Por: Jacobo Penzo/ Caracas. He participado en varias huelgas de diverso tipo y he constatado que el personaje más odiado entre los trabajadores es el esquirol, también llamado rompehuelga. Porque un tipo que se vende a los patronos y traiciona a su colectivo es, sin duda, alguien indigno. Sin embargo ese es el papel que asume en este film un actor que representa el héroe por antonomasia: Marlon Brando. Este film que arremete implacablemente contra los sindicatos es una obra que siempre nos ha hecho dudar de la sinceridad de Elia Kazán. Como todo delator Kazán posee la ambigüedad de los soplones (lo que en nuestro país llamaríamos un “sapo”). No sabemos si cuando era el representante de cierto liberalismo norteamericano era sincero, o lo era más bien cuando se convirtió en informante del Comité de Actividades Antinorteamericanas y “sapeó” a muchos de quienes habían sido sus amigos. Pero antes de hacerlo realizó una suerte de “deconstrucción negativa”, que diríamos hoy, de sus filmes “Viva Zapata” (EUA, 1952) y de este “Nido de Ratas” (On The Waterfront, EUA, 1954) afirmando que en realidad formaban parte de un subliminal discurso anti izquierdista. Quizás sea cierto, jamás lo sabremos. Prueba viviente de una paradoja existencial, fue, a pesar de ello un gran artista estadounidense, “Río Salvaje” (Wild River, EUA, 1960) por ejemplo, es prueba innegable de ello.
Por supuesto que el sindicato que nos muestra Kazán en el film es de lo peor que se pueda imaginar. Los líderes representan una mafia corrupta, que asesina despiadadamente a quienes se le oponen. Y aunque se basa en elementos reales del ambiente de los muelles neoyorkinos de la época, sin lugar a dudas Kazán hace gala de toda su habilidad creativa para que salgamos del cine odiando todo aquello que huela a sindicato, y totalmente identificados con el pobre Marlon que recibe una paliza de las muchas que sufrieron sus personajes en el cine.
De resto la película es maravillosa y la actuación de Brando le mereció su primer Oscar. Hay escenas antológicas en este film, entre las que destaca la mas citada, el diálogo de Brando y Rod Steiger en un taxi. Una actuación magistral de ambos intérpretes en la cual Brando logra desarmar a su hermano, quién le apunta amenazadoramente con un arma, a fuerza de palabras, por supuesto, palabras cargadas de emoción con las que dibuja una imagen impresionante del perdedor. Un personaje con el cual la cultura norteamericana parece guardar una relación de amor-odio.
Una obra extraordinaria apuntalada por un Marlon Brando en su mejor momento. Aguda y con elementos melodramáticos extraordinariamente eficaces, apunta a un blanco definido y logra demolerlo hábilmente. Al final una oda al personaje solitario enfrentado a la injusticia. El héroe norteamericano se ha rebelado de nuevo, y contra todo pronóstico, ha logrado vencer una vez más.
