Por: Camila Melo / Bogotá
Recomendamos algunas lecturas para leer mientras estamos en casa. Se trata de varios libros de autores colombianos que nos permiten viajar por nuestra propia literatura.
¿Han leído o releído alguna de las siguientes obras?
La vorágine
El clásico publicado en 1924 por José Eustasio Rivera.
Fue el libro elegido por los colombianos como el más importante del Bicentenario. Su narrativa realista premágica, considerada por muchos como la gran novela de la selva latinoamericana, expone la dramática existencia de los caucheros, que se debaten cada día con los árboles y los capataces sin otro fin que la pura subsistencia.
Los girasoles en el invierno
Punto de partida para la escritura de muchas mujeres en Colombia.
Los girasoles en el invierno (1970), de Albalucía Ángel, trae a nuestra literatura las experimentaciones literarias del siglo XX y, por el otro, porque sirve de punto de partida para la escritura de muchas mujeres en Colombia y el resto de Latinoamérica. Editar la primera novela de Albalucía Ángel en esta colección diseñada entre Panamericana Editorial y las mas importantes universidades del país, es una apuesta muy importante, dada la ruptura que, para varias generaciones, ha representado al abrir un espacio propio, en diálogo con los autores más significativos del siglo XX y de otras épocas.
Ibis
Es una de las novelas que contribuyeron a construir la imagen de la Vargas Vila como un escandaloso autor de novelas eróticas.
Esta novela representó para el autor el comienzo de su carrera literaria como escritor en todo el sentido de la palabra. La obra gira en torno a tres personajes: Teodoro, joven talentoso que se inicia en las artes; su Maestro, que será el orientador de toda su concepción de vida, y Adela, que encarna la figura de la mujer fatal y destructora, que finalmente llevará a Teodoro a la aniquilación. En el transcurso de la obra, el lector descubre que Adela es hija del Maestro y que lleva en sí el germen de la lascivia y la perdición.
Ibis es una de las novelas que contribuyeron a construir la imagen de la Vargas Vila como un escandaloso autor de novelas eróticas. Sin embargo, vale la pena señalar que en toda su obra, y en esta novela en particular, utiliza un lenguaje innovador que hace que el lector participe activamente en el desarrollo de la trama, pues el narrador sugiere ambientes y valores de los personajes que llevarán al lector a amarlos o rechazarlos de forma contundente.
El hostigante verano de los dioses
Una obra que algunos desaprobaron con argumentos morales y otros celebraron su propuesta temática y formal.
¿Cómo iba a ser posible que una mujer escribiera una novela «fuera de tono» frente a lo que estábamos acostumbrados a leer?
En El hostigante verano de los dioses cuatro mujeres escriben la historia —una forastera, Inari, Isabel, Hade—, y se entrecruzan el género epistolar, el monólogo, el diálogo, la segunda persona y el relato tradicional. Múltiples voces que se construyen a la manera de cajas chinas y, al mismo tiempo, como cuarto de espejos: una escritura contradice a la otra, o la complementa, o la amplía, tanto en la forma como en la presentación de la información. Cada escritura teje la trama, para que la otra la desteja o cambie los hilos narrativos hacia una nueva dirección, y poco a poco el lector se ve obligado a armar el entramado de la historia.
Manuela
Considerada como la obra literaria más importante de los primeros años de la república
Publicada inicialmente por entregas en el periódico El Mosaico en 1858, es estimada como la obra literaria más importante de los primeros años de la república. Escrita hacia 1858 esta novela refleja los dos aspectos más relevantes de la expresión literaria de la época: realismo en la descripción de los hechos, los personajes y la realidad ambiental, y una trama basada en reminiscencias de la vida política contemporánea, centrada en la problemática social surgida de la explotación y el abuso de los más humildes y desvalidos por parte de individuos poderosos económica y políticamente. Así, Manuela, la heroína, sufre el perverso y continuo asedio de Tadeo hasta ser obligada a entregarse a sus caprichos, para morir luego en los brazos del labrador Dámaso, su verdadero amor. Manuela es considerada la primera novela de carácter social escrita en Latinoamérica.
María
Esta novela representa el primer amor, un amor totalmente puro, platónico, inocente, melancólico y además sostiene la narración perfecta del romanticismo.
El recordado amor de María y Efraín, que Jorge Isaacs entregó a la imprenta en 1867, había alcanzado más de cincuenta ediciones antes de que diera fin el siglo XIX.
El argumento de María, resuelto narrativamente en primera persona, da cuenta de la relación entre los primos María y Efraín, quienes, luego de compartir sus primeros años, se encuentran nuevamente cuando Efraín ha concluido sus estudios de colegio en la capital. Su relación progresa felizmente en medio de la naturaleza y ante la comprensiva actitud de sus mayores; pero sombríos presentimientos anuncian el triste final: María da muestras de padecer la misma enfermedad que llevó a su madre a la tumba tiempo atrás. El padre de Efraín lo envía entonces a Londres a cursar estudios de medicina; mas al completar el primer año de su estancia en Europa, se entera de que la dolorosa enfermedad ha postrado a María y ella requiere su presencia. Efraín hace un supremo esfuerzo por salvar las enormes distancias que lo separan de su amada en el menor tiempo, pero ello no es suficiente. Cuando llega a la hacienda de sus padres, se encuentra con la infausta noticia de la muerte de María. Incapaz de soportar la vida en medio del escenario de su amor, decide abandonar para siempre la tierra de sus mayores.
La rebelión de las ratas
La novela que nos enfrenta a la pobreza, a la desesperanza y a la desigualdad de clases.
En su novela, publicada en 1962, Fernando Soto Aparicio muestra la lucha social de las comunidades que viven por y para alimentar el engranaje capitalista. Una lectura de Colombia desde la ficción con elementos contundentes de la sociedad de su época.
La rebelión de las ratas, escrita con un lirismo que sorprende, desnuda descarnadamente el drama de un campesino dedicado, por la fuerza de la fatalidad, a trabajar en las oscuras y fétidas galerías de una mina de carbón para no morir de hambre. Los sombríos socavones simbolizan la vida misma: laberinto indescifrable, donde la esperanza ha cambiado su color por el de la fría y negra roca milenaria.