Tomado de Revista Semana. Los autores y las editoriales han tenido que adaptarse al fenómeno de los libros digitales, que cambió la piratería de esquina y andén, al plagio electrónico. ¿Qué pasa con los derechos de autor en estos casos?
La piratería ha sido el enemigo íntimo de la industria de los libros desde siempre. Antes, lo usual era encontrar los libros impresos, rondando en cualquier esquina, a bajo costo y baja calidad. Como todo evolución a, llegaron los libros digitales, pero también ha proliferado el abuso de algunos internautas con estos contenidos.
El asunto es simple: un libro puede ser enviado por correo electrónico en un archivo PDF de un usuario a otro, con algo de facilidad. Así que, lo que en principio es una descarga legal, pagando en muchos casos, se convierte en un caso usual de piratería.
Si el contenido del libro se difunde sin una descarga legal mediante, el autor deja de recibir su comisión por su propiedad intelectual. Explica Juan Carlos Monrroy, abogado especialista en derechos de autor y propiedad intelectual de la Universidad Externado que, el problema es “que los usuarios se acostumbraron a que en internet todo se puede conseguir gratis”.
La pregunta es ¿por qué pagar por la descarga de un libro si se puede conseguir gratis en otros sitios o ser compartido por correo electrónico en formatos de Word o PDF? La respuesta: por respeto a la propiedad intelectual de editoriales y escritores.
Asegura Juan Carlos Monrroy, abogado especialista en derechos de autor y propiedad intelectual de la Universidad Externado que, los autores usualmente reciben el 10 por ciento de regalías por la venta de un libro impreso, mientras que por la descarga legal por internet pueden recibir hasta un 7 por ciento de comisión.
Libre conocimiento vs piratería
Sí, los libros digitales proliferaron la piratería, pero hay un argumento que ha sido debatido hasta la saciedad: hay muchos textos de gran importancia que no se podrían conseguir si no fuera por ‘descarga pirata’.
Entonces, la discusión se reduce al derecho a la información y contenidos, contra los derechos de autor y propiedad intelectual. Todo se reduce a que falta reglamentación estatal, no sólo en Colombia, en casi todos los países latinoamericanos.
La respuesta que han tenido las editoriales y las librerías es la creación de plataformas digitales que impiden que los usuarios compartan los textos, una vez que lo hayan descargado. El problema es que en la web es complejo hacer un control total.
“Actualmente, Colombia no tiene normas claras respecto a la descarga de libros online, y esa falta de reglamentación es la que potencia la piratería”, finaliza el abogado Monrroy.
