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La niña y el cáncer

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Experiencia significativa 
Por: Alfonso Lobo A./ Bogotá. Sucedió que estaba en un colegio de Bogotá realizando un taller de literatura infantil, en un amplio salón donde había cerca de un centenar de chiquillos de primaria, cuando la actividad se interrumpió porque llegó una ambulancia. Por un momento pensé que algún niño hubiera sufrido un accidente, pero la sorpresa fue grande cuando bajaron de la ambulancia una hermosa chiquilla, de unos diez años, sentada en una silla de ruedas. La enfermera que la traía ingresó al salón y puso la niña en la primera fila, frente a mí, donde yo relataba el cuento. 

La profesora coordinadora se acercó y me explicó que la niña (de nombre Lorena) había leído mi libro La montaña de los cristales, y se había enterado del taller y quería conocer al escritor, ya que el libro la había impactado; también me dijo al oído que la chiquilla tenía cáncer, razón por la cual tenía la cabeza cubierta con una pañoleta de color blanco con flores moradas. 

El libro de La montaña de los cristales, es un relato para chicos de todas las edades, donde cuento una serie de experiencias que tuve, de niño, con los elementales de la naturaleza (gnomos, sílfides, nereidas y ondinas) allá en los bosques y serranías de mi tierra Ocaña. Cuando terminé la actividad literaria, quedé a solas con la niña pues quería hablar conmigo. Lo duda que tenía la chiquilla era que si lo que yo contaba en el libro era cierto o me lo había inventado. Cuando le respondí que todas eran experiencias reales, sus ojos brillaron de alegría y me invitó a su casa, para ese fin de semana, cuando hubiera salido de la quimioterapia. 

Ese sábado, por la noche, fui a la cita y subí a su habitación, en un segundo piso, y, con ojos llorosos, Lorena me pidió que si la podía ayudar con mis amigos los elementales de la naturaleza a curar su enfermedad. Cuando escuché el pedido me dio mucha ternura y la tomé fuerte contra mi pecho y la chiquilla lloró en mi hombro. Luego que dejó de llorar, le dediqué a explicarle la forma de superar la enfermedad utilizando las energías espirituales. Le dije que por el cuerpo humano circulaban muchos tipos de energía como las energías magnéticas, eléctricas, químicas, electrolíticas, etc., pero la energía más poderosa era la espiritual. La técnica para movilizar esta increíble energía sanadora es como sigue. 

Le pregunté a Lorena que a quien rezaba y le pedía ayuda para su sanar su enfermedad: que si a Jesús o a la virgen María o a un santo o a un ángel. Me respondió con firmeza que ella oraba al Divino Niño. Entonces sacó una foto del Divino Niño que tenía debajo de la almohada y me la mostró. Le pregunté que cuando ella veía un bebé sonriéndole que sentía por el bebé, que si amistad, compasión, alegría o ternura. “¡Ternura!, siento mucha ternura!”, me respondió con seguridad. Entonces le dije que así como el bebé le movilizaba la ternura, una imagen divina movilizaba la energía espiritual. 

Ahora hagamos el siguiente experimento, le dije: Mira fijamente durante varios segundos el bombillo de la lámpara (Lorena lo hizo). Luego de unos segundos de mirar fijamente el bombillo, apagamos la lámpara y le dije que cerrara los ojos y se os tapara con sus manos y me dijera que veía. 

Respondió que… ¡veía el bombillo en su mente dando luz!…durante un buen rato el bombillo siguió prendido en su mente dando luz y permaneció así hasta que se desvaneció por completo. Fue en ese momento que le enseñé cómo movilizar la increíble energía espiritual. Le dije que tomara la foto del Divino Niño y!… La mirara fijamente durante varios minutos!… y que luego cerrara los ojos y visualizara esa imagen en su mente totalmente como estaba en la foto. La chiquilla, con el entusiasmo propio de los niños, exclamó: “¡La veo!..¡La veo! ¡Lobito, veo la imagen igualita a la de la foto! 

Le expliqué que en el preciso momento en que la imagen del Divino Niño estaba en su mente, brillante como bombillo, era ahí mismo cuando debía pedir la sanación con todas las fuerzas de su alma y de su corazón. 

¡Sáname Divino Niño!¡Sáname Divino Niño!…¡Sáname Divino Niño! Lorena así lo hizo y de sus ojos rodaron silentes y cristalinas dos grandes lágrimas. 

Luego de unas semanas de estar practicando la movilización de la energía espiritual, apoyada en una imagen divina, Lorena me llamó para contarme algo maravilloso que le había sucedido…

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