Humo sexual
Jesús Arenas
Todo comenzó mediante un preludio táctil, vitalizando
nuestras ansias indiscretas. Me sentí restituido de pasión.
Repentino, surgió en tu piel una comunicación abierta
que estremeció mis instintos aflorados.
Transpiraron dermis y epidermis evaporando tempestades;
volaron los elementos del volumen eólico del Tao.
Y se nos fue la piel en cada beso desprendido de fogatas.
Dispersamos horas ante el caos imprevisto y voluptuoso,
carnosa, intercambiaste mieles surgidas de tu médula impaciente.
Hambre y terremoto unieron sus orgasmos al volcán; plenos,
anclamos ese mutuo desvarió al abrazo final del placer ya disfrutado.
Ardió el fuego en las trincheras esponjadas de tu vientre. Dura batalla.
Cabizbajas, se nos fueron las ganas, delgadas, complacidas.
Comenzamos y acabamos dentro de nosotros mismos. Todos se enteraron
porque las llamas abandonaron las cenizas. Se nos quemaron las manos.
De nuestros labios sangre y ardor de aire, fuego, éter y fragancia.