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Intimidad colectiva. Sobre “Apegos Feroces” de Vivian Gornick

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En estas “memorias”, Gornick hace una exploración a su pasado desde la infancia hasta la madurez  y  su presente como narradora; también, examina a la ciudad en un constante caminar, describiendo una poética particular del andar.


“La palabras me encuentran

Porque ellas no miran sino que traspasan.”


(Desastre Lento-Tania Ganitsky)


Por: Mateo Ortíz Giraldo*

El origen tiene lugares diferentes. Pero, si algo tenemos en común: es que nos gestamos en un vientre. Flotamos durante meses en un líquido denso. Luego salimos y ese vínculo persiste. La literatura, como exposición de la entraña de los humanos, indaga sobre esa relación: las complejidades, los temores y las variaciones. Desde La odisea hasta ahora, es un tema del que no logramos dejar un lado. Vivian Gornick lo sabe y en Apegos feroces(Sextopiso, 2017), recorre las sombras que componen ese “hilo rojo” que une a los hijos y las madres.


Este texto fue publicado en inglés en 1987, no fue hasta el 2017 que esta pieza vio la luz español. Se trata de una novela autobiográfica, un compendio de memorias. Es decir, una ficcionalización del pasado a cargo de una escritora cuya prosa es sencilla, producto de una lectura profunda y reflexiva de su realidad y de un gran bagaje literario que la sustenta. Cada palabra, como en ese poema de Ganitsky que sirve de introducción a esta reseña, traspasan al lector pues, a pesar de tratarse de una traducción, se deja ver ese trabajo elaborado de una escritora cuyo lenguaje es usado para explorar.


En estas “memorias” (parafraseando a Borges, la memoria es una de las ramas de la literatura fantástica), Gornickhace una exploración a doble banda y en un dos tiempos: su pasado desde la infancia hasta la madurez  y  su presente como narradora; también, examina a la ciudad en un constante caminar, describiendo una poética particular del andar.


Esta primera exploración de tiempos es, a su vez, una forma de expandir el presente: permite que la historia no se preocupe por la linealidad sino por una ruptura, un quiebre y una dislocación. Este conteo de hechos pasados es el eje central de Los apegos feroces. Estos recuerdos están marcados por el espacio asfixiante donde la familia Gornick vivía en el Bronx: un edificio al estilo Perec (La vida instrucciones de uso, Anagrama) donde las historias de sus habitantes, mujeres  en su mayoría, están marcadas por el desasosiego. 


Así, las mujeres de Apegos feroces, habitan un lugar de puertas abiertas, metáfora que sirve para explicar que sus vidas se cruzan y entretejen. En medio de ese camino tres puntos cardinales rigen la narración; tres mujeres que sirven de símbolo y arquetipo: la madre de Vivian, Nettie (vecina y amiga de los Gornick) y la misma narradora. 


Como la autora explica: “Nettie quería seducir, mamá quería sufrir y yo quería leer” (p.13). Entonces, la madre se transforma en el símbolo de la entrega, de la mujer del hogar que ama con dulzura y se impone desde su superioridad de mártir; Nettie, la mujer joven, seductora y bella se edifica como símbolo cuyo placer reside en el sexo y cuyo sexo es parte de su liberación; por último, Vivian es el arquetipo de la mujer que desea aprender, que busca emanciparse y que, también, se debate entre la entrega doméstica de la madre y la exposición sensual de la vecina. Tres mujeres y tres tensiones que hacen de Los apegos feroces una indagación sobre las posibilidades de habitar el cuerpo.


El elemento unificador, propone Gornick, está en el descubrimiento de la ciudad por medio de las caminatas de la madre y la hija por Nueva York. Vemos parajes que nos dibujan a la ciudad como espacio habitable e incitador de recuerdos. Recuerdos que llevan a imágenes e imágenes que despliegan discursos; reflexiones sobre el amor, el olvido o el duelo.


Apegos feroces se transforma en este tipo de libros que al sostenerlo te queman las manos, sientes que te habla directamente. Ves tu rostro reflejado en la narradora y tu madre sentada frente a ti, confrotándote y amándote. Esta novela es íntima y también crea intimidad que compartes, llevando la historia personal a un criterio universal. 


*MATEO ORTIZ GIRALDO.

Leedor. Presunto escribidor.
Estudia periodismo y filosofía. 

Síguelo en 

Twitter: @plumasinave


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