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Entrevista, Juan David Bastidas

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No. 6.843, Bogotá, Martes 7 de Octubre de 2014 

Juan David Bastidas
una de las promesas jóvenes de la literatura colombiana 


Con Harry Potter la literatura pasó, de tratar de formar parte de mi mundo, a convertirse prácticamente en el aspecto fundamental, en núcleo y propósito de mi existencia 


Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras), I parte 

Juan David Bastidas es muy, muy Jove. No llega a los treinta años y aunque no se crea, su mundo son los libros y la creación literaria. Hace muy poco terminó una muy buena novela: La tierra de las cordilleras. El jaguar dorado y aunque no ha sido publicada, quienes han tenido la opción de haberla leído, han dicho que ha nacido una nueva opción en la literatura colombiana. Y aunque no ha asistido a los talleres de redacción, ni ha ido a las facultades de literatura, Juan David Bastidas ya muestra una enorme capacidad creativa. 

Su mundo con los libros fue, inicialmente, una imposición en el colegio en donde estaba obligado a leer, leer, leer, pero sin ningún tipo de metodología, sino para cumplir con el pénsum impuesto por el respectivo Ministerio y nada más, hasta cuando llegó el momento en que cayeron en sus manos unos libros que lo impactaron y desde ese instante no volvió a desprenderse de los libros. 

Nació en Pasto, Nariño (Colombia) y desde esa afectiva y cálida frontera, se ha dedicado a escribir, a poner a trabajar la imaginación y ha logrado, como dijimos arriba, crear una especie de saga en donde no solo la trama es importante, sino también sus personajes que son sólidos, muy bien creados y que tienen peso a lo largo y ancho de su fascinante historia. 

- ¿Desde siempre el mundo de las letras ha estado con usted? 
- A lo largo de mi vida, existieron varios momentos en que las letras trataron de acercarse a mi mundo; había libros que, siendo niño, me llamaban la atención y con los que empecé a dar mis primeros pasos en el mundo de la literatura; sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, la lectura me resultaba tediosa, en especial cuando se trataba de una obligación o una imposición, es decir, cuando era más importante cumplir con la tarea del colegio, que disfrutar de un buen libro o de una historia entretenida. No fue sino hasta los trece años cuando, a través de un libro en particular, las letras pasaron a conformar, prácticamente, el núcleo de mi existencia, la senda que quería transitar por el resto de mi vida y la más fuerte motivación para seguir adelante. 

- ¿Cuáles fueron los primeros libros que usted tuvo en sus manos? 
- Cuando era muy pequeño, mi madre me enseñó los colores y los nombres de los animales, con un libro que ella misma había leído cuando era niña, titulado El mundo de los niños. Poesías y canciones, fue el primer libro que tuve en mis manos. Cuando aprendí a leer, las tiras cómicas que aparecían semanalmente en el periódico, tales como “Mafalda” o “El Fantasma”, llenas de colores, figuras llamativas y aventuras, me cautivaron y, sin que yo mismo me percatara, me motivaban a leer para descubrir y comprender qué era lo que sucedía en cada una de esas páginas. Más tarde, llegaron a mis manos tres libros que procuraba leer una vez al año, dos de ellos El hombre lobo del pantano y La bestia de Oriente de autor R. L. Stine, pertenecían a la serie de libros de terror “Escalofríos”; el tercero, El libro de la selva de Mel Gilden, una novelización del guion de Stephen Sommers, basado en la obra de Rudyard Kipling, El libro de las Tierras Vírgenes, intensificó mi interés por la aventura, trasladándome a lo profundo de la selva, en medio de los animales que, desde muy pequeño, me llamaban la atención. 

Sin embargo, aunque la literatura trataba de acercarse a mi mundo, leer, para mí, continuaba siendo una imposición, una tarea, una obligación que tenía que hacer, más que un espacio para aprender, divertirme, crecer y trascender... Fue a los trece años, el día que un amigo de la familia me regaló el libro Harry Potter y la cámara secreta de J. K. Rowling, cuando la literatura pasó, de tratar de formar parte de mi mundo, a convertirse prácticamente en el aspecto fundamental, en núcleo y propósito de mi existencia. Ése fue el libro que, en realidad, me enseñó a leer. Desde ese día, no he dejado de leer y siempre podían contemplarme leyendo, o con un libro bajo el brazo. Un libro me llevó a otro, poco a poco, mi biblioteca fue creciendo y, con cada libro nuevo que colocaba en mis anaqueles, también crecía mi amor por los mundos que se hallaban ocultos, esperando en silencio, al interior de las páginas impresas. 

- ¿A qué edad empezó a escribir sus primeros cuentos? 
- La adolescencia es una etapa difícil, una en la que el mundo despliega toda una serie de senderos, para que los jóvenes decidan cuál de ellos seguir, en muchos casos, por el resto de sus vidas. A mí no me gustaba ninguno de los senderos que el mundo, hasta ese momento, había desplegado ante mí. Casi un año después de haber recibido aquel libro de “Harry Potter”, y luego de empezar a indagar entre mitos y leyendas, como aquellos que poblaban el universo de Rowling, un día me pregunté en voz alta, con respecto a una profesión a la que podría dedicarse, una persona a la que le gustaban los mitos y las leyendas. Entonces, mi madre me sugirió la posibilidad de convertirme en un “escritor”, para poder plasmar a mi manera, la mitología que tanto me gustaba. En ese momento, sentí como si mis ojos se abrieran completamente, ante un sendero propio, diferente y maravilloso, que había estado ante mis ojos desde el instante mismo en que había recibido el libro de “Harry Potter”. A mis catorce años, empecé a escribir mis primeros cuentos, empleando para ello un cuaderno, una pluma y un tintero; sin embargo, como aprendería con el paso del tiempo, a veces no basta tener el deseo de escribir, si no se sabe con claridad qué es lo que se quiere escribir. Desde entonces, cada instante libre que tenía lo dedicaba a buscar aquella historia que deseaba narrar, aquel libro que pretendía escribir, uno que hablara de misterios, magia, bosques y castillos. Sin saberlo, en ese momento, en aquellas páginas escritas con tinta y pluma, empezaba a gestarse La tierra de las cordilleras

- ¿Qué temas abordó cuando “acometió” las ganas de meterse en el mundo de la literatura? 
- La Literatura Fantástica llegó a mi vida como una tabla de salvación. Cada libro nuevo de éste género en particular, era como una tabla más que iba reuniendo en medio del mar, y con las que poco a poco empecé a construir mi propio barco. Con el tiempo, éste género literario me llevó a conocer otro tipo de lecturas, nuevos autores y géneros diferentes. Mi deseo, desde el momento en que ingresé en el mundo de la literatura, ha sido poder crear una obra propia de Literatura Fantástica, un universo poblado por magos, caballeros y dragones, un mundo que refleje mis sueños, ideas y reflexiones, con respecto a la vida, al mundo y al ser humano. 

- ¿En su casa siempre estuvo rodeado de libros, ideas, fantasías, lecturas? 
- En mi casa había libros, de diversos géneros y autores; sin embargo, tal y como lo he mencionado, durante mi niñez y parte de mi adolescencia, la “lectura” y los “libros” eran para mí sinónimo de “tarea” o de “obligación”; mientras que la palabra “fantasía” la asociaba más con “diversión”, “juegos” o “caricaturas”. Para mí, ambos términos eran completamente opuestos y totalmente irreconciliables: Leía para una tarea del colegio, no para divertirme o fantasear. Cuando mi interés por la lectura despertó, empecé a ver los libros desde otra perspectiva, empecé a reconciliar aquellos términos opuestos y me di cuenta de que leer y escribir, son las mejores formas de aprender, de divertirme, de viajar, de soñar, de crecer, de aprehender, de reflexionar y de trascender. 

- ¿Prefirió escribir novela de largo aliento en lugar de seguir escribiendo cuento? 
- Desde el momento en que decidí que el sendero de mi vida sería la literatura, sabía que éste no podía limitarse a un simple cuento escrito en una página de cuaderno, o publicado en un periódico escolar. Cuando tomé la decisión de dedicar mi vida a la literatura, lo hice con alma, vida y corazón; por ende, volví a los libros mi sueño, mi meta, mi camino y mi motivación. Quería escribir lo que yo pensaba acerca del mundo y la vida, quería que mi voz no se perdiera en el tiempo, como una voz más en medio de una multitud que permanece en silencio. Si iba a convertir a la literatura en mi estilo de vida, en mi profesión, por decirlo de algún modo, lo haría siguiendo el ejemplo de aquellos autores que habían despertado en mí, el gusto por la lectura; es decir, crearía un mundo propio, con mis propias criaturas, culturas y batallas. Cornelia Funke, en su libro Corazón de tinta, asegura que: “Los libros tienen que pesar porque el mundo entero está encerrado en ellos”. Además, me gusta mucho enfatizar en los detalles, narrar la historia detrás de la historia, los motivos que mueven los corazones de los personajes y, a través de ellos, sus acciones y decisiones. Si bien he escrito algunas crónicas para el periódico Voces de Nariño, así como algunos poemas y cuentos relativamente cortos, para participar en recitales y en concursos de cuento, nunca pierdo de vista a La tierra de las cordilleras, ya que, tal y como lo menciona Thomas Carlyle: “El ser más débil, al concentrar sus facultades en un solo tema u objetivo podrá lograr algo; en cambio, el más fuerte, al dispararlas entre muchos fines, quizá no consiga realizar nada”. 

- ¿Qué es lo que le encanta o fascina del mundo de las letras? 
- Me encanta la libertad que ofrecen las letras, que permite plasmar pensamientos, sentimientos, ideas y sueños. Tal vez lo que más me agrada del mundo de las letras es el hecho de que, en cierta forma, la literatura se convierte en una especie de legado, una herencia que cada lector recibe de los autores a quienes lee; tal y como lo afirma Barthes al asegurar que: “El mejor regalo que un escritor le puede hacer a un lector es transformarlo en escritor”. Aquel regalo lo recibí en mi adolescencia, de los autores que lograron que cambiara, por mi propia cuenta, la perspectiva a través de la cual contemplaba los libros; personalmente, espero poder dejar detrás de mí, mi propia herencia literaria, un regalo que, en un futuro no muy lejano, pueda recibir un lector joven, un lector adulto, o un lector anciano y que, a través de ese regalo, éste lector sea capaz de enfocar mejor la mirada, por medio de la cual, se contempla a sí mismo, a su mundo y a su realidad. 

- ¿Cuáles han sido los autores a los que usted recurre para sus lecturas cotidianas? 
- Mis autores favoritos son: J. K. Rowling, autora de la saga de “Harry Potter” y J. R. R. Tolkien, creador de El Señor de los Anillos. Con estas dos sagas inicié mí recorrido por la Literatura Fantástica; sin embargo, a lo largo de mi proceso como lector, los libros de estos dos autores británicos despertaron en mí, el interés por los mitos y leyendas del mundo entero. La mitología, a su vez, encausó mi interés hacia la historia, la cultura y los pensamientos de épocas pasadas. De la misma manera, cada libro que leía me conducía hacia otro texto nuevo, hacia un autor diferente que, aunque no necesariamente escribiera Fantasía, lograba despertar mi curiosidad con respecto a las ideas y argumentos que plasmaba en sus obras; sin embargo, la Literatura Fantástica y la Fantasía Épica, continúan siendo el principal género literario al que recurro en mis lecturas cotidianas. Así, he leído libros de autores que van desde Phillip Pullman, Dan Brown y Nicholas Evans; pasando por Cornelia Funke, Emilio Salgari y Rudyard Kipling; además de las obras de Joseph Campbell, Susana Castellanos de Zubiría y Michael Ende, hasta Christopher Paolini, Liliana Bodoc, James A. Owen, Isabel Allende y Víctor Hugo.

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