Un divertido ataque contra los libros en el cuarto de baño.
Tomado de Estandarte.com¿Quién no se ha dirigido alguna vez al cuarto de baño acompañado de un libro para amenizar el proceso, quizá incapaz de detener la lectura? Con ese particular hábito antihigiénico e ineficaz como excusa, Henry Miller escribió Leer en el retrete, un monólogo inédito en España que ahora desvela Navona, con traducción y epílogo de Enrique de Hériz.
Miller arremete contra quienes contemplan las exigencias del cuerpo como una pérdida de tiempo, y se pregunta: ¿A qué dedican su tiempo, entonces, esos seres superiores? ¿Se entregan por completo al servicio de la humanidad? ¿Acaso lo que les impide encontrar sentido al tiempo que dedicamos a comer, beber, dormir y defecar es la gran cantidad de “buenas obras” que quedan por hacer?
Al fin y al cabo, Leer en el retrete defiende la lectura por la lectura: porque sí, porque se disfruta, porque nos hace libres y porque no se trata de un mero entretenimiento, porque se trata de un acto sagrado que no tolera que ensuciemos. Si necesito paz y tranquilidad, se queja, agarro mi libro y me lo llevo al bosque. Dejando al margen la escatología, el provocador Henry Miller repasa de qué forma nos acercamos a la lectura, y los argumentos por los que nos apasiona la literatura y no cualquier otra manera de contra historias.
A la vez, Henry Miller reivindica en este libro la necesidad de no hacer nada o, al menos, de entregarse al automatismo durante un rato. En el retrete la misión está definida de antemano. Así que por favor, olvida tus libros y revistas en el salón o el dormitorio, no conviertas tu aseo en la sala de espera de un dentista donde hay almanaques, revistas ilustradas, series, historias de detectives, a no ser que te lleves el mordaz Leer en el retrete.
