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Bogotá curiosa - 4

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Tomado del libro Bogotá curiosa de Jorge Consuegra. 

  • La cuadra más angosta de Bogotá está entre las Calles 25 y 26 entre Carreras 9ª y 10ª, frente al antiguo teatro Olimpia; mide 20 centímetros. 
  • El directo antecesor de nuestro actual Teatro Colón fue el Coliseo, construido por los señores José Tomás Ramírez y José Dionisio del Villar en las postrimerías de la Colonia. Uno de los principales compromisos de estos empresarios con las altas autoridades virreinales era el de ofrecer al público “una comedia con sainete y tonadilla todos los Jueves y Domingos del año exceptuando los de cuaresma”. También se comprometían en forma solemne Ramírez y del Villar a aceptar antes del montaje de cada comedia nueva, la presencia de un censor designado por el Virrey que examinara la obra a fin de expurgarla de cualquier pasaje que atentara contra la moral católica, las buenas costumbres o el respeto debido a Su Majestad. El censor, por supuesto, estaba facultado inclusive para vetar la comedia. Otra exigencia que se hacía a los empresarios era que los asientos del corral (hoy platea) tuvieran la debida distancia entre los asignados a los hombres y los que se destinaban a las mujeres. Cumplidos estos requisitos el Virrey otorgaba el permiso e inclusive ofrecía generosamente la banda del Batallón Auxiliar para amenizar las noches de comedia. Siguiendo los planos del Teatro de La Cruz, de Madrid, se dio comienzo a la construcción dirigida por el arquitecto español Domingo Esquiaqui. No concluía aún la obra y apenas entoldado el corral, se hicieron las primeras representaciones en 1792. Y vinieron más reglamentos. El juez de policía, oidor Juan Hernández de Alba, expidió un prolijo código de normas para reglamentar en todos sus aspectos la asistencia al Coliseo. 
  • La Carrera 43, que hasta el 2008 era Carrera 42, entre Calles 22 y 26 de Bogotá, lleva hoy por nombre el de Pedro León Trabuchi. Aunque no se crea, se hizo una encuesta a más de 150 personas y nadie supo quién era él. El asunto es que ese religioso tiene un busto en la Calle 19 con Carrera 38 y nadie sabe por qué razón está en ese lugar. Fue un salesiano que trabajó por los desposeídos en los años sesenta del siglo 20. Los recicladores que estaban sobre el corredor férreo de la Calle 19, le dieron a ese lugar el nombre de Trabuchi. 
  • Los pocos viajeros que llegaban a la capital en 1852 se quejaban porque no había hoteles como lo escribió Isaac F. Holton: “Entonces tocaba alquilar una habitación y pedir el servicio de una sirvienta- china- y buscar nuestros alimentos el día Viernes en la plaza de mercado. En Bogotá no hay hoteles ni restaurantes, pero sí abundan las iglesias y los monasterios”… Holton viajó por la Nueva Granada del 21 de Agosto de 1852 al 11 de Mayo de 1854, y posteriormente publicó la relación de este viaje en New Granada: Twenty months in Me Andes, with maps and illustrations (Nueva York, 1857) que sin lugar a dudas es un buen libro. El autor permaneció en Bogotá de Octubre a Diciembre de 1852 y de Enero a Marzo de 1854, meses estos últimos durante los cuales Codazzi estuvo ausente de la capital. Holton utilizó los trabajos de Codazzi y Ancízar y, tanto en Bogotá como en Cali, mantuvo comunicación con Triana, a quien más tarde llama equivocadamente José María, nombre del padre. La decisiva influencia de Mosquera sobre el libro queda fuera de duda. Durante la publicación en Nueva York lo ayudó Rafael Pombo, capaz conocedor de su tierra nativa. En 1806 aparece el Kalendario (sic) y Guía de Forasteros de don Antonio Joseph García. 
  • Se dice que a finales del siglo 19 y hasta 1920, había 18 escenarios taurinos en Bogotá. Algunos eran muy populares, como “La Favorita” en Teusaquillo. Eran tiempos mágicos con la tauromaquia pues todos los domingos había festejos y los mismos cosos se disputaban el cautivar a la mayor cantidad de público llevando al ruedo a lo mejor del mundo taurino del momento. 
  • La primera retreta que se presentó en Bogotá se hizo en 1852. Se llamaba “retreta” al toque militar común a la infantería y a la caballería que en general indicaba que una tropa formada o que marchaba hacia delante, diera media vuelta y lo ejecutara en retirada. Servía también la retreta de señal para que se retiraran a sus cuarteles, tiendas o alojamiento los soldados que aún no lo hubieran verificado. A su vez, la retreta se toca al inicio de la formación de control nocturno. La retreta, finalmente, es una serie de conciertos al aire libre en los parques de la ciudad, que busca recuperar la tradición y el patrimonio cultural de la región. Es un espacio donde un cuarteto clásico alterna con un conjunto de jazz o con una banda de porros, en un intento de construcción cultural para que la comunidad se apropie de sus espacios públicos y de su riqueza musical. Esta actividad se realizaba el último domingo de cada mes y uno de los lugares preferidos era el Parque Nacional. 
  • Entre 1797 y 1816 hicieron las delicias del público bogotano dos distinguidas damas españolas notables tanto por su talento histriónico como por su bella voz. Una era doña Rafaela Isazi, casada con José María Lozano, segundo Marqués de San Jorge. Doña Rafaela era natural de Jerez de la Frontera por lo cual, desde que empezó a actuar, se le conoció como “La Jerezana”. La otra era doña María de Los Remedios Aguilar, casada con el oficial e ingeniero español Eleuterio Cebollino. Por ese motivo fue conocida en las tablas como “La Cebollino”. Estas dos señoras poseían un notable conocimiento del teatro clásico español y representaron en el Coliseo numerosas comedias y dramas de Lope de Vega y Calderón de la Barca, y sainetes de Ramón de La Cruz. Se sabe que el público las aplaudía con delirio especialmente cuando cantaban tonadillas. Esta magnífica pareja de actrices y cantantes se disolvió en la época del terror, cuando el esposo y un hermano de “La Cebollino” fueron ajusticiados por los tribunales de Morillo, a raíz de lo cual Doña María de Los Remedios optó por regresar a España. 
  • “Prejuicios” (Manuel Carrera) era un genial artesano de la madera que fue llevado a Europa para que exhibiera sus dotes de ebanista. Cuando llegó al país, después de tres años de ausencia, empezó a mostrar los primeros síntomas de locura, padecimiento que lo acompañaría hasta la tumba. “En Europa le robaron sus haberes”, murmuraba la gente para explicar el cambio en el comportamiento de aquel hombre. 
  • 22.641 usuarios de “Libro al Viento” de Transmilenio leyeron Palabras para un mundo mejor de José Saramago, texto que apareció en el 2008 y que aún hoy se mantiene como el libro más leído del proyecto. 

Nota: el libro puede ser pedido en Bogotá en el 212.4012.




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