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Jonathan Franzen: experiencia y lucidez

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Jonathan Franzen: experiencia y lucidez
Jonathan Franzen, escritor estadounidense



El reconocido autor norteamericano Jonathan Franzen hizo una parada en el Hay Festival Cartagena 2022 para hablar sobre su más reciente novela.


Por: Pablo Concha*



Jonathan Franzen (Chicago, Illinois, 1962) es un escritor admirado por muchos lectores (ganó el National Book Award y el Premio James Tait Black Memorial en 2002 por su novela Las correcciones y fue finalista del Premio Pulitzer y el Pen/Faulkner), envidiado por otros (fue el mejor amigo de David Foster Wallace y tiene una relación cercana con Don DeLillo), y criticado y odiado por otros tantos (manifestó que no le gustaba que Oprah Winfrey hubiera seleccionado Las correcciones para su club de lectura porque solían leer libros sentimentaloides y dijo que Facebook solo servía para fomentar el narcisismo y la cultura del “ser popular”). Es autor de seis novelas y varios libros de ensayos, entre los que se destaca Más afuera (Salamandra, 2012), título que hace referencia a la isla Alejandro Selkirk −denominada Masafuera hasta 1966−, el islote más apartado de los tres que componen el archipiélago Juan Fernández, situado a unos 800 kilómetros de la costa continental de Chile. Un remoto lugar poblado solo por aves y osos marinos hasta donde Franzen se desplazó para depositar las cenizas de su amigo y colega David Foster Wallace, muerto dos años antes. Hay un lapso de varios años entre cada una de sus novelas, las cuales se convierten en un acontecimiento para los amantes de la buena literatura, ya sea que lo admiren o detesten.

Su más reciente obra, Encrucijadas (Salamandra, 2021), narra una historia ambientada en un suburbio de Chicago y centrada en los Hildebrandt, otra de las familias del Medio Oeste características del autor −como los Probst de Ciudad 27 (1988), los Holland de Movimiento fuerte (1992), los Lambert de Las correcciones (2001) o los Berglund de Libertad (2010)−, sólidas en apariencia pero frágiles en los cimientos. La religión es un tema importante en la historia; a lo largo de la novela todos los personajes sufren una crisis de fe, se encuentran en sus propias encrucijadas y analizan lo que la vida, el azar o Dios tienen para ofrecer. Russ Hildebrandt, pastor en una iglesia progresista de un barrio residencial cuyos deseos carnales empiezan a salirse de control; su esposa, Marion, que guarda oscuros secretos; y sus cuatro hijos: Clem, que regresa de la universidad luego de tomar una drástica decisión, Becky, la chica popular del colegio con el corazón más noble que sin embargo comienza a cansarse de su familia, Perry, un adolescente brillante cuya adicción a las drogas lo sume cada vez más en una espiral descendente hacia el caos, y Jay, el niño de la familia ajeno a todos los dramas. Cada uno lidia con sus propias vicisitudes, que están a punto de estallar y con ello cambiar sus vidas y a la familia para siempre. Esta saga familiar, ambientada en los años 70, se deja envolver por una amena narración que cambia de personaje y punto de vista con cada capítulo, brindando una visión amplia de lo que sucede, e implicándonos cada vez más con los personajes y su complejidad psicológica y emocional. La forma como Franzen va hilvanando la narración y adentrándose en las motivaciones y traumas de la psique es asombrosa.


Jonathan Franzen y Pablo Concha.
Jonathan Franzen y Pablo Concha.

 

Con motivo de su segunda aparición en un Hay Festival en Colombia y previo a su conversatorio con Margarita Valencia en el Centro de Convenciones de Cartagena, tuvimos una charla con él:


—Se ha dicho que Encrucijadas es el primer libro de una trilogía. ¿Qué puede contarnos sobre los dos libros restantes? ¿Cuánto más sabe sobre la historia que tiene delante? ¿Y cuánto de ella ya está escrita?

No hay mucho escrito, ni siquiera lo he descifrado aún... Lo único que sé es que cada novela tiene que sostenerse sola, no quiero escribir simplemente una secuela. Pensé que sería un poco más fácil, ya que conozco a los personajes bastante bien, pero de hecho no ha sido nada fácil. No puedo confiar en que los lectores quieran saber qué les sucedió a los personajes que conocieron en Encrucijadas, porque, ¿qué tal que no la hayan leído? Debo empezar de cero con cada libro, y eso toma tiempo y nunca sé qué va a pasar, para mí es suficiente con establecer situaciones que me parecen interesantes y descubrir cómo se van desarrollando a medida que escribo...


—¿No hay nada en este momento como por ejemplo los títulos de las novelas, algún pequeño detalle...?

Lo que menos digamos aquí sobre los siguientes dos libros, mejor.


—A medida que avanzamos a través de Encrucijadas nos metemos en la mente de los miembros de la familia Hildebrandt, excepto la de Judson, o Jay. ¿Alguna vez consideró escribir un capítulo desde su punto de vista?

Los niños no tienen historias muy interesantes. Judson no es un huérfano ni un niño soldado en África, es solo un niño normal. ¿Y qué es lo que quiere? Galletas. No estoy muy interesado en el punto de vista de los niños, en general. No hay muchas novelas que admire en las que el personaje principal sea un niño. En Matar un ruiseñor funciona, está bien; en El corazón es un cazador solitario también, pero es raro porque lo que un niño quiere es pequeño y si tienes una novela de 500 o 600 páginas, necesitas deseos poderosos que no sean fáciles de alcanzar y un niño simplemente no los tiene.


—¿Cuáles fueron esos libros que le sirvieron de inspiración o guía para escribir esta novela?

Me había rehusado a leer a Elena Ferrante, porque pensé que solo era una escritora italiana más que no había leído y que debía hacerlo, pero, tras leer sus libros y devorarlos −leí las cuatro novelas napolitanas (también conocidas como la saga de las dos amigas) en cuestión de un mes−, eso en parte me dio el coraje para decir: “Ok, esto no va a ser solo un libro sino tres”… ver lo que ella fue capaz de hacer. En realidad es la historia de dos mujeres y ella pudo sacar cuatro, bueno, digamos tres y medio, novelas grandiosas solo de la historia de esas dos mujeres. Ella me mostró lo que se podía lograr. Más que nada estoy influenciado por mis propios libros, y de una forma negativa además, por rehusarme a hacer algo que ya he hecho antes. Mis tres novelas anteriores fueron la mayor influencia en Encrucijadas; el querer hacer algo diferente, ya que odio repetirme a mí mismo.


—Los críticos en algún momento solían mencionar la carrera para escribir “la gran novela americana”, como si todos ustedes estuvieran en una especie de competición. ¿Sintió en algún momento ese impulso o presión para dejar su marca con algún libro, o como si estuviera corriendo hacia una “meta”?

“La gran novela americana” es un concepto inútil y extremadamente aburrido. Recuerdo que cuando tenía 16 años me molestaba mucho esa frase, cuando tenía 20 y mencionaba que quería ser escritor, alguien con una voz condescendiente decía: “Oh, vas a escribir la gran novela americana”. Es un término estúpido que siempre me ha irritado. Es algo que viene de la ambición de mediados del siglo XX, mejor representado en Saul Bellow, de tratar de asumir toda la realidad americana, pero es algo que era defectuoso desde el principio ya que no existe una sola América, hay muchas Américas diferentes y si tratas de tomarlas todas puedes terminar sin nada. Así que no, yo quería demostrar lo que podía hacer…


Jonathan Franzen y Pablo Concha
Foto: Jonathan Franzen y Pablo Concha.




Me había rehusado a leer a Elena Ferrante, porque pensé que solo era una escritora italiana más que no había leído y que debía hacerlo, pero, tras leer sus libros y devorarlos −leí las cuatro novelas napolitanas (también conocidas como la saga de las dos amigas) en cuestión de un mes−, eso en parte me dio el coraje para decir: “Ok, esto no va a ser solo un libro sino tres”…


—¿Sin entrar en esa “carrera”?

Seguro. Yo estaba compitiendo con mis colegas; quería probar que era mejor que ellos, pero era una sana competición; no se trataba de escribir “La gran novela americana”. Y yo no había demostrado con mis dos primeras novelas (Ciudad 27 y Movimiento fuerte) lo que de verdad era capaz de hacer. Ese era el principal factor motivador: mostrarles lo que realmente podía lograr.


—En algunas de las primeras reseñas de Encrucijadas se menciona que Perry es una especie de niño genio salido de La broma infinita, o un alma torturada inspirada por su difunto amigo y colega Foster Wallace. ¿Algo de esto es cierto?

La verdad es que no estaba pensando en Wallace... Usé material de otras fuentes para escribir sobre Perry, es la mejor forma de decirlo.


—¿Cuáles de los escritores latinoamericanos contemporáneos lee usted o le interesan?

Esa es una pregunta muy difícil. Admiro a Juan Gabriel Vázquez; creo que está haciendo un buen trabajo y parece que es un digno heredero de la gran tradición de las letras colombianas. Soy un gran fan de Vargas Llosa, aunque haya dejado de producir. Todavía está vivo así que lo puedo mencionar, aunque no sea un escritor latinoamericano joven. Creo que un libro del que la gente no habla lo suficiente es La guerra del fin del mundo (1981).


—¿Es su favorito de Vargas Llosa?

Es un libro extraordinario. Siento que lo viví, más que haberlo leído. Estaba ahí...


—¿Se sintió transportado?

Sí, exactamente. Y ni siquiera es su historia, es Brasil, es tan sorprendente... Es un libro fenomenal. Creo que de hecho esa sería mi novela latinoamericana favorita. Tristemente, soy un lector lento y la pila de cosas que necesito leer es más grande que el tiempo que tengo para leer, así que...


—Nos pasa a todos.

Sí, pero soy feliz recibiendo recomendaciones.


—Aparte de Juan Gabriel Vázquez y Vargas Llosa, ¿hay algún otro escritor latinoamericano que le interese o del que espere con ilusión un libro nuevo?

Chico Buarque.


—¿A cuál de sus contemporáneos lee actualmente o ve con buenos ojos?

Zadie Smith es más joven que yo, pero pienso que tiene un talento enorme. Creo que George Saunders ha logrado lo que Dave Wallace quería lograr. Es muy experimental y comparte esa sensibilidad ética posmoderna y sin embargo hay mucho corazón en lo que hace y es uno de esos escritores de cuentos como Alice Munro o William Trevor donde parece haber una fuente inagotable de grandes historias de su parte. Me considero un enorme fan de Saunders.


—¿Cree que Foster Wallace aprobaría lo que George Saunders está haciendo?

Dave estaba celoso de George, sentía envidia. Él tiene un relato llamado “Isabelle” (incluido en el libro Guerracivilandia en ruinas de 1996), de solo tres páginas; Dave estaba asombrado con esa historia, igual que yo. Saunders es auténtico, lo mejor de lo mejor.


—¿Usted y Saunders son amigos?

Curiosamente, vive en el condado de Santa Cruz, el mismo lugar donde vivo en California, pero es un hombre muy ocupado. De hecho, tengo una amistad más cercana con su esposa Paula.



Jonathan Franzen, escritor estadounidense
Jonathan Franzen, escritor estadounidense



Admiro a Juan Gabriel Vázquez; creo que está haciendo un buen trabajo y parece que es un digno heredero de la gran tradición de las letras colombianas


—En Todas las historias de amor son historias de fantasmas de D. T. Max, se menciona que Foster Wallace le empezó a escribir cartas a DeLillo ya que usted tenía una amistad con él y se lo había sugerido como una especie de mentor. ¿Todavía tiene relación con DeLillo?

Sí, lo vi el pasado mayo, la última vez que estuve en Nueva York. Está envejeciendo.


Encrucijadas, libro de Jonathan Franzen
Encrucijadas, libro de Jonathan Franzen



—¿Cree que DeLillo tiene el reconocimiento que se merece?

Creo que es apropiado… no es un autor de masas. Goza de un enorme y merecido respeto tanto en EE. UU. como internacionalmente.


—¿Cree que es bien leído, que la gente entiende lo que trata de decir?

A veces creo que sí. Siempre siento que los escritores cómicos no reciben el reconocimiento que se merecen y, si no entiendes que DeLillo es gracioso, de hecho no lo has entendido. Y sí pienso que a muchos lectores se les ha pasado eso, y de hecho tampoco lo han captado en mi propio trabajo.


—¿Cuál es su novela favorita de DeLillo?

Mi novela favorita de DeLillo es una elección idiosincrática, soy fan de Jugadores (1977), la cual no está en la lista de la mayoría. También me encantan Ruido de fondo (1985), Los nombres (1982), Mao II (1991), Libra (1988) y Punto Omega (2010), esos serían mis favoritos, mi top seis de DeLillo. Y creo además que Punto Omega es una novela infravalorada, es un libro hermoso.




Pablo Concha, escritor colombiano

*PABLO CONCHA.

Escritor colombiano. Autor de los libros de cuentos Otra Luz y La piel de las pesadillas. Periodista y colaborador literario de Libros & Letras, entre otros medios culturales. 
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Instagram: @Scarypablo



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