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Yupanqui y Zitarrosa

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Por: Guillermo Pellegrino. Atahualpa Yupanqui, además de ser en esa época uno de los principales referentes de la gente vinculada con el folklore, era, por diversas razones, un personaje muy interesante para entrevistar. En los comienzos de 1966, en el Festival de Cosquín, a don Ata lo reporteó un joven que lo admiraba y que, por otra parte, estaba dando sus primeros pasos en el canto: el periodista en cuestión se llamaba Alfredo Zitarrosa

La nota fue finalmente publicada el 4 de febrero de 1966, en el semanario uruguayo Marcha; aquí se rescata un fragmento: “Hubo que verlo subir al escenario, sentarse allí, delante de una concurrencia monstruo, atravesar la guitarra zurda y acomodar en ella sus dos manos cuarteadas, torcidas como las manos de un reumático, para preludiar una milonga en re menor. La noche del debut, el domingo, cantó las ‘Coplas del payador perseguido’, una versión nueva, de duración reducida, con algunas coplas recién hechas. Sobrela plaza bajó un silencio hondo, que sólo se rompió con el aplauso estruendoso del final (...). “Habla y escribe el francés, es periodista, ha sido boxeador en su juventud y en su casa del Cerro Colorado tiene todo lo que le hace falta: ‘piano, libros, caballo, paisaje y silencio’. Así dice. La casa se llama ‘Agua escondida’, el mismo nombre de una de sus zambas más hondas. 

“¿Qué cosa es el folklore, Don Atahualpa

“Cantar folklore consiste en ahondar el paisaje. Hacer folklore. Hay un aire de Italia, un aire ruso, un aire argentino, venezolano, yanqui. Algunos dicen oui, otros da, otros ya; nosotros decimos ‘Ajá’... Hay que profundizar nuestro 

‘Ajá’ (...)”.

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