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¿Una fascinante realidad? Aproximaciones a la literatura coreana

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Cuentos de hadas coreanos de William Elliot Griffis (1922)
Cuentos de hadas coreanos de William Elliot Griffis (1922)


Por: Luis Fernando García Núñez*

Dicen los entendidos, los que saben, que la literatura coreana es una de las más antiguas y ricas del mundo. Y lo debe ser porque no son ajenas para occidente esas milenarias culturas, ni son ajenos su prodigioso arte y esa vitalidad del pensamiento y la filosofía orientales. Los ejemplos son muchos y variados. Son algo más de 1500 años de producción. De selecta producción. Y este año han sido invitados a la Feria Internacional del Libro de Bogotá, como para que abramos los ojos, los conozcamos y los agreguemos al fascinante mundo de los libros, estos que revelan el inusitado encanto de una de las literaturas más extraordinarias: la coreana.

Edgardo Otero en su magnífico libro El origen de los hombres de los países del mundo, 3ª. ed., dice que “La península de Corea fue poblada por tribus de lenguaje tungus que emigraron de Siberia y la población más antigua que se conoce en este territorio es del año 1122 a.C., fecha en que los chinos se apoderaron del país en el tiempo del emperador Wohang I, quien lo dio a su hermano Kit-Su para que gobernara al nuevo territorio conquistado. Según se pudo establecer, en aquel tiempo hubo una emigración numerosa de chinos a Corea, los que colonizaron este país y le dotaron de instituciones políticas y civiles a su manera. Los habitantes aborígenes que sufrieron el yugo vencedor pertenecían a la raza tártara de los Sian-Pi en su mayoría”.

Luego, dice el citado autor, “En el año 904, Wang Kong fue el fundador de la dinastía Koryo o Kori y recuperó la independencia y se convirtió de conquistado en conquistador, sometiendo a las demás poblaciones de la península; de allí deriva el nombre occidental de Corea”. “El primer explorador en llamarla así fue Marco Polo, a fines del siglo XIII […]. Algunas versiones dicen que fueron los portugueses quienes tomaron en el siglo XVI el nombre de Korea derivado de la dinastía Koryo, que reinó desde el año 918 hasta el 1392 y el nombre de la dinastía puede ser traducido como Grande y Hermoso […]. Otros dicen que Koryo significa Alto y Claro, debido a sus altas montañas y sus claros cielos y claras aguas que fluían por sus ríos”.

Y siguen las hipótesis porque otros “afirman que fueron los comerciantes árabes quienes difundieron el nombre de Corea cuando llamaron a este territorio Corre derivado de la dinastía antes mencionada”.


¿Una fascinante realidad? Aproximaciones a la literatura coreana
Cuentos de hadas coreanos de William Elliot Griffis (1922)


Y la literatura


Una mujer, poeta, Yeo Ok, escribe unos hermosos textos líricos llamados Gonghuin. Pero ese mundo viene de antes. Un período clásico, en que las creencias populares, como sucede en China y Japón, hacen alarde de esa rica variedad de canciones que recorrían la Corea de entonces. Hyangga es la primera forma de poesía exclusivamente coreana. Son una serie de poemas, con reglas formales, que consisten en cuatro, ocho o diez líneas, algunas escritas por monjes budistas, en las que predomina el tema de la muerte y encubren elogios para los guerreros y los mismos monjes.

Luego las canciones de Goryeo que florecieron durante la dinastía media y tardía de Koryo, y en ella prevalece un estribillo en el medio o al final de cada estrofa, y el tema, en la mayoría de casos, es el amor y aspectos de la vida común. Después Sijo y Gasa que muestran las pasiones de estos primeros espíritus por la naturaleza, las virtudes de los caballeros y el amor. Siempre habrá una alusión a la naturaleza, a la espiritualidad, a la fuerza de la tradición, al amor.


¿Una fascinante realidad? Aproximaciones a la literatura coreana


La prosa coreana, para dar aquí un gran salto, nace en las leyendas y los cuentos que versaban sobre los humanos, y no faltaban entonces los seres y hechos sobrenaturales, como ha sucedido en casi todas las literaturas universales. “Impulsados por esa actividad inicial, en los siglos siguientes se iban a elaborar obras consideradas clásicas como el Geumo Sinhwa (un conjunto de novelas cortas de ciencia ficción del siglo XV del autor Kim Si-seup), El sueño de la nube de los nueve (una novela que satirizaba temas políticos a través de los asuntos de una familia, de Kim Manjung, en el siglo XVII) o el Chunhyangjeon (una historia de amor también del siglo XVII)”.

Un panorama que podríamos llamar iniciático y que se fortalece hasta llegar al siglo XX. “En lo que se puede considerar literatura moderna, podemos hablar de un siglo XX con protagonismo para autores como Choj In-hun (que trata el dolor que sufrían los ciudadanos coreanos con la separación en dos países, de quien destaca la obra La plaza), Ko Un (exmonje budista que escribió una poesía que le valió para que se hablase de él como aspirante al Nobel de Literatura), Kim Young-ha (autor de novela negra y novela histórica que ha sido comparado con Kafka), Chunsu Kim (poeta de obra muy original), Choi Young-mi (novelista y poetisa que escribió con marcada presencia de lo político y lo ideológico), Park Wan-suh (que intentó principalmente profundizar en los efectos devastadores de la guerra), Oh Jung-hee (que se caracteriza por tratar temas oscuros y sombríos, como la muerte), Choe Yun (que trató acontecimientos históricos y políticos), Krys Lee (que presenta personajes a la deriva y devorados por la soledad), Yun Ko-eun (de obra con tintes un tanto extraños e incluso considerados absurdos), Hwang Sok-yong (autor comprometido con la democratización y la unificación), Gong Ji-young (novelista de amplio reconocimiento), Kim Im-suk (ganadora de varios premios a nivel nacional que trata sobre la Corea de su tiempo), Kim Chae-won (pintora además de escritora, también ganadora de premios nacionales) o Shin Kyung-sook (novelista que ha alcanzado notable éxito con alguna de sus obras)”[1].

Citaremos aquí, para complementar, las que hoy son consideradas las nueve mejores novelas coreanas[2]: Actos humanos de HanKang, Kim Ji-young, nacida en 1982 de Cho Nam-joo, Lo que nunca sabrás de Jeong I-hyeong, Pachinko de Min Jin Lee, Almendra de Wong-pyung Sohn, La plaza de Cho In-hu, Todas las cosas de nuestra vida de Hwang Sok-yong, La vegetariana de Han Kang y Nuestros tiempos felices de Gong Ji-yuong.

Sin duda, un mundo por descubrir. Aquí traslado la respuesta de Nicolás Braessas, editor y director de Hwarang Editorial, cuando le preguntaron que para quienes todavía no han leído literatura coreana, ¿qué recomendaría y por dónde empezar?

Dijo entonces “Santiago Arcos Editor publicó una antología muy completa sobre la literatura del siglo XX en Corea: JI-DO Antología de la narrativa coreana contemporánea. En Hwarang, quisimos hacer una continuación de ese libro, pero centrándonos en el siglo XXI con Laberintos de Neón. Bari, la princesa abandonada, de Hwang Sok-yong, trata sobre la diáspora norcoreana y el drama de ese país desde una perspectiva muy original. Él toma el mito fundacional del chamanismo coreano, la princesa Bari, y retrata la vida de una desertora en clave simbólica con esa leyenda de trasfondo. También La vegetariana, de Han Kang, suele ser la carta de presentación más común, el caballito de batalla con el que Corea se dio a conocer en las letras globales”.
 




*Luis Fernando García Núñez.
Periodista y docente. Colaborador literario de Libros & Letras.
Instituto de Estudios Interdisciplinarios
Universidad Externado de Colombia.
Sígalo en
Twitter: @LuisFer76994814




 

**Artículo publicado en la edición #98 de la Revista Libros & Letras, abril-mayo 2022
La ilustración "The tiger climbed up and out" hace parte del libro Cuentos de hadas coreanos de William Elliot Griffis (1922). Tomada de The public domain review.


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