sentí de esto cuando estaba en la escolaridad de los hermanos de La Salle. Comenzaba historias que no lograba concluir. Inventé una de hormigas que llegaban a la luna en un satélite. Y así hasta terminar el bachillerato cuando escuché un relato a un señor mayor, una especie de padre de resto de crianza de mi madre. Me puse a recrearlo y encontré sin darme cuenta el tono y la forma. Debía tener quince años por entonces.

- Cuando dijo en casa que quería ser escritor, ¿pusieron el grito en el cielo?
Mi vocación junto con sus garabatos fue descubierta por mi madre. Ella recurrió a su marido, mi padre, quien como era natural en la época atendía los asuntos fuera de lo ordinario que tenían que ver con los hijos varones. Ambos, padre y madre, eran educadores. El señor ejercía en la Universidad y la señora en la casa. Una delicada imparcialidad por parte de mi padre, respetuosa por cierto y no exenta de amor, lo llevó a consultar los papeles que le entregó mi madre con Manuel Zapata Olivella.
Este antecedente dispuso el camino para que al momento de concluir la secundaria y definir la profesión se pudiera hablar de la vocación íntima. Mi padre recomendó que estudiara Derecho por el sentido humanístico que tenía en esa época. No lo entendí mucho pero con los años aumenta la gratitud con él porque me permitió salvaguardar la autonomía de la literatura, no subordinarla al pan comer; y también he ido encontrando en el arte un sentido de justicia que estaba en esa profesión del Derecho hoy envilecida.

- ¿Cómo fueron sus primeros intentos de escribir?
Aunque no lo sabía Cartagena de Indias insistía en ser una urbe cuidada y propia de reyes. Así una tarde me encontré enfrentado a decir la belleza de una niña del barrio que fue coronada reina del baile. Quedé desconcertado por la virtud de las palabras que arañan la belleza. Pero eso no era. Después el silencio y la clandestinidad me llevaron a escribir a escondidas. Allí apartado de cualquier destino, entregado al designio de incertidumbre de las palabras, las vi llegar. Así fue que yo pude ver.

- ¿Cómo se llamó el primer intento publicado en un suplemento o en un periódico o en un libro?
Si de intento se trata supongo que fue una nota sobre Jorge Luis Borges quien había estado en la Universidad de Cartagena presentado por Fernando Arbeláezy mi padre. Esa nota, la primera escritura de mi vida la publicó el maestro José Morillo en el Diario de la Costa. Ya sabes que cada ciudad tiene un sabio clandestino. En Cartagena de Indias había dos: en el periódico El UniversalManuel Clemente Zabala, el jefe de redacción de Gabriel García Márquez; y en el Diario de la Costa, José Morillo.


- Volvamos a los cuentos. ¿Hoy cree que es más complicado escribir cuentos que novelas?
Ambos son cada vez más difíciles. El arte es el único oficio que no acumula experiencia. Cuando lo hace se vuelve repetición, fórmula, aburrimiento. Lo que conserva el artista es la fuerza de la niñez para seguir tirándose a abismos desconocidos.
En el cuento te puede destruir la iluminación; en la novela el riesgo de quedar atrapado en un espacio donde se podría vivir.

- ¿Existe algún secreto para que algunos cuentos perduren en el recuerdo de la gente como un tatuaje y otros se evaporen en forma inmediata?
Es como en el amor: a veces una mujer bella con esa leve sombra de imperfección necesaria para despertar la mirada encanta a alguien y a otro lo deja indiferente. ¿Por qué? La sensibilidad y la formación establecen afinidades. Quien ve un cuento que lo marca es porque también se está viendo. No te podría explicar por qué el cuento " Manuscrito hallado en una botella" de Edgar Alan Poe es el que está en mi a pesar de reconocer y gozar cada vez que lo leo lo que aporta y revela "Los crímenes de la calle Morgue". Debe ser la diferencia entre el espíritu y la mente.

-Cuando apareció su primer cuento en letras de molde ¿qué sensación tuvo?
Concluía la secundaria cuando apareció en la revista Letras Nacionales, La lechuzadijo el réquiem. Me asusté mucho y escondí la revista al pensar que estaba metido en un fenomenal lío.

- Pero luego esa “Lechuza” le abrió caminos. ¿Fue así?
Si. Estar metido en un lío se manifiesta pronto. Yo recibí con motivo de "La lechuza dijo el réquiem" una bella carta, manuscrita con letra elegante, clara, ordenada, de maestro, de Policarpo Varón, quien la firmaba en El Cisne, un legendario bar, restaurante, sitio de tertulias de la Bogotá de entonces. Al poco tiempo otra carta, con menos modales de correspondencia, de Gerardo Rivas Moreno me solicitaba un cuento para una antología que salió al poco tiempo: 15 cuentistas colombianos. Le envié "Cadáveres para el alba". Con este cuento el director de cine Duni Kusmanitz realizó un cortometraje. Y estando en el primer año de los estudios universitarios en Bogotá me sorprendió un cheque, en marcos, nunca lo pude cambiar, por concepto de los derechos de una traducción que había hecho alguien que firmaba Peter Schultze-Kraft, por un antología en alemán que sólo pude conseguir diez años después. Como ves nada se reproduce más rápido que los líos. Y el peso en el alma de sostener el merecimiento de que te llamaran escritor.

- ¿Cómo veía el mundo de las letras en Colombia, con El Cisne, el nadaísmo, Cóndores no entierran todos los días, el Premio Esso de Novela, El Noviembre llega el arzobispo, La mala hora…
Era un mundo de una presencia significativa en la sociedad. Acababa de cumplirse un ciclo interesante de novelas y cuentos sobre la violencia rural de los años cincuenta. Su aspecto testimonial, la condena moral, su ingenuidad estética, empezó a debatirse con aquel escrito de García Márquez sobre una narrativa que se ensañaba en los muertos y olvidaba a los vivos. Para muchos de mi edad nos seducía el fenómeno político que empezaba a incubarse con los análisis sociales del padre Camilo Torres. Y éramos fanáticos de la revista Mito y dos libros que habían publicado: La casa grande de Álvaro Cepeda Samudio y unos cuentos de Pedro Gómez Valderrama. Por supuesto los ensayos y la poesía de Gaitán Durán eran leídos con fervor. Ahora que lo preguntas,  recuerdo esos años como una época de confluencia. Los debates de Jorge Zalamea. Las irreverencia religiosas unas del Nadaísmo y la rebelión política que acabó con la vida de “El hombre de la llama”. Empezaba la experiencia de Letras Nacionalesdirigida por Manuel Zapata Olivellay en cuyos primeros números se publicaron unos ensayos con ambición total sobre el arte colombiano de Francisco Posada Díaz. Y por supuesto mencionas a Héctor Rojas Herazo quien con su novela Respirando el Verano quedó de segundo premio nacional de novela el año que ganó La Mala Hora. Para los escritores que nos iniciábamos había una rica modernidad en el debate pero una asfixiante ruralidad en la mayor parte de la producción literaria.

- Mientras unos tiraban piedras, los otros se iban para la guerrilla, los de más allá adorában al Che y seguían al cura Camilo, y los de mucho más allá escribían. ¿En qué bando estaba?
Eran tiempos aquellos en los cuales la idea de la revolución era la gran devoradora. Exigía sacrificios. Yo estaba en el infierno de ser leal a la vocación de escritor y torturarme con las incertidumbres sobre la realidad de la violencia. Prefería la imaginación al poder que como ya sabes termina expulsada por las temerosas ortodoxias de la autoridad temerosa.

- ¿De qué protagonistas de qué novelas se enamoró?
Bueno, allí quedan como esas esquelas de las cuales uno no se decide a desprenderse:
Meursault, de El Extranjero, de Camus.
Natasha, de Guerra y Paz, de Tostoi.
La pastora Marcela de El hidalgo caballero Don Quijote.
Odette, de En la búsqueda del tiempo perdido, de Proust.
Holly Golightly, de Desayuno en Tiffany´s, de Capote.
La maga, de Rayuela, de Cortázar.
Alejandra, de Sobre Heroes y Tumbas, de Sabato.
La Habana, de La Habana para un Infante Difunto, de Cabrera Infante.
El de los pescaditos de oro, de Cien años de soledad, de García Márquez.
La ballena, de Moby Dick, de Melville.
Melissa, de El cuarteto de Alejandría, de Durrell.
La muchacha de Brighton Rock, de Graham Greene.
La rusa, de La consagración de la Primavera, de Carpentier.
Y así. Como ves aquí la poligamia es fecunda y ambiciosa.

- ¿Devoraba con inmensa pasión las obras de qué escritores colombianos y latinoamericanos?
Es un tiempo de la vida en que se lee en medio de un ambicioso desorden. Es el tiempo en que el escritor cachorro busca sus parientes, afina su intuición, se esfuerza por encontrar interlocutores. Leí mucho de la literatura llamada de la violencia con su esfuerzo moral y testimonial. Quería saber en qué estado del arte estaba mi tierra. Leí A Zapata Olivella, Caballero Calderón, Jorge Zalamea, José Antonio Osorio Lizarazo, Eutiquio Leal, Alberto Sierra, Álvaro Cepeda Samudio, Manuel Mejía Vallejo, Antonio Montaña, Fuenmayor, Gabriel García Márquez, Enrique Posada, Eduardo Zalamea. Rivera. Isaacs. Soto Aparicio, Gaitán Durán. Conocí los cuentos de Rulfo. Leí a Vargas Llosa, al Sábato de El Túnel, a Borges, a Asturias, a Neruda, a Icaza, a Roa Bastos. Cuentos de Cortázar. Si, los leí antes de venirme a Bogotá.

- Cuándo llega a Bogotá, ¿qué ideas tenía de esta ciudad?
Tenía una idea que tal vez conté en Señas Particulares (mi libro de testimonio de la vocación) y era tomar un poco de distancia de la vida en el Caribe, del ámbito familiar. En el Caribe a fuerza de ser solidarios y amistosos la vida se convierte en un tejido que no permite la soledad. También me ocurría que la vida universitaria en Cartagena de Indias me permitiría privilegios por la reputación de mi padre quien había fundado el Departamento de Humanidades de la Universidad de Cartagena. De alguna manera Bogotá tenía la leyenda del frío, del recogimiento, de los café, de las librerías. Y así me vine para la Universidad Nacional, la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales que fue una experiencia que afinó y determinó mi mirada del mundo.

- ¿Fue muy duro romper ese cordón umbilical entre el calor y la cultura de Cartagena, los abrazos del papá y las caricias de la mamá, para tratar de querer una ciudad, grande, fría, lejana?
Si. Todo el tiempo me persigue la ausencia del mar. Creo que el ingrediente de nostalgia o melancolía que se asoma en mi proviene de haber abandonado a Cartagena de Indias, la bella. Ya sabes que la pregunta semanal de Eligio García Márquez, con una constancia ejemplar, durante sus últimos cinco años fue: ¿Y cuándo nos volvemos a Cartagena, la cangrejera? 

- En aquellos años ¿leía más escritores europeos, estadounidenses, latinoamericanos? ¿Era la fantasía del boom? ¿de los colombianos?
La verdad es que durante los años de formación del escritor, formación que no acaba nunca, se lee con una voracidad abierta, insaciable. Con las lecturas el escritor se da cuenta que una vez establecido el estado del arte, más que leer por ambición se lee para encontrar interlocutores, esas lecturas que hacen guiños. Así leía de todo.

- ¿A quién quería copiar cuando empezó con este maravilloso oficio de escribir?
Es probable que mi encandilamiento estuviera con Joyce y Kafka. Pero se abría camino, muy temprano, la oscura conciencia de que nadie puede escribir como otro. Que todo el empeño consiste en encontrarse con uno mismo. Encuentro no siempre posible. Copiar a otro es estéril, al contrario del copista aprendiz de pintor, aprende de copiar. En la literatura no. Se termina como Menard el personaje de Borges. La expresión no es termina como, sino queda como está.

- ¿Cree que encuentros como el Hay Festival sean un poco discriminatorios?
El mundo del comercio, de la llamada industria cultural, ha creado la engañifa de que el arte, los artistas, los libros, hay que ponerlos cerca al público. Nadie se opondría a tan loable propósito sino ocurriera que la noción de cercanía y de público están impregnadas de un profundo desprecio hacia la gente, se parte de que la gente es tonta y no entiende nada; y consideran que solo puede ser cercano lo fácil, lo que no problematiza, lo que se parece a la media que el comercio crea para evitar demandas de calidad. Ahora por principio, en un país de abundantes y violentos desencuentros, todo encuentro sirve para generar comunicación, humanidad, diálogo. Por supuesto, así como pienso que las campañas políticas deben excluir de manera total el dinero, con mucha más razón es indispensable erradicar el negocio de la difusión de los bienes culturales entre una comunidad dada.


Para los escritores que nos iniciábamos había una rica modernidad en el debate pero una asfixiante ruralidad en la mayor parte de la producción literaria.

Un café en Buenos Aires con el periodista Mauro Yakimiuk

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Siempre que uno hace algo público, ya sea teatro o publicar un libro, sabe que puede encontrarse con críticas”

Foto: cortesía

Por: Pablo di Marco* / Especial para Libros & Letras

El día que se analice el panorama literario argentino de principios del siglo XXI habrá que repasar las entrevistas de MauroYakimiuk, ya que no hay periodista que haya entrevistado a más autores argentinos que él. Pero Yakimiuk es mucho más que un excelente y constante retratista de nuestro tiempo, también es dramaturgo y director de teatro. Y hace apenas semanas publicó Esos no son todos los vicios (Azul Francia editorial), su primera novela. Intuyo con alegría que no nos alcanzará un solo café para hablar de tantos temas.

—En el ambiente literario algunos no saben que sos dramaturgo y director de teatro. Hablame un poco de esa faceta de tu vida.
Siempre me gustó el teatro y empecé a trabajar en ese ambiente por un amigo actor que estaba con algunos proyectos. Así me fui metiendo y capacitando. Estudié dramaturgia con Mariana Mazover y Producción Teatral con Gustavo Schraier. Luego de leer la novela 2022 – La Guerra del Gallo de Juan Guinot surgió la idea de poder llevarla a teatro, se lo planteé al actor Martín Amuy-Walsh y luego al escritor. Así fue que dirigí por primera vez una obra. Después, dirigí varias más, algunas de mi autoría. Igualmente, siempre vuelvo a La Guerra del Gallo, es una obra que me moviliza y que tiene que ver con Malvinas.

—No creo que haya un periodista que haya entrevistado a tantos escritores argentinos como vos. El mismo Luis Mey escribió que soñaba con ser entrevistado por vos, ya que en tu blog “Entre vidas” se juntaban los mejores nombres de la literatura nacional. ¿Cuándo comenzaste con “Entre vidas”?
Comencé el blog el 5 de julio de 2009 con unas pocas líneas en las que informaba cómo iba a ser el blog y por qué el nacimiento del mismo. Desde el 2009 hasta hoy pasaron una gran cantidad de entrevistados, en su mayoría son escritores, pero también buceando en el blog pueden leer entrevistas a actores, actrices y periodistas.

—¿Cómo surgió la idea?
La idea surgió junto con un amigo mío que también es periodista, Mariano Pagnucco. La entrevista es un género que siempre me gustó y un día hablando con él creamos “Entre Vidas”. Después Mariano por una cuestión de tiempo tuvo que dejar el blog.

—¿Recordás quién fue tu primer entrevistado?
El primero que aparece en el blog es el guionista Pedro Saborido, pero esa entrevista la hizo Mariano. La segunda entrevista la realicé yo y fue al periodista Carlos Ulanovsky. Me acuerdo que lo cité en un bar cerca de Alto Palermo y conversamos un rato largo. Fue una de las entrevistas que más disfruté y a su vez fue una linda prueba ya que Ulanovsky es un excelente entrevistador.

—Ya sé que serán muchas, pero nombrame alguna entrevista que hayas disfrutado especialmente.
Además de la de Ulanovsky, me gustó mucho entrevistar a ConcepciónChina” Zorrilla.

—Qué suerte poder entrevistar a China Zorrilla. Tan sabia como adorable esa mujer.
Sí, fue muy cálida conmigo.

—Contame alguna anécdota de ese encuentro.
Recuerdo que la nota la hice en su casa en el 2009. Ese día me contó infinidad de cosas de su extensa trayectoria y entre ello, una anécdota maravillosa que transcribo en sus palabras: “Yo un día iba en un taxi, me llevaba un tachero joven, buen mozo pero que estaba de malhumor, entonces le pedí que me contara lo que le estaba pasando. Me contó que había pedido un dinero prestado y que no podía devolverlo porque se lo había gastado. Le respondí que yo se la prestaba, justo tenía ese dinero en la cartera. Me respondió que no tenía por qué prestarle la plata. Entonces le contesté que era grande y que yo con mi plata podía hacer lo que quisiera. Le terminé dando la plata y pensé que ese dinero lo tenía que dar por perdido. Ni siquiera me había preguntado si yo era China Zorrilla, calculo que habrá ido a ver alguna de mis películas. Pasa mucho tiempo y recibo una carta que decía: “Estimada China, querría invitarla a almorzar” y yo me preguntaba quién podía ser ese admirador y aparece el tachero. Me toca el timbre y me lleva a almorzar a su casa, un conventillo divino, muy prolijo, un corredor largo y al fondo un comedor muy lindo. Comimos una carne muy rica y un postre de dulce de leche. Me despide diciéndome “Muchas gracias, China”, y me devolvió la plata. Increíble. Este cuento es importante porque en principio la gente es desconfiada. Cuando alguien pide porque tiene un chico enfermo en el hospital, la gente desconfía. ¿Y si es verdad?”

—Buenísima. ¡Qué ganas de estar ahí con vos escuchando a la China contar esa historia! Pero no todos son China Zorrilla, y entrevistar a escritores no siempre es sencillo. ¿Tuviste alguna decepción? Me refiero a algún autor que te haya pedido plata por una entrevista, respuestas plagadas de errores ortográficos, desgano…
La verdad que por ahora ningún escritor me pidió plata para que le haga una nota, me parecería terrible si eso sucediera. Cada tanto algún entrevistado con desgano aparece. Respondiendo con monosílabas o sin remarla mucho. El blog da la posibilidad de desarrollar cada respuesta y a veces, hay gente que aprovecha y se luce… Otra, todo lo contrario.

—¿Hay algún entrevistado que se haya negado a que lo entrevistes?
Por ahora, todos aceptaron gustosos. Lo que sí me pasó es con “Entre Vidas TV”, ahí me envían videos los escritores leyendo un fragmento de algo propio y algunos se negaron, pero por una cuestión de timidez a leer frente a la cámara.

—¡Ese soy yo! Hace dos meses que me pediste un video y todavía no te lo mandé. Te prometo que ya le perderé el miedo a la cámara. Igual creo que la culpa es tuya. Deberías invitarme a almorzar. Entre un par de buenos vinos seguro que me animo a leerte algo frente a cámara.
Estás invitado a almorzar y hablar de literatura y de mi querido Boca Juniors cuando gustes, Pablo. Y de paso, grabas un video para “Entre Vidas TV” y lo subo a instagram.

—Listo, arreglamos para esta misma semana. Eso sí, voy con mi camiseta de River. La vamos a pasar diez puntos más allá de cualquier camiseta. Decime, Mauro:Tanto los escritores como los actores tienen fama de ser… llamémoslos particulares, y vos conocés muy bien a unos y a otros. ¿Qué semejanzas y diferencias encontrás entre ambos mundos?
Cada mundo tiene sus pro y sus contra. Seguramente hay egos y narcisismo en ambos. Y también mucho remar para ver surgir proyectos, ya que tanto en el teatro independiente como en la literatura, los que publicamos en editoriales chicas nos encontramos con muchos obstáculos. En cuanto a diferencias creo que en el ambiente literario se dan más cofradías, en el buen sentido de la palabra. Grandes amigos he hecho en la literatura y sé que son personas muy generosas.

—Hace pocas semanas publicaste tu primera novela, Esos no son todos los vicios(Azul Francia Editorial). ¿Cuál fue el primer escollo que debiste sortear al pasar de escribir una obra de teatro a escribir una novela?
La escritura es muy diferente. En una obra de teatro si bien suelen ser menos hojas se maneja mucho por la acción. Se escribe con didascalias. Se profundiza más en la escritura de diálogos y no hay tanto desarrollo como sí lo hay en una novela. El primer escollo fue la extensión, pero el entender que una novela es una ilación de cuentos me permitió ir escribiendo situaciones cortas en cada capítulo y luego fui inyectando poética, más texto, descripciones, etc.


(...) el entender que una novela es una ilación de cuentos me permitió ir escribiendo situaciones cortas en cada capítulo y luego fui inyectando poética

—Antes hablaste de didascalias. Contá qué son, que más de uno no debe saberlo.
Las didascalias son las acotaciones que se hacen entre paréntesis indicando expresiones, gestualidad, tono de voz. Las acciones que los actores realizan. Son acotaciones que no forman parte del texto pronunciado por los actores.

—En estos días raros en que los escritores parecen muy preocupados por no ofender al lector, vos escribiste una novela cruda, poco amable. ¿Sos consciente de que te podías exponer a más de una crítica? ¿Buscaste esa crudeza desde el minuto cero, o la propia escritura de la novela te fue llevando a ese estilo?
Siempre que uno hace algo público, ya sea teatro o publicar un libro, sabe que puede encontrarse con críticas. La realidad que desde el primer momento quería escribir acerca de un personaje desalmado y que la historia tuviera crudeza. Y creo que lo conseguí, es una historia que no es políticamente correcta. En el taller con Luis Mey aprendí que nunca hay que juzgar a un personaje y que yo escribo ficción, por ende, tengo que tener la libertad de escribir sin limitarme con lo que un personaje haga. Le preguntaron al escritor Hanif Kureishiqué consejos les da a sus alumnos y respondió que escriban en contra de su decencia, de su dulzura, que no se repriman y que sean salvajes. Espero que las críticas sean buenas y llegue a muchos lectores. Disfruté mucho escribiendo ésta historia. Es muy dinámica y tiene un estilo cinematográfico. Ojalá algún día pueda ver mi novela en el cine.

—Presentaste tu novela ante un centenar de lectores y amigos. Un escritor es un tipo que da lo mejor de sí en soledad, por lo tanto no siempre le resulta sencillo ocupar, de un segundo al otro, el centro de la escena.  ¿Cómo viviste ese momento? ¿El disfrute se impuso a los nervios?
Fue un momento maravilloso que pude vivir junto a mi pequeño hijo Bautista, a mis viejos, a amigos de toda la vida, a amigos que me ha dado la literaria y a gente del ambiente literario que estimo. Tuvo la suerte de tener los mejores presentadores que podía tener: Luis Mey, Giselle Aronson, Juan Guinot y Pablo Martínez Burkett. Además, la música de Javier Amuy y contar con el apoyo de Azul Francia Editorial a cargo de la querida Francisca Mauas. Fue un momento mágico que disfruté mucho. Si bien al principio estaba un poco nervioso, después me fui relajando y la pasé bárbaro.

 —¿Y ahora qué se viene, Mauro? ¿Una obra de teatro? ¿Otra novela?
Se viene una obra para este año y un posiblemente una novela para el año que viene. El viernes 2 de noviembre a las 21:30 horas reestrenamos el unipersonal La Guerra del Gallo, escrito por Juan Guinot, protagonizado por Martín Amuy-Walsh y dirigido por mí. Vamos a estar en Dynart Espacio de Arte, en Buenos Aires. Además, sigo escribiendo narrativa y el año que viene saldría mi segunda novela así que muy contento de poder seguir escribiendo historias, y si se publican, mucho mejor. También tengo ganas de escribir una novela infantil o juvenil, ya llegará el momento.

 —Vamos con la última pregunta de Un café en Buenos Aires, Mauro: te regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Contame quién sería, a qué bar lo llevarías, y qué pregunta le harías.
Iría de copas con el escritor Charles Bukowski ya que es uno de mis autores preferidos. Lo llevaría a El Benny Bar, que es el lugar en el que presenté mi novela Esos no son todos los vicios, y le preguntaría si realmente lo que hacía era un personaje o si realmente era tan desastroso.

*Pablo Hernán Di Marco.

Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor de las novelas Las horas derramadasTríptico del desamparo y Espiral. Colaborador de la editorial Ojo de Poeta y columnista de la revista cultural Libros & Letras.

Síguelo en:

Facebook: pablohernan.dimarco

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Conozca las novedades que trae este año la Feria Internacional del Libro de Cali

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Son 11 días en la que el público asistente se encontrará con 90 expositores, más de 140 mil libros, 350 invitados nacionales e internacionales y, por lo menos, 350 eventos en seis ciudades del Valle del Cauca. 


En el marco de la feria, que se extenderá hasta el próximo 28 de octubre, se realizará el lanzamiento del Segundo Concurso de Cuento para Jóvenes Andrés Caicedo, el acto de premiación del XVIII Concurso de Poesía Inédita de Cali y el Festival Gastronómico de Comida Tradicional Totonaca.

México, país invitado de honor

La Feria Internacional del Libro de Cali recibe a México como país invitado y dispone su programación para que la cultura y tradiciones de esta nación sean protagonistas durante los once días del evento.

País de escritores como Juan Rulfo, Octavio Paz, Rosario Castellanos y Juan José Arreola trae este año una delegación con 24 invitados entre los que se encuentran escritores, ilustradores, músicos y cocineras tradicionales, así como exposiciones, cine y múltiples actividades que tendrán lugar en la feria y en varios sitios de la ciudad y el departamento. 

Gastronomía de México

Nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, en 2010, deleitará paladares gracias al festival gastronómico de cocina tradicional totonaca que se realizará en el Restaurante La Zarzuela del Hotel Spiwak, en los mismos días en que ocurre la feria, con la participación especial de las Mujeres de Humo, cocineras mexicanas.

Autores invitados

Élmer Mendoza, Vicente Quirarte, Alberto Ruy Sánchez y Jorge Volpi, quienes participarán activamente de nuestros eventos, presentando sus obras e impartiendo talleres de entrada libre para todo tipo de públicos. Adicionalmente, México tendrá una librería con más de cuatro mil ejemplares, a cargo del Fondo de Cultura Económica y montada de forma especial para el evento, que incluye diversas editoriales mexicanas y publicaciones de más de diez universidades del país azteca que se suman a esta iniciativa. El séptimo arte también tendrá lugar con tres ciclos de cine: uno documental de canal 22, otro argumental sobre migración y un último de animación infantil, que se estarán proyectando en diferentes puntos de la ciudad para que todos los caleños asistan

Entre los nacionales, se destacan autores como William Ospina, Mario Mendoza, Gabriel Silva Lujan, Patricia Lara, Yolanda Reyes, Juan Manuel Roca, Alejandro Gaviria, Octavio Escobar, Jorge Orlando Melo, Santiago Gamboa, Paola Guevara, Paula Moreno, Harold Muñoz, Álvaro Robledo, Celso Román, Mario Jursich, Andrea Salgado, Pablo Montoya, Mariana Garcés Córdoba y Jacobo Celnik, entre muchos más.

La feria es una fiesta

Es una franja en la que habrá eventos para toda la familia como la Yincana Literaria, el domingo 21 de octubre a las 3 p.m., con inscripciones desde el mediodía, o el Picnic Literario, el sábado 27 de octubre, en la Plaza de Caycedo, de 11 a.m. a 1 p.m., entre otros. 

Exposiciones 

Este año se integra a la feria una programación artística que incluye presentaciones de música, teatro y danza, así como recitales de poesía y la proyección de tres ciclos de cine provenientes de México, País Invitado. Contará con cinco exposiciones:

Pintacuentos

 Ilustración mexicana contemporánea para niños. Reúne el trabajo de 49 ilustradores, nacidos en cuatro décadas diferentes del siglo XX (desde los años cuarenta hasta los años ochenta) que busca presentar una variedad de técnicas de este arte y su evolución a lo largo de los años. Tendrá lugar los once días de feria, en el pabellón de México, País Invitado.

Tierra Adentro

Ilustración mexicana para jóvenes, recopila diferentes obras publicadas a lo largo de los 44 años de antigüedad de la revista Tierra Adentro, de la Secretaría de Cultura de México, que busca promover y difundir la obra de los jóvenes talentos del país azteca. Se presentará de manera itinerante por los cinco Festivales del Libro y la Lectura, en Buenaventura, Cartago, Buga, Tuluá y Palmira.

Archivo Gaitán- Lunga

Exposición que contiene la obra de Luis Alberto Gaitán“Lunga”, uno de los fotorreporteros más importantes del siglo XX en Colombia, cuyas imágenes circularon masivamente en diferentes medios de comunicación, pero casi ninguna le fue atribuida. Tendrá lugar en el hall del edificio Coltabaco, en el Bulevar del Río, durante los once días de feria.

Exposición Leer es mi cuento

Esta exposición es un recorrido gráfico por las ilustraciones y fragmentos de veintiséis títulos entre los que se encuentras clásicos de la literatura universal tales como “Romeo y Julieta”, de William Shakespeare; “Don quijote de la mancha”, de Miguel de Cervantes; “El patito feo” de Hans Christian Andersen, entre otros. Tendrá lugar de lunes a sábado, desde las 8 p.m. hasta las 6 p.m.,  en la Biblioteca Nuevo Latir: calle 76 # 28- 20.

Cascarones de candela

Presenta el trabajo de Félix Candela, arquitecto español radicado en México y que alcanzó reconocimiento mundial con sus estructuras de cascaras de concreto. Tendrá lugar del 18 de octubre al 2 de noviembre, de lunes a viernes, en la Casa del Arquitecto, calle 6 # 4-34.

Pacífico cuenta desde su literatura

Este año se celebrará esta región con diferentes eventos para todos los visitantes. Como protagonista principal, un libro, El Pacífico cuenta. Antología de jóvenes cuentistas del Pacífico colombiano, a cargo de Antonio García Ángel, que dice en su presentación: “Así, con tintes de realismo y de literatura fantástica, de la radiografía social al relato íntimo, pasando por subgéneros como el policial, el terror y la ciencia ficción, de los entornos urbanos a los rurales, se despliega esta antología de relatos que espero disfruten tanto como yo lo hice reuniéndola y editándola”. 

Segundo concurso de Cuento Andrés Caicedo 2018-2019 

El 24 de octubre se lanzará la convocatoria del Segundo Concurso de Cuento Andrés Caicedo 2018- 2019, para jóvenes escritores de nacionalidad colombiana entre 15 y 25 años. Un jurado compuesto por Juan Manuel Roca,Piedad Bonnett y Yolanda Reyes otorgará premios por 10 millones de pesos. Además, se presentará la segunda edición del libro publicado en 2017 con los cuentos ganadores de la primera versión.
Este concurso, que nació en 2017 para conmemorar 40 años de la primera edición de “¿Qué viva la música!”, tiene lugar gracias a la familia Caicedo Estela y la Secretaría de Cultura Municipal

Conozca toda la programación aquí.



Siempre he creído que Cali es una ciudad que vive de sus nostalgias: Gustavo Bueno Rojas, escritor

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Este 20 de Octubre, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Cali, Gustavo Bueno Rojas presenta Ruido blanco (Ediciones El Silencio), su segunda novela. 


Ruido Blanco: una novela que habla desde la nostalgia

Una Cali enmarcada  a finales del siglo XX y principio del XXI, es el escenario en el que transcurre la historia de Martín Isaza, una joven promesa de la escritura que se divorcia de la palabra escrita para perderse en una alocada búsqueda por el legado de Andrés Caicedo: sus manuscritos y su carta de suicidio.

La amistad, el amor, la literatura, la muerte y, por supuesto, Cali, se entremezclan en esta historia atravesada por la nostalgia que, en palabras de Bueno Rojas, caracteriza a los caleños. “Siempre he creído que Cali es una ciudad que vive de sus nostalgias, por ejemplo, nuestra generación nunca pudo ver en vivo cantar a Héctor Lavoe, pero para quienes nacimos y nos criamos en Cali, Lavoees un ícono que despierta nostalgias. Lo mismo pasa con Andrés Caicedo, que creo que es el escritor que representa nuestra ciudad y a quienes nos gusta la literatura y nacimos en Cali, irremediablemente tenemos que pasar por su influencia y, a veces, lo pensamos con nostalgia”

En esta novela, la segunda de Bueno Rojasdespués de Cuentas del alma, se siente la influencia de grandes escritores latinoamericanos como Guillermo Arriaga y Roberto Bolaño, pues el autor logra crear una atmósfera plagada de recuerdos, en la que los personajes se cruzan como detectives salvajes que buscan respuestas en los recovecos de la ciudad.

Compartimos un fragmento del libro

ONCE
Cuando terminé el artículo decidí no enviarlo, quise revisarlo. La imagen de Isaza no se me quitó de la cabeza. No había pensado en él así, desde la vez que Laura decidió que se quedaría conmigo. Fue una tarde en Pance, en el lugar en donde Laura decía que despejaba la cabeza. El agua fría del río nos mojaba los pies y ninguno de los tres se atrevía a hablar, sólo se escuchaba el sonido del viento, de los animales y del agua fluyendo entre las piedras. Fumábamos marihuana. No recuerdo si era martes o lunes, pero tengo claro ese silencio, creo que podíamos escuchar los pasos de las hormigas. Fue Laura quien lo interrumpió.
—Martín, tenemos que decirte algo —dijo Laura y sus palabras cayeron como plomo sobre el río.

No puedo saber si Isaza sospechaba lo que pasaba entre nosotros. Yo había llegado de hacer la maestría unos quince días atrás y Laura fue a esperarme al aeropuerto. Llevaba rosas amarillas y cuando nos abrazamos sentí que me amaba. El beso que nos dimos aquel día fue un beso de amor. Y ahora que lo recuerdo sentí lo mismo aquella mañana cuando nos despedimos. Un beso lleno de felicidad, porque nos encontrábamos de nuevo y podríamos llevar a cabo todo lo que habíamos planeado. Una casa en las afueras de Cali, hijos, una biblioteca enorme y muchos viajes por el mundo. Pero ese también era un beso lleno de temores. Ambos pensábamos en la reacción de Isaza, además, Martín había estado una vez más recluido en el hospital siquiátrico. Laura me había contado de una nueva recaída, la depresión lo está matando, me escribió en un e-mail, un par de días antes de que yo volviera a Cali. En ese momento, no me importó Martín y ahora estoy seguro de que a Laura tampoco. Sé que hubiera hecho cualquier cosa por deshacerse de él.

Recuerdo la mirada de Martín cuando Laura terminó de contarle. Se quedó parado como una estatua de sal y miraba el río. No contestó, no lloró, no respiró. Creo que Martín, desde ese momento, empezó a morir lentamente, a cansarse del mundo. Yo sabía lo que él amaba a Laura y las cosas que podía llegar a hacer por ella. Martín mataría si ella se lo pidiera. Pero esa tarde, no hizo nada. Yo tampoco pude modular palabra, pero en el fondo estaba feliz. Adentro de mi cuerpo chocaron miles de sensaciones y sentía que iba a estallar. Pero me contuve. Cuando terminamos el porro, caminamos hasta donde Laura había parqueado el carro. Los tres íbamos a una distancia prudente. Laura iba adelante, caminaba un poco rápido, atrás estaba Martín, caminaba con la cabeza gacha y en ocasiones recogía piedras que lanzaba al río y más atrás estaba yo, queriendo abrazar a Laura, deseando el momento para estar solos. Cuando llegamos al carro, Martín se subió al asiento trasero, era la primera vez que se sentaba en el que había sido por mucho tiempo mi lugar.

Cuando escribo me gusta tomar café, me mantiene despierto, no muy cargado, porque después no puedo dormir. Sé que aquel día en que tenía en mi casa el verdadero desenlace de la vida de Martín tuve que haberme tomado miles de tazas porque cada que recuerdo ese momento me tiemblan las piernas, me pongo nervioso y pienso en la cafeína. Esa noche la pasé en vela y volví al computador muchas veces para darle una mirada al artículo y en una de esas, descubrí algo que Isaza me había repetido en varias ocasiones. Algo que ahora que veo en la distancia me parece una farsa, especialmente si lo dijo alguien que no pudo escribir nada más que un cuento.

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El rincón del poeta. La poesía de Joan Camargo

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Por: Joan Camargo
Buga, Colombia

Me han dicho de amazonas aguerridas de un solo seno lanzando flechas,
pero yo me quedé con ella que tiene dos y saeta en los labios.

Me han hablado de mujeres de acero, de plata, de perla,
me han descrito mujeres de noche, de vino y calor,
pero yo me quedo con ella que no tiene nada,
que no tiene nada.

He visto mujeres con manos de piedra,
mujeres tan duras de hacer el amor
sobre cardos y hiedras, sobre cardos y hiedras.

Mujeres que gimen y enfrían sus muslos merced del calor,
pero yo me quedo con ella y sus muslos de fuego,
me quedo con ella y sus manos preciosas de lavar mis platos,
así haya mujeres de rojo que hacen ejercicio,
que corren con los lobos por prados marchitos.

Me quedo con ella que me ha cabalgado con cierta constancia,
me quedo con ella que me ha convencido con cierta elegancia,
me quedo con ella que nunca ha buscado tener la razón.

Hay mujeres gato con ojos montunos y bien han mirado,
corran por los techos, beban otras leches, busquen su ratón,
me quedo con ella que es mujer tornado sin barbas ni cola,
que es mujer de hierro y aún lo oxidado brilla de furor.

Ah, mujeres rosas, simples azucenas, sirenas del campo,
huyan a los ríos, huyan a los valles, huyan a los ríos entre sus caudales,
me quedo con ella, mujer de cascada de verde color,
mujer que me besa no habiendo besado, me besa, me besa,
flor, hierro, tornado, que no es amazona porque tiene dos,
y saeta en los labios, manitos preciosas de verde color.

Joan Camargo. Licenciado en Historia y estudiante de maestría en Historia.

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Reseña de "Asesinato en el Parque Sinaloa" del escritor Élmer Mendoza

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Una nueva entrega de la saga del Zurdo Mendieta y un relato trepidante en el que la violencia, el narcotráfico, la corrupción y el amor se entretejen en un retrato perfecto de México.



Por: Juan Camilo Rincón*

Hace un par de años decidí emprender una cacería de los escritores de novela negra latinoamericana, género que sigue ganando adeptos y una fuerza cada día mayor en este lado del continente. En esos caminos, específicamente en la Feria Internacional del Libro de Cali de 2017 me crucé con Élmer Mendoza, uno de los grandes representantes de la “novela del mundo profesional del crimen”, como la definió Raymond Chandler en El simple arte de matar. Allí me contó que era precisamente en La sultana del Valle donde estaba escribiendo su siguiente novela: “Yo te digo: quiero mucho a Colombia y mi sexta novela sobre `el Zurdoˊ Mendieta empecé a escribirla en Cali… esta tierrita me inspira”.

Asesinato en el Parque Sinaloa (Literatura Random House), la obra más reciente del autor mexicano, es el suculento resultado de los últimos 20 años en los que la novela policiaca hecha en América Latina ha crecido de forma exponencial, ampliando el panorama de las posibilidades estéticas del género, gracias a la poderosa influencia de los autores negros europeos, como los denomina el mismo Mendoza.

Tras un infructuoso intento de retirarse de su labor de detective, ahogado en el whisky y pasando días sin bañarse oyendo las pegajosas tonadas de Elton John, “el Zurdo” regresa a su quehacer para investigar un nuevo asesinato, esta vez del hijo de su amigo Abel Sánchez. En una continuación de la saga protagonizada por Mendieta, se prorroga también lo que el mismo autor considera la ruptura del perfil de los detectives respecto al esquema norteamericano, “que tiene un poco de clasicismo en el sentido en que los crímenes siempre ocurren en clases altas (…). El universo del crimen varía y aparece también el elemento político que es muy fuerte”.

Con la herencia de Gaboa través de Crónica de una muerte anunciada, de la que aprendió cómo tratar el compás de espera, fundamental en lo policíaco, y de Amor en los tiempos del cólera, “que te enseña cómo desarrollar una historia sin perder la calma”,Élmer Mendoza relata las luchas, las búsquedas y los desafíos de “el Zurdo” frente a la policía de Los Mochis, cuyo calor infernal es la metáfora perfecta para una historia que se desarrolla de forma truculenta, con los “Pistoleros famosos” como oportuna banda sonora.

Las sagas de la novela negra latinoamericana siguen colmando las páginas y las estanterías; desde Héctor Belascoarán Shayne de Paco Ignacio Taibo II, pasando por Mario Conde del cubano Leonardo Paduray llegando hasta el inspector Dolores Morales del nicaragüense Sergio Ramírez, “el Zurdo” Mendieta es columna de un género que nos sigue ayudando en esta necesidad urgente de comprendernos en nuestra latinoamericanidad.

Élmer Mendoza 

(Culiacán, México, 1949) es catedrático de literatura en la Universidad Autónoma de Sinaloa, miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y del Colegio de Sinaloa. Comenzó su carrera literaria en 1978, y en 1999, Un asesino solitario, su primera novela, de inmediato lo situó, a juicio del crítico mexicano Federico Campbell, como «el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en nuestro país». Con El amante de Janis Joplin obtuvo el XVII Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares y con Efecto tequila (2005) fue finalista del Premio Dashiell Hammett. En 2006 apareció su cuarta novela, Cóbraselo caro, y en 2008 Balas de plata fue merecedora del III Premio Tusquets Editores de Novela, que lo consagró como escritor de primera fila en el panorama de la novela hispánica. Las novelas protagonizadas por Edgar «el Zurdo» Mendieta -Balas de plata (2008), La prueba del ácido (2010), Nombre de perro (2012), Besar al detective (Literatura Random House, 2015) y Asesinato en el Parque Sinaloa (Literatura Random House, 2017-constituyen sin duda, la saga policiaca más emblemática de la literatura mexicana, y ha traspasado fronteras para ser conocida en diez idiomas. 


Periodista y escritor. Publicó Manuales, métodos y regresos (Arango Editores). Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia (Libros & Letras), Viaje al corazón de Cortázar. El cronopio, sus amigos y otras pachangas espasmódicas (Libros & Letras).

Síguelo en 

Twitter: @JuanCamiloRinc2  - Facebook: JuanCamiloRinconB 
Instagram: cronopio49


A los Foros del Libro llegan Daniel Benchimol y Rüdiger Wischenbart

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Los Foros del Libro es una iniciativa de la Cámara Colombiana del Libro que busca generar espacios de discusión alrededor del libro. Se realizarán el próximo 1º de noviembre en la Biblioteca Virgilio Barco en Bogotá.

Daniel Benchimol Rüdiger Wischenbar

El 1º de noviembre editores, distribuidores, libreros y demás actores de la cadena del libro tendrán un espacio para dialogar acerca de la evolución del mercado del libro, de la mano de dos expertos en la materia, Daniel Benchimol (Argentina) y Rüdiger Wischenbart (Austria).

Rüdiger Wischenbart, consultor y experto especializado en el mercado internacional del libro (Austria), será el encargado de hablar acerca del “Estudio del mercado internacional del libro y su contexto de evolución en todos los medios y formatos”.

En la primera conferencia, de 8:00 a.m. a 12 m., Wischenbart hablará acerca de las organizaciones que están dirigiendo el mercado, y cómo es el comportamiento de los consumidores del nuevo paradigma GAFA: Google, Apple, Facebook y Amazon, vinculando los nuevos ecosistemas digitales que entran a competir por el tiempo e interés de los clientes, como son los libros digitales, el comercio en línea, los audio-libros y la auto-publicación en América Latina ¿qué está pasando y cómo están reaccionando los editores frente a ello?

En 2017, en el marco de la Feria del Libro de Fráncfort, Wischenbart publicó el libro blanco The Business of Books 2017: It’s all about the consumers, un informe que hace un análisis transversal de las principales tendencias globales del libro desde el punto de vista del consumidor. Actualmente es el director del programa Foros de Editores de Berlín y Director de asuntos internacionales de la BookExpo America.

Posteriormente Daniel Benchimolprofundizará en el quehacer del marketing digital y la visibilidad online, entregando a los asistentes herramientas, conceptos e ideas que les permitan visibilizar sus marcas en línea, tanto de libros en papel, como en formato digital.

Benchimol, además de ser el fundador y director de la empresa Proyecto451 es consultor especializado en publicaciones digitales y estrategias innovadoras para el sector editorial como Editorial Planeta, Grupo Macmillan, CEPAL (ONU), CERLALC, Siglo XXI, Fundación Leer, entre otras.

Su charla estará dividida en dos sesiones, en la primera repasará el vínculo de las nuevas tecnologías con la industria editorial, así como los hábitos de lectura en la región y las oportunidades reales que ofrece el mercado para nuevos negocios en las distintas plataformas. En la segunda parte, abordará los modelos de negocio digitales: modalidades y rentabilidad.

Recuerde:

Foros del Libro
Fecha: Jueves 1 de noviembre de 2018
Lugar: Sala de música. Piso 2. Biblioteca Pública Virgilio Barco (Avenida Carrera 60 No. 57 – 60).
Horario: 8:00 a.m. a 5:00 p.m.


A 150 poemarios llega la Colección un libro por centavos de la Universidad Externado de Colombia

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Con motivo de esta publicación, se inaugurará una exposición dedicada a "Un libro por centavos": “Poesía: Espejo del tiempo” que estará abierta hasta el mes de febrero de 2019.



El poemario No. 150, Poesía colombiana para niños, rinde homenaje  a la familia, eje de la sociedad  y “ofrece una panorámica, literariamente comprometida, porque escribir para niños es una de las labores literarias de mayor exigencia y de la más alta responsabilidad”, afirma  el poeta John Fitzgerald Torres quien estuvo a cargo del cuidado y selección de esta antología.

La colección Un libro por centavos, iniciativa de la Decanatura Cultural de la Universidad Externado de Colombia, llega a la edición 150 y cumple quince años (2003-2018) de publicaciones mensuales, gratuitas e ininterrumpidas con un tiraje de 10.000 ejemplares por título. “Luego de 15 años se ha convertido en indispensable para los estudiosos del género por ser una colección diferente a las consideradas clásicas.  Es incluyente, cercana, provinciana.  No elitista, clasista  ni machista, se puede consultar en bibliotecas de universidades, municipios y regiones apartadas del país. La leen en cárceles, hospitales, colegios veredales y en zonas de reincorporación de los excombatientes de la  FARC.  También está catalogada en las bibliotecas de las universidades de Stanford, Harvard, Yale y del Congreso de los Estados Unidos, pero sobre todo, llega a las manos de miles de  estudiantes y personas de todas las edades en ciudades y zonas rurales del país”, comenta con orgullo el decano cultural, fundador y director de la colección, Miguel Méndez Camacho.

Poesía colombiana para niños rinde homenaje  a la familia, eje de nuestra  sociedad,  por tal motivo para festejar este acontecimiento cultural, serealizarán varios eventos en la Universidad Externado de Colombia y en la Biblioteca del Barrio Egipto: 

El 23 de octubre, en las instalaciones de la Biblioteca de la Universidad con presencia del rector Juan Carlos Henao, de varios poetas publicados en la colección, de personalidades importantes de la vida cultural, así como docentes, estudiantes y personal administrativo, se presentará el poemario nº 150 y se inaugurará una exposición dedicada a "Un libro por centavos": “Poesía: Espejo del tiempo” que estará abierta hasta el mes de febrero de 2019.

Ese mismo día, en horas de la tarde, el poeta John Fitzgerald Torres dictará un taller de creación poética a niños de la Biblioteca del Barrio Egipto, donde se les obsequiará a cada uno de ellos  un ejemplar del poemario.

La Universidad también estará presente el sábado 27 de octubre desde las  8:30 a.m., hasta la 1:00 p.m., acompañando a más de 300 escolares de instituciones educativas de Egipto, en La Fiesta de los Niños, obsequiándoles los poemarios y realizando con ellos un taller de adivinanzas a partir de la lectura de poemas. 

Sobre la Colección Un libro por centavos

Desde el año 2003 la Universidad Externado de Colombia ha publicado en forma ininterrumpida, todos los meses, un volumen de la colección, que recopila la esencia de la obra de poetas de Colombia, Latinoamérica y el Mundo, como una forma de incentivar lectura, interés y amor por la poesía.  Al llegar al tomo 150 la colección comprende antologías de 104 poetas colombianos, 46 de otros países del mundo. “La calidad de los contenidos, el acierto en las selecciones y  el impecable trabajo de edición de "Un libro por centavos", son mérito de nuestro decano cultural Miguel Méndez Camacho,  gran poeta e intelectual” afirma el rector Juan Carlos Henao.

“Le corresponde el doble mérito de contribuir al fomento de la cultura y de mantener un diálogo vivaz y profundo de los lectores con la poesía y de nuestra universidad con muchos de los más importantes poetas colombianos y de otras nacionalidades que a lo largo de quince años han acudido a nuestras aulas con motivo del lanzamiento de sus libros  a compartir su pensamiento, su visión del mundo y su obra”.      



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