El árbol seco iba a ser cortado para hacer leña. Agónico, el centenario vegetal le susurró al viento su tristeza y el viento corrió veloz y le avisó a las mariposas monarca que por miles llegaron y se posaron en sus ramas. El viejo árbol floreció de nuevo y el leñador, extasiado por la belleza multicolor del espectáculo, le perdonó la vida (Alfonso Lobo A.)
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