Las menos palabras posibles
A Beatriz Taboada
Por: Amílcar Bernal Calderón (Colombia)
Tu timidez es pálida y lampiña,
lleva largo el pelo
y el mal olor de sus axilas contamina el color
del aire respirable.
Es una cárcel,
tu timidez,
donde no hay que asesinar para ser invitado
ni haber robado un pan ni violado a la virgen
de yeso que adora la ignorancia
para andar con el corazón atado al tobillo
por cadenas de espanto;
tiene barrotes en los ojos, tuyos,
hilados de un metal inmune a la sierra
y a prueba del fuego más eterno.
De ella no se sale disfrazándose de dólar,
ni de dueño de la clave que todo lo abre
incluyendo las piernas del amor;
es a prueba de túneles de escape y desde su piel
jamás parten aviones que van a la elocuencia,
y no hay alquimia alguna
que la destierre de tu dolor de cabeza.
Tu timidez tiene todas las edades,
se ha mirado en todos los espejos buscando la insensible seguridad
de los actores o la sonrisa
de los ganadores;
ha perdido todos los juegos hablados,
ha sido derrotada por todas las miradas incluyendo
las que rebotan en los espejos de las vitrinas
al paso de la prisa,
no ha dado opinión alguna y puesto que
no ha tenido valor de cometer el delito más flaco
no es un delincuente sino sólo una cárcel:
la de las condenas perpetuas por los atentados más inocuos;
el lugar sin visitas
ni domingos de hombres a rayas y mujeres llorosas,
el burladero más estrecho que no te libra de la burla
del dedo que señala y desnuda,
la boca de vidrio que hiere la lengua que habla,
el encuentro donde se ahoga en sudor la mano del saludo,
donde las palabras pierden las letras y enmudecen
como el otoño de los árboles,
el discurso de la osadía tartamuda e incomprendida
que ensaya frente al túnel sin eco
una falsa promesa;
la torre distante desde donde
todas las mujeres se ven hermosas mientras huyen
de miradas como la tuya
que a la más mínima idea de lo largo en lo hondo
se masturban y piden perdón a sus miedos.
Tu timidez es una tela delgada, intangible,
incolora, cobarde y doliente
que rodeó tu mundo amniótico de la forma como un líquido insano
filtra su bilis negra en el licor del ermitaño,
e igual que a ti
embotó el mundo de otros niños eternos
que no han tenido valor para reconocerse como iguales,
montar un sindicato y reunirse
-sin peligro para el sistema de los locuaces
que derrochan sonrisas como gotas la lluvia-
para decirse entre ellos una palabra más que las menos posibles
e inventar un mundo en que el silencio tenga un solfeo
que saque a bailar al oído.
Tu timidez conoce tus señas, tu nombre y tus secretos,
es dueña de tus llaves
y puede reencontrarte aun cuando dejesde ser quien no eres.
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