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Ciencia ficción de tierras hispanohablantes

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Por: Pablo Concha*

“La ciencia ficción es una literatura que nos permite distanciarnos de los problemas que tenemos como seres humanos, pero no para escapar de ellos, sino para estudiarlos desde una nueva perspectiva. Gracias a esta distancia, la ciencia ficción nos advierte del abismo hacia el que nos dirigimos y a la vez nos dice qué debemos hacer para evitarlo”. Esto afirma la escritora venezolana Susana Sussmann al final de su relato “Dos transmigraciones”, incluido en el libro El tercer mundo después del sol: Antología de ciencia ficción latinoamericana; decir que tiene toda la razón sería caer en una obviedad.

Muchos creen que no existe algo como la ciencia ficción latinoamericana, ya que al no haber un desarrollo tecnológico ni científico en nuestro continente (en comparación con los países industrializados o del primer mundo), sería absurdo considerar que se puede concebir o engendrar una narrativa de ese tipo en estas latitudes. A veces da la impresión de que persiste una ligera renuencia a utilizar el término, como si aún fuera mal visto que te vieran leyendo un libro de ciencia ficción (o fantasía o terror), o como si fuera algo que no pudiera manifestarse en voz alta sin sentir vergüenza, como un placer culposo que debiera mantenerse oculto. 

Aunque algunas editoriales grandes han empezado a publicar libros que se enmarcan en este campo, lo hacen de manera muy pausada, con un flujo lento de este tipo de historias escritas en nuestro idioma, a diferencia de lo que ocurre con las obras de autores estadounidenses o británicos. En El tercer mundo después del sol: Antología de ciencia ficción latinoamericana, libro publicado por editorial Minotauro, legendaria por sus ediciones cuidadas (algunas inencontrables ya) de los mejores escritores de ciencia ficción de la historia de la literatura, tenemos una muestra de catorce escritores de Latinoamérica que han venido trabajando la ciencia ficción y los géneros no realistas desde hace bastante tiempo, algunos con más éxito y reconocimiento que otros, logrando abrirse camino en este género y demostrando que en Hispanoamérica, al contrario de lo que muchos puedan creer, sí se escribe ciencia ficción, y muy buena, además. 

Dialogamos con el editor Rodrigo Bastidas Pérez, responsable de compilar este proyecto:

−¿Cómo y dónde nace su amor por la ciencia ficción?

Nace con la lectura de Philip K. Dick cuando me enfermé de niño. Sin televisión, ni aparatos electrónicos a la mano, pedí a un amigo me prestara libros de la biblioteca de su padre y cayó en mis manos Do androids dream of electric dreams? Creo no haber entendido mayor cosa de ese libro a esa edad, pero sí me dejó una pregunta sobre la forma en que se configuraba la realidad que estaba viendo. Posteriormente me marcarían mucho los capítulos cosmogónicos de Twilight zone que confirmaba siempre esa pregunta por la grieta de lo real.

−¿Qué es la ciencia ficción latinoamericana y en qué se diferencia de la anglosajona?

Tal como lo propongo en el prólogo del libro, es difícil dar una definición prescriptiva de la ciencia ficción latinoamericana. Apuntaría más la pregunta por la forma en la cual se configura la ciencia como un discurso de construcción y validación de la verdad en cada uno de estos espacios que nombras: Latinoamérica y lo anglosajón. Justamente el título de la antología apunta a ese ordenamiento socioeconómico que se da después de la Segunda Guerra Mundial entre primer y tercer mundo. Esto conlleva comprender lo científico a partir de un imaginario de creación versus consumo de tecnologías; con esas bases ideológicas se construye la ciencia ficción en cada uno de estos espacios.

−¿Cuánto tiempo tomó ver materializada la idea de esta antología y cómo fue el proceso de selección de los autores?

La idea de la antología atravesó diferentes estadios y momentos. Inicialmente no iba a ser publicada en el sello Minotauro (de editorial Planeta), pero gracias a una valiosa colaboración de Gato Muñoz, el libro logró entrar en el épico sello fundado por Paco Porrúa. El proyecto empezó hace algunos años con el editor Miguel Manrique, quien me dio la libertad total de elegir a los autores; la selección respondió a dos ítems que me parecieron importantes: el primero fue que los autores tuvieran varias publicaciones que respaldaran no solo su adscripción al género, sino que los convirtiera en autores “representativos” de cada país. El segundo ítem fue buscar autores que tuvieran un trabajo ensayístico en el cual problematizaran el género como objeto de estudio; eso era muy importante para mí dado que usualmente las preguntas teóricas desembocan en textos narrativos que tienen propuestas novedosas.

−En una parte del prólogo usted dice que “La ciencia ficción latinoamericana históricamente ha sido definida desde la negación”. ¿Podría expandir esa idea?

Hay una larga historia de esa definición negativa; la describe muy bien Romina Wainberg en su texto de 2017 “¿Dónde está la ciencia en la ciencia ficción?”. Wainberg encuentra que muchos autores (principalmente argentinos) han subrayado la carencia de la ciencia en Latinoamérica y, por lo tanto, la imposibilidad de escribir ciencia ficción. Desde ese lugar, el género no funciona como una positividad (lo que es) sino como una negatividad (en comparación con la ciencia ficción anglosajona). En este diálogo, aportes tan importantes como los de Martín Felipe Castagnet o Ezequiel de Rosso son invaluables y han ayudado a construir las bases de la ciencia ficción latinoamericana actual.

−¿Hubo autores que le hubiera gustado incluir en esta antología pero que no se haya podido por algún motivo?

Creo que son más los autores que quise incluir y no están, que aquellos que quise incluir y efectivamente están. La selección siempre es compleja y conlleva una engorrosa tarea de clasificación, pero los autores antologados tienen una agencia específica: son representativos, abren una puerta para que más personas quisieran crear y leer ciencia ficción y muestran una variedad amplia del género en el continente. Por solo nombrar algunos que me hubiera encantado incluir, están Carlos Gardini, Daina Chaviano, Erick Mota, Marcelo Cohen, Rita Indiana, Edmundo Paz Soldán, Pablo Dobirini, Andrea Chapela y al menos unos treinta más.

«Tengo la esperanza de que una antología como esta sirva como motor para que se entienda la ciencia ficción como una posibilidad de escritura que tiene eco en la industria editorial»


−¿Cree usted que todavía existe algún tipo de rechazo por parte de los críticos y revistas literarias hacia estos géneros no realistas como la ciencia ficción y el terror?

Depende de las revistas literarias. Es sabido que los géneros no miméticos tuvieron su desarrollo y su configuración en revistas literarias de papel barato que eran pensadas para públicos amplios. De alguna manera estos géneros, considerados de masa o populares, mantuvieron ciertas dinámicas de publicaciones periódicas hasta el día de hoy. Para el caso del terror y la ciencia ficción, la producción de revistas electrónicas o publicaciones independientes en todo el continente no es menor y existen revistas literarias dedicadas exclusivamente a estos géneros. Lo mismo sucede con la crítica. Creo que estos géneros producen ecosistemas culturales totalmente diferentes a los configurados por literaturas como la realista o la de autoficción, literaturas que están emparentadas con otros fenómenos editoriales.

−¿Qué tanta ciencia ficción se escribe actualmente en Latinoamérica?

En realidad, se escribe mucha ciencia ficción. Se podría decir que las publicaciones del género se dividen en dos grandes grupos: uno estimulado por editoriales independientes que usualmente tienen tirajes cortos y distribución acotada. Este grupo es más cercano a una identificación con la ciencia ficción y con elementos más legibles del género clásico. El otro grupo es de autores que publican en espacios más hegemónicos y que no suelen clasificar sus textos como parte del género. Son autores que publican uno o dos textos pero que suelen tener su espacio literario en el realismo; este fenómeno, muy común en la literatura de género, se lo llamó para el caso de la ciencia ficción anglosajona el slipstream.

−Al final de cada cuento hay una reflexión o pequeña anécdota por parte de cada autor. Es inusual encontrar esto en una antología. ¿Cómo se dio la idea de incluirlas?

Esta fue una idea que encontré en las antologías de Harlan Ellison Visiones peligrosas y que modifiqué un poco para incluirla en El tercer mundo después del sol. En las antologías de Ellison, cada autor comentaba algunos rasgos del cuento publicado y explicaba por qué había sido rechazado en otras revistas (los cuentos de esas antologías tienen como particularidad haber recibido cartas de rechazo por distintas razones). Decidí que era muy importante escuchar la voz de los escritores para comprender cómo se configura el género en este momento, cómo cada uno de ellos lo piensa; al ser un investigador literario, quise dar herramientas de análisis para futuros estudios críticos. Espero que estos fragmentos sirvan como aliciente para impulsar el estudio del género en ámbitos académicos.

−¿Qué podemos hacer para que se lea y se difunda más la narrativa de ciencia ficción, terror y fantasía en Colombia y en Latinoamérica?

El trabajo con los géneros no miméticos debe incluir claramente el grupo lector de los jóvenes, la inclusión de textos de estos géneros en planes de estudio, y unas dinámicas de lectura escolar que permitan una mayor legitimación a futuro. Afortunadamente, en el continente una nueva ola de terror, fantasía y ciencia ficción está teniendo una centralidad editorial que se puede entender como una respuesta de contraposición a la hegemonía de la literatura del Yo en la década anterior. Es importante que este momento de auge pueda desarrollar una identidad propia como parte de los géneros populares y no sea tomado por la hegemonía realista que tiende a introducir las disidencias en un terreno conocido con nomenclaturas como el “realismo gótico”. Tengo la esperanza de que una antología como esta sirva como motor para que se entienda la ciencia ficción como una posibilidad de escritura que tiene eco en la industria editorial.

−¿Cuáles podría decir usted que son los libros de ciencia ficción qué más lo impactaron e influenciaron como lector y luego como editor?

Es una pregunta difícil por la amplitud de la ciencia ficción y quisiera mejor comentar la editorial que me influenció y me impactó como lector y editor; es, precisamente, Minotauro. Esta editorial, fundada en el 51 por Paco Porrúa se convirtió en un ícono de lo que la ciencia ficción podía llegar a ser, apoyado en el fenómeno de la New Wave. El fondo editorial de Minotauro no solo inició con El señor de los anillos, sino que publicó por primera vez una traducción de Crónicas Marcianas de Ray Bradbury y a autores como Ursula K. LeGuin, William Gibson, Clifford Simak, Angela Carter,Theodore Sturgeon, Kurt Vonnegut e incluso latinoamericanos como Marcelo Cohen. Entender el alcance que propuso Porrúa para su proyecto editorial es algo que siempre causa sorpresa y admiración. Es justamente por eso que publicar esta antología en ese sello editorial es tan importante.

−Aunque esta antología recoge relatos de escritores de toda Latinoamérica, ¿cree usted que se podría compilar un libro de ciencia ficción solo de autores colombianos?

Indudablemente. Es más, ese fue un proyecto que logré llevar a cabo en el año 2017 cuando publiqué dos antologías de ciencia ficción colombianas con Editorial Planeta llamadas Relojes que no marcan la misma hora y Cronómetros para el fin de los tiempos. La idea de esas antologías fue buscar a los autores de ciencia ficción colombianos que estuvieran publicando en ese momento y que tuvieran un proyecto narrativo a futuro que pudiera impulsar la producción de ciencia ficción en el país. Tuve la suerte de contar con autores que siguieron el camino de la ciencia ficción como Cristian Romero, Andrea Salgado, Luis Carlos Barragán, Gabriela Arciniegas o Hank T. Cohen.

−Si un lector joven le interesa la ciencia ficción pero no sabe por dónde empezar a leer, ¿qué le recomendaría?

La ciencia ficción es un género muy amplio en el cual hay subdivisiones temáticas que apuntan a distintas formas de ver el género; por ello es difícil recomendar un tipo específico de texto. A quien le guste la aventura, seguro le gustarán las Space operas, a alguien más experimental la new wave, los amantes de los sistemas informáticos el ciberpunk, los interesados por las alegorías políticas las distopías. La ciencia ficción es un mundo tan grande que permite que todos entren en su campo de posibilidades. Ahora, si me piden un título para los más jóvenes, creo que las distopías clásicas como 1984 de Orwell o El cuento de la criada de Atwood son textos que permiten ver el potencial crítico del género, o las sagas espaciales como Duna de Frank Herbert o la trilogía de La tierra fragmentada de N. K. Jemisin dejan ver la construcción de universos complejos y entretenidos.



Foto: Rodrigo Bastidas / Archivo personal.


*Pablo Concha es un escritor colombiano, autor de los libros de cuentos Otra Luz y La piel de las pesadillas y colaborador literario en Libros & Letras y otros medios culturales.



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