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Las carreteras de la imaginación de Rubén Orozco

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Por: Pablo Concha*

Hay escritores cuya obra y propuesta literaria no se pueden encajar fácilmente en una categoría. Son autores cuyo estilo es el resultado de una mezcla tan diversa de creadores e influencias que, aunque se disfrute con su prosa, es difícil encontrarles un símil o semejante entre sus contemporáneos. Entre esos escritores que no admiten clasificación podemos ubicar a Rubén Orozco (1982), autor de Los tempestuosos (2011), Infortunios del mono infinito (Literatura Random House, 2016), Preguntas frecuentes acerca de la peligrosa caza de vampiros (Literatura Random House, 2017), La Matrioshka (Angosta, 2019) y la reciente Absolutamente todo, en la que un viaje por carretera de un escritor frustrado en compañía toda su familia se torna en una aventura con tintes fantásticos. En ella, la historia de un futuro padre se entrelaza con la de sus seres queridos ramificándose en una serie de situaciones mitológicas que lo llevan a comprender el sentido que tanto tiempo lleva persiguiendo.

A continuación, un diálogo que tuvimos con Rubén Orozco acerca de la publicación de esta obra.

—¿Cómo surge la idea para esta novela y cuánto tiempo tomó verla materializada en un libro impreso?

La primera pulsación creativa de Absolutamente todo la sentí una tarde de comienzos de 2017, en las últimas etapas de un viaje psicodélico del que además regresé con la decisión de ser papá. O tal vez debería decir que la idea de ser padre llegó también con una intuición que me bullía dentro y que se convirtió en la novela, una historia en donde estaban contenidas todas las historias y que debía ser un regalo para mi hijo. Esa misma tarde, lleno de luz luego de la travesía por las sombras de mí mismo, di con el título de la novela y escribí la que –sabía– sería la última frase del libro. Lo escribí sin pausas, en unos cinco o seis meses, y la novela estaba prácticamente lista para ser publicada a finales de abril de 2018, luego del nacimiento de Luciano, que me obligó a pequeños cambios de última hora. Si se publicó apenas en agosto de 2021 es por una diferencia radical entre los tiempos furibundos de la creatividad y el rengueo zombie del mundo editorial.

Absolutamente todo se promociona como una novela de un viaje por carretera, pero eso no es del todo correcto; es más bien un viaje por la imaginación y los sueños. ¿Cuáles fueron esas obras y autores que lo inspiraron y ayudaron a lograr esa historia?

Que la novela haya querido ser una historia de viajes queda parcialmente explicado por la respuesta a la pregunta anterior, pero había dos alicientes adicionales: el hecho de que el libro iba a ser dedicado a dos niños y yo quería que estuviera lleno de emoción, aventuras y que ése era un género al que todavía no me enfrentaba. Es una novela de carretera, sí, pero como dices, los caminos del libro hacen parte de los sueños y la imaginación, pues era el lugar en donde tenía la plena libertad de incluir lo que yo quería incluir en el libro, es decir, el infinito. En cuanto a la inspiración, absolutamente todo fue mi inspiración para escribir Absolutamente todo. El libro sólo fue posible gracias a treinta y seis años de vida, miles de libros leídos, un puñado de novelas escritas, la niñez junto a mi familia, unas cuantas mujeres amadas, mis viajes, mis amigos, mis pesares, mis euforias y mis sueños. Entre los libros que me sirvieron de diapasón para encontrar el tono de la novela están La odisea, La vuelta al mundo en ochenta días, El castillo blanco, La hora sin sombra y algunos textos de Jung.

—La autoficción o metaficción a veces resulta engañosa. ¿Qué tanto de su vida está realmente en Absolutamente todo?

En mis otras novelas yo soy apenas la voz detrás de algunas reflexiones y el titiritero de mis personajes, pero no estoy yo. Por regla general, me displace la literatura de autoficción y tengo un interés nulo por las vicisitudes imaginarias o reales de los autoproclamados hombres y mujeres de letras, que casi nunca son tan interesantes como pretenden ser. Sin embargo, aquí voy en contra de mí mismo: Absolutamente todo sí es un libro personal y tenía que serlo: como lo he mencionado, la novela es un regalo para mi hijo, para cuando sea un hombre de treinta y pico de años, y por lo tanto mi intención siempre fue armar una idea concreta de mi mente en la novela, aunque esté acompañada de los colores y los seres estrambóticos de la imaginación. Mi familia, o mejor: mi relación con mi familia también está ahí: la abnegación dulce de mi madre, la enfermedad de mi padre, las dificultades en mi vida con la mamá de Luciano, la cercanía y lejanía con respecto a mis hermanos. Todo escondido, claro, todo sin nombres, todo tras el inefable velo de los sueños, para que quede claro que el narrador soy yo, claro, pero que también eres tú, él, nosotros.

—¿Qué tanto trabajo representó encontrar una estructura narrativa que tuviera coherencia con la historia y para un hipotético lector después?

Recuerdo haber tenido un falso comienzo, haber escrito unas quince páginas que deseché pronto porque iban por otro rumbo o no tenían el tono adecuado, en un proceso equiparable al del cantante que afina la voz antes del concierto, pero luego yo mismo me metí en el viaje de mi historia y desde entonces no hubo trabajo, no hubo esfuerzo. Escribir para mí siempre ha sido un juego, y aunque se requiere disciplina, el acto de crear ha estado siempre lejos del concepto de labor.

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«Absolutamente todo sí es un libro personal y tenía que serlo: como lo he mencionado, la novela es un regalo para mi hijo, para cuando sea un hombre de treinta y pico de años, y por lo tanto mi intención siempre fue armar una idea concreta de mi mente en la novela...»

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—En Absolutamente todo hay mucha fantasía y un derroche de imaginación, ¿cree usted que es un libro que podría leerlo un público infantil o juvenil? ¿Usted piensa en una posible audiencia cuando está escribiendo?

Si un niño quiere y puede leer cualquiera de mis novelas, maravilloso, así como sería maravilloso ver a los párvulos concentrados en la lectura de El origen de las especies o Ficciones. La única audiencia en la que pienso mientras escribo está conformada por los fantasmas de los autores que me contagiaron del deseo de escribir.  

—¿Cómo se dio la idea de incluir ilustraciones en el libro?

Desde el comienzo supe que la novela incluiría dibujos, mapas, secretos, como en los viejos libros de Verne o Stevenson que llegué a leer de niño. Las ilustraciones de la novela fueron comisionadas a mi hermano, Carlos Orozco, quien las elaboró antes de leer el libro y siguiendo indicaciones a veces demasiado precisas: aquí las manos así, aquí una columna de humo, aquí el perfil de la primera ecografía de Luciano como rocas en el arrecife.

—¿Ser un escritor inclasificable es algo que usted se propuso? ¿Cómo cree que se llega a tener un estilo así?

Proponerse ser inclasificable sería tan inconsecuente como elaborar el derrotero de una improvisación. Mi único afán ha sido el que, pienso, debería ser el destino de todo arte, de todo artista verdadero: explorar el mundo, testar el límite de las técnicas, intentar la creación de algo hermoso, avanzar el proyecto sentimental e intelectual del ser humano. El estilo de un escritor es inevitable y habita en él desde el comienzo, sin importar que pase por etapas, así como las potentes notas del tenor habitan en la delicada voz del niño.

Absolutamente todo es una novela con una carga alta de nostalgia y es, a la vez, muy divertida e ingeniosa. ¿Qué autores lee usted que lo hagan reír? ¿Qué tan difícil fue trabajar ese elemento dentro de la historia?

El humor es parte inseparable de mi estilo, y la seriedad de algunas literaturas siempre me ha dado la impresión de ser limitada, rimbombante y sesgada. Pero como dices, mi libro está cargado de nostalgia y debe quedar claro que yo no escribo comedias: escribo sobre la experiencia humana, que es tan graciosa como trágica y en donde hay espacio para todo: lo profundo y lo banal, lo detallado y lo frívolo. Para mí la batalla del hombre contra el sinsentido es tan crucial como la que libran algunos –no yo, ¿eh? – contra la halitosis o la pecueca. 
 
—¿Hay algún problema o desventaja con la literatura que es fácilmente clasificable?

No hay problemas, no hay desventajas, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

—¿Es Absolutamente todo un libro que puede servir como preparación para la paternidad?

Absolutamente nada sirve como preparación para la paternidad: ser papá es descubrirse completamente inadecuado para la experiencia telúrica de tener un hijo. 

—¿Cuáles son esos libros imprescindibles para Rubén Orozco?

Las tragedias de Esquilo y de Sófocles, casi todo Nabokov, casi todo Borges, casi todo Vonnegut, Cien años de soledad, Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino, la poesía de Pedro Salinas, Ulysses y otros cuantos por ahí.



📷Foto Rubén Orozco: Angélica Vélez.


*Escritor colombiano. Autor de los libros de cuentos Otra Luz y La piel de las pesadillas. Colaborador literario en Libros & Letras y otros medios culturales.

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