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Secretismo y rechazos: las curiosidades del premio Nobel de Literatura

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En sus 113 años, el galardón literario ha tenido dos rechazos y un premio desierto.

Tomado de La Tercera/ Santiago. El Premio Nobel de Literatura no es un galardón que esté repleto de curiosidades o singularidades, pero en su más de siglo han ocurrido algunas situaciones que merecen recordarse.

El momento más llamativo de la historia de los premios Nobel de Literatura, fue sin duda cuando dos escritores rechazaron el premio. El ruso Boris Pasternak en estricto rigor no lo rechazó sino que fueron “inducido” a ello por el gobierno soviético. 

Ocurrió en 1958, años conflictivos de la Guerra Fría, cuando la entonces URSS tenía que sentar la diferencia necesaria entre el eje socialista y Occidente. Pasternak, autor del Doctor Zhivago, era un autor conocido a este lado del mundo y había sido considerado desde 1946, y fue en el séptimo intento que logró el Nobel. Al ser notificado del premio, Pasternak envió una carta de agradecimiento a la Academia Sueca, pero a los pocos días, bajo presión del gobierno soviético, debió desdecirse y envió otra carta donde rechazaba el honor: “Considerando el significado que este premio ha tomado en la sociedad a la que pertenezco, debo rechazar este premio inmerecido que se me ha concedido. Por favor, no tomen esto a mal”.

Curioso caso de rechazo voluntario, lo de Pasternak fue distinto a lo ocurrido en 1964, cuando el filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre negó el Premio por ser contrario a su pensamiento. En una carta dirigida a la Academia Sueca, el autor de La náusea explicó que aceptar el premio lo comprometería con una institución, afectando su estatus de libre pensador. Sartre no quería tomar lado en la batalla entre Este y Oeste y aceptar este premio lo pondría en conflicto con su simpatía comunista. 

Sartre fue más allá. Una semana antes del premio, en una carta del 14 de octubre dirigida al Comité del Nobel, dijo que no deseaba el premio. “No quiero privar a algún otro concurrente de la posibilidad de recibirlo” (con los 52,000 dólares de premio). Renunciar por adelantado fue para el escritor “para no cometer la indelicadeza de rechazarlo en caso de que le fuera conferido”. 

1935 fue el único año en que el premio fue declarado desierto.

Otro detalle llamativo del premio de la Academia sueca, es su alta confidencialidad. Por décadas, no se pudo saber cuáles fueron los nominados entre los años 1901 a 1950, ya que había prohibición de divulgación, lo que recién se reveló hace pocos años. Los nominados de la segunda mitad del siglo se conocerán en 50 años más.

En cuatro ocasiones, el premio fue compartido. En 1904 con Frédéric Mistral y José Echegaray, en 1917 con Karl Gjellerup y Henrik Pontoppidan, en 1966 Shmuel Agnon y Nelly Sachs, y en 1974 con Eyvind Johnson y Harry Martinson. Curiosamente, casi todos estos escritores están hoy olvidados.


El proceso para llegar al ganador podría resumirse de la siguiente manera. La lista amplia se recibe hasta el 31 de enero y es secreta. Estos nominados son evaluados por el comité de la Academia sueca. Una gran parte de los nombres son descartados rápidamente por no tener la calidad necesaria y los postulantes restantes son estudiados a fondo. En abril existe una lista reducida de candidatos y para antes de julio o agosto ya quedan cinco finalistas. A mediados de septiembre cada miembro del comité tiene un elegido, y se hace la deliberación hasta que un candidato tenga más de la mitad de los votos, lo que se define en octubre.

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