Alfonso Lobo Amaya / Colombia.
Luego de una búsqueda acuciosa lo hallaron engullendo réditos al pie de la montaña de billetes verdes. Había crecido de manera descomunal y tenía el color del alimento que tragaba.
Temblando de miedo, los colonos, al unísono le preguntaron:
–¿Qué es lo que deseas?
Él los miró de soslayo y, en medio de una estruendosa carcajada, contestó:
–¡A la doncella!
–¿Cuál? –Preguntaron incrédulos.
–¡La de piel de café, ojos de esmeralda, cabellos de oro, sonrisa de plata y cejas de carbón que vive cerca del pozo de petróleo! –dijo con voz de trueno.
–¿La Latina? –indagaron en coro.
–¡Yes!
–¿La que por la mañana pastorea el ganado y recoge el café?
–¡Good!
–¿La que por la tarde siembra la caña y pesca en dos mares?
–¡Exactly!
–¿La que por la noche junta el cobre, saca el petróleo y brilla el estaño?
–“Yea”, ¡Very Good!
Quedaron atónitos de las pretensiones del gigante verde comeréditos. Entonces corrieron presurosos al oráculo que tenían en el corazón de la montaña. Allí consultaron a Yamurí, el espíritu del futuro:
–¿Qué debemos hacer? ¡Oh, gran sabio del ayer!, ¡Oh, gran vidente del mañana! –imploraron con humildad
–¡Formar otro gigante! —-Respondió sin rodeos la voz que luego se diluyó en el silencio de la esperanza.