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Betina González, ganadora del premio Tusquets de Novela

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Ganadora del premio Tusquets de Novela

“Volví a Ballester porque es el lugar donde quiero estar”

Por: Catalina Mielke/Tomado de El Clarín/Argentina. Betina González tiene 41 años, vive en Villa Ballester y es escritora. Y algo más: el año pasado fue la primera mujer ganadora del Premio Tusquets de Novela con “Las Poseídas”.

Betina nació en San Martín y vivió en el Partido hasta que decidió irse a Texas y de ahí, a Pensilvania. En total vivió nueve años en Estados Unidos mientras hacía una maestría y un doctorado. El año pasado regresó al barrio y asegura que esta vez es para quedarse: “Yo no sería la escritora que soy si no hubiera ido a Estados Unidos. Para mí la experiencia estuvo bárbara, lo que no quiero es sentirme extranjera tanto tiempo de mi vida. Nueve años estuvieron bien. Pienso que cualquier escritor tiene que cultivar esa mirada extranjera, extrañarse o asombrarse de lo que ve cotidianamente”.

Sin embargo, cree que como escritora está bueno saber dónde uno quiere estar. Actualmente vive en la casa que era de su abuela, sobre la calle Jean Jaures, cerca de la estación del Mitre, donde jugaba cuando era chica. Y confiesa que mientras estuvo en el exterior extrañó mucho el barrio y sus amigos.

El premio que ganó con “Las Poseídas” no es el único reconocimiento que recibió por sus obras. En 2006 ganó el premio Clarín Novela y publicó su primer libro, “Arte menor”. Entonces tenía 34 años, pero aclara: “Venía escribiendo hace un montón, que no hubiera publicado nada no quiere decir que esa novela fuese producto de esos últimos dos o tres años. Hay gente que cree que uno escribe un libro de un día para el otro. Pero se requiere disciplina y, sobre todo, yo siempre tuve una relación muy autentica con la escritura, no tenía la gran ambición de ser ‘el escritor público’. Para mí escribir era eso que salvaba el día. Y lo sigue siendo”.

Además de la disciplina, la vocación le viene desde chica. A los ocho años ya decía que iba ser escritora. “Me acuerdo que a esa edad escribí un poema con rima, espantoso, pero que para una nena estaba bien. Lo que me pasó es que me dí cuenta de que las palabras tenían música y fue como ‘el gran descubrimiento’. Escribir un poema con rima era para mí como haber resuelto un teorema. Esa sería como la escena fundante” confiesa.

Sobre sus libros, asegura que no todos surgen del mismo modo. “A veces empezás por un personaje, por una situación. Lo que no hago es escribir sobre lo mio, no soy muy autobiográfica, mi vida no me parece interesante, no escribo sobre mi felicidad o mi sufrimiento. Si yo me restringiera a lo que viví mis libros serian muy aburridos. Crear desde la nada es el gran placer del escritor. Cada obra para mi es un desafio, un proyecto distinto, y tengo que sentir que me cuesta. Yo ya sé cuáles son las cosas que me salen. Y siempre que empiezo un libro lo hago para ver si me sale” confiesa y se ríe.

Ese “ver si le sale” tiene que ver con investigar su entorno, prepararse, y aprender. Betina dice que no cree que haya que avanzar sólo sobre lo que uno sabe “Sabemos muy poco –explica–. Entonces, podemos escribir sobre lo que conocemos pero también de lo que aprendemos. El escritor puede aprender sobre un tema para trabajar sobre eso. A veces la gente no lo entiende, cree que te sentás y te inspiras. Pero para mí no es así. La inspiración no existe, es más bien una pregunta que te haces. Es como interrogar a la realidad o a las relaciones humanas. Escribo porque hay cosas que me mueven, cuestiones que me parecen curiosas” concluye.


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