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El París de Héctor Mora

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«He encontrado nuevamente a mi padre en la forma en que escribe»


Para empezar a hablar de Un París de cabaret primero debemos decir que la historia de este libro comienza años atrás, cuando el mismo Héctor Mora, durante varios febreros, invitó a su gran amigo, Armando Caicedo, a sostener un diálogo constante que tenía la intención de echar a andar algún tipo de intercambio justo de capítulos o partes del manuscrito, y comentarios.

Después podemos decir que, en 2015, Armando recibió este mensaje: “Armando mijo, si de casualidad te ves con mi editora, de quien no tengo su correo, le haces entrega de La monja del Cabaret, para el respectivo visto bueno”, y en este punto es oportuno aclarar dos cosas. La primera: con “mi editora”, Héctor se refería a Catalina Martínez, directora de Palabra Libre. La segunda: con “La monja del cabaret”, se refería a la historia que hoy tienes entre las manos, y que inicia con un poema de Amado Nervo:

Vida, nada te debo. 
Vida, nada me debes. 
Vida, estamos en paz.

Sucede que, luego de que en julio de 2017 llegara la noticia de que había muerto en Bogotá uno de los periodistas más representativos de la televisión colombiana, con los hijos de Héctor, acordamos hacer realidad el sueño de publicar lo que sería su primera novela, pero cuando ambas partes empezamos a trabajar en el texto nos dimos cuenta de que a la historia le faltaban varios elementos para pertenecer a ese género, pues él, sin discusiones, no pudo dejar a un lado su estilo de cronista. Razones por las que, en consenso, iniciamos la búsqueda de un título más acorde a lo que allí estaba escrito. 

Y bueno, con el ánimo de darles una idea más clara de lo que fue este trabajo conjunto, del proceso de edición y de lo que significa para nosotros publicar Un París de cabaret, les compartimos una conversación que tuvimos con el hijo mayor del autor, también llamado Héctor Mora (Ramírez), no sin antes dejarles un fragmento en el que el periodista habla de su entonces novela:

“Desde hacía mucho me había propuesto la meta de escribir sobre una de las ciudades que tanto me maravillaron en los distintos viajes que tuve la fortuna de realizar alrededor del mundo. En ningún momento, sin embargo, fui consciente de que me toparía con la historia de Antonella, esta estudiante provinciana, bella e ingenua, que se enamora un día en París de un joven aristócrata, con quien terminará casándose para después verse obligada a alejarse, pues algo que ninguno de los dos tenía entre los planes, aparecerá rápidamente y terminará con el precoz matrimonio. Abatida, la joven decide recluirse en un monasterio y tomar los hábitos”.

- ¿En qué contexto se escribe Un París de cabaret

HMR: Creo que, sencillamente, tratando de recordar muchas cosas de lo que habían sido las experiencias de mi padre alrededor de París, y de juntarlas en un ejercicio literario, porque por primera vez estaba desarrollando una novela. Él conocía muy bien la ciudad, estuvo allí de luna de miel con mi madre cuando se casaron, durante 7 meses, o una cosa así, y pues como tuvo la oportunidad de visitarla en múltiples ocasiones, más de 30, quizá, aprendió a conocerla muy bien, a defenderse, a ubicarse de una manera perfecta, tanto que en la familia solíamos decirle que parecía un cartero o un taxista, pues no necesitaba mapa para moverse, a sabiendas de que es un lugar en el que las calles no tienen números sino nombres, cosa que hace más difícil su descubrimiento.

- ¿Con lo narrado allí, has encontrado información novedosa para ti como hijo?

HMR: He encontrado nuevamente a mi padre en la forma en que escribe, en la forma en que describe los lugares, muchos de los cuales conozco, así que obvio salen datos o anécdotas que él incorpora y de los cuales de pronto no tenía todo el conocimiento al respecto, pero en general los escenarios que plantea de París fueron muy bien expuestos a su manera, y desde su estilo, y en ese orden de ideas, el libro ha sido para mí un acercamiento más a él, una excusa para recordarlo cómo era, porque era tal cual está allí.

- ¿Se quedó algo por fuera de la historia?

HMR: Si se quedó algo por fuera de la historia o no, no sabría decirlo. Por fortuna con el equipo de Palabra Libre logramos sacar adelante una visión en la que está mi padre, porque cuando leí el producto final lo sentí a él ahí, y cuando pudimos compartir el libro con sus amigos más cercanos, también nos dieron esa tranquilidad, la tranquilidad de decirnos: “No, este es su papá, si hubo algún cambio o algo, no se siente”.

- Y hablando de cambios, del nombre, o de la decisión de publicar el texto como crónica y no como novela, por ejemplo, ¿qué crees que pensaría tu papá de ellos?

HMR: Yo creo que en general los cambios fueron hechos de una manera muy respetuosa, muy sincera, muy meticulosa, y muy profesional frente al escrito para mantener el contenido, el balance, y la narrativa que requería, y así las cosas me siento muy contento con todo el apoyo y la dedicación de Palabra Libre, porque, aunque si bien hubo cambios, no se alteró para nada la historia ni su estructura: no cambiamos nombres de personajes, locaciones, o fragmentos… eso se respetó al máximo, y con mi familia nos sentimos muy satisfechos en general porque más que cambios vemos adaptaciones alrededor del escrito. ¿Él qué pensaría de ellos? Me imagino que le habrían gustado más algunas cosas que otras, pero como el ejercicio que hicimos fue, repito, tan pilo, delicado, respetuoso y apasionado, creo que estaría satisfecho con el resultado final, y con ver cómo lo hicimos.



Si le interesa conocer más sobre este libro, por favor escríbanos a contacto@librosyletras.com

*Foto: Archivo personal Héctor Mora Pedraza.


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