Por: Francisco Vélez Nieto de El Libreprensador
El observatorio, de Michael Connelly (Ediciones B) nos sitúa en una noche allá en las colinas de los Ángeles, campo de acción de sus novelas de intriga tensa con sorprendentes finales.
En ese lugar es en donde se ha cometido un asesinato cotidiano, que deciden encargarle al polémico e insobornable detective de policía Harry Bosch, quien dotado de su especial perspicacia no suele aceptar la rutina cotidiana, y que se entera de que la víctima, Stanly Kent, no es un simple empleado en el campo del sector clínico sino alguien con un puesto de mucha responsabilidad en el delicado departamento de sustancias radioactivas.
Este asunto parece tan oscuro, serio y peligroso, como es capaz de convertir el aparente cotidiano crimen en una cuestión de posible terrorismo internacional, razón de peso para que el FBI tome cartas en el suceso con ordeno y mando.
La situación no es para andar jugando, si se tiene en cuenta que si esas sustancias radioactivas han sido substraídas y se encuentran en manos de un poder extraño, pueden producir un auténtico acto salvaje en el momento menos esperado. Luego el tiempo para aclarar el proceso es corto y todo apremio es poco. En cuestión de horas urgen desde arriba, cuando posiblemente si se difunde la situación, el pánico pueda ser tremendo.
Ahora bien, debe preguntarse el lector: ¿Cómo se va a compaginar un policía federal de los Ángeles con sus duras experiencias y resabios profesionales frente a los agentes del FBI destinados para este asunto de alta peligrosidad? Discordia posible con uno de ellos, Rachel Walling, agente del FBI y expareja de Harry Bosch, que se supone puede poner las cosas más difíciles de lo que se piensa. Máxime cuando nuestro Harry Bosch sospecha que el panorama es nebuloso, cuando olfatea para sus adentros que pueden existir otras circunstancias.
Para conseguir datos se decide desplazarse al domicilio de la víctima, vivienda muy bien situada, y comunicarle a la señora Kent viuda del asesinado la realidad de los hechos. Lo sorprendente es que a la viuda se la encuentra en el dormitorio, tendida en la cama totalmente desnuda y con las manos atadas a la espalda y una mordaza en la boca. Cuando ella cuenta la historia de que dos tipos la han llevado a tan humillante estado, pero que no han abusado de su lindo cuerpo, solamente unas fotos que le han sacado para asustar al marido que, por miedo a que fuera su querida esposa violada y asesinada entrega las capsulas radioactivas. El amor puede más que la realidad profesional, la víctima entrega lo exigido y es cuando aparece asesinado como se señala al inicio de la historia.
Aquí la historia da un giro sorprendente según los criterios, el FBI se asume como una cuestión de estado de grave peligro para la población, los políticos entran de lleno en el juego exigiendo resultado con urgencia. Para lograr un triunfo político rentable por haber salvado a la nación. Estos jefes del FBI eufóricos y triunfadores. Pero por otra parte, el policía federal Bosch cree que se debe de partir del factor humano. Aclarar en primer lugar si las circunstancias que se conocen reales y suficientes. El enfrentamiento es total, pues se enfrentan dos criterios diferentes.
Las investigaciones avanzan entre discusiones tangentes y ocultamiento del hallazgo entre unos y otros. El final se descubrirá todo. «No intento conseguir que el lector tenga una revelación: quiero entretener.»