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Ser colombiano es un acto de fe por Carolina Dávila*

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No. 6.694, Bogotá, Lunes 12 de Mayo de 2014




Ser colombiano es un acto de fe por Carolina Dávila*

Presentar un libro consiste en tener la posibilidad de sugerir un lugar donde éste pueda acomodarse, instalarse. Dar un espacio a una creación en medio de tantas otras, es poner en diálogo, situar. Pero este trabajo se complejiza cuando lo que presentamos es un libro que versa sobre uno de los autores más estudiados, leídos y presentados en Latinoamérica, se complejiza por que a veces parecería que el escenario está lleno, sobrepoblado, pero también se simplifica porque en medio del amplio panorama debemos pasar la mirada del todo a la parte.  

Hablar de Borges engendra la posibilidad de nombrar una cantidad de lugares comunes, bastaría preguntar espontáneamente al público y tendríamos una lista de 20 o 30,  pero también nos permite oficiar de exploradores, de entre los recovecos de su obra y su vida, encontrar nuevos acercamientos, nuevos  tópicos de interés.  Cada nueva aproximación, nos permite por tanto, hacernos preguntas novedosas y nos da la posibilidad de indagar hacia el valor justos y diferenciado de lo que tenemos en las manos. 

La Patria

El primer destino al que me llevó la lectura de “Ser colombiano es un acto de fe” fue una reflexión sobre el concepto que da lugar a la hoja de ruta para la elaboración de un trabajo como el que se condensa en el libro. Me llevó a pensar de qué manera el concepto de Patria, de unidad en torno a una identidad determinada por razones geográficas, (concepto tan problematizado en particular en una sociedad violenta y polarizada como esta, donde fácilmente podemos relacionarlo y usarlo con propósitos violentos y de aniquilación de la diferencia) se re-significa desde la oportunidad de convertirlo en el hilo conductor de una investigación motivada por intereses literarios, pero también desde un interés más emocional y amoroso.

La patria es una fatalidad, una fatalidad de lugar si se quiere que termina definiendo relaciones y modos de ser, que agrupa en torno a climas, comidas, jergas, paisajes, modos de bailar, sentires que nos unen al otro y a la otra, que nos permiten crear una comunión, que son una estrategia de resistencia frente a la profunda soledad que nos ronda persistente. 

Potenciar este azar como excusa para establecer relaciones, caminos en común que van uniéndose en un hermoso homenaje a un escritor, a una lectura que marcó, al autor sin duda, pero también a generaciones anteriores y posteriores a la nuestra se nos presenta como un detonante transparente, lejos de retóricas y artificios, porque es precisamente esa fatalidad la que compone en gran medida al escritor que fue Borges y a su obra. La patria como concepto fundamental de su obra, los compadritos, los próceres, toda su construcción poética en torno a Buenos Aires, pero más allá su interés por los mitos, por los actos fundacionales, por ejemplo.  

El Libro

El libro que hoy presentamos es una apuesta ambiciosa, nos pregunta cómo individuos nacidos en un territorio, qué nos une a Borges y qué une y unió  a Borges con nosotros, más allá de la posibilidad de interlocutar por medio de la lectura, de su obra se entiende. Ese es el ejercicio que se concreta acá y que gira en torno a varios ejes.

Primero, una búsqueda, una especie de arqueología de las referencias que en la obra de Borges hay sobre Colombia, en sus cuentos y poemas, en sus personajes y escenarios, que Juan Camilo aprovecha para reflexionar y profundizar en el pensamiento borgiano, así, una referencia sobre lo que implica ser colombiano, se vuelve en este libro una análisis en torno al concepto de pertenencia, el sentir "y profesarse de algún lugar". En esta arqueología también descubrimos cierta afinidad de Borges por nuestros paisajes  y recordamos referencias a libros claves de nuestra literatura como La María y la obra poética de Silva.
En segundo lugar, tenemos la que es tal vez la habitación o el destino más acogedor de esta reconstrucción histórica, un recorrido por los estudios que sobre Borges se han hecho en Colombia, que a la vez es una visita a las iniciativas y espacios de discusión que en torno a la literatura existieron en Colombia en la segunda mitad del siglo pasado.  Acá recordamos Mito, esa extraordinaria revista que permitió un diálogo con las estéticas que se iban conformando en otros vecindarios, Europa sobre todo, pero también, Latinoamérica toda y en la que se publica en 1961 la “Agenda Borgiana”, según nos dice el libro, un “conjunto de frases inspiradas en la vida y obra del poeta”.  Pero también por  medios culturales  ligados a los dos periódicos tradicionales del país, las lecturas dominicales de El Tiempo y el magazín dominical de El Espectador donde artículos, reseñas y presentaciones sobre Borges y su obra fueron publicadas de manera permanente haciendo evidente el interés que por su obra empezaba a generarse en nuestro país. 

En esta misma habitación, encontramos una pormenorizada noticia de cada una de las visitas hechas por Jorge Luis Borges a Colombia, tres en total, acompañadas del  registro periodístico de las mismas, que da cuenta de la forma en que Borges, en la cotidianidad de sus viajes se fue relacionando con nuestra realidad, pero también de los pensamientos que para ese momento ocupaban su mente y de sus preocupaciones intelectuales y políticas. Pero también  deja cabida para las anécdotas de estrella de Rock, como aquella vez, en una de sus visitas, en que las personas que se agolparon a la entrada de la Biblioteca Nacional para escucharlo terminaron por tumbar la puerta.

La búsqueda minuciosa de Juan Camilo recoge a su vez, las reacciones que en este lado del continente generó su muerte, los muchos y sentidos homenajes  que aparecieron en periódicos y revistas de la época,  la larga confusión generada por unos versos que algunos atribuyen a Borges y sobre los cuales otro poeta colombiano reclama la autoría, así como la conmemoración de los 100 años de su natalicio que significó la publicación de libros y artículos en torno a la obra de Borges y un conjunto de conferencias agrupadas bajo título Borges Inmortal.

Avanzando por esta historia sobre Borges y Colombia nos encontramos, en la parte final del libro con un  regalo inesperado que agradezco inmensamente al autor, pues su amor por Borges y por su obra, lo lleva, con la curiosidad ávida de un gato, a preguntar, a acercarse a quienes lo conocieron y compartieron con él y recoger más datos que alimentan la historia de esta relación entre el autor y nuestro país. Esta curiosidad se materializa en tres entrevistas (Manuel Hernández Benavides,  profesor de la Cátedra Borges de la Universidad de los Andes y autor del libro Borges de la ciudad al mito, Juan Gustavo Cobo Borda, poeta y autor del libro Borges enamorado, Mauricio Botero quien fuera amigo del Jorge Luis Borges) que nos dan una mirada refrescante, experiencial  y  anecdótica, que desde lo personal nos permite acceder a más retazos, de esta relación entre Borges y Colombia, y también de la manera en que este se relacionaba con sus contemporáneos

Quisiera cerrar esta presentación invitando a todas las personas presentes a leer este libro,  a recorrer nuevamente la obra de Borges, sus obsesiones, sus pasiones, a divertirse su inteligente sentido del humor, y a, de la mano de Juan Camilo y por el camino que él dibujó con su inmenso amor por la obra de Borges y que nos comparte, celebrar la Obra de un autor, que nos enseñó que ser colombianos, como ser argentinos y en fin reconocernos y enunciarnos desde un lugar y una identidad es siempre es un acto de fe.

*Discurso de la poeta Carolina Dávila durante la presentación del libro Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Colombia y Jorge Luis Borges del escritor colombiano Juan Camilo Rincón.




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