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Edgardo Kawior: «Pretextos en un diálogo entre la música y la palabras»

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Edgardo Kawior. Foto: cortesía autor


Un café en Buenos Aires con Edgardo Kawior


Por: Pablo Hernán Di Marco* / Argentina


Acertó Hernán Casciari cuando utilizó la palabra “intensidad” para definir a Edgardo Kawior. De todos modos, yo prefiero optar por la palabra entusiasmo. Edgardo es infinidad de cosas, pero ante todo es un tipo entusiasmado. Por imaginar, por crear, por convocar; en fin, por hacer. No es sencillo seguirle el paso. Sus múltiples facetas —psicoanalista, escritor, camarógrafo, director de cine, teatro y televisión—, lo vuelven por momentos inclasificable. Sin embargo, un  buen modo de conocer a Edgardo es sumergirse en Pretextos. Pero… ¿qué es Pretextos? Venga, acompáñenos, lector, este pocillo de café es suyo. Buena parte del propósito de esta charla tiene como fin compartir con usted los secretos que atesora esa bella alquimia entre teatro, música y literatura a la que su creador, Edgardo Kawior, bautizó Pretextos.   

—Pretextos un híbrido tan original que no es sencillo explicarlo. Definilo con tus propias palabras, por favor.

EK: (Risas)… Definir Pretextos es tan difícil como definir el psicoanálisis. Yo diría que es un diálogo entre la música y las palabras. Dos amigos fueron quienes lo definieron mejor que yo. Pedro Saborido, después de venir la primera vez, me dijo: “Kawior, esto que armaste es una tertulia. Me encantó”. Y Reynaldo Sietecase, una especie de padrino del ciclo, cuando lo anunció por primera vez en la radio, dijo: “Matías de Rioja y Pablo Citarella nos ofrecen sus dones”. Como verás sigo sin poder definir que es Pretextos sin pedirle ayuda a quienes viven esta experiencia.

—Contale a nuestros lectores quiénes son los talentosos Matías y Pablo.

EK: Matías es P y P: psicólogo y poeta. Así me gusta definirlo. Tiene publicados dos poemarios que están por ser reeditados por Hojas del Sur, y una novela inédita que verá la luz pronto. Y Pablo es la mano derecha (y también la izquierda) de Gerardo Gardelín. Suele conformar las orquestas de los musicales más importantes de Buenos Aires, es profe de piano y de música, y un pianista que toca el piano con todo el cuerpo. 

—Dejame hacer mi aporte para definir Pretextos. ¿Sería correcto decir que es un viaje, mitad orden y mitad aventura, entre literatura, piano y psicoanálisis? 

EK: Más que correcto, la tuya es una definición implacable. Gracias, Pablo. Te la voy a robar para la difusión de las próximas presentaciones.

—No te cobro nada, pero si querés pagás vos esta ronda de café. Contame algo, Edgardo: ¿recordás el preciso instante en que te surgió la idea de Pretextos?

EK: Sí, un día después de revisar mis años de laburo con Gabriel Rolón y con Hernán Casciari, me dije: “Pelado, tus ideas funcionan. Es hora de que inventes algo nuevo” (algo nuevo que se construye a partir de lo viejo, porque en realidad no inventé nada con Pretextos). Entonces, una tarde estaba en Facebook y encontré un texto de Matías de Rioja. Le mandé un mensaje privado y nos citamos en Los Galgos a tomar una cerveza.

—Te interrumpo un segundo. Qué lugar precioso Los Galgos. La próxima nos encontramos ahí, ¿qué te parece?

EK: Dale, te tomo la palabra. Y entonces pensé en Pablo Citarella, porque es amigo y toca el piano precioso, además de ser muy histriónico. Y así fue. Los junté a los dos. Ellos no la veían ni cuadrada, pero me dieron la chance de una primera presentación. Y así empezó, como todo. Probando.

—¿Qué escritores pasaron por el ciclo?

EK: Matías de Rioja fue el primero. Luego, se sumaron unos cuantos, no todos escritores. La lista es larga (y preciosa): Casciari, Guebel, Mey, Skliar, Sietecase, Juan Sklar, Saborido, Natalia Zito, Vivian Dragna, Debret Viana, Valentina Vidal, Javier Lombardo, Belén Wedeltoft, Marianne Costa Picazzo… quizá me esté olvidando de alguno. Una vez Graciela Borges leyó junto a Gonzalo Unamuno y Enzo Maqueira poemas de Idea Vilariño y Paco Urondo. Otra vez hasta tuve la osadía de presentarme yo mismo el 13 de octubre, con el pretexto de celebrar el día del psicólogo a leer algunos poemas que escribí, y fragmentos de textos inéditos.

—Sí, ese día fui. ¿Sabés qué me llamó la atención aquella vez? La química que generás para unir al público con lo que sucede arriba del escenario. Los espectadores se sentían parte de un todo, algo nada sencillo de lograr.

EK: Parte de lo que pasa en Pretextos que se parece mucho a lo que sucede en una sesión de análisis. Lo evanescente. Lo que no se puede capturar. Qué bueno que lo hayas vivido así porque no hay modo de transmitir esa experiencia sin transitarla.

—¿Qué escritores soñás con subir al escenario este 2020?

EK: Por lo pronto, sueño con el final del aislamiento por el coronavirus, y reprogramar las fechas de Saborido, Sietecase, Casciari, Mairal y Mercedes Romero (que ya estaban programadas). Vengo insistiendo con Sacheri, Claudia Piñeiro, Fabián Casas, y muchos otros. Incluso, había pensado abrir el juego a intérpretes. Verónica Llinás (leyendo a su padre, Julio), Irina Hauser, que además de escribir, canta precioso. Veremos qué nos permite soñar este mundo complicado. Ojalá pueda sumar actores y actrices. Me gusta el concepto de “obra en construcción”.

—¿Son muchos los tímidos como yo, a los que les ofrecés participar y te ponen excusas de todo tipo?

EK: No, vos sos un tímido único e irrepetible.

—Me hiciste reír. Dale, sigamos. 

EK: Pero no fuiste sólo vos quien me dijo que no. Luis Mey, que a esta altura es un amigo, me pasó una lista de escritores y escritoras interesantes. Llamé a una y me dijo: “Pero a mí no me gusta leer en público. Me da taquicardia”. No sé si era parte de una fobia o qué. No quiero diagnosticar sin conocer el caso en profundidad.

—Te tiro una idea: podrías armar un Pretextos con esa escritora y yo como invitados. Y lo llamás Pretextos para tímidos incurables.

EK: La timidez no es un problema, mucho menos una enfermedad. Ahora, me hiciste acordar de otra escritora. Le mandé un mensaje por Messenger diciéndole que me gustaría invitarla a Pretextos, pero que no había leído nada de su obra, si quería enviarme algo. Y me respondió “Si no leíste ninguno de mis libros me parece una falta de respeto que me convoques al ciclo”. Ahí sí pareciera que hablamos de una “patología narcisista”, o del desconocimiento de la invención creativa.

—Esa actitud, por desgracia, no me sorprende. Cambiemos de tema. Sos director de cine y televisión, ámbitos en los que el control sobre lo que sucede detrás de cámara es casi total. Sin embargo en Pretextos, no solo trabajás sin red, sino que quienes suben al escenario suelen ser escritores que están a años luz de la experiencia de un actor. ¿Cómo te llevás con esa inevitable adrenalina? 

EK: Bien. A veces me ayudo con una copa de mis amigos de Vinos Vuelo Andino, o una cerveza. Pero además, fuera de broma, poner en escena una obra que no tiene un guión estricto, es una apuesta. Como la del psicoanálisis. Mi maestro Augusto Fernándes en sus clases de dirección de teatro y puesta en escena, solía decir: “Un director es inteligente cuando renuncia a lo que imaginó”. Eso es Pretextos. Dejar que el momento me sorprenda. 

—Qué buena esa frase, y muy aplicable a la escritura. También sos psicoanalista. ¿Qué le aporta la psicología a Pretextos? 

EK: Pensé mucho en esto que me preguntás. En el deseo de analizar y en el lugar del analista. Pretextos es un espacio para el deseo del otro. Yo, en muchos casos, simplemente convoco a los artistas, y dejo que la cosa suceda. A veces, intervengo más. Casi como en el juego del análisis, algo parecido a lo que hago, de algún modo, en el consultorio cuando trabajo con mis pacientes. Invito a los escritores y escritoras a jugar. Si no saben qué hacer, empiezo a interrogar su deseo. 

—Esa faceta de aventura de Pretextos de la que antes hablé, intuyo que hace que tengas muchas anécdotas para contar. Compartime una.

EK: Te cuento una anécdota de las muchas que este ciclo me regaló. Tras insistirle más de una vez, Daniel Guebel me dijo que sí, y vino a leer fragmentos de su libro El hijo judío, un texto reconciliador respecto a la relación con su padre. Fue la primera vez que Daniel leyó este libro en público. Tres días después de la presentación, su papá, que estaba enfermo desde hacía mucho tiempo, murió. En Pretextos, como en el psicoanálisis, como en la vida misma, el azar también juega.

—Tremendo lo que me acabás de contar. La literatura como premonición y sanación, y también como despedida.

EK: Algo así. Natalia Zito contó algo que, mirá, de sólo recordarlo se me pone la piel de gallina. Creo que fue aquel día que viniste a ver. Su novela Rara que seguro habrás leído, cuenta la experiencia de su embarazo en el que su hijo perdió la vida. Natalia dice que si no hubiera escrito sobre esta tragedia se habría muerto ella también.

—Sí, estuve el día que Natalia subió al escenario. Tuviste la gentileza de sentarnos a los dos en la misma mesa. Lo que te contó Natalia es un buen ejemplo de la escritura como sanación. Y también la perfecta contracara del narcisismo del que antes hablamos. ¿Pedimos otro café, Edgardo?

EK: Dale, pero esta vez pagás vos.

—Acabás de abrir tu canal de Youtube. ¿Qué le vas a ofrecer a tus seguidores a través de esa red? 

EK: Por lo pronto empecé a compartir algunos videos del ciclo, una columna de Hernán Casciari en la que lee el prólogo de mi libro y explica por qué me bautizó “Pelado Intenso”, y con el correr del tiempo, quizá me anime a generar contenidos especialmente para este canal. Me gustaría armar duplas de Pretextos a distancia. Como nos fuimos enterando en estos días para poder transmitir en vivo en Youtube necesitás tener más de 1.000 seguidores, quiero atraer nuevos suscriptores con contenidos interesantes. Ese es el plan. Crear un espacio propio para acercarme a la gente en tiempos de aislamiento. Desde el arte, desde la palabra, desde la música.

—Nombraste tu libro, hablemos un poco sobre eso. En 2018 publicaste El enigma de la verdad. Ensayo en tres actos sobre Psicoanálisis y Teatro. Y sé que estás abocado a la escritura de una novela. ¿Qué podés adelantarme de esa novela? ¿Cómo estás viviendo el pasaje del ensayo a la ficción? 

EK: No sé si hay grandes diferencias, más allá del oficio, de escribir un género u otro. Incluso, no sé cómo explicar qué me pasa cuando escribo en clave de ensayo o cuando me animo a la poesía. Lo único que te puedo decir es que me anoté en uno de los talleres de Daniel Guebel, y la primera clase me dijo: “Yo ya sé sobre qué historia quiero que escribas. La que me contaste la primera vez que tomamos un café”. Quizás, podría decirte entonces, Pablo, que la escritura de mi novela la estoy viviendo como un viaje hacia atrás en mi historia, y un viaje hacia adelante, en mi deseo de ser escritor.



—Vamos con la última pregunta de Un café en Baires, Edgardo. Te regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Contame quién sería y qué le preguntarías.

EK: Qué difícil. Creo que las preguntas serían dos. Invitaría a William Shakespeare y le preguntaría “¿Maestro, usted dejó guardadas algunas obras inéditas? ¿No me diría dónde están, por favor?”

—Y que el encuentro sea en Los Galgos, ¿qué te parece? Tendría su gracia caminar con el viejo William por Callao y Lavalle. 

EK: Seguro. Yo arrancaría Callao abajo, con la intro de “Balada para un loco” en la voz del Polaco. Pasaría por Clásica y Moderna, lugar en el que viví momentos preciosos, y luego agarraría Rodríguez Peña para visitar lo que fue hasta hace pocos meses el Teatro de La Comedia (donde se estrenó la adaptación teatral que hice junto a Charlie Nieto y Gabriel Rolón de su libro Historias de Diván). Este último tramo de la recorrida, musicalizada con “Aniversario” de Pessoa. “El tiempo en que festejaba mi cumpleaños, yo era feliz, y nadie estaba muerto”. Perdón. Me pegó trágico, pero no solitario, el final.

Acá les paso el enlace para seguir el canal de Edgardo en Youtube:





*Pablo Hernán Di Marco.  Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor, entre otras novelas Las horas derramadasTríptico del desamparo. Colaborador literario de la revista Libros & Letras 







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