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Entrevista, Jaime Moreno,

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Jaime Moreno,
ex consejero de Estado, escribe ahora
novelas para reflexionar sobre la vida nacional 


Mi novela habla del derrocamiento de la dictadura de Rojas Pinilla, la funesta creación del Frente Nacional y la fundación y creación del M-19 como brazo armado de Gurropín, incluyendo la muerte de José Raquel Mercado 


Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras

Alguien anda detrás del presidente es la más reciente novela del abogado y ex consejero de Estado Jaime Moreno G. cuya tema es el mundo, muchas veces oscuro, de los maestros en Colombia. Allí aborda muchos temas que, sin lugar a dudas, ponen a reflexionar a sus lectores, invitándolos a hacer un acto en el camino y pensar que la historia no ha pasado en vano y que ha servido para no repetir los mismos errores de siempre. 

- ¿Usted nació primero como escritor y luego como abogado? 
- Si. Empecé escribiendo en un semanario que se editaba en Tunja llamado La Batalla. Era una columna muy agresiva que parecía una escopeta de perdigones. Disparaba contra todo el mundo. Ese sarpullido de juventud me ocasionó problemas, pues en un pueblo chico como era Tunja en los años 60 había personajes intocables y mucho menos que los cuestionamientos vinieran de un imberbe adolescente. El dueño, editor y escritor del periódico suspendió la publicación de la columna. Como defensor de derechos en dicha columna fue naciendo incipientemente el talante de abogado, muchas veces de causas perdidas. 

- ¿Sus primeros años de tu vida estuvieron inundados de música y libros? 
- Más de música que de libros, pues mi padre tuvo calamidades visuales hasta quedar completamente ciego. Y, además, los ingresos económicos de la casa eran bastante precarios que imposibilitaba la compra de libros. Con enormes dificultades me compraban los libros de estudio. Pero la Normal Superior de Tunja, adscrita a la Universidad Pedagógica, poseía una abundante biblioteca de libros clásicos y como siempre la extensa enciclopedia del Tesoro de la Juventud. Pero en Tunja la oficina de Extensión Cultural de la Secretaría de Educación publicaba a precios cómodos la poesía de Julio Flórez, la enorme obra narrativa de Eduardo Caballero Calderón y el poemario Piedracelista, así como los libros que se pedían en los colegios como La Vorágine y resúmenes económicos del Quijote. En cuanto a la música mi padre fue extraordinario violinista y flautista. Por supuesto mi hogar fue una cajita musical y el nos creo el amor por la música, principalmente la colombiana. 

- ¿Cómo nació su afición por la música? 
- La ceguera física de mi padre lo obligó a conseguir algunos pesos en diferentes actividades musicales. Hizo parte de conjuntos de cuerdas, de empíricas estudiantinas que eran contratadas en jolgorios y festines. Mi hermano y yo éramos sus lazarillos. A fuerza de acompañarlo a muchos “toques” como él los llamaba, nos aficionó a la música. Además, mi hermano Alberto y yo hacíamos un buen dueto musical. 

- ¿Y cómo nació su afición por las leyes? 
- Por haber terminado en la Normal de Tunja como maestro de escuela, se me presentó la oportunidad de venirme para Bogotá. Me presenté a concurso en el Distrito y pasé. Me nombraron maestro en una escuelita que funcionaba en los extramuros de la ciudad. Comenzaron las visitas de los sindicalistas para conquistar a los nuevos maestros en las filas de la lucha sindical y a exponer toda la problemática de la educación en Colombia. Y ahí empezó mi compromiso con esa causa. Inicialmente con la lucha organizada en la dirección de la agremiación y luego, en 1964, ingresé a la Universidad Libre, donde las luchas estudiantiles fueron también un caldo de cultivo para mi futura profesión de abogado. En la dirección sindical empezamos con el escritor Luis Ernesto Lasso la edición del periódico La defensa del educador, la publicación literaria de la revista Hitos y finalmente, con otros escritores como Isaías Peña, Benhur Sánchez, Marco Polo, el historiador Pedro Vicente Galvis y Germán Santamaría fundamos la revista literaria Teorema

- ¿Cómo surgió la idea de crear el Festival de Bandas de Paipa? 
- El primer festival nacional empezó por allá en 1978. Dona Graciela de Guatibonza, tal vez, de lejos, la mejor alcaldesa de Paipa, junto a otros funcionarios y personalidades de ese pueblo, crearon la Corporación Concurso Nacional de Bandas de Paipa y me convertí en el maestro de ceremonias oficial del concurso durante casi 30 anos. “El niño que interpreta un instrumento musical, jamás empuñara un fusil”, fue el lema del señor Herrera, una de los fundadores del certamen. Las bandas de pueblo dejaron de ser “los chupacobres” o “papayeras empíricas” para transformarse en verdaderas sinfónicas. Hoy, creo, que no hay un solo departamento del país que no presupueste y organice el Programa Nacional de Bandas Musicales. Jorge Veloza, a quien presente muchas veces en el festival, propuso la consigna de "Es mejor crear una banda de música que organizar una banda de guerra en los colegios”. Hoy, con los acuerdos para acabar con el conflicto bélico, cae esta frase como anillo al dedo. Hace veinte años fundé también un II Concurso Nacional de Bandas en Anapoima, el mejor clima del país. 

- ¿Los años le enseñaron a unirse al gremio de maestros y conocerlos a fondo? 
- Trece años en el trajín magisterial me crearon un bagaje alrededor del gremio. Conozco a fondo el conflicto que todos los años se pone en boca de los colombianos: el abandono de la educación, el precario presupuesto, la formación y capacitación de los maestros y la ausencia de condiciones de trabajo. Sin embargo, el Estado termina dando una educación de pésima calidad que obliga a los detentadores del poder a promulgar en sus campañas electorales hipócritamente la conversión del país del peor en materia educativa, al más educado del mundo. 

- ¿Cuáles fueron los temas de sus primeros cuentos? 
- En 1969 participe con el cuento “Al final de la gira” en el Concurso Nacional de Cuento Onix Sello Negro. El alcohol patrocina la cultura y los deportes. Quedé de finalista. Es una historia de la violencia en Colombia en los años cincuenta en Boyacá, donde el sectarismo político fue bastante visible. ¿Recuerdan a los chulavitas? Pues bien, es una historia de un político conservador que contrata el staff de un burdel para su campaña política. Transporta en un bus el grupo de hetairas por todos los pueblos de Boyacá, ofreciéndoles solaz y esparcimiento sexual a sus conmilitones en busca del óvolo electoral. La historia es parecida a la que escribiera Vargas Llosa en 1976 con Pantaleón y las visitadoras. Mi cuento fue convertido en obra de teatro bajo la dirección de Gustavo Canas y llevado a la televisión por Punch en su programa Invitación de Media Noche. 

- ¿Su primer libro sobre qué tema o temas abordó? 
- Después de publicar un pequeño libro de cuentos Recogiendo los pasos, que recopilaba mis primeras narraciones, comencé a estructurar Tras la baranda, un historia dramática, trágica, política, con mucho humor, sobre las pequeñas, medianas y grandes corrupciones en la justicia. En 1994 la presenté al Concurso Nacional de Novela de Colcultura y fui finalista. La señora Annie Morvan, traductora de García Márquez en Francia, propuso a Colcultura que se publicara, pero en el Instituto, dijeron que no tenían presupuesto. Me toco a mí, como siempre, porque mis historias que aunque son ficción, sus ingredientes más llamativos son el colchón de realidad que las sustentan. 

- ¿Cómo recibieron los lectores Tras las baranda
- Bien. Me causó muchos problemas en la rama judicial, porque algunos operadores de justicia se miraban reflejados en los personajes de la novela. Se llegó a proponer en un tribunal que se rechazara su publicación. Desafortunadamente se frustró ese comunicado en perjuicio de la difusión de la obra. Se publicó en EUA como La balanza inclinada. Hay lectores que me informan que han recurrido a su texto varias veces, por entretenimiento, por formación o para no caer en las prácticas corruptas de los personajes novelados. 

- ¿Cuáles son los temas de sus demás libros? 
- Memoria de la hisja del boticario, es una novela de largo aliento. Es la historia de una mujer ambiciosa, arribista, trepadora, que con el talante que los corruptos han creado en la mente de los colombianos del enriquecimiento fácil, aprovecha sus encantos y su inteligencia para apoderarse de un Club Social para sus negocios particulares. Y crea un emporio. Pero esa será su gran desgracia. Por esta historia pasan toda clase de personajes de diferente catadura. Como siempre el sello inconfundible de mi obra es la sátira, la ironía y el humor en las diferentes situaciones narrativas. 

- ¿Por qué decidió escribir sobre los maestros en su más reciente libro Alguien anda detrás del presidente? 
- En Colombia son pocas las historias noveladas del sindicalismo. Prefieren El Patrón, El Capo, Don Berna, Popeye, la dieta personal de una actriz, los chismes peleoneros del Presidente y su actual contradictor, a pesar de haber vivido juntos las mismas indelicadezas y corrupciones. En México la gran escritora Helena Poniatovska escribió una historia sindical de los ferroviarios de gran belleza narrativa en El tren pasa primero. Decidí contar en mi novela las vidas ficcionadas de los dirigentes magisteriales. Como las distintas fuerzas de izquierda, de derecha o de centro, pululan en las organizaciones de masas para imponer sus teorías, las cuales la mayor de las veces, conducen al conglomerado a funestos fracasos. 

- ¿Es un libro dedicado sólo a los maestros o a los lectores en general? 
- Desde luego, es para los lectores en general, pues no solo se narran episodios sindicales, sino políticos, sociológicos, sicológicos de la historia reciente del país en el anos 60 y 70 del siglo pasado. El derrocamiento de la dictadura de Rojas Pinilla, la funesta creación del Frente Nacional con la hegemonía de los dos partidos tradicionales que no ha dejado nada bueno y la fundación y creación del M-19, como brazo armado de Gurropín, incluyendo la muerte de José Raquel Mercado. Y, finalmente, como los objetivos de lucha, por muchas razones, se diluyen y se convierten en derrotas y fracasos. 

- ¿Cuál es el objetivo principal de la novela? 
- Que el lector se entere a profundidad como funciona un sindicato verdaderamente combativo, a pesar de ser de empleados públicos. Porque se supone que la orientación revolucionaria la deben liderar los obreros de las industrias y de la producción en general. Pero aquí como el Estado es el mayor empleador y no hay producción nacional y ahora menos con los TLC, les corresponderá la conducción de las luchas por el porvenir a todo trabajador organizado y consciente. 

- ¿Tiene entre manos otro libro listo para publicar? 
- Tengo uno ya terminado, pero su publicación ha sido difícil. Es la historia de un minusválido que recorre el país en busca de futuro y padece toda clase de frustraciones. Mis escritos son de denuncia, aunque no propongo nada para solucionar los conflictos, pues ese es el papel de los partidos revolucionarios. A mí, como escritor, me corresponde poner en conocimiento el funcionamiento de una sociedad agobiada por demasiados males. 

- ¿Ha pensado escribir un libro sobre su experiencia como Consejero de Estado? 
- Cuando me retiré de magistrado del Consejo de Estado algunas magistradas me rogaron que si iba a escribir algo sobre lo que viví en esos extraordinarios años de judicatura, ni las mencionara, ni creara personajes parecidos a ellas. Pero, en fin, ya sobre la justicia escribí un libro de cuentos publicado por Icono Editores, cuyo título es Justicia divina, en el que la historia principal es la de un jurista fundamentalista que impone su ideología y pensamientos filosóficos y religiosos a las decisiones que como juez le corresponde, cometiendo toda clase de prevaricatos e injusticias.

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