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Dejar el miedo a la innovación

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Por: Eugenia castaño/ Corresponsal L y L en España. El arte nuevo según el filósofo y ensayista español Ortega y Gasset no es bien recibido es impopular, ocurre un fenómeno sociológico en el arte, es así como sin ponerse de acuerdo entre sí, hay unas tendencias similares marcadas tanto en la poesía, en el teatro, la pintura, la escultura, la pintura donde coinciden con unos valores estéticos. Según el filósofo el estilo que innova tarda algún tiempo en ser popular, depende el estilo que impere, nos da un ejemplo muy excepcional y es el caso del romanticismo que rápidamente se hizo popular porque el arte clásico no era entrañable entre las mayorías, era defendido por una minoría selecta que se quedó paralizada en las formas del anterior régimen artístico. El romanticismo fue absolutamente consentido por las mayorías y lo llama Ortega y Gasset, “el primogénito de la democracia”. Pero el romanticismo es una de las excepciones que ocurrieron con el arte nuevo, no es lo que usualmente sucede. 

Explica que en general el arte nuevo tiene a las mayorías en contra y las tendrá siempre, que se presenta la disyuntiva entre una minoría que le gusta, lo entiende y lo acepta y una mayoría que no lo entiende. Sostiene que a las personas las apasiona un cuadro, una obra o cualquier manifestación artística cuando interviene sentimentalmente en ellas, nos brinda un ejemplo: “Para poder gozar del retrato ecuestre de Carlos V, por Tiziano, es condición ineludible que no veamos allí a Carlos V en persona, auténtico y viviente, sino que, en su lugar, hemos de ver solo un retrato, una imagen irreal, una ficción. El retratado y su retrato son dos objetos completamente distintos: o nos interesamos por el uno o por el otro. En el primer caso, “convivimos” con Carlos V; en el segundo, “contemplamos” un objeto artístico como tal.” 

Nos conduce a través de su ensayo a reflexionar en que en lugar de que compitan las antiguas tendencias y las nuevas, propone no obstinarse con las formas antiguas y a entender el trabajo de las artes nuevas y lo que impera según el cambio de las épocas. 

Cada generación de artistas plasma de acuerdo con su visión del mundo, a sus propias sensaciones y al entorno que le rodea. 

Nos aclara que en las artes nuevas existe una deshumanización de las artes, una frase muy acertada que cita: “Primero se pintan cosas; luego, sensaciones; por último, ideas.” refiriéndose a la pintura pero es aplicable esta influencia en las otras manifestaciones artísticas, científicas, filosóficas y humanas. Es de tener en cuenta que escribió su ensayo en 1925, que él mismo estaba sujeto a unas circunstancias históricas concretas. 

Meditando sobre sus planteamientos de los cuáles se pueden extraer ideas aplicables y válidas a nuestro tiempo, se siente una invitación a no quedarse quieto, a apreciar lo antiguo, aprender, interpretar, conocer pero también a no negarse la posibilidad de tener la mente abierta a los cambios que el tiempo genera, según los acontecimientos históricos, las nuevas sensaciones, por tanto las nuevas ideas que regeneran los pensamientos dando cabida a nuevos movimientos, que pueden ser artísticos, políticos, sociales, humanos. 

Un cambio inevitable que ocurre en la sociedad es el del lenguaje que se enriquece continuamente, crece y se transforma por los usos de sus gentes, es parte de la evolución humana el adaptarse a dichos cambios, al abrir los ojos y la mente a nuevas propuestas, viendo siempre el contexto que rodea al artista, al científico, al ser humano que crea o propone es algo que ayuda a entenderlo, apreciarlo o rechazarlo pero con conocimiento de causa y no por ignorancia, no juzgar sin conocer o por miedo a no entender rechazar de plano una propuesta, en otros casos por prejuicio. Es natural y humano que una tendencia pueda gustar o no gustar pero comprendiendo las motivaciones del creador, sus circunstancias particulares de etnia, cultura, educación, motivación, viéndolo sin juicios preestablecidos o contaminados por influencias de grupo, de intereses o por prejuicio, despojándose de estos elementos se puede llegar a contemplar la esencia, lo genuino y si no se acepta por lo menos se comprende. 

Inspirado en el libro La deshumanización del arte, José Ortega y Gasset, novena edición 1967, primera edición 1925, reflexión propia.

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