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Crónica: Mi corazón debe comportarse y cogerla suave: Andrés Beleño

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Por Juan Rincón Vanegas / Valledupar / Cesar / Colombia


Hace dos meses, el hombre que tiene como mejores compañeros a los versos y cantos jocosos, sintió que le hicieron un llamado inusual, pero no a subirse a una tarima, sino que su corazón le mandó un pié forzao que no esperaba.

“Me dio un fuerte dolor en el pecho, y enseguida me tocó ir donde el médico, quien me recomendó un tratamiento a fondo, pero como el corazón se quedó quieto, pensé que era pasajero, y resulta que de un momento a otro se repitieron los dolores, no se tenía otra salida que acudir al médico y enseguida me dejaron en la clínica”.

Estas son las palabras del verseador, compositor y cantante Andrés Emilio Beleño Paba, nacido en Chiriguaná, Cesar, quien se vio en calzas prietas en un momento en el que no valieron las recomendaciones caseras, ni las alegrías y las tristezas acumuladas en su larga vida.


Un catéter para ‘Bele’


Viendo la gravedad del paciente, los galenos lo remitieron de Valledupar a Barranquilla, donde le hicieron varios análisis, y hasta cabía la posibilidad que según sus palabras, “Me pusieran un reloj en el corazón (marcapasos) para que me vigilara los golpes, pero gracias a Dios pude salir invicto”.

Lo que si le realizaron al primer Rey de la Piqueria en el Festival de la Leyenda Vallenata fue un cateterismo, procedimiento cuyo resultado daba cuenta que el ‘Cucharón’ estaba dando la hora exacta, y solamente le mandaron un tratamiento: mucho cuidado y una dieta rigurosa, situación muy compleja para un hombre acostumbrado al buen comer. Al recibir estas recomendaciones manifestó: “Si es así, no hay problema, porque soy juicioso, dedicado, y si controlo un poco la boca, puedo seguir metido en mi mundo”.

‘Bele’ hizo una parada intempestiva, y poniéndose la mano en el pecho dijo: “Esa es la vida mía. Cuando abandone esto, si es verdad que la cosa se pondrá dura, porque sin parrandas, sin composiciones y sin versos, enseguida se me descuadra la vida”. Con la jocosidad que lo caracteriza, expresó que de este suceso debe salir una canción. “Voy a decirle a mi corazón que se comporte, que la coja suave, o como dicen los pelaos: que se relaje”.


Sigue sonando la campana


Las visitas a su regreso no cesaban, y todos le reportaban un agradecimiento a Dios por haberle dado unas décimas más de vida “al maestro Andrés, que por su carisma y don de gente todos lo quieren”, anotó un vecino del barrio Los Caciques.

Andrés Emilio no deja de agradecerles a todos: “Hasta que no llega un momento como este, uno no sabe lo que tiene, y quiénes son verdaderamente los que están a su alrededor. Mi esposa no alcanzaba a recibir la cantidad de llamadas preguntando por mí. No tengo palabras para agradecerles a todos. Dios les pague”.

Entonces, por vez primera su sonrisa se fue de visita a otra parte, porque las lágrimas adornaban el rostro del hombre al que los versos le salen hasta por los poros. Ya un poco calmado, tiró el primer verso después del primer llamado del corazón.

“Tendrán que tener presente

oigan lo que digo yo,

yo le agradezco a la gente

a todo el que me llamó”.

Cuando uno de los presentes llamó la atención sobre la canción ‘La campana’, que le grabara Poncho Zuleta, explicó: “La campana de mi canción que siga sonando: Tan, Tan, Tan, Tan. La campana de la iglesia, no!!! Esa que se quede quieta”.


Nada que perder


De repente, Andrés Beleño quiso referirse al concurso Rey de Reyes de la piqueria que tendrá lugar en el 50º Festival de la Leyenda Vallenata. “Será un evento muy importante donde todos los ganadores deberán hacerse presentes para darle mayor altura a la piqueria. Como primer rey de la piquería, con el favor de Dios, estaré contestando presente porque yo no tengo nada que perder”. Y acto seguido, ante la mirada de los presentes, tiró su verso retador:

El que venga como venga

pa’ que sepan todos ustedes

yo si voy pa’ la piqueria

en medio del Rey de Reyes.

Enseguida, el hombre del bailecito particular cuando versea, preguntó sobre los gallos que buscarán la corona del Rey de Reyes de la Piqueria, y al decirle que veinte improvisadores, dijo que “ojalá que todos se decidan, como sería de bonito reencontrarnos todos los que hemos ganado este concurso del Festival de la Leyenda Vallenata, para demostrar nuestro talento sobre la tarima. Que no se vayan a quedar, pa’ levantarnos a verso limpio”.


Canciones en tambora


Andrés Emilio Beleño Paba está que no cabe de la dicha porque le vienen dos nuevas canciones de su autoría en las voces de ‘Churo’ Díaz (‘Que se vaya’) y Diomedes Dionisio (‘La hora loca’). “Vienen dos nuevas canciones en mi amplio repertorio, pero voy a emprender, con el favor de Dios, mi familia, mis seguidores y mis amigos, una producción musical en aire de tambora. Yo fui este año en los carnavales de Valledupar, el Rey de la Tambora”.

Después de brindar una rápida clase de tambora, que se ejecuta y se canta en la zona conocida como La Depresión Momposina, comunicó que está que se graba porque “ese es un regalo que nos merecemos todos”.

Sin más preámbulos, y demostrando sus dotes de cantador, interpretó: ‘La perramenta’:

“Aquí hay una perramenta

que no deja dormir a la gente

se amontonan en la puerta

peliando, dándose diente

yo les grito de allá adentro

perro, quédense quieto

perro, que se aquieten

esos perros son callejeros

esos perros son fogoneros

esos perros no tienen dueño

cuida’o que son de Beleño…”

Rodeado de esos animales que se mueven en su cabeza creadora se quedó el verseador y compositor, que de vez en cuando se observa el corazón para que no desafine, ni le juegue una mala pasada, porque entonces el jurado celestial tendrá que ponerle una mala calificación y salir de inmediato de la competencia terrenal.

Maestro Andrés Emilio Beleño, el mejor verso de ahora en adelante debe ser para Dios, porque permitió que siga montado en la tarima de la vida regalándole alegrías gratis a todos los que admiran su capacidad para el verso, el canto y hasta el bailoteo acorazonado.

Definitivamente Andrés Beleño tiene un corazón sincero de carne y sangre que es más fuerte que uno de piedra.




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