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De Virginia Woolf a Liliana Díaz Mindurry. Mujeres que escriben de literatura

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Madrid / España.


Un ensayo que hechiza al lector por el alto nivel de complicidad que establece para adentrarse en una serie de inquietudes propias de los amantes de los libros.



En la historia de la literatura han sido varias las mujeres que han reflexionado sobre la acción de escribir. La relación mujer y palabra nos ha dejado libros y debates relativos a la igualdad o a la ficción. A la lista de autoras como Patricia Highsmit, Virginia Woolf, Edith Wharton, Marguerite Duras o la contemporánea Chantal Maillar, se suma la argentina Liliana Díaz Mindurry, de quien en España la Editorial Huso acaba de lanzar su ensayo La maldición de la literatura.

La literatura es un activismo visceral, quizá a esta conclusión lleguen los lectores ante la declaración de principios que hace Liliana Díaz Mindurry: “Al no comprender el hombre se convierte en todas las cosas y así se defiende contra la muerte que es el orden por excelencia de lo eternamente estático. Escribir tal vez parte de una desesperación asumida, que al emprenderse en su vacuidad se vuelve una muy extraña esperanza”. El nuevo libro de la escritora argentina es un combate cuerpo a cuerpo con el acto de escribir, pero también con el de la lectura. Díaz Mundurry se sumerge en las profundidades de la palabra. Se mete en el fondo del mar para palpar el más allá del lenguaje, para desnudar los niveles de los distintos símbolos gramaticales. Y vuelve a la superficie con el dolor convertido en belleza. La escritura literaria como oscuridad protectora de una luz distinta a la que estamos habituados.

Tras la novela Pequeña música-nocturna, publicada este año y con la que la autora obtuvo en 1998 el Premio Planeta Buenos Aires, la madrileña Editorial Huso apuesta por La maldición de la literatura para introducir en España el amplio universo literario de Liliana Díaz Mindury. En esta nueva obra la escritora involucra al lector en la contienda de sus lecturas, como si hilara un camino entre memoria y biblioteca. Y los lectores se sentirán identificados con la primera vez de un determinado libro, con aquellas preguntas que a modo de faro le conmocionaron la rutina. El ensayo de Díaz Mindurry, articulado con un cuidadoso orden y división de temas, refleja, por lo tanto, praxis y resultado: un tratado sobresaliente sobre el Mal-Decir –el significado de lo mudo o disimulado en el lenguaje– así como un compromiso solidario con el otro, a quien hace partícipe de sus hallazgos. La autora conjura para ello a escritores y pensadores quienes de una forma u otra han incorporado en su escritura el sufrimiento, el miedo, el horror, los tormentos de la duda en un léxico, inquietante, casi siempre subrepticio. Por la multiplicidad de nombres y puntos de vista que discute (Aristóteles, Nietzsche, Heidegger, Ortega y Gasset, Lacan, Bloom, Freud, San Pablo, Jesucristo, Deleuze, Felisberto Hernández, Borges, Cortázar, García Lorca, Lewis Carroll, Camus, Kafka, Husserl, Beckett, Godot, Blake Novalis, Onetti, Celan, Pizarnik, Rilke, Pessoa, Kant, Joyce, Faulkner, San Juan de la Cruz, Paz, Baudelaire, Hölderlin, Breton, Dostoievsky, Sartre, entre otros), se hace perceptible lo mucho que Díaz Mindurry ha pensado sobre su investigación, las congojas de los distintos autores que ha relacionado, el peso de la tribulación que ha tenido que sobrellevar para simbolizar este, su “libro sagrado” del Mal-Decir literario.



Hay momentos claves en la vida de todo lector que considera la literatura territorio propio, refugio de soledades, donde las experiencias de lo sagrado y lo profano se circunscriben o se disocian con naturalidad, y es cuando se topa con un texto que no solamente seduce sino que rompe con todos los esquemas. Ante tal dicha se empieza a subrayar frases, a releer y a atesorar pensamientos. Esta es la experiencia que espera a los que se adentren en los sortilegios creados por la escritora argentina Liliana Díaz Mindurry en La maldición de la literatura. Un ensayo que hechiza al lector por el alto nivel de complicidad que establece para adentrarse en una serie de inquietudes propias de los amantes de los libros.

El acercamiento al misterio humano ha sido tratado profusamente pero de forma parcial. Díaz Mindurry propone unificar tales nociones y logra una originalísima recopilación del reverso de la palabra literaria de múltiples escritores. Esto es, el lenguaje del silencio inexorable, de los temores, de la nada. Al recrear tales postulados, la praxis de los escritores del Mal-Decir y de la revisionista del Mal-Decir –Díaz Mindurry– cumplen su cometido. La compilación de la autora universaliza los discursos puesto que no va dirigida a un sector de la élite literaria sino a todo lector que encuentre en sí mismo repercusiones de lo leído: “El lector hace la catarsis. El lector ve todo ese exacerbado Mal-Decir y empieza a sentirse bendecido por la belleza nacida del sufrimiento. Ve su propio sufrimiento, puesto en palabras por otro. Entra en un desesperado solipsismo, pero también sale de él. Ve que las palabras valen por su tiniebla […]”. La maldición de la literatura por lo mismo se constituye en un ambiente insólito, apasionante, conmovedor. En este ensayo, Liliana Díaz Mindurry, conocida narradora y poeta argentina, juega con la palabra Mal-Decir que implica el uso literario consciente de aquellas complejidades y maldiciones del habla: paradoja, ambigüedad, multivocidad, malentendido, transmutadas por la literatura en estética y una manera de revelar el mundo, mostrando el caos (“abertura” desde su etimología) de la trama textual del universo, formando un nuevo orden que produce un nuevo caos, de un modo infinito.

Liliana Díaz Mindurry* nació en Buenos Aires. En 1990 obtuvo el Primer Premio Municipal de Buenos Aires por su libro de cuentos La estancia del sur y el Primer Premio Municipal de Córdoba por el mismo título; el Primer Premio Fondo Nacional de las Artes 1993 por la novela Lo extraño; Premio Centro Cultural de México en cuento 1993 y Premio El Espectador de Bogotá en cuento 1994, ambos en el concurso Juan Rulfo de París; Primer Premio Jiménez Campaña de Granada; Premio Planeta Biblioteca del Sur 1998, por la novela Pequeña música-nocturna (traducida al alemán por VGS Köln, 2000), entre otros. Tiene veintitrés libros publicados, entre ellos las novelas La resurrección de Zagreus, A cierta hora, Lo indecible, Lo extraño, Summertime, Hace miedo aquí, El que lee mis palabras está inventándolas, Perro ladrando a la luna, Cita en la Espesura y los libros de ensayo La voz múltiple y La maldición de la literatura. De su obra destacan también libros de cuentos como Buenos Aires ciudad de la magia y de la muerte, En el fin de las palabras, Retratos de infelices, Último tango en Malos Ayres y el galardonado, La estancia del Sur. En poesía ha publicado Sinfonía en llamas, Paraíso en tinieblas, Wonderland, Resplandor final y Cazadores en la nieve (traducido recientemente por Reflet de Lettres Éditions, París, 2016). Su cuento Onetti a las seis fue llevado a la escena teatral por Hernán Bustos junto con Un sueño realizado del propio Juan Carlos Onetti. Es autora del epílogo a sus Obras Completas (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2005) y ha escrito numerosos ensayos sobre su obra. En 2016, su novela Pequeña Música-Nocturna inaugura Huso Editorial en España. Dirige talleres literarios desde 1984.



* Foto de la autora: Mayda Bustamante.



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