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El movimiento en la crisálida: una metamorfosis

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Catalina Navas junta la historia de Pedro Caballero, un hombre infectado por el VIH en los ochenta, y la correspondencia de su propio tío a manera de collage, para construir un relato conmovedor sobre la vida, la enfermedad y la muerte.


Por: Luisa María Vela Guerrero*


El movimiento en la crisálida es un libro que se compone por dos técnicas narrativas: el relato y el collage. El primero tiene como protagonista a Pedro, un hombre que se encuentra en la fase terminal del VIH. El segundo incluye una serie de fotografías de Bernardo, el tío de Catalina Navas, quien inspiró la historia. La única coincidencia que podemos afirmar que a ciencia cierta existe entre ambos, Pedro y Bernardo, es la necesidad del registro de la propia vida. Esta cualidad, que además comparte la autora, hace posible una novela conmovedora y sumamente real.

Catalina Navas es literata y maestra en Educación. Para esta novela, la segunda en una trilogía sobre relatos familiares, utilizó como base el material de archivo de su familia. En específico, las fotografías, cartas y postales que su tío les había enviado durante los años que vivió en Estados Unidos. Esas fotografías son las que, intervenidas por la propia autora, también protagonizan el libro, le dan un toque auténtico y le regalan al lector una segunda historia para que él mismo la imagine, la repiense y la devele: la de Bernardo López. El hombre de carne y hueso. La unión de esos dos hombres es un regalo de la autora para que nosotros intentemos entender a una generación y a una sociedad.

Pedro Caballero es el narrador en este libro, que está escribiendo tras regresar a Colombia después de haber estudiado en Estados Unidos. El relato se desprende de la correspondencia que había mantenido con su madre y su hermana durante su partida. Desde el principio reflexiona sobre la memoria: “La imagen hace su viaje hacia el futuro y yo voy al pasado a encontrarme con un tiempo que ya no existe. En la mitad nos cruzamos. Es el tiempo raro de la memoria y de las cosas que la contienen”.  A nosotros nos adopta en esa mitad. Como lectores, corremos contra dos tiempos distintos: el necesario para que la historia de Pedro llegue hasta el punto en el que él se convierte en nuestro narrador, y el que falta para que ese mismo narrador muera inevitablemente a causa del virus. 


Una novela conmovedora, real que acierta al presentar los conflictos del hombre colombiano en los años ochenta.

Catalina Navas, escritora colombiana, foto de Jimena Cortés (@jimeneins)
Catalina Navas, escritora colombiana, foto de Jimena Cortés (@jimeneins)

El movimiento en la crisálida es un relato que acierta al presentar los conflictos de este hombre colombiano en los años ochenta: su inmensa vergüenza por provenir de una “casa chica”, su rechazo por su patria y su deseo de migrar a toda costa, la dicotomía entre la religión y la sexualidad, su relación con su familia, con su orientación sexual y con la muerte. La voz que crea Navas es tan real que por momentos resulta chocante el saber que la mayoría de lo que está escrito es netamente su creación; como si el hecho de tener acceso a esos pensamientos tan profundos de Pedro, el ficticio, significase robar sin permiso las memorias de Bernardo, el que sí existió.

El uso de las imágenes intervenidas le da un toque fresco a un tipo de historia que ya se ha contado en el pasado; en el caso colombiano con la obra de Fernando Molano, por ejemplo. A pesar de la belleza de las piezas gráficas, su valor no radica tanto en su atractivo visual como en su capacidad de acercarnos a ese que nos narra su vida. “[…] no sabía que uno fotografía lo que teme olvidar, que las fotos son una respuesta a la conciencia de que la memoria de la cabeza no sirve para nada”, nos dice Pedro cuando intenta explicar su pasión por la fotografía. Navas logra convertir una propuesta narrativa original en un producto valioso para reflexionar sobre problemáticas como la discriminación y el abandono social a la comunidad LGBTIQ+. A través de esa radiografía de Colombia y Estados Unidos en los ochenta y noventa −que analizamos con los ojos de Pedro− estamos invitados a cuestionar a la sociedad del presente. 

Aunque los párrafos que cumplen la función de describir las fotografías (que a veces hacen parte de los collages y otras veces tan solo sirven para la imaginación) son confusos en un principio, a medida que vamos avanzando en el proceso de la metamorfosis encontramos el ritmo de la novela y se hace más claro su complemento con la narración y los collage.  

Cada capítulo de El movimiento en la crisálida comienza con un fragmento de Vladimir Nabokov sobre el proceso de la metamorfosis en la mariposa. Este es un guiño a la profesión del protagonista como entomólogo y representa, a la vez, su crecimiento. Para el final, contemplamos a un Pedro que ha salido de la crisálida para emprender el vuelo y nos encontramos con que nosotros mismos estamos listos para volar, habiendo aprendido un poco sobre esta ciencia y mucho sobre la vida.

*Luisa María Vela Guerrero

Estudiante de Comunicación Social y Periodismo

Convenio de colaboración entre la Universidad de La Sabana y Libros & Letras.


Portada del libro El movimiento en la crisálida, de Catalina Navas
Portada del libro El movimiento en la crisálida, de Catalina Navas

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