Luis Hernán Rincón
Mercedes hace un hogar de toda nuestra casa.
Mírala por aquí, mírala por allá.
Abre las ventanas al aire de la mañana.
Mírala que va, mírala que viene.
Saluda a los vecinos que al trabajo pasan.
Moja a los perros que vienen de la calle
a marcar espacios y aprovechar la grama.
Mata los bichos que vienen del potrero.
Mírala que reniega y al instante se calma.
Mírala que sale y que vuelve pronto
con amplia sonrisa y las manos ocupadas,
con flores de la huerta, tomates y cebollas,
con yerbabuena, y cilantro, anís y albahaca.
Mírala que se empina, con brazos alargados.
Mírala muy seria conversándole a las matas.
Mírala que se dobla con quiebre de cintura,
que barre, que limpia, sacude y abrillanta,
que tiende la ropa escurrida en la lavadora,
que mete manos en lo seco y manos en el agua.
Mírala mezclando la receta de una delicia.
Mírala admirando la neblina o la cascada.
Mírala picando los ingredientes escogidos,
licuando jugos y preparando ensaladas
mientras adiestra en ollas olores y ricuras
que sazona con amor y con toda su alma.
Tiende la mesa, la sirve y con su voz me avisa.
Mírala que me quiere, mírala que me ama.
Conversamos. Me mira a ver si la he mirado.
Mientras lavo los platos, ella no descansa.
Mírala percolar café y servírmelo con aroma.
Mírala ingresar a Internet, buscar en la pantalla
mensajes de la prole, de la nuera y del nieto.
Mírala pasear por Google mirando lo que pasa.
Le queda tiempo para cuidarme como esposa
y disponer los alimentos del modo que le plazca.
Ocupa hilos con la aguja y tijeras con la tela.
Ordena los adornos, las ropas y las sábanas.
Y todavía le brotan ganas de sonreír y conversar.
Parece que no se cansa pero mírala cansada.
Mercedes fabrica el orden que nos alegra la vida.
Mercedes convierte en hogar los espacios de la casa.
