Quantcast
Channel: Libros y Letras
Viewing all articles
Browse latest Browse all 14726

Juan Pomponio, ganador Concurso de Relato Breve 'El PortalVoz'

$
0
0

Por: Vivian Murcia González/ www.nci.tv. Felicitamos al escritor argentino Juan Pomponio ganador del Primer Concurso de Relato Breve 'El PortalVoz'. Nuestro jurado compuesto por los reconocidos escritores: Isabel Alonso (España), André Cruchaga (El Salvador) y Alberto Salcedo Ramos (Colombia), han destacado su texto 'El Pobre Pedro' por su calidad narrativa. Publicamos su texto:

La nave estaba a la deriva, perdida en un océano de óxido, flotando entre los desechos que la humanidad había vertido impiadosamente. Enormes icebergs de basura navegaban sobre la inmensidad del agua corrosiva. Aquel lugar era conocido como el mar tóxico, La Gran Lagartija: un lugar visitado por los demonios del pasado, adormecidos por antiguos lamentos que sonaban cuando el sol se destrozaba sobre la línea del infinito.

La tripulación, cercada por el hambre, continuaba con su desesperación; la última rata había sido comida ese mismo día por la mañana; el aroma de carne asada aún permanecía en el aire como un latigazo de crueldad sobre aquellos hombres abandonados. Ya no quedaba nada, ni siquiera insectos, tampoco se salvaron las cucarachas gigantes, todo había sido consumido. Las provisiones habían alcanzado para un determinado tiempo de navegación y llevaban varios meses de atraso porque la tormenta de vientos envenenados les había obligado a cambiar el rumbo. Los marinos temblaban. El hambre, instalada en el barco desolado por la locura, observaba imperturbable.

La situación se hacía insostenible y todos cuidaban sus vidas, mirándose unos a otros con recelo; la hambruna voraz acechaba con tentáculos siniestros. Pasaban los días y ellos continuaban sumidos en un silencio trágico. Sólo tomaban el agua que extraían del mar después de procesarla con la maquina purificadora. El hambre camina por la borda con paso lento; los dolores de estómago son insostenibles, calambres agudos comienzan a llamar al descontrol. Ya ni se miran. Nadie se anima a nada. El miedo y lo macabro circulan entre los hombres agotados. Todos desconfían de todos.

— Ha llegado el momento de tomar una decisión —dice finalmente el capitán—. Y como responsable del barco tengo que decirles la verdad. No tenemos alternativa. El médico de la nave hará una revisión minuciosa de todos nosotros y luego de una evaluación física determinará quién es el más débil para ser sacrificado en honor a la salvación de los demás. Esa carne prohibida será el pasaje a la conquista de algo que existe más allá de ésta historia. 

El capitán pensaba y observaba su tripulación con autoridad mayor que la normal, estaba tomando decisiones que no eran suyas—. Si no lo hacemos así empezaremos a delirar y de todos modos nos comeremos unos a otros, como bestias. Debemos resolverlo con nuestro pensamiento y con la aprobación de todos. Con un cuerpo podremos alimentarnos durante algunos días y tal vez encontrar la tierra buscada. Será un cuerpo, o dos, o quién sabe cuántos, pero no hay otra salida. Piensen, tienen una hora para decidir.

El murmullo de la tripulación ascendió por las velas hacia el cielo iniciando una plegaria salvadora. Las palabras del capitán sonaban coherentes pero, ¿cómo sería tener que comerse a un compañero? ¿Quién lo sacrificaría? ¿Quién lo asaría igual que a las ratas? Sonaba aberrante pero no tenían escapatoria. Uno o dos días más de hambre y comenzarían a atacarse con aquella naturalidad de quien busca sobrevivir. Cada miembro de la tripulación se convertirá en un animal o en algo mucho peor que una bestia.

Luego de pensarlo, los hambrientos tripulantes deciden aprobar la sugerencia del capitán. La suerte está echada, el médico comenzará a revisarlos uno por uno. Un silencio muerto flota en el lugar, el médico será el ejecutor de un designio reservado a las fuerzas Misteriosas. Él es el más adecuado para decidir quien deberá ser sacrificado... aunque el médico ya sabe quién es el más débil, todos lo saben, pero nadie se anima a tomar la terrible determinación. Hasta que de pronto, uno de los hombres, el más delicado, da un paso al frente y dice:

—Todos lo saben. Yo también lo sé. No podré resistir mucho más. ¿Un día, acaso dos? Ya estoy listo. —Mientras habla un sopor de espanto le quema la carne agotada—. Tomen mi cuerpo y salven sus vidas. Mi carne será el alimento que los salvará a todos. Ya estoy preparado. Ahorremos el trámite de mi sufrimiento. ¡Por favor! Un silencio de hielo cubre la nave, nadie hablaba. Todos se miran, nadie se anima a dar el siguiente paso. ¿Quién matará al pobre Pedro? ¿Se atreverán a comer su carne?

Cada minuto es crucial. Pedro está ahí, listo, entregando su vida por una causa noble y justa. Pero: ¿qué dirá el Universo? ¿Qué pensarán las leyes de la existencia? Nadie quiere tomar con sus manos esa maniobra cruel del destino, nadie está preparado, nadie es lo suficientemente frío como para hacerlo. Pedro se adelanta unos pasos, coloca el caño del fusil del capitán en su cabeza y lo insta a disparar.

— ¡Dispare, capitán! —grita con fuerza inhumana.

El capitán aparta el arma y comienza a llorar, todos lloran. ¿Comerán a un compañero? El hambre aguarda morboso, la tortura del dolor quema los rostros. En ese instante una gran esfera se ubica sobre ellos: una luna antigua, presagio de desgracias. El hambre sonríe y los mira con desprecio, ya no es hambre, ya se ha vestido con las ropas de la locura.

— ¡Dispare, capitán, dispare hijo de una gran puta! —El insulto brota desde el fondo del alma de Pedro descargando toda su impotencia—. ¡Dispare! ¡Dispare! Es una orden. ¡Dispare!

El estampido rebota en el silencio del fin, el disparo marca el comienzo de la vida. Nadie olvidará ese disparo. Nadie olvidará el grito del pobre Pedro y nadie olvidará, aunque logre vivir mil años, el terrible grito del vigía: ¡Tierraaa! ¡Tierraaa!


Viewing all articles
Browse latest Browse all 14726

Latest Images





Latest Images