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Prográmese con los escritores William Ospina y Miguel Mendoza Luna

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William Ospina. Foto: Libros & Letras


Lectura de poemas con William Ospina

El próximo Jueves 25 de octubre a las 7:30 p.m. en la sala del Teatro Esquina Latina en Cali, el poeta William Ospina realizará la lectura de sus poemas en la franja llamada “Poesía en la Esquina”, un espacio para la promoción y la difusión de la poesía, coordinado y dirigido por la poeta venezolana Betsimar Sepúlveda, y que mes a mes acoge a diferentes poetas representativos del género a nivel local, nacional e internacional y donde se leen sus poemas, se realiza una semblanza de su vida y obra y se promueven sus publicaciones.
El Teatro Esquina Latina está ubicado en la calle 4ª Oeste Nº 35-30, Barrio Tejares de San Fernando de Cali.

Miguel Mendoza Luna presenta El asesinato de Edgar Allan Poe

El asesinato de Edgar Allan Poe y otros misterios literarios (Rey Naranjo) de Miguel Mendoza Luna, ganador del Premio Nacional Libro de Cuentos ciudad de Bogotá 2017, será presentado este jueves 25 de octubre en la Universidad Javeriana en Bogotá.

En este libro de cuentos se dan cita grandes autores y personajes como Dostoievski, el famoso detective Dupin de Edgar Allan Poe; el recordado Frankenstein de Mary Shelley, Franz Kafka. Un conjunto de relatos que reencuentra al lector con clásicos de la literatura universal e invitan a los jóvenes a acercarse a ellos con la nueva mirada que ofrece su autor: “El libro es una oscura galería de personajes y autores ilustres de la literatura instalados en otros universos, puestos a prueba en ajenos y nuevos laberintos

Presentación

El asesinato de Edgar Allan Poe y otros misterios literarios s
Fecha: 25 de octubre de 2018
Lugar: Universidad Javeriana. Edificio Fernando Barón, Auditorio Marino Troconso (Carrera 7 #40-62)
Miguel Mendoza Luna conversara con Alejandro Cuervo e Isaías Peña.


Son cruces abiertas nuestras vidas. Acerca de "Los dormidos y los muertos" de Gustavo López

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En esta novela, los hombres parecen protagonizar todo: la historia, la violencia y las decisiones, pero en realidad son las mujeres las racionales, humanista y empáticas.



Por: Mateo Ortíz Giraldo*

Los dormidos y los muertos (Rey+Naranjo, 2018) de Gustavo López tiene todo en contra para ser puesto en ese estandarte quisquilloso y esnobista de “buena novela”. Las razones son múltiples y dispares: narra un periodo de la historia de Colombia que nos gusta pasar de la largo, ese que va de finales de los 40 hasta finales de los 60; allí, en la génesis del conflicto armado; porque se centra en una familia clase media de un pueblo godo y frío, como lo es Manizales; porque va a medio camino entre el tono de eufemismos y decorados propios del grecoquimbayismo y el lenguaje callejero, propio de la novela urbana; también, porque usa como pretexto la vida efervescente de un adolescente para guiar la narración. En últimas porque es un libro raro, todo un lunar en la montaña.

Es precisamente esa rareza lo que lo hace un libro maravilloso, lleno de matices y sarcasmo que lleva al lector a  toparse con la infame historia colombiana sin caer en dogmatismos. Para lograra esto, el autor se vale de una capacidad cada vez más en desuso (y aquí me perdonan si sueno como viejito manizaleño) para hablar de estos temas: el estilo, la punción etérea, digamos, lo que  Vila-Matas dice que pesa más que el mismo argumento. Pero eso no es lo que vengo a discutir aquí. 

Lo que me inquieta en realidad, es todo lo que esta novela supone. Al leerlo, no es sorpresa hallar relaciones con autores como R.H Moreno-Durán o Fernando Ponce de León. Dos voces que emplearon la erudición machacona en pro del sarcasmo y el humor renegrido, de ese pegachento y que lo deja a uno achantado porque en últimas, lo hace reírse a uno, de uno mismo, de su realidad como hijo de una nación esquizofrénica y paranoide.

Entre la calle y la casa

Miremos los contrastes. Primero, nos propone un relato al estilo de la novela urbana, pensemos un momento en “Opio en las nubes” (que no es el mejor ejemplo, pero funciona) de Chaparro Madiedo o en “El atravesado” de Andrés Caicedo. Ambos, toman a los personajes y los persiguen en las calles, en los andenes como Manuel Mejía Vallejo en su natal Medellín. Cargamos tras los personajes una cámara que registra sus movimientos, como si fuese una película de Trauffau o Godard: todo matices, naturalidad y olor a asfalto. En ello, como si fuese “Agarrando pueblo” de Carlos Mayolo, sentimos las voces, los pitidos, vemos el barrio obrero y el clase media, la iglesia y los parques, bares y cafés. Mientras esto ocurre, también hay un relato íntimo e intimista, con esos cuadros costumbristas de situaciones familiares como un Chejov paisa que narra la vida de la familia Almanza Plata.

Entre el eufemismo y la jerga

Para unir esas dos escenas, se requiere de un uso del lenguaje igual de ambiguo y contradictorio. Usa, como lo dije antes, los juegos floridos del grecoquimbayismo al estilo de Tomás Carrasquilla o de cualquiera de los “Gorilas”, como se le llamó a los escritores de inicios de siglo y también emplea el bello recurso del madrazo callejero, del dicho de mamá y de los proverbios del barrio. Así, López, crea un matiz inquietante que deja en el lector una sonrisa de no saber si todo es un ejercicio mamagallista o si en realidad el escritor es un tipo excepcional.

El matiz que logra ambas situaciones: el eufemismo y la jerga callejera; la novela urbana y la costumbrista, dan origen un relato de contrarios que no solo se queda en la forma sino que también se materializa en lo que narra. Nos muestra a una familia que ejemplifica a una Colombia chica: un padre godo, una madre cansada de la política, un hijo mayor perdido, una hija que se niega al dolor de la degradación corporal y se suicida; otro hijo de armas tomar y de izquierda, una hermana silente y sin matices; otro hermano adolescente y marxista; y un hermano menor criado por la madre. Miren el panorama y verán que es la fórmula del caos. Como este país.

En medio de este, también se narra, de fondo, la vida de Laureano Gómez, el hombre tormenta y de Camilo Torres. Ambos, tan diferentes y necesarios. Gómez, para darnos cuenta de nuestra entraña violenta y Torres para descubrir cómo la violencia logra llegar hasta los cuerpos más sensibles. Personajes diferentes, pero unidos, precisamente por esa escala de grises que es la familia Almanza Plata. Esto, nos deja como resultado una estampa de la Colombia de los 60s  no muy diferente a la actual con la radio de fondo y los ecos de tangos y operas como banda sonora.

Un Werther paramuno

El cóctel de esta novela, no termina aquí. Además de esos contarios, está presente la narración de una novela de formación protagonizada por Eccehomoo ChechéAlmanza. Él refleja la figura de un Werther de páramo  o  un joven artista de Joyce descubriendo los lupanares de Manizales. Cheché crece en la novela y con ello, crece su confusión, sus temores y deseos. Su presencia exuda pubertad y transformación. Este hecho nos guía a través de la vida de un adolescente de los 60s, como lo hizo Fernando Ponce de León en Matías (la primera novela urbana de Colombia). Mientras su extrañeza se acrecienta, el país empieza a desangrarse y él toma partido.

Todo lo ya mencionado se amplifica y enriquece con unos personajes femeninos inquietantes. En esta novela, los hombres parecen protagonizar todo: la historia, la violencia y las decisiones, pero en realidad son las mujeres las racionales, humanista y empáticas. Sobre la figura de Antonieta (hija mayor de los Almanza) se refleja la tenacidad y apropiación de su cuerpo. En Adelaida (la madre), está presente las madres entregadas y decidas que componen las familias; pero también es contestaría y sensible. Por su parte, Luxemburgo novia de León, el hijo de armas tomar, está presente el humanismo, la empatía y la razón; ella expone diálogos fascinantes que ningún hombre en la novela desarrolla. La lista es la larga: las prostitutas, la esposa de Laureano Gómez y la secretaria de Camilo Torres. Mujeres que ejercen una racionalidad que no está al lado de machete de macho.

Las cruces

Leer Los dormidos y los muertos es ahondar en ese diálogo de Macbeth de Shakespeare donde Lady Macbeth dice que los muertos y los dormidos son solo imágenes, están quietos y no hay porqué asustarse. Con esta novela nos damos cuenta que en esa quietud está la extrañeza, la complejidad y la belleza. Una belleza rara que radica en esa sinceridad y tranquilidad con la que Lópezescribe.

Al final, esta es novela invade al temor de temblor; un temblor que deja a los muertos con las sepulturas revolcadas y las cruces abiertas y a los dormidos con los ojos secos, impávidos. Es decir, al lector, es decir, a Colombia.


*MATEO ORTIZ GIRALDO.

Leedor. Presunto escribidor.
Estudia periodismo y filosofía. 

Síguelo en 

Twitter: @plumasinave


El rincón del poeta. Hoy la poesía de la colombiana Leonor Riveros Herrera

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Foto: Libros & Letras

Al recordar mi nombre


Por: Leonor Riveros Herrera / Colombia

En las paredes de tu alcoba
verás mi nombre
saltando la cuerda de las horas.

Aparecerá como fragancia
adherida a las esquinas de tu sueño
y lo pronunciarás entre sollozos
que rociarán las corolas de tus ojos.

De madrugada,
después de tanto repetirlo,
lo verás diluirse en el adiós de la neblina.

Entonces comprenderás
mi mudez ausente
y la inquietud de mi pregunta sin respuesta:
¿Por qué te fuiste?


Biografía

Leonor Riveros Herrera  nació en Calarcá (Quindío, Colombia). Ha sido galardonada en el Premio Internacional de Poesía Argentina en 2018 y en el IV Certamen Internacional de Siglema 575, convocado por Scriba Ny, San Juan de Puerto Rico. 

¿Te gustaría que tus poemas fueran publicados en nuestra sección de "El rincón del poeta? 



Distopías para salvar al mundo. A propósito del nuevo libro del escritor Dioni Arroyo

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Huso Editorial acaba de publicar Cuando la luz se extinga del escritor Dioni Arroyo Merino, un drama donde el patriarcado se invierte para mostrarnos la otra cara de una discriminación por razones de género.

Publicamos un fragmento del prólogo escrito por Daína Chaviano, la reina de la literatura fantástica en español.

Foto: Dioni Arroyo. Cortesía.

Por: Daína Chaviano / Prologuista

La ciencia ficción sigue siendo el género literario de la experimentación y el cambio, posiblemente el que mejor continúa reflejando nuestras pesadillas y nuestros temores; el que no deja de advertirnos sobre las peores variantes sociales y políticas que nos acechan, con el fin de ponernos sobre aviso para eludirlas antes de que sea demasiado tarde. Ha sido esta obsesión por atajar las inminentes catástrofes lo que ha llevado al nacimiento de un tipo de historias como la que el lector tiene ahora en sus manos.

Cuando se extinga la luz es una distopía escrita por Dioni Arroyo Merino(Valladolid, 1971), cuyas obras suelen recrear diversos escenarios que alertan sobre posibles desastres provocados por el ser humano. Recordamos que en su novela Fractura, por ejemplo, examina las consecuencias ecológicas del fracking, una tecnología que inyecta agua con arena y algunas sustancias químicas al subsuelo rocoso para extraer con facilidad cierto tipo de combustibles. En otra, Fracasamos al soñar, desarrolla el tema del transhumanismo con varias interrogantes temerarias sobre el futuro de la especie.

En términos generales, Arroyo comparte su preocupación por el manejo errado —y las secuelas— de esa ciencia que se utiliza para conseguir ventajas o gratificaciones inmediatas sin medir sus funestas ramificaciones. El presente título no es una excepción. Sin embargo, Cuando se extinga la luz nos propone una curiosa (re)visión y mezcla de asuntos que no habíamos hallado en sus obras anteriores.

Construida sobre la base de dos escenarios donde se combinan elementos del steampunk, la eco-ficción y la historia alternativa, también contiene ingredientes propios del horror lovecraftiano, el feminismo distorsionado y una biología con shapeshifting -(literalmente: cambio de forma) que contribuyen a conformar una distopía llevada al límite de la pesadilla. 

La novela se inicia en un mundo alternativo donde la revolución menchevique ha triunfado en 1905. Recordemos que, en la historia que conocemos, esta fue una revuelta fallida; pero en la novela, los mencheviques no solo consiguen la victoria, sino que ocupan el lugar que desempeñaron los bolcheviques, después de 1917, en nuestra línea temporal.

Téngase en cuenta que ambas ramas políticas fueron facciones rivales dentro del movimiento socialista ruso. Sin embargo, del mismo modo que en la novela triunfan los mencheviques, en la trama literaria —a diferencia de la revolución bolchevique que se impuso en unos pocos países de nuestro mundo hasta la caída del muro de Berlín—, la dictadura de los mencheviques consigue avanzar y dominar todo el planeta.

Quizás por ello —aunque no se hace explícito—, la sociedad global en esta novela se ha estancado en la primera fase de la Revolución Industrial; y sin formas de energía más limpias, el mundo se contamina de tal manera que resulta imposible salir sin máscaras que filtren el aire.

Por si fuera poco, el drama del patriarcado se invierte para mostrarnos la otra cara de una discriminación por razones de género. Los hombres, que ahora son ciudadanos de segunda clase, son tratados como objetos sexuales o como meros asistentes civiles o militares, sin derecho alguno. 

Sepa el lector que no estoy revelando nada esencial sobre la trama. No he hecho más que esbozar lo que resulta evidente desde el inicio de la novela, donde dicho escenario es solo el punto de partida para la verdadera historia.

Sin entrar en detalles, añadiré que otra sociedad igualmente matriarcal aparecerá en la segunda mitad del libro, aunque se diferenciará de la primera en que se trata de una cultura tribal y más primitiva.

Lo curioso es que ambos matriarcados —con sus diferentes niveles tecnológicos— son igualmente opresivos y dictatoriales. En los dos casos, la casta femenina gobernante despreciará al sexo masculino que resulta manipulado y usado como un objeto más.

De esta situación ficticia creo deducir que el autor nos propone dos lecturas. Por un lado, muestra a los hombres cómo es ser excluido, humillado o relegado a un segundo plano, y también lo que significa tener que doblegarse y no ser dueño de su propio destino por el simple hecho de haber nacido con un cromosoma diferente.

Por otra parte, es obvio que un matriarcado puro y duro tampoco es una opción socialmente válida para este creador. Arroyo parece decirnos que la desigualdad hacia cualquier sexo resulta igualmente funesta y no funciona para ningún tipo de sociedad, sea cual sea su desarrollo material.

Existen otros factores que aluden a diversas ideas e influencias, pero es mejor que el lector los descubra por sí mismo. Es imposible entrar en más detalles, a menos que queramos revelar el argumento.

Por último, valga aclarar que la novela no expone una historia optimista, pero su valor radica precisamente en las sombras que proyecta sobre nuestro ánimo, pues si queremos salvar al mundo, debemos estar listos para cortarle el paso a los monstruos que nos acechan. Solo por eso es una suerte que existan escritores como Dioni Arroyo, capaces de plantearse los problemas más angustiosos y desafiantes que podríamos enfrentar en este nuevo milenio.   


¿Cómo crear un club de lectura dinámico y perdurable? Este libro tiene las claves

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Muchos de nosotros hemos intentado crear un club de lectura, pero con el tiempo este se desvanece y las ganas de sus integrantes por continuar en él quedan a la mitad de camino. Este fue uno de los motivos que impulsó a la escritora y editora Rosa García Perea (Sevilla, 1965) para publicar el libroManual del club de lectura (Almuzara) que distribuye Ediciones Urano en Colombia.


Rosa García Perea. Foto: cortesía

Por: Ileana Bolívar* / Bogotá.

En esta obra la autora analiza las razones del por qué falla un club de lectura y explica, de forma muy práctica, qué es un club de lectura, cómo crearlo, qué tipos de clubes de lectura existen, qué lecturas se deben hacer, qué hace falta para que perdure, cuáles son los lugares adecuados para las reuniones, qué papel cumple un moderador y cómo las nuevas tecnologías han transformado los clubes de lectura, entre otros temas.

García Pérea recuerda que su primer acercamiento con la lectura fue a los siete años de edad cuando su hermana mayor le presentó el libro Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain.  A partir de ese momento quedó cautivada y nunca ha dejado de leer.

Inicia su trayectoria literaria en 1992 quedando finalista en el Premio Nacional de Narrativa “Punto de Encuentro” de Uruguay, con el libro El Caleidoscopio. Su obra abarca poesía, cuento y novela y ha impartido durante años talleres de creación literaria y creatividad poética, y ha organizado jornadas de fomento a la lectura para niños y para adultos.

La autora española formó su primer club de lectura en 1999 junto con tres amigos. Y lo que comenzó como un juego con el tiempo se consolidó en un gran grupo apasionado por los libros. En la actualidad co-dirije el Club de Lectura y Debate Monipodio, que nació en el Ateneo de Sevilla hace unos seis años.

-¿Qué razones la llevaron a publicar el Manual del club de lectura?
Durante estos años he visto formarse muchos clubes de lectura que duraban pocos meses. Unos por inexperiencia, otros por falta de un moderador… el caso es que muchas personas venían a preguntarme por qué les sucedía esto. Y pensé que sería bueno ofrecer mi experiencia.

-¿Cuáles son los problemas que más encuentra en los clubes de lectura?
Principalmente la mala elección del lugar de encuentro de las reuniones, y la mala elección de los títulos a leer. Y eso al final se resume en la falta de un moderador que organice todo. También a veces hay que seleccionar bien a los integrantes y pedirles un compromiso serio. Que asistan y que lean las obras. Es poco pero absolutamente esencial.

-¿Cómo un club de lectura ayuda a formar lectores y qué tipo de lectores?
La puesta en común con otros lectores es muy motivadora. De hecho hay muchas personas que se inscriben en un club de lectura para obtener el hábito de la lectura. La unión hace la fuerza, y en la lectura más. Y el tipo de lectores que consigue un club de lectura es el lector con afán de superación. Con ganas de subir el nivel de sus lecturas.

-¿Cómo ve la evolución que han tenido los clubes de lectura? ¿Conoce experiencias latinoamericanas?
Cada vez proliferan más grupos de personas que se reúnen para comentar sus lecturas. Quizás sea que cada vez hay más necesidad de comunicarnos, en una sociedad tremendamente poli-informada pero más individualista. No conozco de primera mano la situación latinoamericana, pero sí por buenos amigos de allí, y veo con felicidad que ocurre lo mismo.

-¿Actualmente cómo han transformado estos clubes nuestra relación con la lectura?
La lectura nació como un acto social. No se leía para uno mismo, se leía en voz alta para los demás. Sin embargo, en un momento dado la lectura se convirtió en un acto íntimo y personal. Y con los clubes de lectura nos encontramos con una situación mixta. Por un lado tenemos una relación íntima con nuestro libro, y después se convierte en algo social al debatir sobre él con el resto del grupo. Además, una vez terminada la reunión, te das cuenta de que has enriquecido esa relación, porque tienes diferentes puntos de vista de esa historia. Es algo mágico.

-¿En qué momento los roles como el del bibliotecario o el librero pasaron de ser simples guardianes de los libros a actores activos en los hábitos de lectura?
A partir de los años 80 nos empezamos a concienciar que las bibliotecas no son simples habitaciones con anaqueles de libros. Y comienzan a realizarse actividades, rompiendo el silencio. Así mismo en las librerías comienza a pasar lo mismo. Aparecen grandes establecimientos con espacios para dinamizar la relación con el libro.

-¿Qué recomendaciones hace a los padres que quieren iniciar a sus hijos en la lectura?
Los niños aprenden imitando a sus padres. Lo principal es que lean ellos, para que sus hijos vean cotidiana la lectura. Además les aconsejo que un grupo de padres creen un club de lectura para niños, desde los dos años. En los que al principio serán los padres los que lean para ellos, pero poco a poco se irá convirtiendo en algo más. En el libro explico cómo.

-Cuando no se cultiva el hábito de la lectura desde niños en la adultez es más difícil acogerla, ¿qué se debe tener en cuenta en un club de lectura para la tercera edad?
Hay que saber escoger lecturas que les interesen. A esa edad la capacidad de concentración es menor, por lo que hay que atinar con los títulos. Funciona muy bien una fórmula de club de lectura de abuelos y nietos, para conocer el pasado y analizarlo a través del futuro. Es algo precioso.

-¿Cómo ve la labor que hoy realizan los jóvenes desde sus canales de youtube y en las redes sociales?
Yo veo en las redes sociales, y en los canales de Youtube una herramienta magnífica para un club de lectura. De hecho es una de las fórmulas que propongo en el libro: el club de lectura virtual. Hay muchos youtubers e instagramersque hacen recomendaciones interesantísimas de sus lecturas. Es el nuevo universo de nuestros jóvenes, y el nuestro también ¿por qué no? Así que hay que caminar en él.

-¿Por qué no recomienda hacer relecturas en los clubes?
Porque va en contra del espíritu del propio club. Nos reunimos para comentar lo que hemos sentido leyendo una obra en el mismo contexto de espacio y tiempo. Además, el club debe ser motivador, debe animar a encontrar nuevos retos. La relectura es una de las causas por las que un club pierde sus miembros.

-¿Lo bueno y lo malo de las nuevas tecnologías en los hábitos de lectura?
Lo bueno es que te brinda la comodidad de la lectura en cualquier espacio y en cualquier momento. En mi caso, leo mucho en el transporte público a través de una aplicación de mi teléfono móvil. Y además, soy una gran consumidora de audiolibros, porque me deja libertad de movimientos mientras realizo otras tareas.
Y lo malo, que el tacto y el olor del papel no se puede conseguir a través de una pantalla…

Título: Manual del club de lectura
Autora: Rosa García Perea
Editorial: Almuzara (Distribuye Ediciones Urano en Colombia)
Páginas: 128

*En twitter: @ileana_Bolívar


“Sospecho que vivir fuera de Venezuela me genera una lucidez que no podría tener si estuviese allí”: Juan Carlos Méndez Guédez

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El escritor venezolano, invitado a “Bogotá contada”, programa del Idartes, presentará su nueva novela, La ola detenida, el próximo 9 de noviembre, a las 6 de la tarde en la Librería del Fondo de Cultura Económica. Mendez Guédez dialogará con el autor colombiano Pedro Badrán.



Por: Ileana Bolívar R.* / Bogotá.

Todo comenzó después de terminar una charla con su editora Elena García-Aranda sobre novelas policiales cuando Juan Carlos Méndez Guédez decidió sentarse frente al computador durante cinco días sin parar y trabajar en lo que sería, un año después, La ola detenida (HarperCollins): “Hace años que albergaba la idea de trabajar un personaje, una mujer detective y bruja, y sentí que había llegado el momento de darle voz. Necesitaba saber cómo concluía esa historia”, afirma el escritor.

Méndez Guédez es doctor en literatura por la Universidad de Salamanca y reside en España desde finales de los 90, donde ha escrito y publicado la mayor parte de su obra lo que le ha permitido ubicarse  entre los autores más destacados de la literatura hispanoamericana.

Pese a vivir lejos de su país natal, nunca ha sido indiferente a su realidad: “Cuando estás muy cerca de algo descubres muchos de sus detalles y pierdes otros. Escribir desde cerca o en la distancia no garantiza que lo hagas mejor o peor”, explica Méndez Guédez.

La ola detenida es una novela detectivesca donde su protagonista, Magdalena Yaracuy,  temperamental, inteligente y fuerte, tendrá que resolver el caso de la desaparición de Begoña, hija de un político poderoso, cuyo escenario es la peligrosa Caracas.

Libros & Letras dialogó con el autor sobre esta novela, sus proyectos literarios y Venezuela.
  
-Para construir esta novela negra, ¿cuáles fueron sus autores de referencia?
Yo diría que Simenon, que Fred Vargas, que Graham Greene y Patricia Highsmith. Pero también pensaría en Osvaldo Soriano, el maravilloso narrador argentino que transformó la dura realidad argentina en diversos géneros: el western, la novela de espías, el policial, y que incluso incorporó gags de película como los pastelazos en la cara. Una mezcla genial y entrañable.

-¿Cómo definiría La ola detenida? ¿Es una denuncia, una reflexión, un llamado a la sociedad…?
La definiría como una novela. Y las novelas incluyen todas esas posibilidades que mencionas. Lo que sucede es que la novela debe tener la modestia de conocer sus límites: es un artefacto estético que si logra su objetivo removerá la intimidad de algún lector, pero no tiene efectos sociales masivos, ni logra con su denuncia cambiar del todo la realidad. Una novela no es más fuerte que un AK 47. Pero es más hermosa, claro.

-¿Cómo ha sido escribir desde la distancia sobre su país?
Cuando estás muy cerca de algo descubres muchos de sus detalles y pierdes otros. Escribir desde cerca o en la distancia no garantiza que lo hagas mejor o peor, sólo que el resultado será diferente. Sospecho que vivir fuera de Venezuela tantos años me genera una lucidez que no podría tener si estuviese allí. Pero es posible que me pierda de otros matices que le son reconocibles al autor que sigue viviendo en sus calles. Lo real es que sólo puedo escribir de esa manera. Estoy fuera de Venezuela desde hace más de veinte años, y no puedo dejar de pensar en ella.

-La memoria es una constante en su libro, ¿qué tan importante es hablarle al lector del pasado o el presente?
Hace poco escuché al escritor Víctor del Árbol comentar que una cosa es la memoria y otra la historia. La memoria es el modo en que las personas recuerdan lo que sucedió. La historia sería, dentro de lo posible, la descripción exacta de lo que sucedió. Las novelas hablan de la memoria que guardan sus personajes, del modo en que ellos reconstruyen su pasado.
Retomando tu pregunta, hablar sobre el presente tiene el valor de que al hacerlo logramos una fotografía incompleta, torpe, un acercamiento desde la inocencia de quien conoce sólo lo que sus ojos pueden mirar. Y esa foto puede ser importante. Si un venezolano te hablase de su realidad en el año 88 encontrarías una inocencia, una candidez absoluta; desconocería la inmensa tragedia que se le viene encima y que en ese momento se está incubando sin que él lo perciba: el regreso del militarismo, la conquista del país por parte del narcotráfico y el castrismo. Pero es interesante percibir esa distancia entre lo que se ve y lo que realmente existe.
En cuanto a la memoria es siempre materia deliciosa para la novela. Aquí te digo que para uno como lector es fascinante acceder a una memoria ajena que pasa a formar parte de ti. No estuviste en ese tiempo ni en ese lugar, pero aquello se incorpora a tu propia existencia. Y ni hablar de lo que significa la memoria en la escritura: es la percepción de que por momentos, con tus palabras, estás venciendo el tiempo; estás de regreso a un lugar que alguna vez fue tuyo y que los años te arrebataron.

-¿Por qué la protagonista es abandonada por su madre y no por el padre como se supone que pasa en la realidad?
En efecto, esa es la historia más común en nuestros países. Sin ir muy lejos, yo fui abandonado por mi padre. Pero en la literatura me interesa la singularidad. Yo busco siempre si voy a contar una historia de amor, que sea una historia posible, real, pero diferente a lo que se espera en la vida cotidiana. Lo mismo si es una historia familiar, si es una historia de amistad. Me interesan las excepciones. Según entiendo el conocimiento científico se basa sobre la repetición de fenómenos que pueden comprenderse como leyes. Cada vez que abro mi mano y suelto un lápiz éste va a caer al suelo. En la literatura, lo que interesa es que alguna vez se abra la mano y el lápiz quede flotando.
Por otra parte, que Magdalena Yaracuy, la protagonista de La ola detenida, haya sido abandonada por su madre me fue interesando por diversos motivos. Magdalena es una mujer de una cierta originalidad vital: sus respuestas ante la existencia no son respuestas predecibles. Y ahora pienso que eso le viene dado por su propia madre ausente. Cierto que esa mujer le causó dolor, pero a la vez, le enseñó que hay que vivir a fondo la vida propia. La madre de Magdalena no se sentía feliz como madre, se encontraba angustiada, ahogada en ese rol, y por eso huye a Brasil. Es una decisión que desde la perspectiva de la hija es terrible, es dolorosa y mezquina, pero también es muy interesante que como mujer esta persona haya tenido el valor de contradecir lo que el mundo esperaba de ella.

-¿Magdalena Yaracuy está basada en un personaje de la vida real? ¿Por qué la bautizó con ese nombre?
Empecé a escribir esta novela en la Provenza francesa. Allí existe una leyenda muy interesante sobre María Magdalena, la amiga de Jesús. Se supone que ella, junto a otras dos mujeres y una niña, huyen de los romanos y llegan a esta zona que ahora es Francia. Cada una de las mujeres se dispersa a predicar las buenas nuevas y María Magdalena muere en una cueva. El caso es que esta leyenda que tiene ramificaciones de todo tipo y versiones varias, revindica la figura de una mujer que los evangelios hacen invisible. De hecho, hay un evangelio apócrifo que se le atribuye a  ella, porque en torno a esa figura existe una tensión muy interesante, ella está muy presente y a la vez se le ignora.
Yo fui criado y cuidado por mujeres, ellas hicieron de mi infancia un lugar feliz, aunque mi padre había desaparecido. Y La ola detenida está protagonizada por una mujer, así que sentí que Magdalena era un nombre que me regalaba ese lugar donde yo me encontraba en esos días.
Y mucho tiempo después también recordé que una de mis canciones preferidas de la Billo´s se llama así: Magdalena.
Por otro lado, debo decirte que según mi experiencia los personajes literarios son más interesantes y plenos que la mayoría de las personas. Yo para construir mis personajes suelo mezclar tres o cuatro personas y les agrego todo lo que mi imaginación pueda aportar.
El caso es que me gustó mucho que en una entrevista que me hicieron en Barcelona Negra el entrevistador al final del diálogo me dijo: “yo quiero conocer a Magdalena y salir con ella. ¿Me la presentas?”.

Juan Carlos Méndez Guédez. Foto: Miguel Lizana

...la memoria en la escritura: es la percepción de que por momentos, con tus palabras, estás venciendo el tiempo; estás de regreso a un lugar que alguna vez fue tuyo y que los años te arrebataron.

-En una entrevista dijo: “Magdalena es como son hoy día muchas mujeres que escapan de los conceptos en los que las podía haber encasillado el machismo, pero también el feminismo”. ¿Este personaje está pensado para reflexionar sobre el papel de la mujer en la actualidad?
Lo primero es subrayar que La ola detenidaes una novela detectivesca donde una mujer debe rescatar a otra que ha desaparecido en la muy peligrosa Venezuela. En ese sentido, este libro pretende tener todos los ganchos que hacen que un lector se conecte con una obra y quiera saber su desenlace. Magdalena Yaracuy es una detective que quise poseyese mucha agudeza, mucho humor, mucha pasión y que utilizase métodos poco convencionales para resolver sus investigaciones, como sería el caso de la brujería.  
Los novelistas pensamos el mundo como historias, no como conceptos.
No es normal que yo configure un personaje para reflexionar sobre un aspecto de la realidad, porque eso es más bien propio del ensayo o el periodismo. Pero desde luego, el papel de la mujer en la actualidad es un tema fundamental. 
Magdalena Yaracuy es apasionada, ruda, libre; su forma de vivir es muy contraria a la de las mujeres que aparecen en los cuentos de hadas o en las telenovelas.
Es un tipo de mujer que he conocido y que me interesa narrar. Hay muchos otros modos de ser mujer, pero a mí me interesó contar éste en concreto, porque admito que he reído durante horas cuando alguna amiga me cuenta sin tapujos su vida y compruebo que no tiene nada que ver con las expectativas que su entorno se hace sobre ella.

-¿Qué encontramos de de Juan Carlos Méndez Guédez en La ola detenida?
Sobre todo los lugares. Madrid, Caracas, Barquisimeto, Salamanca, Aix en Provence. Suelo ser un escritor auto-geográfico. Me gusta que mis personajes caminen por lugares en los que yo he caminado pues así me siento más libre para imaginar.
Pero hay otro elemento. Magdalena Yaracuy forma parte de un culto religioso venezolano que es el espiritismo marialioncero. Una religiosidad muy reciente que tiene unos cien años y que tiene como diosa principal a una mujer: María Lionza.
De niño y adolescente, una parte de mi mundo estuvo muy vinculada al espiritismo marialioncero. Fui muchas veces a su montaña sagrada: Sorte. Participé de sus ritos, de sus ensalmos, adoré sus humildes altares en los que había ofrendas sencillas como frutas, panes, leche, velas.
Hoy en día soy agnóstico, pero sigo sintiendo una ternura muy especial por esta espiritualidad que como en las muy antiguas religiones anteriores al cristianismo, tienen como deidad máxima a una mujer. Es una religiosidad muy popular, un poco demonizada por las clases altas o cultas, que se mofan de ella con criterios medievales o clasistas.
Cuando escribo tengo frente a mí una imagen de María Lionza, y al alzar el rostro le digo siempre que el mundo es un lugar muy malo, pero que si ella existe, nos lo demuestre trayendo de tanto en tanto un poco de felicidad a las personas.

-En esta novela encontramos con varias referencias a escritores como Sarduy, Hemingway o Simenon, ¿Por qué los incluyó?
Magdalena es una mujer a la que le gusta rodearse de belleza. La música, los buenos libros. En ella sucede de manera natural una mezcla entre sus pasiones por la música de un grupo como “La dimensión Latina”, como por un concierto de Paganini. Hay una continuidad que es el placer.
Esos autores que mencionas son importantes para ella por distintas razones. Representan momentos importantes de su vida o le han deparado una comprensión nueva sobre la realidad. Sarduy es la sensorialidad profunda de las palabras y el cuerpo; Hemingway la contundencia y la precisión de la mirada; Simenon la profusión, la riqueza infinita de las historias.

-La ola detenidaha sido muy bien recibida y hasta elogiada en varios países, ¿Cómo le gustaría que la recibieran los colombianos?
Cuando un venezolano está en Colombia sabe que está en una parte muy honda de sí mismo. No es un asunto retórico. Palabras, entonaciones andinas o costeñas, el humor, el pasado, el presente. Las disputas que se dan entre hermanos; las coincidencias. Yo recuerdo un momento de mi juventud que jamás olvidé: el momento en que Colombia empata ante Alemania en el mundial del 90. Admito que yo había apagado la tele decepcionado porque Colombia estaba perdiendo, y corrí a encenderlo porque fue tal el grito de gol que se escuchó en toda Caracas, que comprendí que algo bueno había sucedido.
¿Cómo me gustaría que recibieran los lectores colombianos? Con mucha curiosidad; que comprueben si esta historia tiene algo que decirles.

-¿Por qué le gusta narrar historias de personajes atormentados, afligidos o con debilidades que saben ocultar?
Vargas Llosa lo dijo en alguna ocasión. La felicidad es literariamente improductiva.
La felicidad la queremos en la vida, pero un libro avanza precisamente por lo que tiene de roce, de conflicto, de herida. Me interesa eso que comentas sobre el ocultamiento que hacen mis personajes de su debilidad, de su tormento. Quizá este es un tiempo donde eso sucede mucho. ¿No son las redes sociales un lugar donde toda la gente es infinitamente feliz? Las redes pretenden mostrarlo todo y en el fondo son una máscara. Y no me parece malo que así sea. La intimidad es un territorio precioso. Lo real es que me cuesta creer en las lágrimas que saltan desde un tuit o desde Facebook.
El caso es que yo entiendo los libros como el susurro que sucede entre el narrador y el lector, y dentro de ese susurro se escenifica una intimidad en la que los personajes terminan mostrando sus debilidades, sus aflicciones.
Tal vez por eso me gusta contar este tipo de historias.

-¿Veremos a Magdalena Yaracuy en otras historias?
Espero que sí. Tengo ideas para tres o cuatro novelas más con ella. Pero ahora mismo, el año próximo aparecerá en España un libro de cuentos: Los libros del maíz, que tienen un desarrollo mítico y poético muy distinto al que encontramos en La ola detenida.
Me gusta mucho variar de libro a libro. Ser un autor que pudiese ser muchos autores.

-¿Los escritores deberían asumir alguna posición política a través de su literatura?
Yo pienso que no.
A mí en lo personal me interesa conocer la intimidad de los personajes, eso incluye su visión política del mundo, sus miedos, sus deseos. Si quiero enterarme de las posiciones políticas de un escritor leo sus artículos de prensa o sus redes sociales.
Sospecho que cuando entran de manera directa en un cuento o una novela las posiciones políticas de un autor producen un trastorno estético irremediable. 
En todo caso, lo maravilloso de la literatura es que te asomas a la intimidad de quienes no son como tú. Magdalena Yaracuy, por ejemplo, ha confiado en el 98 en el poder redentor de los militares venezolanos, y ahora se encuentra arrepentida. Ese no fue mi proceso. Ya en ese año yo sabía que esa gente sólo traería desgracias. Pero quería contar una historia desde la visión de alguien que no necesariamente coincide conmigo.
De todos modos, yo espero que los lectores establezcan una complicidad con esta historia por aquello que hace interesante los libros: la curiosidad: que esa historia de una detective que debe enfrentarse a ladrones, paramilitares, espías, militares y policías para descubrir dónde se encuentra la chica que está buscando, les active la curiosidad, la expectativa, las ganas de seguir adelante.

 
...este libro pretende tener todos los ganchos que hacen que un lector se conecte con una obra y quiera saber su desenlace

*En twitter: @ileana_bolivar

El rincón del poeta. La poesía inédita del escritor Enrique Patiño

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Foto: Enrique Patiño

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La ciénaga es un llanto*


Antes,
Se unían allí el agua salada y el agua dulce, dos viejos rivales por fin amistados. 
Antes,
con faroles en mano, atarrayas cosidas y el sabor cerrero del hambre en la boca, a las cuatro de la mañana la recorrían pescadores silenciosos.
Antes, 
la inmensa quietud de la Ciénaga Grande era rota por caimanes, mosquitos e iguanas. En otros tiempos aún amables la habitaron niños barrigones y palafitos endebles.
Antes, 
en casas sobre el agua, como erizos sobre sus espinas, gente adiestrada en el arte de deslizarse en canoas con sigilo dominaba sus aguas.

Antes.

Después, 
saltaron los peces dinamitados.
Después, 
sus cuerpos y nuestros cuerpos flotaron sobre la ciénaga. 
Después,
pescaron seres vivos sin nombre, como los peces. 
Después, 
parcelaron las orillas y poblaron las aguas desecadas de vacas tristes.

Antes,
la ciénaga fue un festín de redes atrapando el viento.
Ahora, 
se rebosa por las lágrimas de las viudas que lloran la barbarie.

En los ojos de un pez, la ciénaga es un enorme llanto.

Foto: Enrique Patiño

2

Crónica de una muerte intrascendente*


Llegó aquejada por dolores intestinales al puesto de salud.
Pidió un turno. No había personal, le dijeron.
Su número en la pantalla apareció distante e inalcanzable.
Se sintió como un gorrión caído de su nido. Mal presagio, se dijo.
La sala estaba atestada de pacientes que proferían insultos y rogaban atención.
El sonido intermitente de las ambulancias y de los pasillos reventados ahogó su ira.

Permaneció absorta en su propio dolor, partida por su agonía.
Alcanzó a distinguir que en ese recinto había luces macilentas,
hedor a clínica, lágrimas, fluidos y tristeza. Algunas camillas con manos descolgadas
y el vaho de la habitual desolación del siglo del fracaso.

No había gentileza en ese mar de cuerpos a la deriva.

Se fue apagando en una silla plástica de respaldo tubular.
Vio borroneados los números de los turnos que no avanzaban.
Ni fuerzas le quedaron para gemir.
Por fin alguien le pidió el carnet de afiliación. No estaba vigente.
––Usted no ha pagado su última cuota. Está en mora con el sistema–– le dijeron.
No respondió.
Su último pensamiento fue justiciero:
Matar el Sistema de Salud. Envenenarlo con fármacos y barbitúricos,
Ahogarlo en compresas y formatos por rellenar.
Enterrar vivo al asesino.

Una última voz la sacudió, pero ya no era de este mundo.
“Que pase el siguiente”.

*Enrique Patiño nos ha concedido el privilegio de publicar por primera vez una muestra de su trabajo poético. 


Sobre Enrique Patiño
Escritor, periodista y fotógrafo colombiano. Ha publicado cuatro novelas: Cuando Clara desapareció(2017), Mariposas verdes (tres ediciones hasta la fecha), Ni un paso atrás (dos ediciones formato bolsillo) y La sed (siete ediciones en formato bolsillo). Director de comunicaciones de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo 2014 – 2016); editor general y cultural de los diarios El Tiempo El Heraldo, y las revistas UrbanaDiners y Semana, entre otra; colaborador de la revista Libros & Letras. Sus fotografías sobre el país o sobre el agua han sido premiadas en los premios digitales The Bobs y sus crónicas han sido galardonadas, entre otras, por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el premio Semana - Deutsche Welle de Periodismo Ambiental. Redactor en los diarios españoles La Razón y Cinco días. Estudiante de la Maestría en Media Innovation en la universidad NHTV de Breda (Holanda). También ha trabajado en la creación de libros para la Cámara Colombiana del Libro con motivo de la FILBo 30 años (CCL, 2017) y con la FNPI, entre otras. Su novela La sed está en proceso de adaptación para desarrollo cinematográfico.

Instagram: @kikepatino


Liliana Colanzi: la editora de los libros extraños y maravillosos

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"Editar es una continuación de la experiencia de la lectura, como lo es escribir".

Liliana Colanzi. Foto de Carla McKay

Por: Pablo Concha*

La boliviana Liliana Colanzi(Santa Cruz, 1981), autora hasta la fecha de tres libros de relatos, ha ido perfeccionando el arte de la narrativa breve con cada nueva obra. Su último libro, Nuestro Mundo Muerto, fue uno de los tres finalistas del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en el 2017 y publicado en Colombia por la editorial Laguna Libros. Sus relatos, sin circunscribirse a una categoría o estilo específico, tienen una marcada influencia de autores de géneros no tan populares o respetados en las esferas de la alta cultura como lo son el terror y la ciencia ficción. Podemos sentir entonces el tenue hálito sobrenatural de escritores como H. P. Lovecraft, Philip K. Dick, Stephen King, Denis Johnson, etc.,imbuidos en sus páginas.

Lo más interesante es que L. Colanzi no se restringe a un solo tipo de narración o género, sino que transita por ellos según lo demande la historia de un cuento en particular. De esta manera, podemos encontrar relatos como Meteorito (de Nuestro Mundo Muerto), un cuento con elementos sobrenaturales y una atmósfera de terror; Nuestro Mundo Muerto, sobre unos miembros de una expedición en Marte que no han logrado superar las razones y circunstancias que los llevaron a estar ahí. Vacaciones Permanentes (del libro del mismo nombre y que ciertamente podría considerarse como una novela‒de‒relatos), donde una joven rebelde debe afrontar la dura decisión de abortar. Lo único que tienen en común estos cuentos es lo interesantes y bien escritos que están.

En el 2017, Colanzi se estrenó como editora con su proyecto Dum Dum Editora, publicando la novela Eisejuaz de la escritora argentina Sara Gallardo. La siguieron este año Nefando de Mónica Ojeda, Los Cuerpos del Verano de Martín Castagnet y El Color que Cayó del Cielo de H.P. Lovecraft  (traducido por la misma Colanzi).

Libros & Letras sostuvo el siguiente diálogo con Liliana Colanzi. Así que pasen y disfruten.

─¿Es natural que un escritor asuma el rol de editor?
Conozco a varios escritores que a la vez son editores, como Lolita Copacabanay Hernán Vanoli (Momofuku), Giovanna Rivero y Magela Baudoin (Mantis), Diego Zúñiga, Juan Manuel Silva y Luis López Aliaga (Montacerdos), o Damián Tabarovsky (Mardulce), por mencionar solo algunos. Editar es una continuación de la experiencia de la lectura, como lo es escribir.

─¿De dónde nace la idea de crear Dum Dum Editora?
En 2015, mientras pasaba unos meses en Buenos Aires, le conté a Federico Falcosobre un cuento que estaba escribiendo en ese momento y él me dijo que le recordaba a un libro raro de una autora extraña y un poco olvidada. El libro era Eisejuaz, de Sara Gallardo. Ese día lo vi en una librería y lo compré, y no pude parar de leerlo hasta terminarlo, con el deslumbramiento que provocan los libros maravillosos. Quise tener una editorial para publicar Eisejuaz, y fui tan afortunada que lo conseguí. 

─¿Cómo deciden lo que se va a publicar en Dum Dum? ¿Qué tipo de obras buscan?
Publicamos 2-3 libros por año. Este año el tema fue tecnología y ciencia ficción. Sacamos dos novelas que abordan internet pero desde perspectivas muy diversas: Los cuerpos del verano, del argentino Martín Felipe Castagnet, y Nefando, de la ecuatoriana Mónica Ojeda. Y la “yapa” fue una traducción propia de El color que cayó del cielo, uno de los cuentos más emblemáticos de H.P. Lovecraft.

─¿Dum Dum Editora publicará en algún momento una nueva de obra de Liliana Colanzi?
En Bolivia publico con El Cuervo y me siento más cómoda así. No estoy en contra de los autores que se autopublican pero a mí me resulta más divertido hacerme cargo de la obra de otros.

─Hablemos un poco de H.P. Lovecraft y El Color que Cayó del Cielo.¿Tuvo Lovecraft alguna importancia para ti a la hora de formarte como lectora o escritora? ¿Lo considerarías una influencia?
Ese texto de Lovecraft ha influido en un cuento que acabo de terminar, aunque de manera indirecta. Me fascina la imaginación desaforada de Lovecraft, y si bien yo no podría escribir en su estilo retorcido, su delirio oscuro me resulta muy inspirador.

─H.P. Lovecraft usaba un inglés antiguo, barroco, repleto de adjetivos y repeticiones, un tono solemne; ¿cuál fue el mayor reto o dificultad a la hora de afrontar la labor de traducirlo?
Muchas veces el fraseo de Lovecraft resulta casi ininteligible, es parte de su estilo. Para ver cómo habían resuelto otros traductores algunos párrafos con los que tenía dificultades consulté cuatro traducciones diferentes, y para mi sorpresa, en todas esas traducciones los párrafos problemáticos habían sido eliminados, supongo que para hacer la lectura más fácil. Yo decidí mantenerlos porque incluso esa ininteligibilidad —o lo que otros llamarían “mala escritura”— es parte de la apuesta estética del escritor. Y Lovecraft era muy intransigente en ese sentido. Cuando enviaba sus cuentos a revistas, su única condición era que no se alterase una sola coma del texto.

─Lovecraft tiene una obra extensa, ¿por qué elegiste precisamente El Color que Cayó del Cielopara traducir y no otro texto? ¿Qué tiene esa historia?
Hay otros cuentos suyos mucho más antologados y traducidos, como La llamada de Cthulhuo El horror de Dunwich, pero curiosamente El color que cayó del cieloquedó un poco más en los márgenes, aunque el mismo Lovecraft la consideraba una de sus historias más logradas. Lovecraft estaba harto de que se representara lo alienígena de manera antropormórfica, de manera que concibió la fuerza extraterrestre como un color indescriptible cuyos propósitos y objetivos nos resultan inescrutables. En otras palabras, en este cuento no hay comunicación posible con lo alienígena: solo notamos su presencia por su efecto en el bosque, que empieza a mutar. Este cuento tiene una conexión muy fuerte con la novela Annihilation, de Jeff VanderMeer, que fue llevada al cine este año, y que recomiendo mucho. Tiene escenas de una belleza inquietante. 



─Aunque en Nuestro Mundo Muerto no hay ningún relato que pueda considerarse estrictamente de terror, en el sentido tradicional del género (tal vez con la excepción de “Meteorito”); sí hay personajes que escuchan voces, sienten presencias del más allá, hay algún asesinato, etc., ¿te gusta el terror o te interesa la obra de algún autor de esta naturaleza?
Me gustan mucho Stephen King, Arthur Machen, Mariana Enríquez, y no sé si llamar “eco-horror” a Distancia de Rescatede Samanta Schweblin. Y de toda la vida soy una adicta al cine de terror. La última película de terror que me ha gustado ha sido “Mandy”, de Panos Cosmatos.

─¿Qué retos te ha impuesto, narrativamente hablando, haber estado entre los tres finalistas del premio hispanoamericano de cuento GGM 2017 y tal vez el pertenecer a Bogotá39? ¿Han influido estos hechos en alguna medida en la forma de encarar tu escritura? ¿Ha generado más presión en la tarea de la creación literaria?
Solo espero que mi próximo libro no me tome tanto tiempo como el último (seis años) y que la escritura me permita seguir mutando.

─¿Qué tan codiciado es llegar a la lista de Bogotá39? ¿Es algo con lo que los escritores jóvenes deberían soñar con alcanzar?
Ha sido muy lindo estar en la lista, pero hay que soñar más con el próximo libro y menos con la carrera. Hebe Uhart, gran escritora que murió justo hoy (11 de octubre 2018), decía que “creerse muy escritor hace mal a la función de escritor”. Estoy de acuerdo.

─¿Alguna compra interesante en la FILBO de la que puedas contarnos?
El libro de cuentos Pajarito, de la talentosísima Claudia Ulloa.

─¿Cuál es tu siguiente proyecto? ¿Puedes compartir algo?
Un libro de cuentos. Y no quiero decir más por pura superstición.



*Pablo Concha. 
Escritor colombiano, autor del libro de cuentos de terror Otra Luz (El Bando Creativo, 2017).
Síguelo en: 
Twitter: @scarypablo 


Llega a las librerías “Donde nadie me espere”, la nueva novela de Piedad Bonnett

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Con una prosa tan hermosa como desgarradora, en esta novela Piedad Bonnett nos habla de la soledad, la angustia y la posibilidad de redención de un hombre que cae hasta tocar fondo.



(…) “Cuando sentí que alguien me daba golpecitos en el hombro, abrí los ojos. Debía tenerlos llenos de miedo o de hostilidad o de rabia, porque el hombre que estaba en cuclillas se echó bruscamente hacia atrás, levantó su mano como para defenderse y luego se irguió. Mi mirada registró borrosamente un par de zapatos gastados y se ancló en ellos por un momento mientras mi cabeza llamaba desesperadamente a la conciencia. Traté de recordar dónde estaba, sintiendo que venían poco a poco a mis oídos los sonidos del mundo: primero el alboroto de la calle, el ruido de pasos y motores, el sonsonete de la lambada de un carro que retrocedía y luego el ronroneo de mi pecho, su silbido, su cascabeleo de culebra. Allí estaban otra vez, como prueba de que seguía vivo, el dolor en el tobillo, la tirantez de la piel del empeine, la cabeza embotada, la palpitación del ojo” (…)

De esta manera, Piedad Bonnett inicia el relato de su nuevo libro: Donde nadie me espere
(Alfaguara), una novela profundamente rigurosa y conmovedora sobre cómo un hombre pierde el rumbo de su vida tras la muerte de su madre y de su hermana melliza adolescente y termina en lo más bajo de la privación, en una incesante búsqueda de su lugar en el mundo.

Gabriel ha renunciado a la normalidad de la vida para perderse en una dolorosa búsqueda de su lugar en el mundo. A sus treintaiún años inicia esta narración en la que vuelve sobre sus pasos para intentar descifrar cómo ha llegado a convertirse en el hombre que es ahora.

Un relato intimista con el que la autora consigue penetrar en el oscuro universo de la adicciones y los procesos de rehabilitación, y en la soledad de esos seres que renuncian a la normalidad de la vida para sumergirse en una dolorosa exploración de sus deseos.

«Bajo el cielo desnudo, con los pies deshechos, aliviado de despertar de una pesadilla, me sentí ingrávido, casi libre de mí y del mundo del que venía huyendo desde siempre, pero también errático, jalado sólo por la inercia y por el desasosiego»

La huida que emprende Gabriel —que es caída, búsqueda y declaración de libertad— trae consigo el despojo. Pero la narrativa de Piedad Bonnett —su poesía— le da todo lo que la sociedad, su familia, el mundo no han podido darle, y todo lo que él no ha podido darse a sí mismo. Sus palabras pueblan el despojo. 
Giuseppe Caputo


Piedad Bonnett presentará su nuevo libro el próximo miércoles 7 de noviembre a las 7:00 p.m. en la Biblioteca Los Fundadores del Gimnasio Moderno (Calle 74 # 9 – 24). La autora conversará con Alonso Sánchez Baute.

Sobre la autora

Es licenciada en Filosofía y Literatura por la Universidad de los Andes. Tiene una maestría en Teoría del Arte y la Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia. Ha publicado nueve libros de poemas y varias antologías de su obra, entre las que se destacan Lo demás es silencio (2003) y Los privilegios del olvido (2008), y el volumen Poesía reunida (Lumen, 2016). Además, es autora de seis obras de teatro, de las novelas Después de todo (2001), Para otros es el cielo (2004), Siempre fue invierno (2007) y El prestigio de la belleza (2010), y de Lo que no tiene nombre (2013), un relato íntimo y sobrecogedor en torno a la muerte de su hijo, todos estos publicados por Alfaguara. Poemas suyos han sido traducidos al italiano, al francés, al alemán, al sueco y al portugués, y su libro Lo que no tiene nombre ha sido traducido al francés, al holandés y al alemán.


Un café en Buenos Aires con la escritora Laura Chalar

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Por: Pablo di Marco* / Especial para Libros y Letras

Hay libros dispuestos a llevarse el mundo por delante entre gritos y burdos golpes de efecto. Y por suerte hay otros libros, delicados, sutiles, casi silenciosos, y aún así conmovedores y también potentes. Las imágenes, historias y personajesde Cierzo y otros textos, que se derraman con un infrecuente halo de calma, melancolía y belleza, me impulsaron a compartir un café en Buenos Aires con su autora. Y nos bastó con abrir Cierzoen una página cualquiera para comenzar a conversar.

Cierzo y otros textos es un Diario de viaje de Holanda, un homenaje a Venecia, los recuerdos de un verano, un cuento… Imagino que poco te importó que algún lector se sintiera descolocado.
Tenés razón: es todo eso, es un libro difícil de catalogar. ¿Qué son los “textos”, en definitiva? ¿Son relatos? ¿Son poemas? ¿Son viñetas? Si “Inventario del verano” puede quizá catalogarse como una colección de mini-cuentos interrelacionados (o un único cuento más largo), eso por cierto no corre para la sección final, “Cierzo”. En cierta ocasión se me ocurrió presentarlo a un concurso (vana idea si las hay) y no sabía en qué categoría ubicarlo.

Es digna de análisis la necesidad del hombre por catalogar. Pareciera que lo complejo de rotular provoca mareo. En relación a los concursos no sería mala idea armar uno dedicado a “Libros inclasificables”.
No fue mi plan descolocar al lector: el libro cristalizó de ese modo, a lo largo de varios años y con esa ambigüedad que también existe para mí. Últimamente me he sentido cómoda definiéndolo como un libro de poemas en prosa, y así aparece en mis bibliografías más recientes.

Cierzo y otros textos está atravesado por la melancolía. A fin de cuentas hay pocas cosas más melancólicas que Venecia, o que la niñez que se acaba. ¿Sabías que el libro giraría en torno a ese tópico o la escritura te fue llevando hacia ese sentimiento?
Siempre me interesaron los temas de la niñez y la memoria. Me gusta leer autobiografías, poemas, correspondencia que tenga que ver con esas cuestiones o arroje luz sobre ellas. Y la melancolía, obviamente, está implícita en ambos temas. Mi visita a Venecia –así como la visita a Holanda que forma otra de las secciones del libro– no fue sólo un desplazamiento geográfico sino también un viaje en el tiempo, teñido también, quizá por eso mismo, de una cierta nostalgia, en este caso por ese mundo desaparecido que insiste en asomar en medio de la modernidad, acomodándose a ella y a la vez forjándola con su particular impronta.

—El libro cuenta con una docena de ilustraciones —simples e inocentes solo en la superficie— de Maco. ¿Cómo nace tu colaboración con ella?
Hacía tiempo que conocía y admiraba el trabajo de Maco. Ella era la ilustradora a cargo de las portadas de Irrupciones, la editorial que publicó el libro, y se me ocurrió proponerle, a través del editor, que ilustrara también el interior. Por suerte le gustó mucho Cierzo; de otro modo, creo que la idea no hubiera funcionado. Y creo que los dibujos le suman un montón al libro, que el libro es mejor porque ellos están, y que Maco captó e interpretó a la perfección el espíritu de Cierzo.

—Vivís un tiempo en Montevideo y otro en Buenos Aires. ¿Qué extrañás de un lado cuando estás en el otro?
- De Montevideo extraño todo: mi familia (término que comprende no sólo a sus integrantes actuales, sino también a los que ya no están, y la historia de todos ellos); las charlas con los amigos de siempre, que me sostienen y me hacen feliz; Punta Carretas y la Ciudad Vieja, mis barrios preferidos; los inviernos, más fríos que los de Buenos Aires; y una forma de estar en el mundo, de pertenecer, que sólo me sucede ahí, porque es mi lugar de nacimiento desde todo punto de vista: humano, familiar, creativo, literario, profesional.

—¿Y de Buenos Aires?
De Buenos Aires extraño ciertos lugares y pequeños recorridos de mi barrio; cafés con alguna amiga querida (porque la vida me dio la suerte de construir profundas amistades, desde el primer día, también en la gran ciudad); y jardines soleados llenos de pájaros donde mi hija corre como si el verde no tuviera fin.

—¿Es muy simplista decir que Montevideo es una Buenos Aires melancólica? ¿Tan simplista como afirmar que Buenos Aires es una Montevideo en llamas?
- Esa era la visión de Borges, si mal no recuerdo: “Eres el Buenos Aires que tuvimos…”. Y es la visión un poco idílica e idealizada que a menudo encuentro en los argentinos respecto de Montevideo o del Uruguay en general. Como toda fórmula simplista, tiene su fondo de verdad. Es cierto que el deterioro social, educativo y moral del Uruguay –aunque es profundo y se ha agravado muchísimo en los últimos años– no ha alcanzado aún las proporciones trágicas de su equivalente en Argentina. Ya lo alcanzará, lamentablemente. Me gustaría poder ser más optimista al respecto.

—Me pregunto qué nos quedará cuando ya no nos quede ni Uruguay. Cambiemos de tema: el mundo de la traducción me resulta tan interesante que no puedo evitar tu faceta de traductora. Hablame un poco sobre tu experiencia en ese campo.
Mi trabajo en ese ámbito es totalmente amateur, pero lo cierto es que llevo muchos años traduciendo. En especial, me he dedicado a traducir al inglés a poetas uruguayos y argentinos. En el caso particular de la poesía uruguaya –creo que en el de la argentina, afortunadamente, no es tan así– hay un serio déficit de traducciones y difusión del trabajo de nuestros poetas fuera de fronteras y en otros idiomas. Llevo mucho tiempo publicando trabajos de autores de estos países en revistas extranjeras.

Y también tradujiste al inglés tus propios cuentos, ¿no es así?
Sí, también lo hice (The Guardian Angel of Lawyers, publicado por Roundabout Press, de Estados Unidos, este año). Mi actual proyecto, en el que estoy trabajando junto a la académica estadounidense Jesse Lee Kercheval, es una antología bilingüe de poemas sobre el Uruguay, una especie de mapa de rutas del país a través de la poesía. También he traducido literatura de otros idiomas al español. Entre lo publicado están los cuentos del escritor uruguayo de lengua francesa Jules Supervielle, y colecciones de poemas de Brian Daldorph y Arlin Buyert, dos poetas contemporáneos de lengua inglesa.

—¿El buen traductor debe traducir del modo más fidedigno posible o es correcto permitirse ciertas licencias en pos de captar el espíritu, la respiración del texto?
Ambas opciones pueden ser válidas, dependiendo del contexto y del objetivo de la traducción. No es lo mismo traducir el manual de un lavarropas, un artículo periodístico, una sentencia judicial o un poema (aunque sería un error asumir que de todos estos sólo el poema contendrá elementos que podríamos llamar “literarios”). Me parece que en poesía –como posiblemente en otras áreas– una adherencia rigurosa al literalismo puede resultar en una traducción aburrida, inerte. La traducción tiene que aspirar a ser un poema por derecho propio. Si no lo es, podrá comunicar el tema, las imágenes utilizadas, pero nada más, y será en definitiva un fracaso por falta de imaginación, de intuición poética. Puede ser que la necesidad de utilizar licencias e innovar sea mayor en los casos en donde no hay entre los dos idiomas identidad familiar o semejanzas estructurales que permitan conservar los recursos del original en la traducción. No es lo mismo traducir al español desde el portugués o el italiano que desde el ruso.

Vamos con la última pregunta de Un café en Buenos Aires, Laura. Seguro que ya la conocés. Te regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Contame quién sería, a qué bar lo llevarías, y qué pregunta le harías.
Me gustaría que ese mano a mano se convirtiera en una tertulia (de esas que se extienden hasta muy tarde), pero los lindos cafés a los que llevaría a esa barra ideal (pienso, de los montevideanos, en Philomène, Adolfo, La Farmacia, Escaramuza o el del Museo del Parque Rodó, o, ya del lado argentino, en Convite en Lomas de San Isidro) no tienen mesa para tanta gente.

—Qué desastre, no conozco ninguno de esos bares. Disculpá que te interrumpí, seguí diciéndome.
Reduciendo, pues, el número al mínimo, del campo literario/histórico llevaría a John Donne, Percy Shelley y Antonia Fraser, y del ámbito de la pintura a Pieter de Hooch, Henri Rousseau y Petrona Viera. La pregunta que le haría a cada uno de ellos sería, en realidad, un pedido: que me permitieran acompañarlos a lo largo de un día entero de sus vidas.

Título: Cierzo y otros textos
Autora: Laura Chalar
Ilustraciones: Maco.
112 paginas.
Irrupciones Grupo Editor.



*Pablo Hernán Di Marco.

Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor de las novelas Las horas derramadasTríptico del desamparo y Espiral. Colaborador de la editorial Ojo de Poeta y columnista de la revista cultural Libros & Letras.

Síguelo en 

Facebook: pablohernan.dimarco


La ola detenida: un estremecedor retrato de Venezuela

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A través de su personaje principal, Magadalena Yaracuy, una mujer detective,  contratada para dar con el paradero de una joven española que ha desperecido en Caracas, el autor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez hace una radiografía de la crisis que actualmente atraviesa su país. 


El venezolano Juan Carlos Méndez Gúedez presenta en Bogotá 
su  novela La ola detenida

El autor conversará con Pedro Badrán Padauí

Fecha: Viernes 9 de Noviembre de 2018
Hora: 6:00 p.m.
Lugar: Librería del Fondo de Cultura Económica
(Calle 11 #5-60)
Entrada Libre

Sobre la novela

La ola detenidaes un thriller apasionante, cuyo escenario es la ciudad de Caracas donde se ha perdido el rastro de la española Begoña, hija díscola de un influyente político conservador. Para averiguar su paradero, la familia de la chica contrata a Magdalena Yaracuy, original detective que para resolver sus casos combina la santería, las artes marciales y una certera puntería con las armas de fuego.

Pero la desaparición de Begoña se complica.

Crímenes sanguinarios, grupos paramilitares, secuestradores, narcotraficantes y militares corruptos, rodean el mundo de esta muchacha que quizá ha cometido el error de enterarse de peligrosos secretos en un país aplastado por la escasez, el miedo y la violencia. Magdalena Yaracuy deberá echar mano de su agudeza, su intuición y en una feroz carrera contra el tiempo rescatar a su cliente antes de que sea capturada por los múltiples enemigos que desean exterminarla.

Un thriller original, trepidante y de plena actualidad que no da tregua al lector.

Juan Carlos Méndez Guédez nos comparte algunos detalles del proceso creativo de La ola detenida


Así nace La ola detenida 

"María Lionza es la deidad máxima de la religiosidad propia que hay en Venezuela: el espiritismo marialioncero. No soy un experto en religiones, pero no creo que sea muy común que la máxima entidad sagrada de una religión sea una mujer. Así que digamos que en el principio de esta novela estaba el deseo de hablar oblicuamente de esa diosa. Me encontraba en Aix-enProvence en una residencia para escritores. Faltaban días para concluir esa experiencia y ya había cerrado el texto narrativo que debía entregar a los organizadores. Tenía tiempo para seguir escribiendo y quise aprovechar esos días para lanzarme a un nuevo proyecto. Desde hace años, imaginaba la posibilidad de escribir un policial “clásico”, un texto que se ciñese a ese esquema (en la medida en que yo soy capaz de ceñirme a estos deliciosos géneros tan codificados)". 

"Había pensado, por mis lecturas de Georges Simenon o Fred Vargas que lo que más destaca en este tipo de libros es la presencia de un personaje poderoso, llamativo, particular, y creía tener entre manos uno de esos personajes: una detective que se apoyaba en la brujería para resolver sus casos, una mujer enamoradiza, independiente, de una gran vitalidad. Así que me puse manos a la obra. En cuatro días tenía cincuenta páginas; era obvio que yo estaba tomado por la voz y los actos de aquella mujer, a quien llamé Magdalena, ya que se supone que en esa zona de Francia donde yo me encontraba, había desembarcado María Magdalena, el personaje bíblico". 

Magdalena Yaracuy, su protagonista


"Es una mujer culta, inteligente, independiente, luchadora, y ama el espiritismo marialioncero y las artes mágicas, pero no tiene un talento especial para ellas. Ese es uno de sus grandes dramas; le apasiona algo para lo que posee una capacidad limitada; pero lo compensa con su excelente puntería con las armas de fuego, su conocimiento de las artes marciales, su agudeza y su inteligencia analítica".

"Magdalena Yaracuy es una mujer enamoradiza, irónica, solitaria y a la vez amorosa. Vive las relaciones humanas con intensidad, ternura y escepticismo. Lo mejor y lo peor de su vida surgen de ese apasionamiento suyo con el que enfrenta este caso que debe resolver en La ola detenida. Un caso complicado porque deberá enfrentar peligrosos pistoleros, grupos paramilitares, narcos, espías, servicios de inteligencia, que intentarán impedir a toda costa que logre salvar a Begoña de Sotomayor, la española que ha desaparecido en Caracas sin dejar rastro".

Caracas, la ciudad que inspiró la historia 


"Mi personaje, Magdalena Yaracuy ama Caracas, aunque la teme y la respeta".

"Adoro Caracas, pero no puedo ocultar que Caracas es ahora la ciudad más peligrosa del mundo. Su porcentaje de homicidios, la impunidad con que se cometen delitos, la participación absolutamente clara de las fuerzas policiales y militares dentro de la criminalidad, la represión de las protestas, la inoperancia de un poder judicial que no persigue a los delincuentes sino a los adversarios políticos, todos esos elementos la convierten en un lugar muy inseguro".

"Escuché una vez algo muy doloroso.  Alguien decía: “los caraqueños ya no salimos a la calle salvo en dos ocasiones: cuando hay que enterrar a un amigo o familiar que han asesinado los delincuentes o los militares; y cuando vamos a despedir al aeropuerto a algún ser querido que se marcha del país”.

En Caracas la delincuencia utiliza armamento militar de primera calidad. Granadas; fusiles de asalto que sólo deberían estar en manos de las fuerzas armadas. No es complicado imaginarse cómo sucede ese trasvase de armamento".

"Por otro lado, el gobierno utilizó las estructuras delictivas ya existentes para crear grupos paramilitares llamados “colectivos” que cumplen funciones de exterminio y persecución de las protestas contra el régimen, y que también tienen toda una infraestructura vinculada al robo, el secuestro y el tráfico de drogas".

No es algo original. Imposible olvidar a los Tonton Macoutes de Duvalier, delincuentes que respaldaban aquella dictadura.

"Caracas, históricamente, fue una ciudad con cierto nivel de peligrosidad, pero nada comparable al infierno de este momento. Yo crecí en un barrio popular, lleno de gente maravillosa, entrañable, pero también caracterizado por su peligrosidad. Una zona de la ciudad donde ahora mismo los taxis no se atreven a llevarme de noche. El caso es que los años en los que yo viví y crecí allí, dentro de cierta medida vivimos una existencia feliz, normal, en la que yo iba a fiestas, iba al cine, estudiaba, regresaba a casa en la noche. Eso ahora es imposible".

"Pero Caracas fue, y espero que vuelva a ser, un lugar maravilloso y especial. Era la ciudad soñada por personas del mundo entero, y en sus calles se reunieron personas de todo el país, y también de España, Portugal, Italia, Colombia, Argentina, Chile, Uruguay, Alemania, Francia. La ciudad recibió a muchos migrantes económicos y a muchos exiliados políticos; los recibió con generosidad, y era un lugar moderno, con movilidad social, con proyección de futuro, con una educación pública de calidad, con excelentes museos, orquestas musicales, espléndidas librerías. Todo eso se fue diluyendo en los años noventa y saltó hecho pedazos en el 98 cuando los militares que habían dado un golpe en el 92, formaron un partido político que retomó ese poder que históricamente ellos han tenido en la vida venezolana".

"El caso es que Caracas ahora mismo puede que sea un infierno, pero es una ciudad a la que no puedo dejar de amar, porque allí fue feliz y allí fue feliz mucha gente. Espero que algo de ese resplandor se haya conservado en sus calles".

Título: La ola detenida
Editorial: HarperCollins Ibérica (Distribuye Ediciones Urano)
316 páginas
ISBN 9788491391760


Notas relacionadas:






"Es un honor que un libro mío esté asociado con el nombre de García Márqez": Edgardo Cozarinsky

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El cineasta y escritor argentino, Edgardo Cozarinsky, obtuvo V Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez por su libro En el último trago nos vamos (Tusquets Editores).



Cozarinsky, conocido también por sus ensayos "El pase del testigo", "Blues" y "Nuevo museo del chisme", entre otros, se mostró conmovido al recibir el premio y dijo: "Creo que recibir este premio en nombre de Gabriel García Márquez me toca muy profundamente. Este autor fue muy importante para mí en un momento de mi juventud. Tenía 20 años y empezaba a hacer periodismo. Sentía que lo que hacía no era importante y en ese momento leí Relato de un Náufrago. Este libro me inspiró, porque parte del periodismo y llega a ser literatura. Esa narrativa, a partir del periodismo, me cautivó mucho antes de su obra maestra ‘Cien años de soledad’, me sacó del pozo de frustración que tenía y me impulsó a escribir".

El jurado del Premio, conformado por Alberto Manguel, PiedadBonnettDiamelaEltit y ÉlmerMendoza, destacó que: “Sus cuentos describen mundos diversos en los cuales los protagonistas resultan ser fantasmas o, al menos, fantasmagóricos. Los escenarios van de la geografía argentina hasta los de Europa del Este y Asia, todos arraigados en el imaginario de Cozarinsky”.

La quinta edición del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez tuvo como finalistas a los escritores: Andrés Mauricio Muñoz, de Colombia, con su libro de cuentos Hay días en que estamos idos (Seix Barral); los argentinos Santiago Craig, autor de Las tormentas (Editorial Entropía) y Pablo Colacrai con Nadie es tan fuerte (Editorial Modesto Rimba), junto a la escritora chilena Constanza Gutiérrez, con su libro Terriers (Editorial Montacerdos).

Libros & Letras habló con Edgardo Cozarinsky:




México en Sur. Reflexión a una de las revistas latinoamericanas más importantes

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Por: Gerardo Villadelángel Viñas[1]

El escritor y editor mexicano Gerardo Villadelángel Viñas entrega este especial que hemos dividido en varias partes para la revista Libros & Letras sobre su visión respecto a una de las revistas latinoamericanas más importantes del siglo XX. 

Sur, fundada por la argentina Victoria Ocampo, representa el deber ser de una revista. En torno a este tipo de publicaciones nace, se alimenta y se agudiza la crítica, se diversifican los puntos de vista, se pluralizan las perspectivas. Sur fue el espacio de Borges, de Bioy, de Sabato, de una revolución silenciosa que abrió sus ramas hacia toda América Latina hasta la profundidad de México, como lo veremos en el siguiente artículo.

Parte I

Superada la primera década del nuevo siglo, con las utopías del XX bajo sombra, vuelvo a esasneas de José Emilio Pacheco, escritas a la muerte de Victoria Ocampo,[2] en las que enalteció los procesos creadores de la autora argentina a la vez que lamentó la escisión de su obra más importante, la revista Sur, respecto de la literatura popular nacional teorizada a principios de 1930 por Antonio Gramsci, cauce socorrido por el escritor mexicano acaso por el auge de una revolución que en esos momentos se fraguaba en Nicaragua y que resolvió en el mapa ideológico latinoamericano el despliegue de una escritura social apoyada en las mejores intenciones de una buena parte de la comunidad intelectual de la región.[3]

Sin ser un punto nuevo en la lectura crítica puesta enSur, aquel obituario de 1979 aludía al distanciamiento de la revista respecto a las búsquedas planteadas por el pensador italiano, quien cincuenta años antes había visto en su país ese tenso escenario de sectores cultos que no compartían ni mucho menos vivían como propios los sentimientos populares, que en su desligue del pueblo desde su tradición de casta incumplían una funcióneducadora.[4] Así esquematizada por décadas, ahora lo sabemos, la consigna vuelta dogma pareció desdibujarse después de su enunciación práctica en reiterados procesos históricos e intelectuales. El 15 de junio de 1975 Pier Paolo Pasolini, uno de los herederos más rigurosos de la ideología gramsciana, escribió luego de examinar lo que tácitamente definió como el peor de sus ensayos artísticos:

Años atrás, mi ambición era la de lograr lo que Gramsci llamaba una obra de arte nacional-popular. Ha pasado el tiempo. Conseguir una película nacional-popular ha resultado ser un sueño. Las masas están inertes y se ha hecho difícil distinguir las clases sociales. Nuestra sociedad de consumoha unificado naciones y clases. Lo que llamamos el gran público se reduce a un concepto numérico. Yo quería que mi Trilogía de la vida fuera vista y comprendida por todos; por esto decidí abordar las formas de narración más puras y simples, e introducirme en las misteriosas redes de esos cuentos genuinos, que me parecen más fascinantes y universales que cualquiera otra forma narrativa moral e ideológica.[5]

Al margen de los modelos discursivos, lo planteado por el cineasta y poeta expresaba una forma de ejercicio político común que en su fracaso sublimaba por consecuencia y porque en efecto latía– a una ética de irreductible sustento esteticista incapaz de conquistar a la multitud”, sea por su constitución libresca o por unfrágil rasgo de identificación entre masas e intelligentzia,[6] lo que no implicaba, como Sur lo demostró a su tiempo, obviar la elaboración de conciencias e imaginarios desde otros pulsos, asumiendo incluso distintas nociones temporales, con la reflexión puesta, más que en el presente, en sus probables consecuencias.
         En la Abjuración” a su citada trilogía cinematográfica, Pasolini dijo:

Pienso que, primero, nunca y en ningún caso debe temerse a la instrumentalización por parte del poder y de su cultura. Es necesario comportarse como si esta peligrosa eventualidad no existiese. Lo que cuenta ante todo es la sinceridad y la necesidad de aquello que se debe decir. Es necesario no traicionarla en modo alguno, y mucho menos callándose diplomáticamente en virtud de alguna toma de partido. Pero también pienso que, después, resulta igualmente necesario darse cuenta de hasta qué extremos hemos sido instrumentalizados, eventualmente, por el poder integrador. Y entonces, si la propia sinceridad o necesidad han sido envilecidas o manipuladas, pienso que se debe tener el valor necesario para renegar de ellas.[7]

En el ámbito literario hispano una negación referencial y estridente de ese poder integrador llegaría a principios de los años ochenta del siglo XX por voz de Julio Cortázar, cuando al revisar su posición frente a las postales mostradas por las revoluciones sandinista y castrista secundó críticas muy anteriores expresadas por autores como Octavio Paz y Mario Vargas Llosa.

Al parecer, las individualidades aquí tocadas, firmas todas aparecidas en las páginasde Sur, habían avanzado a la postre por una geografía liberal en la que esa revista fue señeraracionalidad inteligente–por encima de generaciones de encantos y desencantos–, modelo del debate y vislumbre sobre las sombras del futuro.[8]

Parte II

Fundada en Buenos Aires en enero de 1931, en pleno verano austral, en un ámbito político,económico y cultural en franca y prolongada decadencia, centro de fuertes tensiones entre populismo y modernidad, tradición y vanguardia, nacionalismo y cosmopolitismo, la revista Sur llegaría a convertirse, por su grave acento liberal, en un oriente intelectual imprescindible para los procesos más importantes que marcaron su siglo, no sólo en Argentina sino en el grueso de América y Europa.

Sur trascendió la llamada “década infamerioplatense, acunada en la Gran Depresión de 1929 y en el golpe militar del general José Félix Uriburu contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, para orbitar una esfera que desde su impulso panamericanista reflejaría a lo largo de sesenta años posiciones contrapuestas a los órdenes trazados, en principio, por el nacional-catolicismo y la restauración populista promovidos por órganos reaccionarios como la revista Criterio.[9]

Por decisión y talento de la joven Victoria Ocampo, cuyos viajes y educación de institutrices la llevaron a tener al francés como primera lengua y al europeísmo comocultura seminal, Sur materializó la idea compartida con el estadounidense Waldo Frank, el escritor y amigo de Ocampo ahora olvidado, de crear una revista que se ocupe principalmente de los problemas americanos, bajo varios aspectos y donde colaboren americanos que tengan algo que decir y los europeos que se interesen por América”.[10]

En el origen estarían los cercanísimos Eduardo Mallea, Eduardo J. Bullrichcreador de la sobria flecha símbolo de la revista, Jorge Luis Borges, Guillermo de Torre, MaríaRosa Oliver, Oliverio Girondo, Alfredo González Garaño, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Leo Ferrero, Pierre Drieu La Rochelle, José Ortega y Gassetque bautizó a Surcomo Sur, Jules Supervielle y Ernest Ansermet; juntos conformaron el consejo de redacción y el consejo extranjero que lanzaron el primer número.

En los años de auge, que tendrían su impulso tras la creación en 1933 de la casa hermana Ediciones Sur, a esos nombres seguirían los de Valéry, Tagore, Heidegger,Caillois, Breton, Eliot, Huxley, Woolf, Camus, Greene, Bellow, Joyce, Lawrence, Beckett,Ionesco, Godard, Faulkner, Mishima, Nabokov, Céline y muchos del círculo hispanoamericano, de Alonso, Bianco, Mistral, García Lorca, Alberti, Cortázar, Bioy Casares, a la columna de mexicanos representada principalmente por Antonio Castro Leal, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Daniel Cosío Villegas y Octavio Paz, aparte del ya mencionado Alfonso Reyes.[11]
                En defensa de la inteligencia, divisa de uno de sus ejemplares más recordados, y en cerca de 350 números Sur tendió redes, abrió ideas y asumió posturas a partir de uncido y adelantado abordaje de temas y de una reunión de mentalidades que respondía a diversas corrientes y momentos, bien adhesiones al humanismo cristiano o a la izquierda marxista, bien a la doctrina pacifista de Gandhi, al feminismo o al anarco-individualismo de Spencer encarnado sobre todo en la figura de Jorge Luis Borges, la mejor construcción literaria y estilística de la revista.
         Era la formación de una libertad de pensamiento dirigido a una sobrada voluntad política que nunca prescindió de la filosofía como fórmula editorial, aun a riesgo de desatar polémicas y desacuerdos entre sus promotores siempre hechos públicos y discutidos en sus mismas páginas–, por hacer paradigma de una de las críticas más acuciosas que se recuerden del periodismo en su tipo, para exigir desde su vocaciónliteraria nuevos arquetipos del ejercicio de la escritura.
         Por causalidad –y muy por encima de atestiguarSur protagonizó y estimuló una buena parte del debate provocado por las crisis y los éxodos en los contextos de la Guerra Civil española, el fascismo italiano, el nacional-socialismo alemán, el peronismo,el estalinismo e incluso las posiciones totalizantes surgidas de la Guerra Fría.[12] Victoria Ocampo y su grupo, Sur como proyecto en sí, se convertirían en adición en una referencia humanista por su acogida a las letras del exilio que Occidente vivió en el siglo pasado.[13]



Sobre Gerardo Villadelángel Viñas (Ciudad de México, 1973)
Curador editorial y ensayista, estudió literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (ffyl-unam), la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, España. Ha sido asesor de la dirección y editor de contenidos especiales en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Actualmente cura, coordina y edita la colección en siete volúmenes El libro rojo. Continuación(México, Fondo de Cultura Económica –fce–, 2008 a la fecha) que en 2009 obtuvo el Premio al Arte Editorial de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem). Como coordinador y editor realizó, en coautoría con el antropólogo Roger Bartra, el bestiario Axolotiada. Vida y mito de un anfibio mexicano (México, fce-Instituto Nacional de Antropología e Historia –inah–, 2011). Es antólogo, curador editorial y prologuista de la obra México en Sur 1931-1951 (México, fce-La Jaula Abierta, 2014) y codirector de La Jaula Abierta, sello que fundó con el escritor Vicente Leñero y el propio Roger Bartra. Ha presentado su obra en México, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Perú, Nicaragua, España y Japón. 





[1]Texto leído el 31 de julio pasado en el Teatrino de Don Os del Gimnasio Moderno, en Bogotá, Colombia, en una conversación con Juan Camilo Rincón. Sumadas ahora las notas al pie, se trata de una adaptación de la introducción del libro México en Sur 1931-1951, concuraduría editorial de Gerardo Villadelángel y editado en México, en 2014, por el Fondo de Cultura Económica y La Jaula Abierta. 
[2]Victoria Ocampo (Buenos Aires7 de abril de 1890 – Beccar27 de enero de 1979).
[3] José Emilio Pacheco, Victoria Ocampo y la revista Sur”, Proceso,m. 118, p. 49, 5 de febrero de 1979.
[4] Antonio Gramsci, Literatura popular”, Obras. Cuadernos desde la cárcel. Literatura y vida nacional, vol. 4, pp. 123 y ss., México, Juan Pablos Editor, 1998.
[5] P. P. Pasolini, citado en José Luis Guarner, “Prólogo, Pier Paolo Pasolini, Trilogía de la vida, (Voz Imagen),Barcelona, Aymá, 1976, p. 14.
[6] A. Gramsci, op. cit.
[7] P. P. Pasolini, Abjuración de la Trilogía de la vida”, op. cit.
[8] Para esta introducción he hallado pautas en el libro La sombra del futuro. Reflexiones sobre la transiciónmexicana (México, FCE, 2012), donde Roger Bartra mira sombras en retrospectiva y, en efecto, a futuro, a partir de una breve aunque densa carga de reflexiones sobre el porvenir y su peso específico en el presente, principalmente en el plano político-social. Bartra comparte la parábola con autores que se han detenido en el mismo estudio de la trascendencia de los tiempos en etapas y contextos determinados, como George Orwell, Johan Huizinga, Norbert Lechner, Gino Germani, Ernst Bloch y Reinhart Koselleck. Parte del examen de Bartra encuentra un gozne en los entusiasmos y desilusiones de Julio Cortázar en cuanto a la revolución en Nicaragua; por cuestiones azarosas, se trata de la misma figura que tuve a la mano para entablar el paralelismo con Pasolini. El concepto entrecomillado racionalidad inteligentelo he tomado del mismo volumen citado.
[9] Fundada en 1928 y editada aún en nuestros días–hasta donde sé–, Criterio mantuvo por mucho tiempo una confrontación directa con Sur, pugna que se vio acentuada a finales de la década de los treinta ante la posición de la revista de Victoria Ocampo, comprometida con la causa republicana española (su apoyo fue total y desbordó ginas y letra impresa: además de acoger a muchos de los intelectuales exiliados, Ocampo envió a España ayuda en especie e incluso dinero para mantener a grupos y organizaciones de necesitados a consecuencia de la guerra y el franquismo; el escenario se repetiría años después, cuando la Francia ocupada). A mediados de 1937 Criterioacusó”a Sur de ser una revista francamente de izquierda; la respuesta fue obligada: [...] Estamos contra todas las dictaduras, contra todas las opresiones, contra todas las formas de ignominia ejercidas sobre la oscura grey humana, que ha sido llamada la santa plebe de Dios. Estamos siempre, en cualquier caso, con todo el fervor de que somos capaces, con toda la posibilidad de riesgo que fuera preciso correr, con todo el candor que es para ello necesario, del lado de los puros de corazón, los puros de inteligencia. Éste es nuestro solo partido y no es, convengámoslo, un partido político. Pero si la publicación llamada Criteriodesigna todas esas cosas con el nombre general de izquierdismo, esto es tal vez lo que nosotros somos por fortunay lo que la verdadera tradición cristiana ha querido para todos los hombres. En Posición de Sur”, Sur, revista mensual, núm. 35, año VII, Buenos Aires, agosto de 1937, pp. 7 a 9.
[10] Carlos Adam, Bio-bibliografía de Victoria Ocampo”, Sur. Victoria Ocampo 1890-1979.Homenaje, revistasemestral, núm. 346, Buenos Aires, enero-junio de 1980, p. 135.
[11] Otra suma, sin concierto: Juan Carlos Onetti, María Luisa Bombal, André Gide, Silvina Ocampo, Georges Bataille, Isaiah Berlin, André Malraux, Theodor Adorno, Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre, RobertMusil, C. G. Jung, Lanza del Vasto, Ernesto Sabato, Ezequiel Martínez Estrada, Jack Kerouac, Osamu Dazai,Walter Benjamin, Ernest Jünger, Nathalie Sarraute, Donald Keene, José Donoso, Dardo Cúneo, EduardoGonzález Lanuza, Virgilio Piñera, Enrique Pezzoni, Silvia Molloy, Enrique Anderson Imbert... cuesta y no es prudente intentar hacer una relación de nombres de colaboradores que haga explícitos el alcance y la influencia de la revista Sur y su editorial, que por lo demás trajo al castellano en magnas traducciones un insólito universo literario. Desde luego hubo excluidos: Roberto Arlt, Alfonsina Storni, Manuel Mujica inez, Juan L. Ortiz, Witold Gombrowicz y la Academia Argentina de Letras toda, entre otros. Para este último punto véase Adolfo Bioy Casares, Borges, Buenos Aires, Destino, 2006, p. 384.
[12] Algunas lecciones del peronismo ante la posición de los miembros de Sur, opuestos al nacionalismo popular-militar: en mayo de 1953 Victoria Ocampo fue apresada por su presunto involucramiento en un atentado contra Perón durante una concentración en la Plaza de Mayo. Con ella se detuvo a los colaboradores de la revista Carlos Alberto Erro, Vicente Fatone y Francisco Romero, figuras académicas con un lugar destacado en los estudios de la filosofía argentina. Su liberación, al mes siguiente, se debió en gran parte a la presión de intelectuales de todo el mundo. Ya en 1946 Borges había padecido represalias del gobierno, cuando por firmar manifiestos democráticos fue removido de su cargo de auxiliar en la biblioteca municipal Miguel Cané para serreubicadoen la policía municipal como inspector de aves y conejos. Dos años después su madre y su hermana Norah llegarían a la cárcel por cantar el Himno Nacional en la calle durante una manifestación deseñoras contra la dictadura”. Véase Rosalie Sitman, Victoria Ocampo y Sur. Entre Europa y América, Buenos Aires, Ediciones Lumiere-Universidad de Tel Aviv, 2003, pp. 219 y ss.
[13] El ejemplo más claro de esa acogida fue el apoyo al exilio intelectual francés que llegó a Argentina durante la segunda Guerra Mundial, encabezado por el sociólogo y crítico Roger Caillois. Sería uno de los puentes mejor tendidos por el núcleo de Sur. En el tránsito, la revista Lettres Françaises subsistiría desde Buenos Aires, dirigida por Caillois y patrocinada por Victoria Ocampo, quien en 1944 no dudó en hacer en Inglaterra una edición antológica en papel biblia y de formato reducidopara lanzarla desde el aire en la Francia ocupada. Por su parte, Caillois volvería a su país en 1945 para crear La Croix du Sud en la editorial Gallimard, colección especializada en literatura latinoamericana que abrió paso a las primeras traducciones francesas de autores como Borges, Rulfo, Carpentier, Mistral y Neruda.

Intimidad colectiva. Sobre “Apegos Feroces” de Vivian Gornick

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En estas “memorias”, Gornick hace una exploración a su pasado desde la infancia hasta la madurez  y  su presente como narradora; también, examina a la ciudad en un constante caminar, describiendo una poética particular del andar.


“La palabras me encuentran
Porque ellas no miran sino que traspasan.”

(Desastre Lento-Tania Ganitsky)

Por: Mateo Ortíz Giraldo*

El origen tiene lugares diferentes. Pero, si algo tenemos en común: es que nos gestamos en un vientre. Flotamos durante meses en un líquido denso. Luego salimos y ese vínculo persiste. La literatura, como exposición de la entraña de los humanos, indaga sobre esa relación: las complejidades, los temores y las variaciones. Desde La odisea hasta ahora, es un tema del que no logramos dejar un lado. Vivian Gornick lo sabe y en Apegos feroces(Sextopiso, 2017), recorre las sombras que componen ese “hilo rojo” que une a los hijos y las madres.

Este texto fue publicado en inglés en 1987, no fue hasta el 2017 que esta pieza vio la luz español. Se trata de una novela autobiográfica, un compendio de memorias. Es decir, una ficcionalización del pasado a cargo de una escritora cuya prosa es sencilla, producto de una lectura profunda y reflexiva de su realidad y de un gran bagaje literario que la sustenta. Cada palabra, como en ese poema de Ganitsky que sirve de introducción a esta reseña, traspasan al lector pues, a pesar de tratarse de una traducción, se deja ver ese trabajo elaborado de una escritora cuyo lenguaje es usado para explorar.

En estas “memorias” (parafraseando a Borges, la memoria es una de las ramas de la literatura fantástica), Gornickhace una exploración a doble banda y en un dos tiempos: su pasado desde la infancia hasta la madurez  y  su presente como narradora; también, examina a la ciudad en un constante caminar, describiendo una poética particular del andar.

Esta primera exploración de tiempos es, a su vez, una forma de expandir el presente: permite que la historia no se preocupe por la linealidad sino por una ruptura, un quiebre y una dislocación. Este conteo de hechos pasados es el eje central de Los apegos feroces. Estos recuerdos están marcados por el espacio asfixiante donde la familia Gornick vivía en el Bronx: un edificio al estilo Perec (La vida instrucciones de uso, Anagrama) donde las historias de sus habitantes, mujeres  en su mayoría, están marcadas por el desasosiego. 

Así, las mujeres de Apegos feroces, habitan un lugar de puertas abiertas, metáfora que sirve para explicar que sus vidas se cruzan y entretejen. En medio de ese camino tres puntos cardinales rigen la narración; tres mujeres que sirven de símbolo y arquetipo: la madre de Vivian, Nettie (vecina y amiga de los Gornick) y la misma narradora. 

Como la autora explica: “Nettie quería seducir, mamá quería sufrir y yo quería leer” (p.13). Entonces, la madre se transforma en el símbolo de la entrega, de la mujer del hogar que ama con dulzura y se impone desde su superioridad de mártir; Nettie, la mujer joven, seductora y bella se edifica como símbolo cuyo placer reside en el sexo y cuyo sexo es parte de su liberación; por último, Vivian es el arquetipo de la mujer que desea aprender, que busca emanciparse y que, también, se debate entre la entrega doméstica de la madre y la exposición sensual de la vecina. Tres mujeres y tres tensiones que hacen de Los apegos feroces una indagación sobre las posibilidades de habitar el cuerpo.

El elemento unificador, propone Gornick, está en el descubrimiento de la ciudad por medio de las caminatas de la madre y la hija por Nueva York. Vemos parajes que nos dibujan a la ciudad como espacio habitable e incitador de recuerdos. Recuerdos que llevan a imágenes e imágenes que despliegan discursos; reflexiones sobre el amor, el olvido o el duelo.

Apegos feroces se transforma en este tipo de libros que al sostenerlo te queman las manos, sientes que te habla directamente. Ves tu rostro reflejado en la narradora y tu madre sentada frente a ti, confrotándote y amándote. Esta novela es íntima y también crea intimidad que compartes, llevando la historia personal a un criterio universal. 

*MATEO ORTIZ GIRALDO.

Leedor. Presunto escribidor.
Estudia periodismo y filosofía. 

Síguelo en 

Twitter: @plumasinave

Un café en Buenos Aires con el escritor Nicolás Correa

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“Desde mi primer libro, con más desaciertos que aciertos, sabía que algo no iba a detenerse ya”


Foto: Mailen Albamonte Pizarro

Por: Pablo Di Marco* / Especial para Libros & Letras

Cuando en 2013 acordé realizar entrevistas a escritores para la revista Libros & Letras me encontré con una disyuntiva no menor: ¿Quién sería mi primer entrevistado? La respuesta, por múltiples razones, fue “Nicolás Correa”. Y hoy, cien entrevistas y cinco años después de aquel ya lejano primer Café en Buenos Aires, decidí volver a entrevistar a Nicolás. La excusa fue la reciente publicación de su novela Heroína. La guerra gaucha. El tiempo no pasó en vano e hizo lo suyo. Me encontré con un Nicolás casado, padre de un encanto de un año, y algunos libros más bajo el brazo. Sin embargo el viejo Nicolás el buen escritor, el tipo generoso y sincero a la hora de conversar seguía intacto, como si una parte suya se hubiese mantenido en aquel 2013. Supongo que yo también me volví un tipo diferente, y a su vez bastante parecido. Así que bastó con pedir los primeros dos cafés para volver al tiempo para atrás. O para adelante, quién sabe.

PD: Hace un rato, justo antes de verte, releí la entrevista que te hice en 2013. Estabas a días de publicar tu novela Súcubo, y me hablabas de tus ganas de darle forma a una trilogía que se completaría con Íncubo en 2014 y una última parte en 2015. Contame qué fue de tu vida literaria en estos últimos cinco años.
NC: Corrió agua bajo el puente. Es cierto, ese fue el itinerario, con algunas variaciones: un par de libros de poesía: El camino de la siesta (2015), canción de invierno recitada por el hombre del volcán (2016) y una nueva reedición de Virgencita de los muertos; y la Trilogía no está completa. Aún falta publicar la tercera parte que ya está escrita, Señor de las moscas, pero no es su momento. La verdad, La Trilogía de la Antigua Serpiente me ha dado lindas satisfacciones en lo personal, pero entre la primera entrega y la segunda algo cambió en mis búsquedas estéticas, creativas. Definí que quería correr riesgos en cada texto, que no quería quedarme a producir siempre de la misma manera, con la misma fórmula, por así decirlo. Y para nada me interesa el realismo en ninguna de sus acepciones. Digamos, de alguna manera, que uno se define y adquiere paciencia con el tiempo. Algo importante en la hechura de los libros. Todo el material que tengo sin editar es material que viene conmigo hace varios años ya. De alguna manera, no quiero soltarlo. Siempre hay tiempo para quemar los textos.

PD: Y ahora estás a días de publicar Heroína, tu nueva novela. ¿En qué cambió el Nicolás de aquel 2013 a este?
NC: Buena pregunta. Dejame pensar.

PD: Esperá que te ayudo: ¿mantenés el mismo entusiasmo? Te lo pregunto porque a mí me despierta alegría que una editorial apueste por alguno de mis libros, pero es una alegría acotada, ya no tengo esa felicidad desmesurada de años atrás, es como si en el camino hubiese perdido… no sé, tal vez la palabra sea inocencia.
NC: El entusiasmo es el mismo, ¿no? La felicidad es la misma. Desde mi primer libro, con más desaciertos que aciertos, sabía que algo no iba a detenerse ya. Hace quince años de eso. Hoy con Heroína vivo una suave arrolladora felicidad: la forma se nota. Y eso costó mucho trabajo, que no hubiese podido enfrentar sin la lectura de mi compañera, tengo que decirlo. Supo leer muchas cosas y acompañarme en ese proceso. Con respecto a la “alegría acotada”, lo que no me ocurre, en mi caso, es la euforia. Creo que con los años uno aprende una melodía personal, con sus ritmos y armonías. Y la vida pasa y es un poderoso camión de guerra. Las cosas se ponen en perspectiva. La literatura es y no es todo. Es todo porque la gente que no escribe no sé qué hace. Y no es todo porque hay estados mayores como la paternidad, que es un relato maravilloso.

PD: Me hablás de tu compañera, me hablás de la paternidad. Todo un tema el de la llegada de una familia a la vida del escritor, ¿no? En principio puede no ser fácil acomodar horarios a la hora de encontrar un espacio para escribir, pero creo que a mediano y largo plazo el saldo es positivo. ¿Cómo lo vivís?   
NC: Voy a ser fáctico: me levanto a las 3 de la mañana para escribir hasta las 8, y las 8.30 me voy a trabajar. Esto es así casi todos los días. Mi compañera, mi hija, la escritura, todas son cuestiones vitales en mi vida.No fue fácil encontrar esta dinámica. Además, durante dos años solo corregí, no escribí absolutamente nada. Y me dediqué exclusivamente a vivir en nido.

PD: Te tiro un misil: ¿se publica a los mejores?
NC: No, para nada. Te cuento una anécdota muy chiquita: en la última FED (Feria de Editoriales Independientes), me encuentro con un editor de un sello de autor, que me dice: “Esto es maravilloso, esto es un hecho cultural único…” y una serie de lugares comunes maravillosos. Yo, espantado, le respondo: “Para qué hacemos los libros, para quién hacemos los libros… me lo pregunto todo el tiempo… 250 editoriales, 2000 autores, mínimo…”. El editor me miró consternado y me dijo que él no se preguntaba nunca lo que hacía, lo hacía porque amaba esta tarea. A mí no me pasa tan fácilmente eso de no preguntarme lo que hago a la hora de editar un texto. Tiene que haber un por qué. A eso se suma la sospecha de que hay de todo en esta hermosa jungla: el que monta una empresa comercial y es malo, el que monta una empresa comercial y es bueno. El que no monta un carajo y es malo, el que no monta un carajo y es bueno. Como tenés editoriales que te hablan de la edición y hacen pagar a los autores hasta el aire y está la hipocresía del escritor que no se atreve a decir que pagó su edición (¿Cómo va a decir que pagó su libro? Como si tal cosa fuera mala: todos pagamos nuestro primer libro). Sin embargo, a pesar de todo esto, la hechura del libro es la misma siempre: vos y la escritura. Nada más, nadie más.

PD: Qué temita el de pagar por publicar, ¿eh? Podríamos hacer una nota entera hablando de eso. Escuchá esto: hace poco un editor me contó que, como un “servicio a la comunidad”, subió a facebook un listado en el que detallaba qué editoriales no cobran, qué editoriales cobran según para dónde sople el viento, y qué editoriales —mientras les pagues— te publican hasta el menú del bar. ¿Cómo terminó la historia? El editor recibió tantas advertencias, amenazas e insultos, que optó por bajar el posteo. Es increíble que en el mundo del libro haya tantos temas de los que no se puede hablar en voz alta.
NC: Podrías hacer una nota, es cierto. De igual manera, no es un problema pagar para editar. No lo veo así. Es algo menor, pero lo real es que hay cierta vergüenza en decir: “Pagué”. Yo les aconsejaría: “No pague, amigo. Busque, sea paciente. Y si paga, hágase cargo”.

PD: ¿Hay espacio en la literatura contemporánea argentina para un escritor que se limita a escribir bien y enviar desde el anonimato sus libros a concursos y editoriales? ¿O las relaciones públicas —por no decir el rosqueo— se volvieron una parte ineludible de nuestro trabajo?
N: Siempre digo: el tiempo pone las cosas en su lugar. Y agrego: la paciencia es una forma de hacer literatura. Porque existe el tema de las relaciones públicas y a veces, lo es todo en la literatura, como en otras esferas.

PD: Pero como bien me dijiste una vez: en otras esferas por ahí se pelean por fortunas, acá nos peleamos por dos medialunas.
NC: Te cuento otra anécdota: un día me manda un texto de poesía determinada poeta, para ser tenida en cuenta en la colección de poesía que manejo. Bueno, empiezo a leer. Al libro le falta, desde mi subjetividad, un tiempo de hacerse en el silencio. Pero estaba bien. Entonces le digo: “Mirá, me parece que si lo vamos trabajando, a fin de año podemos estar en la calle (era marzo). Con tranquilidad y paciencia vamos a pulir algunas zonas del texto”. Su respuesta fue que no podía esperar, que tenía que publicarlo en ese momento. ¡Cómo si el texto tuviera fecha de vencimiento! En fin, le respondo que bueno, que es una lástima porque me gustaba. Esta poeta gana un premio en España y me escribe a los dos o tres días, diciéndome que ganó un premio en España y que tan mal no estaba su poemario entonces. No mayor análisis a su respuesta más que un me alegro mucho. En mi fuero interno sigo pensando que al libro le faltaban unos instantes de silencio. Con el tiempo me enteré que esta poeta había pedido “consejos para ganar premios” a otra “poeta ganapremios”. Esto está perfecto. Cada cual juega en su redil. Este tipo de propuestas, no son las que a mí me interesan.

PD: ¿Y cómo nos rebelamos contra eso? O mejor dicho: ¿tenemos modo de rebelarnos contra eso?
NC: Hay que escribir. Hay que escribir porque no se puede hacer otra cosa. Hay que leer a los clásicos y admirarlos e imitarlos, y hacerlo bien. Es fácil copiar, imitar, hablar, decir. Más complejo es el silencio.

PD: Antes me hablaste de la colección de poesía que manejás. Hablame un poco de eso.
NC: Sucedió un poco como síntoma de una amistad. Marcos Almada tenía la editorial Alto Pogo, resulta que cuando Virgencita de los muertos se agotó, él me propuso reeditar y entonces reeditamos. Corría el 2014. Y acto inmediato me dijo: “Che, estaría bueno que Virgencita no sea un gesto único, ¿no te animás a seguir publicando poesía?”. Apareció Romina Freschi en medio, nos acercó unos trabajos, uno de ellos ya los conocía: La cuestión del pellejo de Moni Rosenblum y El corredor aéreo de Juan Previgliano. A eso se sumó el hermoso poemario La extraña dama de Javier Roldán y bueno… el gesto terminó siendo una colección ecléctica que deviene en breve en Waterproof de Florencia Trimarco, a fines de noviembre. Fue un camino de mucho aprendizaje como editor, como lector de poesía y más que nada, humano.

PD: En aquella entrevista que te hice en 2013 me hablaste de tu admiración por Frankenstein. Y mirá qué casualidad, justo anoche vi la peli Mary Shelley.
NC: ¿Te gustó?

PD: No es gran cosa, pero el tema es interesante así que me entretuvo. Volviendo al libro, ¿a veces no te dan ganasde refugiarte en los clásicos y mandar a casi todo el resto a la mierda?
NC: Lo hice. Hay que leer a los clásicos todo el tiempo. Volver una y otra vez. Sin reparos: Proust, Duras, Woolf, Joyce, Faulkner, Hemingway, Borges, Arlt, Puig, Gallardo, DiBenedetto… ¡Dante! ahí está la literatura. Y copiarlos, y hacerlo bien.

PD:Vamos cerrando. Y tratemos de que no pasen otros cinco años para el próximo Café en Buenos Aires.
NC: Repitámoslo la semana que viene, Pablín.

PD: Perfecto, te tomo la palabra. Decime, Nicolás: hace cinco años, cuando te hice la clásica última pregunta de Un café en Baires, me respondiste que te gustaría llevar a Dante a tomar un café (y una ginebra) al Bar de Mingo, en el Hurlingam profundo. ¿Si te hago la misma pregunta, me respondés lo mismo?
NC: No, porque los sumaría a los mostros arriba mencionados.

Foto: Gisele Velázquez

 Título: Heroína. La guerra gaucha.
90 paginas
Kintsugi Editora


*Pablo Hernán Di Marco.

Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor de las novelas Las horas derramadasTríptico del desamparo y Espiral. Colaborador de la editorial Ojo de Poeta y columnista de la revista cultural Libros & Letras.

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Facebook: pablohernan.dimarco



María José Navia: un lugar en la literatura

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Por: Pablo Concha*

María José Navia (Santiago de Chile, 1982) es autora de la novela Sant (Incubarte Editores, 2010) y del libro de cuentos Instrucciones para ser Feliz (Sudaquia Editores, 2015), su tercer obra, Lugar (Ediciones de la Lumbre, 2017) acaba de llegar a su segunda edición en Chile gracias a una calurosa acogida de público y crítica.

La escritora (que además es docente universitaria) tiene una manera de enfrentar la literatura bastante entusiasta y estimulante. En las reseñas que escribe en su blog (https://ticketdecambio.wordpress.com/) y en los medios culturales donde es frecuentemente invitada, siempre es evidente su inmensa erudición (equiparable quizás solo con la del gran escritor argentino Rodrigo Fresán), las referencias a la cultura popular (en particular el cine, las series de Tv y la música rock), su torrencial pasión por la lectura, la escritura y la constante, interesante y valiosísima recomendación de libros y autores tanto en español como en inglés. La autora próximamente debutará como traductora (siguiendo los pasos de otros importantes narradores de nuestra lengua que han acometido dicha labor con anterioridad como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Rodrigo Fresán, Javier Calvo, Juan Cárdenas, Liliana Colanzi, etc.) con la publicación de Nevada de Claire Vaye Watkins para Laurel Editores.

Con antecedentes así, no es extraño encontrarse una obra tan sólida al leer Lugar, la cualnos muestra mujeres que emocionalmente están fracturadas, malheridas, pero cuyo mundo interior es tan rico que de alguna manera, en medio del dolor y de una profunda soledad, continúan en la búsqueda y en la lucha por hallar ese lugar que todos buscamos y anhelamos. María José Navia va directo al corazón de sus historias, narrando con precisión y claridad los pequeños rituales que estas mujeres ejecutan para seguir formando parte del mundo, ilustrando esa particularidad que las diferencia de otros (aunque eso mismo las aleje) pero que igualmente las vuelve entrañables. Suplumalogra que nos identifiquemos con sus protagonistas y entendamos parte de su desconsuelo. El tono narrativo que emplea es neutro y las imágenes que nos revela en ocasiones resultan desgarradoras. Cada relato es contado en pequeños fragmentos (retazos de vidas), en muchas ocasiones flashbacks, que recuerdan algunas veces a la forma de narrar de Vonnegut o Cheever y que facilitan y hacen amena la lectura. De esta forma, encontramos cuentos como Aquí(dedicado a los escritores Liliana Colanzi y Edmundo Paz Soldán), donde una mujer joven, Rebeca, asiste a un grupo de ayuda para adictos al nomadismo ya que lleva más de tres años viviendo en casas de extraños por cortos períodos, armando una pequeña vida por unos meses y luego mudándose a un nuevo sitio. O Cera, donde una esteticista trata de lidiar con el vacío y entumecimiento emocional que le dejó la muerte de su pequeño hijo torturando a las clientas ricas que van al salón de belleza a depilarse. O Instrucciones para ser Feliz, donde una norteamericana que da clases en un instituto de Chile pasa sus horas de almuerzo junto a una anciana que está internada en una residencia (y a quien no conoce de nada) como forma de enmendar el hecho de no haber podido asistir al funeral de su adorada abuela por encontrarse viajando al otro lado del planeta.

En las historias de Lugar hay dolor, tristeza, desencantos, momentos difíciles que nos dejan vislumbrar las complejidades de la psique femenina, pero también hay esperanza e ilusión.

(Un dato curioso: Lugar se encuentra disponible también en formato de audiolibro, leído por la misma Navia, si quieren pueden escucharlo en el siguiente enlace:https://bit.ly/2Bhxrb6)

Para los que aún no conocían o no habían querido leer a María José Navia, Lugar es un buen punto de partida y un libro de cuentos muy interesante. Es una escritora que vale la pena explorar, una mujer que “respira y desborda” literatura y se siente dichosa de hacerlo. Y lo mejor de todo, lo contagia. Léanla.


*PABLO CONCHA.

Escritor colombiano, autor del libro de relatos La otra luz.

"Perú a golpe de Metallica". Una novela en clave de Rock

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Perú a golpe de Metallica. To Live Is to Die (Huso Editorial, 2018) de Aldo Díaz Tejada, una obra llamada a convocar a los amantes del legendario grupo de rock, pero también a los amantes de la literatura de aventuras. Una historia contada desde la travesía existencial de un personaje amante del thrash metal, en tiempos del Perú de la etapa Fujimori.

Marco Temoche ha regresado a su ciudad natal, Arequipa, Perú, después de un largo bregar personal, profesional y existencial. Le cuenta a la sicóloga de pareja que intenta salvar su matrimonio, lo que ha pasado hasta el presente, y desde la adolescencia, cuando en un intercambio del colegio bilingüe tiene que viajar cuatro meses a Alemania, justo durante la caída del muro de Berlín.

Los avatares de un hombre, devenido abogado, que ama y vive el rock desde los armarios de su alma, van a transitar por una de las etapas más tenebrosas del Perú, la década fujimorista, que lo llevará a un escape hacia el país de los sueños, al norte del continente. Este es uno de los valores intrínsecos de la obra: retratar una época.

Al final, el protagonista narrador deberá revisarse, exculparse, desterrar las derrotas amorosas y de la vida, las decepciones por su condición de peruano y reconstruirse, porque las batallas siempre continúan.

El crítico y escritor José Donayre Hoefken escribe sobre Perú a golpe de Metallica. To Live Is to Die: “Escrita con intensidad y ritmo trepidante, Aldo Díaz Tejada ha compuesto una sinfonía muy particular sobre el ser peruano en el extranjero y hasta en el mismo Perú. Desde la poética contradicción del título -To live is to die-, la identidad nacional y la peruanidad están en fusión, fisión y fricción con otros órdenes y culturas, e incluso con su propia tradición y la necesidad de amar. Pero la ficción prevalece, así como lo político y lo ideológico. Estamos ante una novela inteligentemente incómoda por las verdades que desliza y por las propias mentiras puestas al descubierto”.

Aldo Díaz Tejada
Nació en Arequipa, Perú (1974). Estudió Literatura en la Universidad Nacional de San Agustín y Derecho en la Universidad Católica de Santa María, ambas de Arequipa. Ha publicado el libro de artículos periodísticos Aldea global (Arequipa, 1998), los libros de relatos Compartiendo la felicidad (Arequipa, 2000), Encuentros repulsivos y ridículos (Lima, 2003) y las novelas Babilonia en América (Lima, 2013, finalista en la II Bienal de Novela «Premio COPÉ Internacional 2009») y To Live Is to Die (Arequipa, Surnumérica, 2017). Ha sido ganador de los Juegos Florales Universitarios de la UNSA en cuento (1996) y ensayo (1997), y del premio internacional de narrativa “Los Cachorros” del Instituto Iberoamericano Mario Vargas Llosa (2003).


Sobre “El esplendor y el miedo” de Alberto Vélez

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“la complicidad del silencio que extiende sus dominios
con raíces oscuras”

(Casa paterna, Fátima Vélez)


El retorno

Por: Mateo Ortiz Giraldo
¿Cómo hablar de poesía sin ponderar sobre ella? ¿De qué manera acercarse a un poema y tratar de referenciarlo? Son preguntas sin respuesta. En El arco y la lira Paz hace lo propio: pondera y ordena. Es complejo, sobre todo cuando al hablar de poesía se termina por recrear una especie de “metapoema” (cosa que corre frecuentemente en la sinopsis de los libros de poesía) o se termina por abordar los lugares comunes: “es un libro que versa sobra la muerte, el amor, las obsesiones vitales “y demás. Lugares comunes que por comunes son cómodos.

El esplendor y el miedo (Editorial Universidad de Antioquia, 2018) de Alberto Vélez hacen parte de esa categoría de libros que terminan por categorizarse en estándares fijos: muerte, amor, obsesiones, tiempo…olvido. Temas que, se podría pensar, se agotaron con el surgimiento mismo de la lengua. Borges, por solo mencionar un ejemplo, abordó una y otra vez estos temas. Entonces ¿qué caso tiene volver allí, una y otra vez? La poesía no es misteriosa y está claro, o por lo menos Vélez deja claro, porqué volver: se debe a la necesidad de recrearnos, de retornar.

En este libro, Vélez retorna a esos lugares, pero desde una nueva forma. La palabra, una vez dicha o escrita, ya está muerta. Leer una novela o un cuento es sentarse a contemplar un cementerio de palabras. Nos hablan los fantasmas desde sus tumbas de papel. Con este libro de poemas, esa hipótesis muere. Aquel retorno del poeta a esa “complicidad del silencio” que propone Fátima Vélez en el epitafio de esta reseña, es lo que le resta validez a la afirmación. La unión con el silencio hace que a leer este libro estemos frente a palabras vivas, que al leerlas renacen. El poeta no descubrió nada nuevo.

El libro es corto, pero también es excesivo, las voces del poema suenan tan fuerte que en ocasiones el aturdimiento es el único resultado. Estos poemas recorren parajes comunes, regresa a la “patria del poeta” que se supone es la infancia o eso dice Rilke (por cierto, otro lugar común); retorna al rostro de la juventud y se imagina la vejez. Interpela al padre y así mismo. No hay nada mágico aquí, pues Vélez es un poeta que ha explorado y se ha perdido y como resultado entrega un libro como este: sencillo. La sencillez de quien puede conversar en sus poemas con Raúl Gómez Jattin, sobre el todo el de Los hijos del tiempo.

Hay un poema en especial que grita dentro del libro. Se trata de una imagen que se refleja, palabras que van a un cuerpo y terminan en otro. Van del padre al hijo y con eso, de la memoria al recuerdo. Ambas falsas pero legítimas dentro del mundo de retornos del poema.

Mi padre

Lo vi durante años hacer el mismo gesto.
Envejeció él,
No el gesto, que siguió siendo joven.
Lo pienso y un escalofrío
Me recorre.

¿Seré yo así?
¿Me habrán visto los otros envejecer
Mientras un gesto mío,
Cualquiera,
El más pequeño,
Conserva su frescura,
Me roba la juventud
Que me abandona?
(p. 47)

Así es El esplendor y el miedo un gesto que se mantiene joven, que revive y que explora en la nimiedad de una arruga toda la historia vital del poeta y del lector. Un lector según Vélez debe tener, para poder aproximarse a un libro de poemas “sensibilidad y una mente abierta. Más allá de las teorías”. ¿Ven? Terminé ahondando en una especie de metapoesía…quizás esa sea la labor del poeta: aflora la poesía en los demás.


Título: El esplendor y el miedo
Autor: Alberto Vélez
Editoral: Universidad de Antioquia
110 páginas
País: Colombia




*Mateo Ortiz Giraldo

Leedor. Presunto escribidor.
Estudia periodismo y filosofía. 

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Twitter: @plumasinave

El mundo del libro es el más acorde con lo que pienso sobre el hábitat: María Osorio Caminata

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La arquitecta y editora colombiana recibió el Homenaje al Mérito Editorial por su labor como editora y promotora de la literatura infantil y juvenil en Bogotá


Foto: FIL Guadalajara

María Osorio Caminata estudió arquitectura. Por eso se define a sí misma como “impertinente en lo concreto”. María Osorio Caminata sabe que “ordenar el espacio es una manera de habitar el mundo”. Por eso, también que las casas se construyen para siempre, y por eso sabe que si los libros fueran una posibilidad, esa posibilidad sería la del para siempre. Este intento por la trascendencia se ha cristalizado en Babel Libros, proyecto editorial encabezado por la arquitecta colombiana y que le valió recibir el Homenaje al Mérito Editorial en el marco de la 32 Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

La ceremonia en la que se rindió homenaje a Osorio Caminata fue un verdadero festival. Nada más pisar el estrado, una prolongada ovación cobijó a la homenajeada, quien estuvo acompañada por sus colegas María Francisca Mayobre y Juan Casamayor; por el presidente de la Feria, Raúl PadillaLópez; por el rector de la UdeG, Miguel Ángel Navarro; y la directora de la FIL, Marisol Schulz Manaut. “Nos habíamos tardado”, dijo Raúl Padillaal felicitar a María Osorio, destacando que el veredicto del comité de editores fue unánime al elegir a la editora colombiana, a quien citó para decir que “ser promotor cultural en Colombia no es una alternativa, sino una necesidad”.

Después del presidente de la Feria tomó la palabra María Francisca Mayobre, directora editorial de Ediciones Ekaré, quien contó la historia de las mascotas de María Osorio, las perras Blanca y Negra —que son negra y blanca, respectivamente— para destacar que su colega “para nada es elemental. Es filosofía, reflexión e ingenio. Así es María”. Destacó que una de las grandes virtudes de la editora colombiana es que pone a la gente a pensar sin caer en obviedades, e hizo énfasis en el hecho de que prefiere “el poder de lo pequeño, lo simple, lo desdeñado, para ella eso es lo más trascendental”. Luego de repasar su trayectoria profesional, Mayobre concluyó diciendo que María Osorio “es una editora que con su entrega se ha comprometido con la formación de lectores”.

Igualmente emotivo resultó el mensaje de Juan Casamayor. El editor español, fundador del sello Páginas de Espuma, comenzó jugando con la doble vocación de Osorio Caminata, arquitecta y editora, para señalar que “armar un catálogo es construir una casa con ventanas y puertas. Más que una casa, un castillo. Ser editor es vivir todos los días en un lugar en obras”. Luego, se confesó admirador del trabajo de su colega colombiana, a quien calificó como una “mujer optimista” y subrayó su “trayectoria vinculada en leer más y mejor”. Casamayor también señaló que ser editor es ser un activista político, y concluyó diciendo que “María es la geometría entre edición y arquitectura. María es el mérito”.

La última en tomar la palabra fue la homenajeada, quien también trazó un paralelismo entre su vocación como arquitecta y su trabajo como editora. Luego contó que había llegado al mundo de los libros para niños por casualidad hace 30 años, y que “el mundo del libro es el más acorde con lo que pienso sobre el hábitat: un mundo que es un punto de encuentro libre, pero bien construido”. Señaló que, a diferencia de todos los presentes en el auditorio Juan Rulfo, “el libro puede ser para siempre”, y destacó que “para eso trabajamos en el mundo del arte: para trascender”. Visiblemente conmovida concluyó citando a George Steiner, y confesó que le gustaría haber terminado su discurso con una ilustración porque “la mano dice verdades y alegrías que para la lengua es imposible articular”, lo que provocó otra cálida ovación de despedida.

Cortesía: FIL Guadalajara


Con el libro "Los cuentos que Pessoa no escribió", veinticinco escritoras rinden homenaje al poeta portugués

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A 130 años del nacimiento de Fernando Pessoa, veinticinco mujeres de diez países de Iberoamérica, se unen para rendirle un merecido homenaje. 


Cada una de las escritoras desentrañó alguno de los tantos enigmas que rodean al inmortal poeta y escribió un relato. Los cuentos que Pessoa no escribió(Huso Editorial, 2018), antología y edición de Mayda Bustamante y Gabriela Guerra,  reúnen a importantes autoras de España, Portugal, Argentina, Costa Rica, México, Cuba, Colombia, República Dominicana, Venezuela y Perú.

Fernando Pessoa es el más grande poeta portugués de todos los tiempos. Sus versos memorables, historias, pensamientos y desdoblamientos siguen inspirando a escritores. Aunque su vida es todavía un misterio, su obra, parcialmente descubierta, se ha erigido en un referente incuestionable de la literatura iberoamericana de los siglos XX y XXI. Hablamos de un descubridor del alma y la existencia, que nos desafía como lectores porque no fue un escritor, sino muchos; de un pensamiento filosófico grave, que dio vida a centenares de heterónimos. Algunos se han llegado a preguntar si no es que todo, absolutamente todo, fue producto de una imaginación inabarcable.

Vista en retrospectiva, la decisión de hacer una antología de cuentos dedicada a celebrar la vida y obra del más grande poeta portugués del siglo XX, y una de las figuras ilustres de la poesía y la palabra en la historia de la literatura universal, no fue solo un proyecto hermoso, sino el motivo para que importantes voces femeninas iberoamericanas homenajearan a Fernando Pessoa (Lisboa, junio 1888 a noviembre 1935) en el año de su 130 aniversario.

En el prólogo titulado “Un diálogo eterno con el poeta”, la escritora Gabriela Guerra Rey dice que “Pessoa no fue un escritor, fue muchos, y eso nos desafía en el presente como lectores. Su vida sigue siendo un misterio, pero su obra narrativa y poética es un incuestionable referente para los siglos XX y XXI. Algunos se han llegado a preguntar si no es que todo, absolutamente todo, fue producto de una imaginación inabarcable. Pessoa es un universo en sí; un descubridor del alma, de la existencia, de la identidad o la verdad, entendida de forma tan divergente como la vida misma. Es un hombre inagotable y su obra lo es todavía más”.

Bajo estas premisas fueron convocadas veinticinco escritoras de diez países con la misión de escribir un cuento inédito que se inspirara, de forma libre y especialmente para la ocasión, en algún aspecto de la vida u obra de Pessoa.

Entre las autoras que hacen parte de esta antología se encuentran: Verónica Aranda (España), Filipa Falcato (Portugal), Silvia Arazi (Argentina),Josefina Estrada (México), Mylene Fernández Pintado(Cuba), Ángela Hernández Núñez (República Dominicana), Diana Obando (Colombia), Anacristina Rossi (Costa Rica), Tanya Tynjälä (Perú) y Vivian Watson (Venezuela).

Los cuentos que Pessoa no escribió es una edición bilingüe, en español y portugués, cuyas traducciones estuvieron a cargo de Alex Tarradellas y Rita Custodio (del español al portugués) y Nadia Khalil (del portugués al español). La ilustración de cubierta es un regalo para esta antología de una de las más grandes pintoras portuguesas, Helena Liz, quien actualmente vive y trabaja entre Madrid, Vouzela y Lisboa. 

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