Querido Victor (Bustamante): muchas gracias por el enlace. Después de varios mensajes al fin podemos ver la entrevista y la reseña que haces del trabajo de Milcíades (Arévalo), a quien, dicho sea de paso, debo mis primeras publicaciones. Concuerdo en todo lo que dices de él y estoy muy de acuerdo cuando hablas de la "generosidad" de las páginas de Puesto de Combate.
Sin embargo, discrepo de tu opinión cuando hablas de Arcadia/El Malpensante como revistas "plásticas" y que apoyarían a escritores "de éxito" o que "tienen apoyo de una gran editorial" . Discrepo sobre todo porque instalas una rivalidad que no sólo no existe sino que es nociva para un mundo tan lastimosamente limitado como el de las revistas culturales colombianas. Me explico: creo que las revistas de todo tipo son necesarias, que entre más existan mejor y que el panorama cultural se enriquece cuando conviven (para gozo de los lectores) esfuerzos quijotescos, revistas aficionadas, otras con un departamento comercial fuerte o asociadas a una institución que les permite diversificar su material, panfletos de corta vida, publicaciones que cumplen décadas, aquellas que (para nuestra fortuna) miran hacia la provincia y aquellas que nos alimentan con autores extranjeros de los que dificilmente escucharíamos hablar por otro medio. Unas y otras, y de eso sí que puedes estar seguro, tienen que guerrear su supervivencia , unas y otras abren puertas a los textos y autores en los que creen, vengan de "provincia" o del otro lado del mundo. Una revista no necesariamente es "buena" porque no tenga apoyo u "oficial" porque lo tenga , lo que define la calidad son los textos que se publican y en ocasiones la indepedencia que da la posibilidad de adquirir los derechos para publicar un texto de un reputado y exitos autor anglosajón (escojo el ejemplo porque das al término una connotación negativa), es el contraste de la dependencia al ego de un director que prefiere sólo publicarse a él y a sus amigos cercanos.
Yo he tenido una doble suerte, la de no tener amigos escritores ni editores cuando empecé y la de forjarme grandes amigos escritores y editores que han creído en lo que hago: Milcíades es uno de ellos, la gente de El Malpensante y Arcadia lo son también. A pesar de la naturaleza diferente de estas publicaciones, en ninguna de ellas me cerraron o abrieron puertas por algo más que mis textos. Venir de la provincia o ser desconocido nunca fue un más o un menos.
Lo digo de nuevo: entre más haya para leer, y más diverso, mejor. Hablar de una revista cultural como algo nocivo, no deja de ser un sinsentido.
Un saludo, Ricardo Abdahllah
