Por: Germán Borda, especial para Libros y Letras.
Es siempre un tema delicado cuando nos adentramos en las capacidades o limitaciones de las féminas, de inmediato el género supuestamente débil, se pone en guardia. Todas para una y una para todas, como las mosqueteras.
Hasta hace unas decenios se aceptaba a las mujeres instrumentistas, en especial pianistas, comenzando con el nombre genial de Clara Schumann y hasta ahora, el no menos notable, de Marta Argerich.
Las orquestas alemanas, y en especial la de Viena, su famosa filarmónica, tenían vedado el atril para las féminas. Poco a poco se fueron imponiendo como solistas de las cuerdas y ganaron posiciones en las orquestas. La dirección, como el papado, se mantenía rígido, con la fuerza de la masculinidad. Nada de Féminas. Sin embargo poco a poco han ido ganando posiciones. En mi novela siglo XXV, una supuesta utopía, las mujeres dominan a los hombres y los eliminan. Amanecerá y…
Comentaba la experiencia, muy fructífera y grata, de la interpretación por parte de una directora, Ligia Amadio, de mis seis microestructuras, con un colega alemán. Primer violín de una orquesta connotada y de más de treinta años de experiencia, su voz es altamente autorizada.
Y me decía haber actuado bajo el mando de mujeres excepcionales, con gran maestría y dominio. Su manera de asumir las obras, como es obvio le parecía diverso y diferente a los machos. En general considera que en el aspecto rítmico no son tan precisas y exactas como sus colegas varones. Suplen con cierta sensibilidad, especial. Y dan un toque muy particular a las obras.
Y surge la pregunta básica, ¿qué piensan los hombres instrumentistas de las mujeres dirigiendo? ¿ Las aceptan? ¿Se resisten? ¿Hay problemas?
La respuesta es bastante curiosa, no, son los mismos más o menos que con los varones dueños de la batuta. Con las que sí tienen problemas y resistencia, discusiones, son con las mujeres en los atriles, a quienes parece no les gusta verse comandadas por sus congéneres.
Claro que como toda generalización, es completamente cierta y a la vez totalmente falsa. Hay que escuchar el resultado y valorarlo independiente del género que lleve la batuta.
