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Una fisura al infinito

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Por: Mauricio Palomo Riaño* / Tomado de Con-Fabulación.


Con Mejor arder, poemario de la autora colombiana Margarita Losada Vargas entramos al silencio, a la noche, al lenguaje, a la herida fundamental y a una serie de influencias que el lector percibirá en el ambiente dibujado de cada verso. El mar, el amor, la vida, la muerte, vienen siendo la metáfora misma y no la metáfora, como elemento formal, el vehículo de esas construcciones. Poder percibir cómo la figura retórica se vuelve realidad en un ámbito imperceptible, y salir del poema creyéndonos metáfora, sabiéndonos mar, silencio, noche, herida…

Aquí, el juego con el lenguaje, en unos versos cortos que posibilitan poemas de la misma extensión, revela una honda carga semántica que se conecta con lo no dicho, nos lleva como lectores a que sintamos en el intersticio de cada letra, de cada palabra que va componiendo la hilera, cómo se agazapa en esos silencios una verdad que la vana literalidad no expresa, que la sola palabra escrita no devela, y que tampoco nosotros sabremos conocer dentro de la hondura de su totalidad.

Hay algo en estas breves arquitecturas que te acercan al fondo del abismo de ti mismo, es algo así como el significado de lo que puede ser el infinito. Desfilan por los poemas de Mejor arder las alusiones, los sobrentendidos, los silencios intencionados, los juegos, y entonces, cuando crees acabado el poema, sentirás la ignorancia bañándote, porque definitivamente algo dentro de ti te revelará cómo fue apenas el ápice lo que te llevaste contigo, la punta de un iceberg que sea quizá la misma vida, cuando el mar esté por secarse, la que te lo revele en toda su inmensidad. En esta colección de poemas todo dependerá, definitivamente, del lector y de su sumergirse.

Otros matices que ofrece el poemario son los juegos del sueño con la muerte, el sueño como esa muerte breve, y la muerte como ese sueño infinito, y a veces, también, el sueño que no llega; la señal que destella en un parpadeo el fondo del abismo, de la misma manera, la recurrencia al concepto de lo ondeante, de lo que viene y se va, de la distancia, del recuerdo; ese viaje entre ayeres y ahoras, entre los muchos que pudimos ser y las circunstancias que nos llevaron a lo que somos, entre los agradecimientos a los que nos acompañan y los tributos a los que ya no están, es Mejor arder la entrada a nuestros precipicios, sin canoas ni cancerberos. También somos lo que hemos perdido, sus historias, sus actividades, sus ausencias. Bradbury decía que cuando las personas que amamos mueren, nos damos cuenta de que no lloramos por ellas, sino por las cosas que hacían, lloramos porque nunca más volverán a hacerlas.




Asimismo, un enigma particular quedará desentrañado en una gran medida dentro de estas páginas y es la definición de lo inconmensurable; la poesía. Con el poema Revelación quedará definida. No será Margarita Losada Vargas quien la dirá, será el lenguaje que se manifiesta en ella, el poeta no es más que el médium, el instrumento en el tejido de la vida; esa vida que no viene siendo otra cosa que poesía.

Si hay algo que tenga este poemario que lo diferencia de otros tantos, es su intento evidente por encapsular la alteridad en las palabras, en la tinta que se escapa entre los ojos que no se cierran, una otredad análoga, hibrida, con todo lo que guardamos adentro de nosotros mismos, taludes simultáneos y la pregunta por lo que está del otro lado de mí, adentro. ¿Quién?, la duda, y esa fisura que nos permite filtrarnos hacia otras percepciones, ese flotar sobre las múltiples posibilidades que tuvimos de ser otros si hubiésemos estado en el instante preciso. Mejor arder se sintetiza en la gran frase de Muhammad Ali; “yo, nosotros.”

La obra prima de Margarita Losada Vargas es una muestra artística de lo mucho que podemos decir en tan poco. Con los poemas que componen este libro descubrimos la profundidad de lo existencial. Al haberlos leído saldremos de esa tinta pensando decididamente que algo allá, atrapado en cada pausa del verso, refundido, extraviado, se nos quedó sin interpretar. La musicalidad, las formas y las imágenes que se van logrando con las palabras, generarán la sensación de algo que no supimos explorar en su vastedad y sin embargo, ese pedacito que si se pudo quedar en nosotros, será suficiente para luego afirmar que conocimos la entrada de lo infinito.



* Profesor de Literatura de la Universidad La Gran Colombia. Ha escrito los libros de cuentos Nombrar la ausencia. 2014 (Común presencia editores, colección los Conjurados) y Caja de Pandora. 2016. (Senderos Editores).


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