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Miró en Chile

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No es el cuadro más representativo de la trayectoria de Joan Miró (1893-1983), pero quizás sí es uno de los más significativos. Una acuarela melancólica, con una luna menguante azulada que se posa sobre el rostro borroso de una mujer, en un oscuro fondo negro, fue uno de los primeros cuadros que en 1937 plasmó el pincel del catalán, frente a los horrores de la Guerra Civil Española. Se lo regaló y dedicó a su única hija, Dolores, cuando ésta tenía siete años, y ella lo atesoró y guardó sin exhibirla. Hasta ahora. 

La obra es una de las tantas piezas inéditas que se exhiben en Joan Miró, la fuerza de la materia, la muestra que se inauguró en el nuevo Centro de las Artes (CA) 660, de la Fundación CorpArtes. Fue el propio nieto del pintor e hijo de Dolores, Joan Punyet Miró, quien decidió incluir la acuarela en la selección. “Fue una época difícil, en la que mis abuelos se exiliaron en Francia. Mi madre siempre sintió un cariño muy especial por este cuadro y hoy por primera vez deja su dormitorio para estar en Chile. La muestra está concebida especialmente para este espacio y este cuadro es un gesto para que nuestros países se unan, y recuerden los difíciles momentos que a cada uno les tocó vivir”, señaló el nieto y curador Joan Punyet Miró

Anoche, la muestra se inauguró con esta acuarela, más otras 111 piezas pertenecientes a la Fundación Joan Miró en Barcelona, muchas de ellas inéditas, en una ceremonia que al mismo tiempo dio la partida oficial a las actividades del nuevo centro cultural de 14 mil metros cuadrados subterráneos, ubicado en Rosario Norte 660. “Hoy Fundación CorpArtes cumple un sueño”, dijo su presidente, Alvaro Saieh

“Asumimos el desafío de que la cultura sea accesible para todos, porque estamos convencidos de que el arte transforma la vida de las personas”, dijo Alvaro Saieh al inicio de la ceremonia, en el teatro del centro cultural. Entre los invitados había artistas, galeristas, actores y músicos, como Cristóbal Tololo Ugarte, nieto de Nicanor Parra. “Estamos muy orgullosos de que la familia de Joan Miró haya confiado una colección inédita para nuestra sala”, agregó. 

Luego Joan Punyet Miró dictó una conferencia sobre su abuelo, antes del recorrido por la muestra, que estará abierta de forma gratuita hasta fines de octubre. 

La exposición recorre la obra del artista desde los años 30, su época más cercana al movimiento surrealista que lideró André Brtón, pasando por las décadas del 40 y 50, donde el español se volcó a trabajar varias técnicas gráficas como el collage, la acuarela y el grabado, hasta sus años más experimentales, los 60 y 70, representados a través en 25 esculturas en las que el artista ensambló objetos cotidianos como sartenes, cucharas y ratoneras, fundiéndolos en bronce. “Miró fue un gran revolucionario del arte. Siempre decía que si a Picasso lo habían etiquetado de cubista y a él de surrealista, él no se quedaría con eso. Quería demostrar que era un artista vivo, con una gran voracidad e ímpetu para seguir liberando al arte de sus ataduras”, afirma su nieto. 

Punyet Miró lidera la Successió Miró, creada en 1996 por los herederos del pintor para velar por los derechos de su obra. Actualmente, son pocos los que quedan, tras la muerte de su hija Dolores en 2004 y del otro nieto, Emilio, en 2012. “El que lleva el barco soy yo y es una responsabilidad grande. Sin embargo, desde que descubrí su obra entendí que tenía que mantener su memoria viva. Ser nieto de un artista tan genial conlleva la obligación moral de dar a conocer su obra”, señala el curador. En esta misión lo secunda Rosa María Malet, directora de la Fundación Miró en Barcelona y quien también está en Chile. 

Cuando aún vivía, en 1975, Miró decidió crear una fundación que resguardara su obra. Una acción visionaria, para un artista que fue testigo de gran parte de la historia del siglo XX y sus conflictos: la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Hoy, la fundación tiene más de 14 mil piezas: un puñado importante de ellas, por su calidad y significado político, llegan a Chile. “Mi abuelo era una persona bastante taciturna y distante cuando trabajaba, pero cuando nos veía, era muy cariñoso. A mí me regaló varios dibujos cuando era niño, sabía que esos gestos harían que yo me sintiera en deuda con él para seguir su legado y defender su memoria”, dice Punyet Miró.

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