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Sociedad líquida: Umberto Eco en el siglo XXI

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Por: Pablo Marín / Tomado de La Tercera / Chile. 


El libro póstumo del autor italiano apareció días después de su muerte y batió récords de venta. Pape Satàn Aleppe compila sus columnas publicadas por la revista L´Espresso. 

A Umberto Eco le habría parecido irónico, pero no le habría extrañado. El 19 de febrero, tras su fallecimiento a los 84 años, el escritor e intelectual público fue objeto de pésames espontáneos en las redes sociales, tras lo cual se difundirían los enjundiosos obituarios que exigía la ocasión. Y pasó que más de un tuitero normalmente bien informado comentó con alguna sorna el “último tuit” de Eco, fechado el 21 de noviembre pasado. Ahí se lee: “Hay un regreso al papel. Al menos en los años que me quedan de vida, el periódico no desaparecerá”. 

Pero ocurre que la cuenta de Twitter @umbertoeco_, activa desde 2010, no era de Eco y no se sabe de quién es. El autor de El nombre del rosa nunca tuvo una cuenta e hizo pública, más de una vez, la mezcla de recelo y desprecio que sentía por las redes virtuales. Más apocalíptico que integrado en este punto, el pensador que validó la cultura de masas en el ámbito académico ofició de aguafiestas, si es que no de viejo gruñón. Y a mucha honra. 

Una columna suya, publicada en 2013 por la revista L’Espresso, es uno de los varios testimonios de la mirada del piamontés a estos temas. Titulada Tuiteo, luego existo, mantiene en alto su sentido del humor (“No estoy en Twitter ni en Facebook. La Constitución me autoriza”) para transmitir al lector su pesimismo respecto de la orientación que las señaladas plataformas dan al debate público, así como de su irrelevancia. Y en el caso de Twitter, para compararlo con un bar donde cada quien se desahoga a su gusto, partiendo por el idiota del pueblo, sin que eso redunde en un beneficio para nadie. O para contar su encuentro con una mujer que seguía su cuenta apócrifa de Twitter, sin saber que lo era, y que a veces intercambiaba ideas con el falso Umberto Eco, lo que a ella le resultaba muy provechoso. 

Eco tiene otras columnas donde desmenuza el caso de Facebook o las emprende contra los “imbéciles” que ven una cámara de TV y se lanzan de inmediato a agitar las manos detrás del entrevistado para que el mundo los vea. Éstas y otras que tocan temas muy distintos, aunque siempre tomando el pulso del presente, integran su libro póstumo: Pape Satàn Aleppe. Cronache di una società liquida. 

Previsto su lanzamiento para mayo, la muerte del autor no le impidió escribir una introducción a la obra y seleccionar los textos que pueblan sus 469 páginas, todos publicados entre 2000 y 2015. Eso sí, empujó al editor a adelantar la salida a librerías italianas para el 26 de febrero. Sólo ese día se vendieron 75 mil ejemplares, récord que sugiere que la traducción española, aún sin fecha, no debería tardar demasiado. 

Dosis de sabiduría 


Títulos como A paso de cangrejo ya habían compilado las apariciones quincenales de “La Bustina di Minerva”, como se llamaba la columna que Eco inició en 1985 en L’Espresso. Una bustina es un papelito plegado, especie de sobre con raciones de medicamento; y siendo Minerva la diosa romana del saber y de las artes, la idea era entregar “dosis” de sabiduría: no necesariamente erudita, casi siempre contingente. 

Al presentar una compilación de estos textos en 2000, decía que ellos responden habitualmente “a un impulso de irritación. Hablan muy poco de lo que me agrada y con más frecuencia de lo que no me agrada”. En la nueva entrega, bien podría haber suscrito lo anterior. Pero esta vez da una suerte de explicación del título, tomado del “Infierno” de La divina comedia: dice que no tiene un significado preciso, “pero son palabras que confunden ideas y pueden prestarse a cualquier diablura”. Por eso, añade, “me pareció cómodo usarlas en esta compilación que, no tanto por mi culpa sino por la de los tiempos, es desconectada (…) y refleja la naturaleza líquida de estos últimos 15 años”. 

La modernidad líquida, en referencia al célebre título de Zygmunt Bauman, da el arranque a la obra, por lo definitoria que resulta de la condición contemporánea. De estos tiempos de crisis, de incertidumbre, de desconfianza, donde “no sólo los individuos, sino la sociedad misma vive un proceso continuo de precarización. ¿Qué podrá sustituir esta licuación? Aún no lo sabemos y este interregno durará un buen rato. Bauman observa cómo, extinguida la fe en una salvación desde el cielo, desde el Estado o desde la Revolución, el movimiento de indignación es típico de tal interregno. Estos movimientos saben qué es lo que no quieren, pero no lo que quieren (…) Actúan, pero nadie sabe cuándo ni en qué dirección. Ni siquiera ellos”. 

Coyunturas de amplio rango pueblan este volumen, ocupando un lugar no menor los conflictos raciales y religiosos de Europa, así como sus derivadas culturales. Y así es como en 2006 escribe Eco acerca del velo islámico y de qué tan cierto es que el Corán impone su uso para cubrir el rostro. Cuenta Eco que el texto reciente de un especialista desmentía tal imposición, que a su vez se origina en prácticas preislámicas. Y no sabiendo árabe, añade, recurrió a tres traducciones italianas de este libro sagrado, sin que ninguna lo condujera en sentido contrario: “El Corán invita simplemente al pudor, y si se hubiese escrito hoy, invitaría a cubrirse el ombligo, porque ahora es en Occidente donde se practica la danza del vientre en la calle”. 

Qué es hoy feo y qué es bello, se pregunta también el autor de Historia de la belleza y de Historia de la fealdad. La respuesta no es evidente si se atiende al feminismo radical o a la filosofía cyborg, pero éstos bien podrían ser ejemplos extremos en un medio social donde las cosas quizá no han cambiado tanto. 

¿Y qué decir de la técnica, la tecnología y sus avances irrefrenables? Quizá, que a veces quedan un poco en ridículo. Así pasa cuando Eco examina el fenómeno del downgrading: cuando los propios usuarios de Windows, por ejemplo, pagan por tener una versión previa al sistema operativo Vista. Y no es tan distinto de cuando un simple libro de papel resulta ser un invento tan inmejorable como un martillo, una cuchara o una tijera (He aquí, da la impresión, una semilla de Nadie acabará con los libros, que escribió junto a Jean-Claude Carrière). 

El objeto-libro, finalmente, es tan tema como el antisemitismo, la educación, la filosofía, el odio y el amor. También la muerte, que tan pertinente resulta, dadas las circunstancias: “La desaparición de la muerte de nuestro horizonte de experiencia inmediata hará que estemos mucho más aterrados, cuando llegue el momento, frente a este evento que nos pertenece desde el nacimiento. Y con el cual el hombre sabio llega a un acuerdo para toda la vida”.


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