Los libros de la biblioteca
Dixon Moya M. (Colombia)
son como las mujeres públicas:
Se usan, se toman
se manosean, se ojean;
son deseados, pero no amados.
Son utilizados cuando
hay una gran necesidad,
cuando hay curiosidad,
siempre de afán y en voz baja
pero nunca se llevan a casa.
Y al final terminan
sucios, arrugados e incompletos.