Por: Jorge Consuegra. El joven Charley Mason quiso pasar la Navidad en París junto a su amigo Simon, una reconocido periodista y a quien Charley quiso desde siempre y deseaba, después de dos años, celebrar esta festividad en la Ciudad Luz, pero justo al llegar, Charley se encuentra con sorpresa tras sorpresa ante la actitud de Simon quien no lo espera ni en la estación del tren, si que menos en el hotel, pero aún así Charley lo llama y lo invita a cenar, pero Simon acepta despectivamente, actitud que ha extrañado sobremanera a Charley.
Al día siguiente Simon le dice que si se quiere “divertir” con alguna “dama de compañía” asunto que acepta Charley y van a un club nocturno en donde conoce a una “princesa” rusa, Lydia con quien empieza a tener una relación cercana y ella le cuenta la razón por la cual es prostituta: “Mi marido está en la cárcel por un asesinato que cometió y quiero expiar esa culpa”. Allí tanto Simon como Lydia narran en forma por demás magistral –la magia de Maugham- cómo sucedió el crimen convirtiendo la obra en una genial Novela Negra.
Charley comprende el dolor de Lydia y la acompaña en su tragedia, pero los dos o tres días de vacaciones pasan y él debe regresar. Por un lado ella regresa al burdel y Simon, en una actitud hosca y más que despectiva le dice a Charley que nunca más querrá saber de él y así en medio de la sorpresa por lo vivido y contado por Lydia y la forma de actuar de Simon, Charley regresa a su casa paterna a contar lo sucedido.
Maugham es un verdadero mago contando cada historia y haciendo una especie de crucigrama con sus personajes. Es una bella novela a la que vale la pena dedicarle un buen fin de semana.
