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Llega el filme sobre el naufragio que inspiró Moby Dick

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La cinta En el corazón del mar narra la travesía del Essex, hundido por un cachalote en 1820.

Tomado de La Tercera/ Santiago. Se llamaba Owen Coffin, cuyo apellido significa ataúd en inglés, y fue el primer sacrificado de la tripulación. Antes de él, los hombres del Essex habían agotado casi toda el agua, galletas y alimentos. También, deshidratados tras tres meses en alta mar a bordo de sus botes salvavidas, habían bebido su propia orina y aprovechado de comerse los cadáveres de cuatro tripulantes muertos por inanición. Por eso, cuando le llegó el turno a Coffin, el hambre era tan grande que sólo quedaba comerse entre ellos y elegir al azar al desafortunado.

Los sombríos sucesos de los tripulantes del barco ballenero Essex forman parte de la leyenda marítima del siglo XIX. Según el libro En el corazón del mar, el naufragio fue al siglo XIX lo que el Titanic significó para el XX. Derribado y hundido por dos golpes en la proa de un enfurecido cachalote de 26 metros en noviembre de 1820, el Essex inspiró a Herman Melville para escribir Moby Dick. El autor se nutrió de los relatos de Owen Chase, primer oficial del buque, y de conversaciones con Thomas Nickerson, mozo de cabina. Los detalles más escabrosos de tal odisea, sin embargo, los dejaría escritos el propio Nickerson y no serían descubiertos hasta 1960. A partir de ellos es que Nathaniel Philbrick desarrolló su obra En el corazón del mar.

La travesía de los marinos del Essex llega ahora al cine a través de la versión que Ron Howard (Una mente brillante) realizó a partir de la obra de Philbrick. La película que se estrena el 12 de marzo en Chile es una gran producción con un presupuesto sobre los 100 millones de dólares. Filmada en Islas Canarias, la protagonizan Chris Hemsworth ( Thor) como el oficial Owen Chase, Cillian Murphy como el segundo oficial Matthew Joy y Brendan Gleeson en el rol de un adulto Thomas Nickerson.

La historia del Essex, que zarpó de la isla de Nantucket (frente al estado de Massachusetts) en un cálido verano de 1819, fue una tragicomedia de equivocaciones. Los errores y la mala fortuna se sucedieron: el barco era viejo y demasiado pequeño para arponear ballenas y dos días después de salir fue dañado por un torbellino en el Atlántico. Las tensiones en la tripulación fueron pan de cada día y los conflictos entre el oficial Chase y el capitán Pollard recrudecieron cuando ya frente a a las costas de Chile seguían sin hallar ballenas. En ese momento se tomó la infausta decisión de enfilar hacia el norte, siguiendo el rumor que a la altura de las Islas Marquesas sí había cetáceos. En efecto, tras un año y tres meses desde la salida en Nantucket, los hombres encontraron donde festinar los arpones. Casi al mismo tiempo que el baño de sangre en altamar, Chase dio cuenta que un cachalote de inusuales proporciones (26 metros, el mismo largo que el Essex) se dirigía impasiblemente hacia la proa del barco. Con apenas dos golpes lo destrozó.

En la película de Howard se detalla la embestida (como se puede apreciar en el primer trailer) y también las penosas circunstancias posteriores: repartidos en tres botes, los 22 marinos emprendieron rumbo hacia el sur, buscando llegar a las costas de Chile que quedaban a 3.700 kilómetros de distancia.

Tal como lo recordaría Nickerson en sus diarios, la paradoja se instaló en la opción de dirigirse hacia el sur. Aunque las Islas Marquesas estaban más cerca y el propio capitán Pollard era partidario de esa alternativa, la falsa creencia de que sus habitantes eran caníbales ahuyentó a los marinos. Liderados por Chase, más popular que Pollard, los tripulantes prefirieron Sudamérica. Fue una mala jugada: finalmente los únicos caníbales del viaje fueron ellos mismos.

En el trayecto, que tomó tres meses y concluyó con apenas ocho sobrevivientes entre 22 marinos, tres hombres decidieron quedarse en la isla Henderson, en pleno Pacífico Sur. Los otros cinco siguieron hacia la costa y lograron ser avistados por otro ballenero estadounidense, que finalmente los llevó a Valparaíso. En el Pacífico, un barco australiano pudo ser avisado de los náufragos de la isla Henderson y finalmente dio con ellos, agonizantes y apunto de morir de deshidratación.

Los ocho marinos del Essex se reunieron con sus familias en Nantucket, conocieron a hijos de los que no sabían antes de zarpar, fueron a la iglesia local y uno de ellos, Owen Chase, escribió la historia que casi dos siglos después llega a los cines.

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