No. 7438 Bogotá, Sábado 11 de Junio de 2016
“Mientras unos dan plomo, nosotros damos pluma”
Jorge Consuegra
Por Carolina Pineda González / Colombia.
“Decir, para atenuarla, la fragilidad de la vida, el temblor del pensamiento que osa querer apresarla, girar alrededor de la trampa que la vida te tiende cada vez que haces la pregunta que la muerte te susurra, la pregunta diabólica: “¿Por qué vivir? ¿Por qué yo?”. Como si fuese la muerte la que quisiera comprender la vida. (…) Escribir impide que la pregunta que ataca a la vida llegue. No te preguntes: ¿por qué…? En cuanto llama la pregunta por el sentido, todo tiembla. Se nace; se vive; todo el mundo lo hace, con fuerza de ceguera animal. Ay de ti si quieres tener la mirada humana, si quieres saber lo que te sucede. Hélene Cixous.
Se espera constantemente la idea precisa para escribir, las buenas razones para hacerlo. ¿De
qué hablar? ¿Qué hacer?¿Citar al otro o hablar de nosotros? Pero ninguna idea es ajena a nosotros. Nos suceden cosas de las que escribimos. Nos escribimos, sin duda… Pero no hay que revelar la vida y, aunque podríamos hacerlo o tal vez lo hacemos, hay ideas y temas más grandes que nosotros mismos.
…Y vuelve la misma pregunta. ¿Qué contar, de qué hablar, sobre qué escribir? Y a veces hay tanto por decir. A veces, sólo a veces, porque hay días en que ninguna idea quiere hacerse palabra. Y llegan por la rendija esas otras veces en que parece más fácil citar al otro, decir lo que alguien más ha dicho. Definitivo, nos han quitado la voz, no sabemos qué contar. Se comienza a escribir una historia en el momento en que nos invade una idea que permanece y todo alrededor habla de ella, de su desarrollo.
Esperando la idea precisa hay que anotarlo todo, dibujarlo, convertirlo en borrador. Ahí nace la idea, grita.
Porque si la idea se va, si no se escribe. ¡Que desprevenidos fuimos, la dejamos ir! y ahora
¡hay que correr, rescatarla!
Las ideas. Tantas se han escrito… Pero la clave no está en el contar sino en la originalidad de cómo lo hacemos.
Esperarlas sentado en el bus, observando la ciudad, o mientras vas caminando para llegar a casa, o montando en bicicleta, o antes de quedar dormido, o cuando has despertado en medio de la noche.
Hay un momento en el que todo lo que vemos son palabras que se alzan en cada mirada. Y se transforman los edificios, los árboles y las miradas de los otros en palabras.
Dudamos. No podría decir que todos albergamos los mismos temores cuando se trata de escribir, pero es cierto que a veces nos inquietamos por saber si aquello que hemos escrito merece ser leído. Por eso hay que compartirlo.
Lleguemos al asunto… ¿Quieren saber cómo escribir ficción? Hay que sentarse a escribir, no hay otro modo. Estar frente a la hija de papel o frente a la pantalla en blanco del computador.