Por: Vivian Murcia G. / Editora de El PortalVoz/ España/ I Parte.
Ernesto Cardenal (1925) nació en Granada, Nicaragua. El poeta y sacerdote es uno de los más importantes autores iberoamericanos. En este especial El PortalVoz le rinde un homenaje a quien nos ha hecho un favor a los lectores: hacer de la poesía una experiencia contestataria quitando de en medio ese barniz de sentimentalismo que, a veces, la hace empalagosa. Con Ernesto Cardenal muchos de los que nos resistimos a leer poesía encontramos un motivo porque detrás de sus versos hay una réplica, la réplica del ser humano que tiene que vivir sometido a este mundo "creado por un dios" que, por momentos, nos indigna.
Rodeado de homenajes en Latinoamérica, sobre todo en México, el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal cumplió 90 años con una lucidez que sigue provocando asombro y admiración en el mundo literario.
Considerado quizás el poeta vivo más importante y reconocido de Nicaragua, Cardenal nació en el seno de una acaudalada familia de la ciudad colonial de Granada, al sureste de Managua, el 20 de enero de 1925.
Se hizo sacerdote en Colombia, se adhirió a la Teología de la Liberación y más tarde fundó en la isla de Solentiname, en el Gran lago de Nicaragua, una comunidad de poetas y pintores campesinos que se convirtió en un símbolo de la oposición a la dictadura de Anastasio Somoza, derrocado en 1979 por los sandinistas.
Ernesto Cardenal ha recibido numerosos premios, incluyendo el Reina Sofía de Poesía 2012, en España, y más recientemente el Premio Alemán de la Paz, en Berlín.
Aunque apoyó a la revolución sandinista en los años 80 del siglo pasado, cuando fue ministro de Cultura, años después se distanció del partido actualmente en el poder por disentir del liderazgo de Daniel Ortega, a quien considera un dictador.
Ahora vive alejado de la política y dedicado a la poesía y la escultura en piedra y metal. Esa libertad le permite expresar su opinión sobre la Iglesia Católica y su idea de Dios; ha criticado la canonización del fallecido papa Juan Pablo II, por considerarla "una monstruosidad" por parte del Vaticano, pero reconoce un cambio sustancial en la Iglesia con el actual pontífice, Francisco, de quien afirma está dando una lección al mundo.
Para él, el mensaje religioso debe tener tintes contestatario: "Yo trato de vivir con el mensaje del Evangelio, que es un mensaje político, que es cambiar el mundo para que haya un mundo mejor después de 100 mil años de desigualdad".
El sueco
De Antología de cuentistas latinoamericanos, Colihue, Buenos Aires, 2008.
Yo soy sueco. Y hago notar en primer lugar esta peculiaridad de que soy sueco porque a ello se debió todo el extraño caso de mi vida, el acontecimiento verdaderamente increíble, que hoy me propongo relatar. Yo soy sueco, pues, como iba diciendo, y me llamo Eric Hjalmar Ossiannilsson. Sucedió que vine, aún joven, por el año 1897 a esta pequeña república de Centroamérica (en la que aún me encuentro), con el objeto de buscar una curiosa especie de la familia de las Iguanidae, que yo considero descendiente muy directa del dinosaurio. Mi viaje fue, sin embargo, con tal mala suerte, que apenas había acabado de cruzar la frontera cuando caí preso. Por qué caí preso no se espere que lo explique; que he concentrado toda mi mente durante años tratando de explicármelo sin ningún éxito y creo que no hay nadie en el mundo que lo sepa. El país estaba entonces en revolución y mi aspecto nórdico causaría suspicacias, además de que yo no podía hacerme entender de nadie por desconocer el idioma; aunque es evidente que ninguna de estas causas por sí solas son suficientes para caer preso. Pero, en fin, ya he dicho que es completamente inútil tratar de explicárselo; sencillamente, caí preso.
