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La casa Pushkin

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Por: Richard Brooks/ Panamá.
Las letras rusas son una galaxia con luz propia en el universo borgiano, con su devenir literario impactan a los lectores y escritores en todas las latitudes y épocas. Narrativa, teatro, poesía y crítica literaria son géneros con una estética de la innovación que suman estilos y diseños, en muchas ocasiones inéditos. El más reciente de sus escritores experimentales es Víktor Pelevin.

 Siempre hemos considerado que la literatura es aluvional, cada obra y autor deja sus huellas como potencia genética para que otros la amplíen con nuevas perspectivas, es un proceso incesante de creación permanente. Es el caso de Andrei Bitov (1937) uno de los clásicos de la literatura rusa contemporánea con sus novelas La Casa Pushkin, El Profesor de simetría y La Tempestad.  Bítov superó el ostracismo soviético al publicar clandestinamente, hasta cuando sus composiciones iluminaron el firmamento literario con un estilo de audaz renovación conceptual.  Andrei Bitov coincide con el austríaco Hermann Broch al considerar que “la creación exige constante resurrección”.

Novela psicológica

“en los cuerpos más débiles actúa la fantasía con mayores fuerzas”

                                                                                                         Hamlet

La literatura hace posible lo irrealizable, así Andrei Bitov en un laberinto de espejos, percibe el ritmo secreto de un personaje el cual puede encarnarse en cualquier coordenada histórica y geográfica ya que su fuerza vital es universal.

Liova, en invariables vértigos, desdobla a cada instante su personalidad.  Refleja en una sima de destellos a cada uno de los seres que lo atraen, los cuales influyen con determinación en él. A Liova le atemoriza ser notado pues considera peligroso ser visible, descubrirse, ya que vivimos en un canibalismo en acecho.  Liova es un ser mimético.

Liova posee una imaginación excitante, siempre al borde del abismo.  Es aprensivo, emerge a través de sí, curtiéndose con los sensitivos conflictos que lo acosan.  Es el típico caso de una conducta preestablecida en la cual le enseñan todo aquello que no necesita.  A Liova lo traiciona el intelectualismo que lo singulariza. Como protagonista tiene todos los matices existenciales, es un ente tan real como el personaje literario que representa.

La Casa Pushkin tiene como escenario el museo dedicado al más emblemático de los poetas rusos, allí se desarrolla una acción de paradojas, en diálogos emotivos desfilan los grandes autores rusos de distintas épocas. Todo se cuestiona y los silencios centenarios hablan, los personajes renacen con cada alusión, el tiempo de la literatura siempre es presente.

El arte de crear

En la trama novelesca, el autor introduce puntuales comentarios en torno al texto, señala variantes y alternativas ante el controversial argumento. Andrei Bitov rompe paradigmas al dialogar con el protagonista y el lector en una actitud crítica ante una narración que él califica como confusa. Bitov desarrolla un relato sin arquetipos.  El diseño literario es dinámico al incluír otros textos dentro del drama central, tal como lo hizo Cervantes con Don Quijote.  Gusta de los acertijos y silogismos en un interesante ajedrez literario.

A través del protagonista principal realiza una llamativa crítica literaria, comenta a Proust, Tolstoi, Chejov, Dostoyevski, Pushkin, Lérmontov, Turguéniev, Gógol, Nabokov. Reflexiona satíricamente en torno a la acción sensitiva de su composición literaria y teje con una fantástica imaginación esenciales inquisiciones en torno a la estética actual.

 Andrei Bitov considera a la literatura como un ente ininterrumpido en el cual  lectores y autores aportan modalidades y perspectivas a la obra literaria.  En un diseño sin precedentes, La Casa Pushkin introduce citas y comentarios del autor en cada capítulo. Es la novela ensayo, la literatura total como Mario Vargas Llosa la aborda al seguir los pasos de Cervantes y Borges.  Al final, el autor logra que Liova vea su pasado reflejado en el espejo del presente y en ese momento crucial su conciencia se dispara al  independizar su acción personal del autor. Tenemos que aproximarnos a La Casa Pushkin con  actitud crítica y sin el temor de involucrarnos hasta ser carne, huesos y sangre de un sentir pleno de contradicciones. La obra puede consultarse en la Biblioteca Nacional.


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