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Obra literaria de Emilio Bastidas. Estudios críticos

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Por: Alicia Miranda Hevia*


Aun hoy Samaniego, en el departamento de Nariño al sudeste de Colombia, es un pueblo remoto. Queda a 117 kilómetros de la capital departamental, Pasto. A la región la cruzan varios ríos y el clima es benigno, por lo que la agricultura y la ganadería se dan con facilidad. Por su peculiar geografía se da también la minería del oro.

Fue apenas fundado en 1837. Samaniego y en general el departamento de Nariño habían sufrido en carne propia unas luchas feroces, primero entre los realistas y los republicanos por separarse de España, y luego entre los dos estados, el colombiano y el ecuatoriano, por la posesión de los territorios fronterizos.

En 1902 había concluido la guerra civil colombiana llamada de los mil días. En noviembre de 1903 Colombia sufrió la pérdida del departamento de Panamá.

Fue el primer paso en el ajedrez de las potencias capitalistas por la posesión del istmo. Se sabía que era el mejor punto para construir el canal transoceánico que garantizaría una comunicación marítima para el desarrollo del comercio y del poder militar, sobre todo los de los EUA.

Menos de un siglo después de la fundación de Samaniego, en 1905, nació allí Emilio Bastidas. Su familia descendía de los fundadores originales.

A pesar de las profundas transformaciones que se vivían en la nación, casi no existían vías de comunicación. Los transportes eran muy difíciles y se hacían a lomo de mula o de caballo. La actividad económica no era boyante.

Una férrea dominación ideológica y económica de parte de la iglesia católica imponía una represión constante en la vida social y en el desarrollo intelectual de los habitantes, no solo del pueblo, sino de toda la región. Aun así, en 1918 se logró fundar la Sociedad Juventud Laboriosa, para impulsar el desarrollo intelectual de la juventud.

En aquel ambiente conservador creció Bastidas, hizo sus estudios, realizó el servicio militar en Pasto y ya mayor de edad, acompañado por unos primos, logró el difícil y complicado viaje a Bogotá.

A los 27 años, en 1932, contrajo matrimonio en su pueblo natal con una joven, Regina Urresty, con quien habría de tener nueve hijos. Para mantener a su familia se dedicó a la minería.

Bastidas fue siempre líder en su comunidad, una persona dinámica que quiso que su pueblo progresara de todas las formas posibles en la educación y en los servicios públicos.

Los terribles conflictos políticos que caracterizaban al departamento en aquella época, y una epidemia de bartonelosis, motivaron al matrimonio Bastidas Urresty para que se trasladara a Tulcán, Ecuador, en 1940 y luego a Ipiales.

Regresaron años después y en 1948 Bastidas fue elegido diputado por el departamento. Entre 1950 y 1954 prestó servicios diplomáticos en la embajada colombiana de Quito.

Logró por fin trasladarse a vivir a Pasto en 1956 junto con su familia. Allí consolidó un buen nivel económico. Vivió allí hasta su muerte, causada por un cáncer, en 1976.

Bastidas fue un hombre de su tiempo y de su espacio. Residía en un lugar que quedaba lejos de las metrópolis. La opresión ideológica y el retraso que sufría su entorno limitaron su acceso, en su juventud, a la cultura y a la educación. No alcanzó a realizar estudios universitarios ni pudo dedicarse a escribir como un profesional.

Su fuerte afición por la lectura y la escritura lo animó a luchar contra todos aquellos obstáculos. Tuvo que dedicarse a trabajar para sostener a su familia, pero en la medida de lo posible leyó muchísimo y reunió una gran biblioteca.

En el libro publicado por sus hijos, Obra literaria de Emilio Bastidas, estudios críticos, se realiza una semblanza de su vida y el recuento de su obra literaria.



Produjo una novela, El hombre que perdió su nombre, obra sincera y reflexiva, un poemario, Del dolor, de la muerte y de los sueños, un ensayo premiado sobre Tirso de Molina que refleja su fascinación por la literatura clásica española, crónicas, artículos y comentarios literarios.

Las provincias colombianas han sido fecundas en esta categoría de hombres públicos y líderes comunales que han logrado superar toda suerte de obstáculos para poder dar expresión material a su inclinación literaria y a su necesidad de expresarse.

San José, mayo de 2017.



*Alicia Miranda Hevia. Narradora, ensayista, periodista y profesora costarricense.


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