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¡Vaya valla!

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Unas vallas con desparpajada ortografía 

Por: Jairo Cala O./ Bucaramanga/ Colombia. Las vallas que el ex vicepresidente colombiano, Francisco Santos, instaló en varias ciudades, despertaron polémica por su contenido. Pero casi nadie ha dicho nada sobre el error gramatical que presentan; aparentemente, no se nota. Y esa podría ser la razón por la cual haya silencio frente a la descachada gramatical. 

Dice el polémico cartel para hacer política contra la paz: «Adivine quién ha matado más policías». En la valla aparecen las fotografías del guerrillero apodado ‘Iván Márquez’, y del terrorista y narcotraficante (ya muerto) Pablo Escobar Gaviria. Vale decir a modo de contra pregunta: adivine cómo metió las de caminar el señor Santos. 

Explicación: Esa oración está concebida en voz pasiva (con el verbo ‘haber’ como auxiliar), y, por lo tanto, indica que Pablo Emilio Escobar Gaviria sigue vivo (en el lenguaje de «Pachito»); y que no ha cesado de matar policías. Lo cual es una mentira tan enorme como el cosmos. 

Ese tipo de construcción gramatical se usa para señalar que una acción que comenzó en el pasado se mantiene en el presente. «Adivine quién ha matado…» equivale a decir: «Adivine quién mata más policías». Dicho de otro modo: ¿Quién ha matado más policías hasta hoy? 

Ese tipo de yerros idiomáticos no son casuales ni esporádicos en quien fuera uno de los jefes de redacción de El Tiempo y director de Radio Sucesos RCN a escala nacional. 

Para responderle a Santos, pocos días después, las FARC publicaron una valla en su página de Internet, con el mismo tipo de pregunta indirecta: «Adivinen quién pidió a los paramilitares crear escuadrones de la muerte en Bogotá». Y remata: «Queremos la paz sin impunidad». La firma ‘Iván Márquez’, el conocido guerrillero que negocia con el Gobierno en La Habana. 

Dos días después, el exvicepresidente Francisco Santos, le respondió a todo el grupo rebelde, al decir: «Que digan lo que quieran, las Farc no son interlocutores válidos». Así la embarró otra vez, porque mezcló el sustantivo ‘FARC’, que es de género femenino, con el sustantivo ‘interlocutores’, que es de género masculino; y con el adjetivo ‘válidos’, también de género masculino. Hay discordancia de género, luego es error. 

El primo-hermano del presidente Juan Manuel Santos Calderón, que fungió como periodista de almidón en el cuello y los puños de la camisa, ya debería saber que en el idioma hay normas (como también las tiene la sociedad). Él hubiera podido decir: «Que digan lo que quieran, las FARC no son interlocutoras válidas». ¡Elemental! Si se emplea el artículo determinante femenino las, el complemento también debe ser en femenino para que haya concordancia de género. 

Como añadido de la descocada lingüística, el redactor de El Espectador a cargo de esa última nota escribió mal el acrónimo del grupo terrorista: Farc. Muchos periodistas colombianos siguen convencidos de que si escriben en minúsculas los nombres de organizaciones al margen de la ley ¡se reduce su ‘protagonismo’! Y cuando hacen lo mismo con Sena y Eps, por ejemplo, ¿cuál será su argumento lingüístico? Simplemente lo que pasa es que ignoran olímpicamente (aunque lo hayan leído mil veces) que cuando un acrónimo y una sigla tienen hasta cuatro letras en su composición deben escribirse en mayúsculas sostenidas: FARC, SENA, EPS… 

Sigamos. Días más tarde, a mediados de mayo de 2013, apareció otra valla en el municipio de La Estrella, Antioquia, que dice: «Ahhhhh! ¡Que falta nos hace Señor Presidente! Atentamente Colombia». La expresión, que toma abusivamente la vocería de más de 40 millones de colombianos, tiene una fotografía del exmandatario Álvaro Uribe, al lado. 

Más allá de las protervas intenciones electoreras que esos carteles enormes encarnan, lo llamativo es que esa última valla también tiene errores ortográficos. Veamos: 

Faltó el signo de admiración al comienzo de la exclamación (solo lo tiene al final); y se excede en haches (tiene cinco). ¡Parece la alusión onomatopéyica al ahorcamiento de alguien! Apenas era suficiente un signo al abrir y otro al cerrar: ¡Ah! 

Seguidamente, al vocablo qué le negaron la tilde, necesaria en una oración exclamativa como esa de la valla. Y, para remachar: señor y presidente no requieren mayúsculas iniciales porque son sustantivos comunes (tan comunes como el aludido señor, que ya no es presidente, además, sino expresidente). 

Ahora falta que confundan la ortografía en: ¡Vaya uno a saber qué demonio puso esa valla!

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