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Literatura y humanismo. Discurso de Enrique Santos Molando

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No. 6.535, Bogotá, Domingo 24 de Noviembre del 2013 

Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo. 
John Ernst Steinbeck

Literatura y humanismo. Discurso de Enrique Santos Molando
El siguiente es el discurso de recepción del doctorado Honoris Causa conferido por la Universidad del Valle al escritor colombiano Enrique Santos Molano. Hoy publicamos la segunda parte:

       ¿Cómo pudo un esclavo romano en el Siglo II antes de nuestra Era devenir en el fundador del humanismo, o escribir, en sus condiciones, seis comedias filosóficas que lo insertan en el círculo universal de los grandes pensadores? ¿Por qué otros esclavos no lo hicieron? No creo que tengamos todavía a nuestro alcance una respuesta verosímil para esos interrogantes, y al formularlos, mi propósito es resaltar cómo la capacidad del pensamiento de un hombre, el poder de su mente, la voluntad en sus propósitos, consiguen lo que no habría alcanzado jamás por otros métodos que prescindan del empleo de la inteligencia. Supongo que son muchos los factores y las circunstancias que inciden en el por qué unos sí pueden y otros no. Para mi, y con seguridad para todos, es un enigma al cual presumo que no le encontraremos solución en los libros de autoayuda.
       En alguna ocasión le preguntaron a Dostoyevski por qué no escribía novelas como los de Tolstoi, de quien era admirador. Dostoyevski respondió “Si yo tuviera el dinero que tiene Tolstoi, escribiría novelas como las que escribe Tolstoi”. A su turno a Tolstoi le preguntaron por qué sus novelas sólo tenían como escenarios y personajes a los de la aristocracia del Imperio, y no trascendían nunca, ni trataban sobre las gentes pobres. Tolstoi respondió “No puedo escribir sobre lo que no conozco. Mi mundo es el de la aristocracia y el de los mujiks y sobre ese mundo escribo”.
       Sin embargo las diferencias del mundo de los bajos fondos de Dostoyevski y el de los altos fondos de Tolstoi, se conjugan en un mundo semejante que es el del alma, el de la psiquis humana. Dostoyevski, que escribe sus novelas en medio de la pobreza, acosado por una terrible enfermedad (era epiléptico), rodeado de la basura humana, y Tolstoi, que las escribe en la comodidad de su fastuosa residencia campestre de Yásnaia Poliana, describen cómo las pasiones que agitan a los de arriba y a los de abajo son las mismas
       No sólo de libros ha de alimentarse el espíritu humano; pero los buenos libros son, como alimento, el mejor que puede recomendarse. Cuando escucho a alguien decir (y oigo la expresión con más frecuencia de la deseable) que no lee porque no tiene tiempo para leer, me parece tan tonto como si le escuchara decir que no come porque no tiene tiempo para comer. Leer y comer son actos indispensables para la vida humana. A ello se refería Juvenal en sus Sátiras, cuando dijo “mens sana in corpore sano”. Algunos han interpretado esta máxima como que mantener un cuerpo físicamente bien desarrollado, y hacer gimnasia, genera una mente sana. Nada más lejano de la intención de Juvenal. El poeta romano, que escribe en el siglo I d. C., sólo está burlándose de la extrema importancia que los griegos daban a la cultura física, de donde las Olimpiadas eran para ellos el punto culminante de la belleza, la máxima expresión de su grandeza. Juvenal considera que un cuerpo sano sin una mente sana, sólo conduce al idiotismo, al predominio de la fuerza bruta sobre la inteligencia, y a la violencia como modo de vida. Si la belleza física va en desmedro de la belleza intelectual, el resultado final será la fealdad, porque aquella se borra con la vejez, mientras que ésta nos preserva la juventud. Eso quiso decir Juvenal y no encuentro motivos para llevarle la contraria. Por el contrario, los motivos sobran para creer que tiene razón.
       Hace algo más de medio milenio un hombrecillo de Maguncia llamado Johannes Gutenberg, inventó un aparato que revolucionó el mundo y que modificó el curso de la historia: la imprenta con sus tipos movibles. Unas de las primeras víctimas de la imprenta, fueron el arte de la caligrafía y las ediciones manuscritas de los libros; pero la lectura ganó en difusión y en calidad. La literatura y el humanismo tuvieron un impulso ecuménico. Las comunicaciones redujeron, por primera vez, las distancias y generaron revoluciones de todo orden, que sin la imprenta jamás habrían sido posibles. La imprenta puso fin al oscurantismo medieval y alumbró el sendero hacia el descubrimiento de América, el Renacimiento, la Ilustración, la Revolución Industrial, grandes innovaciones en la ciencia, la Revolución de la América inglesa,  la Revolución Francesa, y la revolución de la Américaespañola.
       También ejerció la imprenta un efecto notorio en el desarrollo de los pueblos. Aquellos que tuvieron  imprenta más temprano, se desarrollaron más rápido que aquellos que, como es el caso del Nuevo Reino de Granada, hicieron un uso tardío de la imprenta. En 1777, más de trescientos años después de inventada, se creó en Santafé una Imprenta Real, pero pasarían nueve años antes de que se le diera un empleo útil, para lo cual fue necesario que ocurriera un terremoto, en julio de 1785. Gracias al sismo, unos criollos avispados, por iniciativa del doctor José Antonio Ricaurte y del joven Antonio Nariño, le pusieron mano a la Imprenta real y con el permiso debido del Superior Gobierno, publicaron el Aviso del Terremoto, para informar a todos sobre los desastres ocasionados en las distintas regiones del Reino. Cumplida esa misión informativa, los mismos improvisados periodistas obtuvieron permiso para editar un mensuario, con carácter permanente. Así salió en agosto la Gacetade Santafé, cuyo primer editorial, escrito por Antonio Nariño, sintetiza la importancia que la imprenta representa para la humanidad. 

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