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Entrevista, Enrique Jaramillo Levi

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Enrique Jaramillo Levi,
destacado escritor panameño,
nos habla de su vida en el mundo de los libros.


De joven, como un bicho raro, en las fiestas en casas privadas lo primero que hacía era buscar si había una biblioteca para colarme en ella con el fin de husmear y leer


Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)

Cuando uno trata de esquivar el tema de los libros para ver qué otros mundos tiene el panameño Enrique Jaramillo Levi, él regresa una y otra vez a los libros, siempre los libros. No concibe su mundo y sus mundos fuera de los libros. Es imposible. Y aunque en la casa paterna pocos había, unos años después se “envenenó” de libros y desde ese entonces no ha los ha podido abandonar.

Dialogar con Jaramillo Levi es realmente una fascinación; siempre trae a colación su relación con sus colegas y con los que han estado al otro lado de las fronteras; cuando una novela le gusta, la lee dos y tres veces y hace muchas veces lo imposible, por acercarse al autor para incrustarse en vida y saber mucho más de él.

Jaramillo es uno de los escritores más importantes de su país, honor que comparte con Ramón Fonseca, “Neco” Endara, Rosa María Briton, el profesor Ricardo Ríos, Javier Riba…

- ¿Qué ha significado para usted el mundo de los libros?
- Desde mi adolescencia, en los dos últimos años de secundaria en el Colegio San José-La Salle de la ciudad de Colón, empecé a leer con creciente voracidad cuando libro caía en mis manos, pero sólo fue en los últimos años de estudios en la Universidad de Panamá cuando empecé a discriminar lecturas. El los escritores panameños Ricardo Miró, Darío Herrera y Rogelio Sinán fueron mis epígonos en esa ya lejana época, y en otros ámbitos Poe, Hemingway, Purandello y Tagore, entre otros.

- ¿Ha imaginado tu mundo sin tener un libro en sus manos?
- Imposible. Rara vez salgo de casa sin tener un libro en las manos, y suelo guardar un par en el carro por si hay ocasión de entrar en ellos. De joven, como un bicho raro, en las fiestas en casas privadas lo primero que hacía era buscar si había una biblioteca para colarme en ella con el fin de husmear y leer. Las bibliotecas tradicionales, al igual que cierto tipo de librerías, siguen siendo mis sitios favoritos de esparcimiento.

- ¿Quién lo metió, desde su infancia en el mundo de los libros?
- Nadie en realidad. En mi casa nadie leía libros, sólo periódicos, mis padres no era personas cultas. El Hermano Gaudicio, español de origen, hombre bueno y sabio quien tenía cierta parálisis en las piernas, me impulsó a leer en los últimos años de secundaria, y más adelante Rogelio Sinán y un amigo de éste, el locutor panameño Leopoldo del Cid.

- ¿Qué libros aún recuerda con especial cariño cuando estaba en sus años de la infancia?
- En mi infancia no leía casi, por lo que no hubo huella que quedara. Más adelante descubrí por mi cuenta a los hermanos Grimm, a Julio Verne, a Alejandro Dumás, a Robert Louis Stevenson, a Jack London, a Charles Dickens, a Daniel Defoe, a Jonathan Swift, Las mil y una noches, a Mark Twaine. Y quedé flechado, fascinado para siempre.

- ¿En el colegio siempre fue un motivador cultural? 
- Fundé un periódico estudiantil y una revista; organizaba grupos de lectura; daba clases de físicoculturismo, mi otra gran afición juvenil de esa época en que yo apenas empezaba a escribir.

- ¿A qué edad empezó a escribir sus primeros cuentos?
- A los 16 años, casi graduándome ya de secundaria. También escribía poesía y teatro.

- ¿Cuándo pensó que su vida iba a ser la de escritor y no en otro de los tantos mundos?
- Poco después de entrar a la Universidad de Panamá, a los 17 años. Primero estudié Filosofía, y luego para profesor de Inglés, profesión de la que terminé graduándome. En 1964 obtengo una Mención Honorífica en el Concurso Nacional de Literatura “Ricardo Miró” con mi primer libro de cuentos, Catalepsia, que fue publicado al año siguiente por el Ministerio de Educación. En 1965 me gano otra Mención, pero en teatro, en el mismo certamen, con La cápsula de cianuro, que se publicó en 1966 y fue representada decorosamente en el Teatro Nacional.

- ¿Cómo surgió la idea del primer libro que publicó?
- Catalepsia tenía tres cuentos solamente, uno bastante largo y dos cortos. El cuento largo que le da título al libro fue inspirado por la novela de la chilena María Luisa Bombal, “La amortajada”, que me fuera recomendada por Sinan. 

- Muchos han sido los libros que le han dado enormes satisfacciones, ¿pero hay uno o, dos o más que le han llenado de enormes alegrías?
- He publicado 23 libros de cuentos. Los que más satisfacciones me han dado son: Duplicaciones, de 1973 (con dos ediciones mexicanas y dos españolas, luego traducido y publicado en inglés en Pennsylania; En un instante y otras eternidades, de 2006, ganadora del Premio Nacional Ricardo Miró de 2005; Caracol y otros cuentos, de 1998, publicado en México por Alfaguara, con lo que me convertí en el primer autor panameño en publicar con esta reconocida editorial internacional; Luminoso tiempo gris, de 2002, publicado por la editorial madrileña Páginas de espuma, y más recientemente Visión de conjunto, de 2013, antología voluminosa de 102 cuentos publicados en la colección “Tierra Firma” de la prestigiosa editorial mexicana (con 80 años de existencia): Fondo de Cultura Económica (con prólogo del destacado crítico chileno Fernando Burgos, de la Universidad de Memphis, en Tennessee). 

- ¿Por qué a veces tan distantes los colombianos con nuestros hermanos panameños?
- Lamentablemente, siempre ha existido un problema de distribución internacional con la inmensa mayoría de los libros latinoamericanos. Ustedes al menos tienen algunas buenas editoriales, en Panamá prácticamente no existen, salvo las que con inmenso esfuerzos creamos un par de escritores nacionales. Para colmo, no existe aquí una verdadera crítica literaria, ni espacios en donde reseñar libros, salvo en la revista Maga que fundé y dirijo desde 1984, y que ahora es de la Universidad Tecnológica de Panamá. Como sabemos, los libros latinoamericanos sólo circulan en otros países cuando ganan un premio internacional importante.

- ¿Qué hacer para que nuestros lazos sean más afectivos más fuertes?
- Propiciar entrevistas como éstas, reproducir la buena crítica que se haga en otros países, los intercambios personales de libros entre autores amigos o conocidos, participar en ferias del libro y encuentros internacionales. Y hoy, estar pendientes de las novedades en Internet (no uso Facebook ni ninguna otra de las llamadas redes sociales, no me interesa). Por supuesto, no es suficiente, pero es lo que hay.

- ¿Qué escritores colombianos recuerda con especial cariño?
- José María Vargas Vila, José Eustasio Rivera, Jorge Isaacs, Germán Espinosa, William Ospina, Héctor Abad Faciolince, Roberto Burgos Cantor, y por supuesto Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis.

- ¿Cómo está la actividad cultural panameña?
- Aunque bastante pobre en comparación de otros países latinoamericanos como México, Colombia, Chile, Perú y Costa Rica, entre otros, sin duda ha habido un auge en la actividad cultural de Panamá, tanto en la literatura y las artes plásticas, como en la música y el teatro. Hay una impresionante cantidad de buenos nuevos cuentistas surgidos en las últimas tres décadas, seguidos de algunos talentosos nuevos poetas y novelistas de buen nivel.

- ¿Qué libros acaba de publicar?
- Mis libros más recientes son: Algo está por ocurrir (cuentos), Uruk Ediciones, Costa Rica, 2013; Flashback (cuentos), Letra Negra, Guatemala, 2013; Sigilosamente nocturnos (cuentos), Foro/taller Sagitario Ediciones, Panamá, 2013; Visión de conjunto (Cuentos escogidos), Fondo de Cultura Económica, México, 2013; y Esa fascinante magia de escribir (ensayos), Foro/taller Sagitario Ediciones, Panamá, 2014.

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