Propongo un cese

Por: Luis Fernando García Núñez*


Propongo una interrupción temporal de la fiesta eterna en que estamos. Un cambio de orquesta y la sustitución de sus directores y de las músicas. Un cese del alboroto para rehabilitar la razón, para constituir una nueva idea, para darle otra extensión a la palabra. Una pausa larga para el silencio, para oír las preguntas, las que nunca han sido escuchadas, las que nadie ha atendido, para las que parece no hay respuesta. Un cese para recontar el pasado, para oírlo de las otras voces, de las nunca sentidas. Escucharlo para reescribir y reconstruir la historia, para relatarla de la otra forma, para buscar los verdaderos héroes, para reconocer a los verdugos, a los traidores, a los déspotas, a los usurpadores, a los indolentes. Una interrupción para desenmascarar a los culpables, a los embaucadores, a los perversos, a los inútiles, a los insolentes. Un alto para descartar los engaños, las desilusiones, la intolerancia, los odios y el egoísmo.


Propongo que las armas sean destruidas y los ejércitos se destinen para servir a la vida. Que estas nuevas sean dadas por seres humanos y los prestigios se alcancen por méritos. Que la vida sea la razón de todas las presencias y se condene por siempre a los que intenten ultrajarla. Que sean derribados todos los presidios y que en su lugar se construyan aulas y hospitales. Que las ideas sean respetadas. Que los sueños se puedan volver realidad y los soñadores sean titanes y sus fuerzas alcancen para construir todas las orillas posibles. Que los ríos y las selvas sean de todos y se admiren para hacer inmensa la razón de vivir. Que las fronteras no existan ni se prohíba a los peregrinos cruzar todos los valles, sin excepciones ni odios.


Propongo la paz para siempre. También para siempre, y para todos, el pan, el trabajo, la educación, la salud y la dignidad: propongo la felicidad.