Nazly Mulford R. (Colombia)
En el desierto de la Alta Guajira
se quedaron tus ojos.
En ellos quise navegar
y fue en vano.
He ido
algunas veces a buscarlos
creyéndolos anclados;
no hay señal de tu pupila
ni velero alguno amarrado
en la arena tibia de las dunas
de Taroa.
Sólo el viento canta
la eterna canción
de todas las huidas.
Navegué por las orillas del Cabo,
en el tiempo preciso de las cometas,
tu nombre como la sed
se deshizo en mis labios,
y quise llegar a cualquier puerto.
En el trémulo ocaso de mis pervigilios;
supe de nuevo
las tormentas no duran para siempre.